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    El Frente Amplio “no puede hablar” del uso de la tasa de interés para la inflación; “acumuló” un déficit de US$ 5.500 millones

    “Es verdad que Cabildo no tiene un sí fácil, pero creo que le hace bien a la coalición que Cabildo no tenga un sí fácil”, dice el asesor económico de esa colectividad política, Eduardo Ache

    El economista Eduardo Ache es un hombre que sabe de batallas políticas y de batallas futboleras. Y aunque reconoce que son dos escenarios bien ásperos, admite que es más difícil atravesar el primero de ellos y salir sin lastimaduras. El expresidente Julio María Sanguinetti le dijo una vez que en la arena política siempre hay heridas, lo importante es que cicatricen. También el expresidente José Mujica le comentó, en épocas tumultuosas, que a veces la política es una guerra en la que no es fácil encontrar una trinchera, y que entonces no se sabe de qué lado va a venir la bala que lo va a matar. “En el fútbol esto pasa menos”, reflexiona el exdirigente del Club Nacional de Football y actual asesor económico de Cabildo Abierto. “La diferencia entre el fútbol y la política es que el fútbol une. Las diferencias entre Nacional y Peñarol sirven para gastarse jocosamente, en cambio en la política y las ideologías las diferencias llevan a enfrentamientos más profundos”, dice Ache. Aunque no participó de la última decisión económica del gobierno para paliar la inflación, el economista valoró que se trata de una resolución política que el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, debía tomar. Y pese a que aspira a que haya un ámbito “más orgánico” para tomar esta clase de decisiones en el gobierno, dijo que no compra el “relato” de que Cabildo es un “socio díscolo y poco confiable” para la Torre Ejecutiva.

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    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —Usted es asesor económico de Cabildo Abierto, pero no estuvo en la cocina de la discusión sobre las medidas económicas que resolvió el gobierno para paliar la inflación. ¿Qué le pareció lo que anunció el presidente Luis Lacalle Pou?

    —Es una decisión política que había que tomarla. Acá hay que entender que esto es un fenómeno transitorio y los problemas de Uruguay son estructurales, pero tenemos que convivir con el día a día. Y creo que esta es una respuesta puntual a la suba de inflación importada. Entiendo que es una respuesta que había que dar, pero de repente técnicamente no sé si es el mejor instrumento. Pero creo que a esta altura no se puede hilar tan fino.

    —¿Qué otro instrumento había?

    —Bueno, el tema que muchos analistas, y con criterio, señalan que vos no podés resolver temas transitorios con instrumentos permanentes. Porque se podría haber dado una ayuda puntual y única para compensar el problema. Pero ya es demasiado sofisticada la discusión. Tengo claro que desde un punto de vista economista a un tema transitorio hay que buscarle una solución transitoria y a un tema permanente, una solución permanente. Pero esto es más una discusión de economistas, y como respondió el presidente: hay que tomar decisiones y vieron una respuesta que había que darla.

    —Como integrante de la coalición, ¿le hubiera gustado participar en un ámbito de discusión, más allá de que le comuniquen antes las medidas que se van a tomar?

    —Creo que tenemos nuestros ámbitos, creo que la coalición va madurando. El tema de la LUC sin duda fortaleció, unió. Está pasando el tiempo y los integrantes de la coalición se van aglutinando. Claro que sí, que uno de los temas de mediano plazo es encontrar un funcionamiento mucho más orgánico. Pero eso le corresponde a (Guido) Manini y al presidente.

    —¿Cree que al Partido Nacional le cuesta ver a Cabildo Abierto como un socio de confianza?

    —Esto es de ida y de vuelta. De repente alguien podría decir: “y la gente de Cabildo no vemos con confianza del otro lado”. Las relaciones se van construyendo. Creo que se ha querido imponer un relato como un socio díscolo cuando no es así.

    —Por eso mismo le pregunto: quizás justamente a los blancos les cuesta más verlos como un socio…

    —No me gusta generalizar, pero acá hay un relato, que yo no sé de dónde ha salido, que ha querido imponer a Cabildo como un socio no confiable. Eso no es así. La realidad muestra que en todos los temas medulares —y en algunos con un enorme costo para el gobierno— Cabildo ha acompañado al gobierno. No compro lo del socio díscolo y no confiable.

    —Mencione algunos de los temas que tuvieron un “gran” costo para Cabildo.

    —El puerto. O cuando a Cabildo se lo pretendió posicionar como el responsable de la suba de combustibles porque no queríamos desmonoplizar el combustible. Es verdad que Cabildo no tiene un sí fácil, pero creo que le hace bien a la coalición que Cabildo no tenga un sí fácil.

    —¿Qué opina sobre la rebaja del IASS y del IRPF en 2023 anunciada por el presidente? ¿Qué efectos tendría esto desde el punto de vista de la equidad tributaria?

    —Hace tiempo venimos señalando la necesidad de retocar nuestro sistema tributario. Nos alegra que desde el equipo económico hayan recogido el planteo. El matiz que tenemos es que los cambios no los ataríamos a las futuras mejoras fiscales. Los haríamos cuanto antes, pues su implementación es una condición previa para la mejora estructural de nuestra economía y su futuro crecimiento. La necesidad de recaudar para financiar los déficits crecientes generó en nuestro sistema fiscal una enorme regresividad, especialmente en contra del factor trabajo y los pequeños empresarios. La propuesta del presidente va en la dirección que habíamos sugerido. Respecto de IRPF y IASS, son dos casos distintos, aunque con elementos comunes. Ambos tienen franjas de ingreso “angostas”. Eso da lugar a que el impuesto crezca muy rápido. Las franjas angostas generan inequidades: personas con realidades similares pagan diferentes montos.

    El IRPF actual además prevé casi nulas deducciones. En el 2007 este era un punto discutible. Ya no lo es por el desarrollo de los sistemas de información. La falta de deducciones es una fuente de inequidades: pagan lo mismo personas en situaciones diferentes.

    La problemática del IASS es distinta a raíz del aumento de la expectativa de vida y la aplicación de un impuesto a pasividades y toda la discusión que implica la doble imposición (en actividad con el IRPF y después fuera de la actividad con el IASS).

    —¿Qué incluye la reforma en materia impositiva, con foco en modificar el actual gasto tributario, que impulsa Cabildo Abierto?

    —El foco es tener un sistema tributario menos regresivo y que no sea una traba al crecimiento y ahorro del país. El objetivo fundamental de la reforma es generar más recursos en función de una economía más dinámica y con menos distorsiones. Para muchos es un axioma que la principal limitante de política económica actual es la falta de recursos, y que cualquier medida en dirección de la racionalidad económica no se puede instrumentar porque agravaría el déficit fiscal. No compartimos esta visión. Uruguay tiene un monto por exoneración de tributos muy alto en la comparación internacional; casi el doble del de América Latina. Además, según estudios técnicos, nuestras exoneraciones son mucho más regresivas que en los demás países. Nuestro foco está en eliminar las malas exoneraciones y con los ahorros que se generen reducir impuestos regresivos. No hay margen para más impuestos, porque se está al límite. Esta reforma mejoraría la calidad del gasto en exoneraciones tributarias y tarifas, y de impuestos de mala calidad de por lo menos 2,5% del PBI. Es una reforma simple pero de alto impacto en eficiencia y equidad, simultáneamente, algo raro de ver. Llama la atención que no se haya planteado antes. Eso debió haberse corregido hace mucho tiempo.

    —¿Qué características tendría el “IVA personalizado” que proponen?

    —El concepto relevante es el de focalización de exoneraciones en los más débiles. En una primera etapa creo debe irse a un régimen simple donde los más débiles no paguen IVA y el resto tribute a una tasa general más baja a la actual. A ese resto se propone se le otorgue el derecho a un rembolso de IVA por un monto fijo; con ello se busca que la exoneración tenga límites de forma de no ser regresiva como actualmente. Se trata de un mecanismo simple, una suerte de IVA personalizado con cuyos autores estamos en contacto, nada complejo de administrar como algunas soluciones que se han mencionado del tipo “un uruguayo un IVA”. El IVA personalizado es una solución mucho más compleja y sofisticada que genera dudas en algunos técnicos locales. Empecemos con algo simple y efectivo. Más adelante se verá si vale la pena instrumentar algo más complejo.

    —¿Qué opina sobre la agenda de cambios que se fijó el Ministerio de Economía para adaptar a Uruguay a la nueva fiscalidad internacional?, ¿qué margen tiene el país, desde el punto de vista de su soberanía tributaria?

    —Todos los países hemos competido ofreciendo exoneraciones. Ello llevó a que hoy muchas de las empresas más grandes casi no paguen impuestos, lo cual no está bien. Todos los Estados han debido asumir un gran golpe en sus finanzas a raíz de la pandemia y necesitan recursos. Seamos realistas: hace rato que el mundo va en la dirección de la transparencia fiscal y hay más por venir. No hay por qué ser el mejor de la clase pero a la larga oponerse a esa tendencia sería perjudicial. Es poco lo que se puede hacer para mantener autonomía tributaria.

    —¿Preocupa la suba de la inflación?

    —Sin duda preocupa. Como también preocupa la competitividad, la falta de crecimiento, la rigidez que ha tenido el Mercosur en algunos asuntos. Sobre la inflación, si queremos solucionarla no debemos confundir fenómenos transitorios, como el actual de precios de petróleo y alimentos a nivel global, con inflación estructural. Durante más de 10 años, los países desarrollados tuvieron inflación casi nula mientras nosotros convivimos con una inflación en el entorno del 6% al 9%. Hoy en día EE.UU. tiene la mayor inflación de los últimos 40 años en los cuales tuvo un promedio cercano al 3%, mientras nosotros estamos en el entorno del 9%. Cuando estaba todo para bajar la inflación estructural atacando sus raíces fiscales, surgió primero la pandemia y después la crisis mundial que estamos viviendo, que cambia y complica sobre todo porque no sabemos cuánto va a durar. Esta incertidumbre se ve agravada además por el desanclaje de expectativas y la consecuente falta de credibilidad. Es bien sabido que el costo de bajar la inflación, con salarios indexados a la inflación pasada, sin credibilidad, se paga con recesión.

    —¿Puede aclarar este último concepto?

    —Con la adopción de un régimen de metas de inflación, que no creemos sea técnicamente viable en nuestro país debido a su alta dolarización entre otras cosas, el Frente Amplio afectó la credibilidad del Banco Central del Uruguay (BCU) al anunciar metas que sabía no cumpliría durante añares. Ese fue un error cuyas consecuencias pagaremos por mucho tiempo. Intentar bajar la inflación estructural con aumentos en la tasa de interés en este contexto no lo aconsejamos; los efectos secundarios en el mercado cambiario son altamente perjudiciales para la marcha de la economía. Previamente debe avanzarse en la credibilidad con mejoras fiscales y reformas estructurales en el lado de la oferta de la economía. La falta de credibilidad es muy clara. Todos los países han tenido aumentos de la inflación. Sin embargo, en los desarrollados y en muchos emergentes las expectativas a dos y tres años marcan un retorno a los valores inflacionarios prepandemia. No es el caso uruguayo. La actual conducción del BCU hereda una situación compleja y un chaleco de fuerza del cual será difícil deshacerse a pesar de una gestión muy destacada durante la pandemia.

    —¿Está sugiriendo que la baja de la inflación no debiera de encararse ahora?

    —Sería muy cauteloso. Además de la incertidumbre sobre la duración de la actual crisis por la guerra, para bajar el núcleo duro de la inflación genuinamente deben darse ciertas condiciones que no están presentes. Hacer política económica no es cuestión de voluntarismos. No se puede errar en los anuncios de metas de inflación a sabiendas, porque ello solidifica expectativas que luego minan la credibilidad y esta es una de las claves para bajar la inflación estructural. El haber subestimado la importancia de la credibilidad durante tantos años fue técnicamente errónea; un error que va más allá de lo técnico y que debe evitarse a futuro.

    —El senador frenteamplista Daniel Olesker cuestionó la política antiinflacionaria, especialmente la reciente suba de tasas de interés en pesos del BCU, ¿le merece algún comentario?

    —Hay que reconocer que el Frente Amplio inicialmente tuvo un manejo macroeconómico adecuado, aunque nunca tuvo como objetivo real bajar la inflación a niveles internacionales. Sobre el final de los 15 años abandonaron la ortodoxia. Pero si hay un tema del que el Frente no puede hablar es del uso de la tasa de interés para combatir la inflación.

    —¿Por qué?

    —Sería muy preocupante que se repita el gran déficit cuasifiscal generado por el BCU durante el anterior período por el uso de la tasa de interés como instrumento. En la experiencia anterior se acumuló un déficit de más de 10 puntos del PBI, cifra muy elevada y mucho mayor en términos relativos a la de otros países. A valores de hoy estamos hablando de más de US$ 5.500 millones. ¿Las pérdidas de Ancap del Frente Amplio se consideraron muy altas? Estas son sustancialmente mayores y en parte se financió con deuda que hasta el día de hoy genera déficit en el BCU. Es increíble que esto no haya tenido más repercusión política.

    —¿Y por qué cree que no la tuvo?

    —Fue lateralmente tratado en la interpelación que Pedro Bordaberry hizo al ministro de Economía Fernando Lorenzo. Allí el ministro informó de una pérdida de 1,5% promedio del PBI a lo largo de siete años. Fue necesario todo ese tiempo para darse cuenta de que en siete años se generó un déficit de más del 10% del PBI, es una suma sideral. ¿Por qué no se corrigió antes? Los bancos centrales de la región que enfrentaron los mismos problemas que Uruguay, actuaron a tiempo y tuvieron pérdidas mucho menores. Sabemos que la dirección actual del BCU es consciente del problema y lo monitorea de cerca. Igualmente creo importante una mayor difusión y discusión sobre esto para que no se repita.

    Información Nacional
    2022-04-20T22:47:00