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Los hábitos de consumo cambian rápido, y las estadísticas oficiales corren atrás de ese proceso, intentando reflejar cómo vive la población con bases de datos que van quedando viejas y hay que actualizar. La inflación que mide hoy el Índice de Precios del Consumo (IPC) del Instituto Nacional de Estadística (INE) corresponde a una canasta de bienes y servicios de los años 2005 y 2006.
¿Hoy se consume lo mismo? ¿De la misma manera? Es seguro que no, y por ello está estipulado que cada unos 10 años se haga una nueva encuesta para actualizar la información.
Enumerar los gustos de las empanadas por teléfono, consultar la revista del servicio de televisión por cable, alquilar un DVD, cargar una televisión entre dos personas, revelar rollos de foto, usar mapas impresos en papel, preguntar cómo llegar a una calle. Todo eso se hace cada vez menos. Por eso el INE prepara para el último trimestre del año la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (Engih), que dentro de las “operaciones” del instituto es la más importante luego del Censo.
Con los datos de esa encuesta se podrá saber la nueva canasta de consumo de los hogares y también sus ingresos, de dónde provienen y cómo se distribuyen. Esto permitirá, a su vez, hacer cálculos sobre inflación y pobreza con bases más actuales, explicó a Búsqueda la subdirectora de Estadísticas Sociodemográficas del INE, Adriana Vernengo.
Las anteriores encuestas de presupuestos familiares se realizaron en los bienios 1982-1983, 1994-1995 y 2005-2006. La recolección de datos para la nueva Engih llevará 12 meses.
Nuevos hábitos.
Los hábitos de consumo de la población están influidos por muchos fenómenos; el nivel de ingreso de los hogares y los precios relativos entre los productos son los que más se pueden medir. También hay cambios culturales o la aparición de productos nuevos que varían constantemente las canastas de consumo familiar.
En Uruguay hay datos sobre estos gastos desde la década de 1960, cuando solo algunas casas tenían televisor en blanco y negro. Estas cifras dividen el consumo de los hogares en grandes rubros y no en productos puntuales, pero aun así es posible ver los cambios en los patrones de gasto.
A comienzo de esta década la investigadora Susana Picardo publicó un estudio en el que reunió las distintas canastas —1962, 1973, 1985, 1997 y 2010— que se utilizaron para calcular el IPC en cada década a partir de encuestas realizadas por lo que hoy es el INE.
Uno de los rubros que más se modificó a lo largo del tiempo fue la alimentación. Picardo señala como hipótesis que en el largo plazo “la reducción de la proporción de los gastos en alimentos es atribuible a la mejora en el ingreso de los hogares y a la disminución en los precios relativos de los alimentos”.
También destaca algunos hechos puntuales sobre este rubro. Durante los años entre las encuestas de los sesenta y setenta hubo una “reducción importante” relacionada al gasto en carnes, fiambres y embutidos, así como de frutas y verduras, a la vez que se dio una mayor incidencia del rubro alimentación en el total. Eso “es coherente con una baja pronunciada en el salario real a partir de 1968 por la política de congelación de precios y salarios”, explica.
Las últimas encuestas del INE mostraron otro fenómeno nuevo: el aumento de las comidas fuera del hogar. Esto ocurrió para todos los quintiles de ingreso, lo que podría indicar un incremento de los recursos y la mayor participación femenina en el mercado de trabajo que habría llevado a “otra estrategia para la alimentación en el hogar”, explica Picardo.
También constató que los precios relativos habrían generado una “continua disminución” del gasto en vestimenta en la ponderación de los IPC.
Los gastos en salud, educación, transporte y comunicaciones, “se destacan en el crecimiento de su ponderación” desde que se relevan los datos de consumo. Esto es parte de un incremento del peso de los servicios no transables en las últimas décadas, señala la investigadora.
En el caso de salud, se da una disminución entre la base del IPC de 1997 y la de 2010, en lo que “está incidiendo el efecto del Fondo Nacional de Salud”, que se computa como gasto del gobierno y no de consumo de los hogares, explica Picardo.
Desde el INE señalaron a Búsqueda que se espera que la nueva encuesta muestre aún más cambios que la anterior en rubros de consumo tecnológicos, entre ellos los vinculados a la comunicación y el entretenimiento. Es que el gasto en comunicación ni siquiera se relevaba por separado en las décadas de los sesenta y setenta. Luego, en los ochenta, representó 0,1% del gasto total del hogar, en los noventa llegó a 2,3% y en la base de 2010 era 3,4%.
Picardo destaca que el servicio doméstico “duplica su incidencia en las ponderaciones de las dos últimas bases, lo cual podría indicar un mejor nivel de ingreso de los hogares”.
Encuesta.
Luego de un año entero para recolectar los datos de la nueva Engih, los resultados se conocerían en el correr de 2018.
A partir de esas cifras se actualizarán las bases del IPC y las líneas de pobreza e indigencia, cuyo cálculo actual se realiza a partir de la Engih de 2005-2006. Estas nuevas bases “son los productos principales que van a surgir de la encuestas”, señaló Vernengo.
Desde esos años “los hábitos de consumo cambiaron mucho”, por eso este tipo de encuestas se realizan “idealmente cada 10 años”, explicó la técnica del INE.
Para poner en marcha la recolección de datos en los próximos meses el INE realizó el miércoles 3 un llamado a aspirantes para trabajar como encuestadores y supervisores durante este año y el próximo.
En esta operación estadística —que consta de una muestra de alrededor de 7.500 hogares, algo mayor que la anterior Engih— trabajarán entre 50 y 60 personas, entre funcionarios y encuestadores, informó. A diferencia del relevamiento anterior, la encuesta se hará con dispositivos electrónicos, además de los formularios que los encuestados deberán llenar.
