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    El Hospital del Cerro ya “quedó chico” para la operativa que realiza, admite su director

    Para Guillermo Avellanal, hay un trasfondo político que “entristece” algo que debería ser “motivo de alegría”

    Hasta el momento, Guillermo Avellanal había mantenido “disciplina y silencio”. Pero ahora el director del Hospital del Cerro, intensivista y emergencista, decide salir a hablar. Lo hace porque “alguien tiene que hacerlo” por los 500 trabajadores de este hospital inaugurado el 6 de noviembre pasado con la presencia de todo el gobierno. “Recibir ataques gratuitamente por temas partidarios amerita una respuesta”, subraya.

    Avellanal se dice “conforme” con la operativa hasta ahora y que “todas las guardias están cubiertas”. Acompañado –y a veces apuntalado– por el gerente general de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), Eduardo Henderson, tira cifras, adelanta que a menos de cuatro meses de puesto a funcionar el Hospital del Cerro ya “quedó chico” y anuncia proyectos como la creación de una emergencia pediátrica separada de la de adultos. Esto último es definido como una necesidad en un contexto complicado –un barrio intervenido por el Ministerio del Interior– donde han llegado a atender hasta a 16 heridos de bala en una semana. También responde a los cuestionamientos salidos “en las noticias”, en los que este hospital –como suele ocurrir con el Cerro– ha sido noticia las más de las veces por motivos que a ningún jerarca de Salud Pública le ha hecho gracia.

    Como al pasar, sacando él el tema, dice por qué no ha renunciado al Cerro. Responde así a una versión que corrió más de una vez en este breve tiempo por ámbitos médicos, sobre todo luego de un caso todavía en investigación de presunta omisión de asistencia a un hombre que llegó baleado a la emergencia y terminó muriendo en el Hospital de Clínicas (Búsqueda Nº 2.254)

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Avellanal y Henderson mantuvieron con Búsqueda.

    —¿Cómo está funcionando el Hospital del Cerro hoy por hoy?

    —Eduardo Henderson: La operativa superó nuestras expectativas. Solo en emergencias aumentó notoriamente el número de consultas respecto a cuando solo funcionaba el Centro de Salud.

    —Guillermo Avellanal: Empezamos con 200 consultas por día y en enero, que es un mes de poco funcionamiento, promediamos 300. Es un aumento del 50%. Y eso llevó a que todo lo demás aumentara. Desde la inauguración, en el laboratorio –acá no había un laboratorio central– hemos realizado (revisa papeles) 43.900 exámenes.

    —E. H.: Antes una extraccionista sacaba la sangre y la llevaba a otros establecimientos de la RAP (Red de Atención Primaria) Metropolitana.

    —G. A.: No teníamos hemoterapia en el Cerro, hasta ahora hicimos 1.315 procedimientos. En imagenología pasamos de poco más de cien rayos por semana a 240. En la farmacia de atender de 200 a 250 personas al día subimos a un promedio de 600 y 100.000 despachos de unidades al mes; antes teníamos dos ventanillas, ahora seis, la farmacia está abierta las 24 horas. Desde la inauguración se hicieron (al lunes 26 de febrero) 152 cirugías de emergencia y urgencia. En breve vamos a empezar las cirugías de coordinación.

    —E. H.: Jugó el factor social. Que sea visible el hospital, que tenga aire acondicionado, sala de juegos para niños, hace que el paciente prefiera venir acá que a policlínicas barriales, como la de Santa Catalina.

    —G. A.: Si te sentís mal y tenés un solo boleto, vos venís acá que tenés todos los servicios, ginecología, pediatría y comodidades que antes no había. Eso hace a la atención del usuario y a la dignidad de la atención médica. Yo nunca hablé de administraciones anteriores, porque los que estuvieron acá hicieron lo que pudieron con lo que tenían, pero lo cierto es que había cierto abandono. Más que un hospital de segundo nivel, como lo definen, yo defino al Cerro como un hospital de cercanías. Era evidente que un paciente de la zona oeste de Montevideo iba a venir acá. Desde 2014, cuando se inauguró la emergencia, había 5.000 consultas mensuales; desde que inauguramos, el 6 de noviembre, estamos al doble, entre 9.000 y 10.000.

    —Se inauguró ese día, pero no empezaron a trabajar ese día.

    —G. A.: Por supuesto que no, y está perfecto que así sea. Hay un montón de pruebas para hacer antes de poner a funcionar un hospital, más allá que esté amueblado, cosa que nunca se entendió. No sé por qué hubo tanta política en el medio.

    —Política de un lado y de otro. La inauguración (Búsqueda Nº 2.250) pareció un acto de campaña...

    —G. A.: Pero podríamos decir, por ejemplo, que la Intendencia de Montevideo, que la gobierna la oposición al gobierno nacional, podría habernos trancado la habilitación de los ascensores. Eso ocurrió, los habilitó recién el 12 (de noviembre). Pero también con la UTE pasó algo parecido. Mirá, ese día hubo manifestaciones de un lado y de otro, eso es la democracia. Me encanta y no pasó a mayores. Yo posteé (en redes) una bandera nacional.

    —Se habló mucho de la seguridad. Hubo médicos que tenían algún “resquemor” de trabajar acá, incluso por dónde estacionar el auto. Lo dijo el presidente de ASSE, Leonardo Cipriani (Búsqueda Nº 2.251). ¿Tuvieron algún problema de este tipo?

    —G. A.: En los meses previos se trabajó con el Ministerio del Interior para darle tranquilidad al que venía a trabajar. Colocaron las cámaras exteriores, de 25 a 30. Es evidente que esta zona tiene un problema de seguridad, de hecho hay una intervención del ministerio. Hay un porcentaje menor de la población que es… difícil, que no tolera la frustración, las esperas, la internación. Con Eduardo planteamos que ASSE tuviera un director de Seguridad, Gonzalo Larrosa, que vino varias veces acá.

    —E. H.: La Facultad de Medicina no permitía que vinieran internos a trabajar de noche. Hubo problemas… Si venían dos heridos de bala por un enfrentamiento, venían familiares de uno y otro y se armaban líos en la puerta de emergencia. Eso llevó a un planteo del doctor Avellanal de separar la emergencia pediátrica de la de adultos, separarla del ambiente hostil que cada tanto se da. Ese proyecto está en curso. La emergencia pediátrica la vamos a levantar donde íbamos a poner la base de SAME 105 (el servicio de ambulancias de ASSE); para esta vamos a buscar otro lugar.

    —G. A.: Los planos están prontos (los muestra). Queremos que se inaugure cuanto antes porque los niños necesitan una protección especial. Ahora, que hay un solo salón en la urgencia, la mamá viene con su niño, con un bebé, en el mismo lado hay gente que cruza líneas difíciles... Son cosas que pasan, no son casos hipotéticos.

    —¿Eso no ha repercutido en la operativa?

    —G. A.: En eso fuimos muy firmes. Queremos que el personal trabaje seguro. Por eso pensamos en las cámaras. Y si hay problemas, que haya una respuesta rápida. Hemos tenido casos difíciles, pero en las últimas semanas notamos una tranquilidad mayor tanto en los funcionarios como en los usuarios. Hubo semanas donde atendimos 16 heridos de bala. Por lo general no son heridos de bala por accidente, que justo pasaron por ahí. Esto puede querer decir que luego de la emergencia, en piso, podemos tener siete u ocho heridos de bala internados, ¿me explico? Y yo tengo que brindarle seguridad al personal. Por eso están las cámaras, por eso está la disposición de la Policía en la entrada, por eso está el Centro de Monitoreo.

    —¿Cuántas camas de internación hay y cuál ha sido el porcentaje de ocupación?

    —G. A.: Hay 22 camas, más cuatro de reanimación. Estamos preparando ocho camas más para las cirugías de coordinación.

    —E. H.: En promedio, hay un 95% de ocupación.

    —G. A.: Vos dirás: quedó chico.

    —Esa es la impresión que da, sí.

    —G. A.: Pero queda espacio para seguir. El lugar llegó para quedarse.

    —¿Pero está conforme con lo realizado? Usted dice que quedó chico.

    —G. A.: Con lo que actuamos hasta hoy estoy conforme. Acá no había nada. Necesita más estructura, evidentemente. Nosotros pensamos que la escalada de asistencia iba a ser mucho menor, pero el usuario es el que termina decidiendo.

    —E. H.: Hay cosas que aún no tenemos pero que ya están pensadas, como el tomógrafo, que aún no está pero ya tiene su ubicación y la licitación en marcha. También se habló de un CTI, pero eso quedará para una próxima administración.

    —Al final, ¿este hospital ha descomprimido las emergencias del Maciel, como dijo Cipriani? Usted no aseguraba lo mismo, Henderson (Búsqueda Nº 2.250).

    —E. H.: Tuvo mucha repercusión que confrontaran a Cipriani conmigo… El Cerro no fue hecho para descomprimir al Maciel, porque no es un hospital solo quirúrgico sino general: acá hay pediatras, internistas, se reciben pacientes de todo tipo. Este es un hospital para resolver problemas del barrio.

    —G. A.: Mucha gente que viene acá no iba a ningún lugar. Vos para ir al Maciel de acá precisás plata para el ómnibus y tener con quién dejar a tus hijos o tus viejos. Hay gente que vive acá que no tiene esa logística, moverse les resulta difícil. Entonces, el Cerro no viene a descomprimir, viene a ser la asistencia de cercanía a los que más necesitan. Acá se acercó gente que antes no iba a ningún hospital.

    —¿Hoy todo el personal médico es propio? Ni bien comenzaron hubo que comprarle guardias de anestesistas al Casmu.

    —G. A.: Eso fue solo desde que comenzamos hasta el 1 de diciembre, después todo el personal es contratado por ASSE. Hay 14 anestesistas, dos por turno todos los días, dos cirujanos por turno. Todas las guardias están cubiertas. Hoy no tenemos ningún problema de anestesia. Tenemos un excelente jefe de anestesistas, Milton Froche, y también de cirujanos, Mauricio Pontillo. Pero hay mucho más: en emergencia tenemos 130 funcionarios de enfermería y cinco médicos y un pediatra por guardia. No hay problemas, cada guardia tiene un lugar cuidado para estacionar el auto. Hay mantenimiento y lo que se rompe se soluciona en el día. Hoy para un médico es atractivo venir para acá. Para pediatría hubo dificultades en los llamados pero ahora hay 14. Estamos llamando para cuatro cargos más. Y lo que se dijo del problema con los anestesistas es un tema nacional, no solo del Cerro.

    —El presidente de la Sociedad de Anestesiología del Uruguay, Germán Reta, puso en duda lo necesario de este hospital.

    —E. H.: Fuimos a hablar con él, lo invitamos al hospital. Él criticaba la falta de cuidados intensivos y de tomógrafo. Le dijimos que eran cosas para más adelante. Cambiamos las características del llamado, ya que no se podían acumular cargos presupuestados en ASSE, y se definió que las contrataciones las hiciera la Comisión de Apoyo, que está regida por el derecho privado. Se llegó a un acuerdo.

    —Hay médicos, ¿hay miedo de trabajar acá, en resumen?

    —G. A.: No, aunque siempre depende de cada uno. Ser director acá significaba siempre un problema. Los que venían acá, cuando era el Centro de Salud, duraban cinco meses, dos, tres. Siempre me preguntaban cuándo yo renunciaba... Yo tengo una vida, familia, intereses personales. Hacer 30 kilómetros por día para venir es complicado. Pero el Cerro empezó a ponerse la camiseta del Cerro. Había muchos funcionarios que no tenían una gran… autoestima. Yo traté de que mi equipo, desde el limpiador hasta el director, esté queriendo que las cosas se hagan bien, que exijan un lugar de asistencia adecuado para ellos y para el usuario. ¡Ahora estamos en una etapa donde los funcionarios piden que me quede!

    —E. H.: En este ambiente donde la gente por regla general se divorcia, él (señalando a Avellanal) se casó siendo director del Cerro (risas).

    —Entonces es cierta la versión de que usted pensó en renunciar.

    —G. A.: No... a ver... ¿Sabés por qué estoy acá? Porque tengo que ser agradecido a la vida. Yo soy médico porque algún usuario de ASSE me dio su cuello y su carótida para que hiciera mi primera vía central, otro me dio su tráquea para que lo intubara. Hay un contrato social. Yo aprendí con los usuarios de ASSE y eso, en algún momento, cuando ya estás en otra etapa de tu vida, te genera responsabilidad. Porque hay que estar sábados, domingos, las noches... Había motivos familiares, también laborales. Pero he encontrado gente que te aprecia, que te quiere, gente que dijo cosas, que te ha dado un premio que no esperaba. Esto me ha dado más ganancia en lo emocional que en otros aspectos.

    —Más allá de eso, esa versión se reforzaba por el hecho de ser un hospital nuevo que era, además, un bastión de la actual administración.

    —G. A.: Se dijo cualquier cosa y yo me callé. Mi motivo (para irme) era que estaba en otro proyecto, uno de asistencia médica en ruta por helicópteros. Yo tengo experiencia en ello (N. de R.: Desde 2009 Guillermo Avellanal ha trabajado en el París Dakar). Entre eso y sostener un equipo que uno mismo creó, que puso el hombro y requirió un proceso de construcción con muchos esfuerzos… A mí, los ataques al hospital no me afectan en lo personal, conozco el proceso y estoy tranquilo. Pero esta entrevista la doy para ser la voz de toda esta gente que trabaja acá, que se expone a situaciones complejas todos los días y que por cada ataque que se le hace al hospital se le tira la moral. Y hablo por ellos porque en algún momento alguien tiene que hacerlo. No me gusta ver noticias que en la mayoría de los casos no son realidades. Recibir ataques gratuitamente por temas partidarios ameritaba respuestas. Yo estoy conforme, muy conforme, de acompañar a toda esta gente y aprender de ellos, más de lo que yo pueda enseñar. Eso hace que uno agradezca estar acá.

    —Habla de noticias, ¿en qué quedó la investigación sobre el hombre baleado que trajo un patrullero a la emergencia el 29 de noviembre? Acá se dijo que no era posible operarlo y terminó muriendo en el Clínicas.

    —G. A.: Yo soy el más interesado en que termine esa investigación administrativa, cosa que aún no ocurrió. Y cuando eso termine, vos me vas a llamar.

    —E. H.: El Maciel y el Clínicas empezaron una investigación administrativa por su cuenta. Antes de hacer la nuestra, un grupo de tres médicos notables, cirujanos y legistas, estudiaron el caso, dijeron que había incongruencias en las partes involucradas y recomendaron hacer una investigación. No señalaron un culpable ni dijeron que no había motivos para investigar. Todavía no terminó porque muchas personas investigadas o a ser citadas como testigos a Investigaciones y Sumarios están de licencia. Paralelamente, la Cosepa (Comisión de Seguridad del Paciente) también estudia el caso. Una vez terminado, se elevará al Departamento Jurídico Notarial y de ahí surgirá una conclusión.

    —En círculos médicos se señaló que se apuntó a “blindar” al Cerro, derivando responsabilidades al Maciel o a la coordinadora de SAME (Búsqueda Nº 2.256).

    —G. A.: No lo considero así. Y cuando termine la investigación administrativa, verás que no hay ningún tipo de blindaje.

    —Otra noticia, esta salió en El País el 8 de febrero, ¿faltan medicamentos en la farmacia?

    —G. A.: Nosotros sufrimos un 50% de aumento de la demanda. Tenemos seis ventanillas, estamos abiertos 24 horas y no damos abasto. Un problema fue que iniciamos la migración de un programa (informático) a otro que si antes te daba un medicamento en cinco minutos, ahora demora 10. Eso lleva a colas, pero lo teníamos que hacer ahora; en invierno sería imposible. Seré claro: al hospital no le falta ningún medicamento. El tema es que les damos medicación a todos los usuarios de ASSE y no estamos en el proceso de compra. A partir del 1 de marzo vamos a comprar la medicación debida. La cola está, podés salir y verla. Esto nos llevará 15 o 20 días más hasta que se afine el nuevo programa. Yo inicié el cambio del sistema a conciencia, sabiendo que podíamos tener problemas pero que en mayo ya no habrá más. Hubo faltantes de medicamentos, pero no es responsabilidad de esta unidad ejecutora. Entiendo las demoras y soy muy respetuoso de las necesidades de la gente, pero no somos el único lugar con demoras en la farmacia. Ahí ves el ensañamiento político: se ataca a 500 personas que se están rompiendo el tujes (sic). Somos un rédito político.

    —¿Usted considera que muchas noticias o cuestionamientos sobre este hospital tienen un trasfondo político?

    —G. A.: Yo creo que sí, que lo hay. ¡No seamos tontos! Vas a otro hospital, a otra mutualista y tiene los mismos problemas que nosotros. Salíamos de un proceso en el que la policlínica se llovía, estaba todo destruido, a mejorar el policlínico, a tener internación, laboratorio, radiología, ahora prontamente tomografía, tratando de montar una urgencia pediátrica, triplicando servicios, ¿y somos puras malas noticias? No entiendo. Esto debería ser alegría para la gente y lo estamos entristeciendo por temas partidarios. Nosotros pasamos y las cosas quedan.