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La idea de una “profecía autocumplida” suena más a algo esotérico que a un concepto económico. Pero lo cierto es que las autoridades del gobierno están preocupadas por la posibilidad de que las expectativas negativas de los agentes puedan jugarle en contra a la economía.
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En la mañana del martes 20, la cúpula del Banco Central (BCU) reunió en un desayuno a unos 20 consultores privados, analistas del ámbito académico, técnicos de cámaras empresariales y ejecutivos del sector financiero para intercambiar ideas sobre la coyuntura económica. Estuvieron, entre otros, Javier de Haedo, Michele Santo, Gabriela Mordecki, Alejandro Cavallo, Gabriel Oddone, Alfonso Capurro, Tamara Schandy, Pablo Rosselli, Gustavo Michelín, Horacio Bafico, Sebastián Pérez y María Laura Rodríguez.
Durante las últimas semanas varios consultores habían cuestionado aspectos del manejo económico y algunos opinaron que, en la situación actual, no es posible pretender al mismo tiempo contener la inflación, evitar un aumento más acelerado de la cotización del dólar y reducir el déficit en las finanzas públicas (ver Búsqueda Nº 1.832).
En la reunión, primero habló Mario Bergara, titular del BCU, explicando la estrategia que se lleva adelante desde ese organismo y presentando un análisis del desmejorado contexto internacional. Luego se abrió un espacio para las intervenciones.
Las autoridades escucharon “argumentos a favor y en contra de cada postura”, relataron asistentes a Búsqueda. Si bien no hubo acuerdo en todos los temas, tampoco se generaron polémicas, añadieron. Varios de los consultados opinaron que la instancia “permitió una discusión más técnica”.
Jerarcas y analistas coincidieron en la “importancia” que tiene la comunicación pública para generar expectativas. No hubo “reproches”, aunque entre alguno de los invitados no cayó del todo bien el tono que usó Alberto Graña, gerente de Política Económica y Mercados, para defender las acciones del BCU. Uno de los pocos contrapuntos se dio respecto a la competitividad; Graña rechazó que haya problemas en ese sentido basándose en un modelo de tipo de cambio real.
El mensaje más claro que extrajo uno de los analistas sobre la reunión fue que las autoridades “no están dispuestas a dejar caer ningún platito chino”, la metáfora que ha usado Bergara para aludir a las diferentes variables que intentan mantener en equilibrio. Hubo una ratificación de las políticas.
La última convocatoria a los economistas del sector privado había sido más de un año y medio atrás.
Expectativas.
Un día antes de esta cita el BCU había dado a conocer su encuesta de expectativas económicas —que hace precisamente entre consultores y analistas— cuyas respuestas mostraron un marcado deterioro en octubre respecto al mes previo.
Los cinco que contestaron esperan —en mediana— que el Producto Bruto Interno (PBI) crezca 1,8% este año y 1,5% en 2016; en setiembre auguraban una expansión de 2,4% y 1,9% para esos años.
También empeoró la visión sobre el mercado laboral: según la encuesta de octubre esperan que la cantidad de ocupados baje 1,44% este año, sin que haya una recuperación en 2016. En el sondeo previo proyectaban una reducción de 1,3% en 2015 y un aumento de 0,3% el próximo.
El dato divulgado a mediados de setiembre sobre la evolución del PBI en el segundo trimestre tuvo un papel importante en el ajuste de las respuestas de octubre, explicaron las fuentes.