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Luis Alberto Heber se sentía tranquilo cuando, como ministro de Transporte y Obras Públicas, concluía la jornada de trabajo y al salir de la sede en la calle Rincón veía siempre en la Plaza Matriz a dos policías montados a caballo. La imagen diaria se le hizo tan habitual todas las noches que meses después arribó al Ministerio del Interior con la idea de impulsar la caballería en la Policía Nacional como herramienta de seguridad. Encontró aprobación en las autoridades de la institución y de la Guardia Republicana para, como primer paso, adquirir más caballos y mejores uniformes para el personal que los maneja.
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“Nosotros queremos tener más presencia policial: en autos, en motos y a caballo también. Por eso vamos a hacer compras de caballos. Tienen que haber más policías a caballo para patrullar: en 18 de Julio, en la Rambla y en el interior, donde no los hay. ¡Hay en Montevideo y no en el interior! Por eso vamos a hacer las compras”, dijo Heber a Búsqueda. “En todas partes del mundo se ven policías a caballo, hasta en Nueva York se ven, ¡y nosotros que somos el país del caballo no tenemos policías a caballo!”, argumentó.
La Unidad de Caballería es el nombre de la policía montada de Uruguay que funciona bajo la órbita de la Dirección Nacional Guardia Republicana, el cuerpo de elite de la Policía Nacional. Históricamente conocida como Guardia de Coraceros, la Unidad de Caballería “ha contribuido a potenciar enormemente la capacidad operativa” de la Guardia Republicana, manifestó el año pasado su director César Tourn a la Unidad de Comunicación del Ministerio del Interior.
El único requisito esencial de los miembros de la Guardia Republicana que desean pertenecer a la Unidad de Caballería es saber montar a caballo, para lo cual se realizan cursos en donde reciben técnicas para el uso del equino con fines operacionales. Los entrenamientos incluyen situaciones de riesgo como enfrentamientos con armas de fuego, además de ejercicios de confianza entre el caballo y el policía.
La intención de Heber de aumentar la operación de la Unidad de Caballería va de la mano de más adquisiciones para patrullaje vehicular: desde marzo de 2020 se invirtieron alrededor de US$ 700.000 para incorporar 300 vehículos, entre automóviles y camionetas, y más de 200 están en proceso de licitación. Pero a diferencia de los autos, las camionetas y las motocicletas, el caballo tiene una utilización más simbólica que operativa, señalaron integrantes actuales y retirados de la Policía.
Su empleo original fue para control de disturbios, una presencia muchas veces asociada a represiones en marchas o en partidos de fútbol, con equinos entrenados para ser combativos y acostumbrados a gritos, disparos y agresiones. La otra actividad que luego se desarrolló fue el patrullaje preventivo en ciertas zonas —especialmente de Montevideo— como plazas, parques y avenidas principales, que le permiten al policía monitorear lo que sucede en la vía pública desde una posición elevada. Eso determinó un trabajo para “amansar” los caballos y enseñarlos a andar de forma calma entre la gente.
En el 2000 también comenzó a aplicarse la equinoterapia a una docena de hijos de funcionarios policiales. Aunque esta no es una tarea de seguridad pública, continúa activa a través del Centro de Rehabilitación Ecuestre, que depende de la Dirección Nacional de Asuntos Sociales y de la Guardia Republicana y que atiende a pacientes de dentro y fuera de la Policía con diversas patologías como autismo, síndrome de Down, parálisis cerebral, ACV, esclerosis múltiple y estrés laboral.
Las fuentes consultadas coincidieron en que el patrullaje de caballería que se observa en áreas verdes y ciertas calles de la capital tiene una “presencia simbólica” que es necesario mantener, tanto por la importancia histórica del caballo en el Uruguay como por su propia historia en la Policía. También lo valoran como un atractivo turístico que transmite autoridad de forma “elegante” y “dominante” a residentes y turistas. Por eso los animales suelen destinarse a lugares como la Rambla, el Parque Rodó, el Parque Roosevelt o la avenida Gorlero durante la temporada turística de Punta del Este.
De todas maneras aseguraron que su despliegue no es tan eficaz para el ataque directo contra los delitos. Por eso no se realiza en las zonas con los índices de criminalidad más altos, en donde es necesario mayor velocidad, reacción y agilidad, y un menor riesgo para terceros. “Desde el punto de vista puramente táctico el caballo es algo obsoleto. Su valor no es estratégico sino que radica más en la percepción de seguridad que se le da a la ciudadanía”, afirmó un exoficial de la Guardia Republicana. Búsqueda consultó a Tourn al respecto, pero no recibió respuesta; tampoco sobre la cantidad de animales que integran actualmente la Unidad de Caballería, que ronda el centenar.
En cuanto al costo de la caballería policial, la compra de un animal cuesta aproximadamente US$ 5.000 y su mantenimiento anual insume unos US$ 3.000, en un período de servicio que dura de ocho a quince años. Ración, veterinarios, medicamentos, cuidadores, entrenadores, traslados, trailers, combustible y equipamiento especializado son parte de las necesidades de los caballos de la Policía Nacional durante los 365 días del año. En el pasado la Guardia Republicana debió además lidiar con irregularidades cometidas por algunos integrantes de la Unidad de Caballería, que una vez capacitados competían en torneos de equitación y aprovechaban las instalaciones y la logística de la institución para uso particular.