El primero fue en un marco económico y financiero muy delicado, y una situación social desafiante —con altísimo desempleo y pobreza de 40%—. O sea, un país en emergencia. Y por eso una de las acciones iniciales fue el Plan de Emergencia y la creación del Ministerio de Desarrollo Social. Luego se afianzó el crecimiento y pudimos hacer una serie de reformas importantes.
El segundo Presupuesto confirmó los caminos que se venían recorriendo y mejoró la agenda de derechos.
Y este tercero se presenta en un contexto internacional más complicado, con disparidades: por un lado Estados Unidos se recupera rápidamente, pero por otro Europa es un tembladeral, y China y Rusia enfrentan dificultades importantes. Y en lo regional también la situación es muy delicada. En esas circunstancias Uruguay aparece diferenciado y es visto con otros ojos desde el exterior; es el único que tiene calificación de deuda de grado inversor por cinco agencias. Y es el único país que crece de la subregión, y a nuestro juicio va a seguir creciendo, aunque a ritmo menor.
Pero, entonces, es un Presupuesto que debe tener un cuidado fiscal especialmente importante y mayor en términos relativos al que se tuvo en los dos períodos previos. Por eso hablamos de prudencia, de cautela, sin olvidar las fortalezas que se crearon en años anteriores, en lo financiero, lo institucional, y en la diversificación y diferenciación frente a Argentina y Brasil.
También es un Presupuesto con audacia, porque propone encarar las dificultades mencionadas con una mirada de ir para adelante. Y plantea, por ejemplo, un ambicioso plan de inversiones, si bien se refleja en el proyecto apenas en un 29% y el resto de los recursos provendrá de otras modalidades, como la participación público-privada. Es audacia con responsabilidad, no un salto al vacío.
—El Poder Ejecutivo previó en el proyecto de Presupuesto aumentos de gastos solo para los primeros dos años del quinquenio, alegando que el escenario internacional es muy incierto ¿Cuál es el mayor riesgo para Uruguay: una desaceleración mayor de China o la pérdida por parte de Brasil de la calificación investment grade, como acaba de ocurrir?
—Con China hay una ventaja relativa: no creo que su desaceleración vaya a tener un impacto dramático en el caso de Uruguay.
Pero por múltiples razones, nuestra primera preocupación tiene que estar en el barrio. Las situaciones de Argentina y Brasil las estamos siguiendo paso a paso, minuto a minuto. Y ojalá Brasil pueda mantenerse, porque la situación es complicada: está en recesión, tiene un déficit fiscal alto e inflación alta. Y Argentina está en estanflación, una combinación complicada también.
—Usted ha aclarado varias veces que Uruguay no está en crisis. ¿Por qué la necesidad de remarcar eso? Hay un estado de ánimo que...
—...no, no, he escuchado y leído opiniones. Y me siento obligado a decir lo que estoy convencido: Uruguay no está en crisis. Sigue y seguirá creciendo por fundamentos que no son simplmente una expresión de deseos. La evolución de la inversión y la demanda interna muestran que Uruguay va a seguir creciendo. Si bien tuvieron una desaceleración, las exportaciones en monto también van a seguir siendo muy importantes. Aunque el primer trimestre dio un crecimiento del Producto de 4% —no hay que olvidarlo—, el segundo seguramente va a dar una cifra menor, pero en el año se va a terminar creciendo un 2,5%, que es un buen número para la situación que tiene la región.
Y por eso insisto en una palabra que no es un recurso retórico: Uruguay se diferenció. En cualquier reunión internacional que uno participe hoy —instituciones multilaterales, calificadoras de riesgo, inversores— el país es visto con una óptica distinta a la de Argentina y Brasil. Eso ya no es diversificación, es diferenciación. Eso vale para los que toman decisiones en el exterior. Les puedo asegurar que la inversión del exterior no va a caer y va a seguir siendo importante. En Brasil ha caído dramáticamente y hay una importante fuga de capitales, lo que no ha ocurrido acá.
—Empresas como Fripur y Ecolat entraron en dificultades en los últimos meses. ¿Son casos puntuales o anticipan problemas más generalizados en la economía?
—No veo una tendencia epidémica, en absoluto. Ha habido tres o cuatro casos, pero nadie puede decir que esta sea una característica de la inversión nacional ni de la extranjera. La inversión no solo no va a caer, sino que seguirá en niveles altos. Y este es nuestro fundamento principal para rechazar otro término que he escuchado y es que presentamos un presupuesto optimista. Tenemos un presupuesto cauteloso, sin duda; ojalá podamos corregir nuestras previsiones al alza en el futuro. Después de los dos primeros años podremos ver qué podemos proponer en materia de gasto, sin dar saltos al vacío.
—El Presupuesto prioriza la educación y se detina el 39% del aumento del gasto a esa área. ¿Qué asegura que ese dinero sea usado con eficiencia?
—La calidad del gasto es algo en lo que tenemos que mejorar, no solo en materia educativa. El Presupuesto tiene un artículo especialmente dedicado al establecimiento de compromisos de gestión, que no son una novedad absoluta en el Estado uruguayo. En el Ministerio de Economía tenemos desde 2005 compromisos de gestión en la Dirección General Impositiva y la Dirección de Aduanas está progresando en ese sentido. Eso nos permite atar los resultados de la gestión con la disponibilidad de recursos financieros que se ponen al servicio de estas actividades. Pero hay grandes áreas del Estado, como la educación, donde no los tenemos. En materia educativa habría que empezar por compromisos elementales, como por ejemplo la obligación de dictar un mínimo de días de clase y que eso esté vinculado con las retribuciones de los docentes para después plantearnos resultados más complejos que el simple presentismo.
—¿Puede afirmar con certeza que se va a avanzar en la eficiencia del gasto en educación?
—Ojalá así sea. Ya lo estuvimos hablando con las autoridades de la educación, que están de acuerdo. Cuando se discutieron los líneamientos salariales para el sector público y se aprobó la línea general de ajustar los salarios por inflación pasada, el presidente planteó con mucha firmeza que cualquier negociación que superara este lineamiento general —caso típico de la educación— tiene que estar sujeto a compromisos de gestión. Por eso se puso ese artículo en el Presupuesto.
—En un Consejo de Ministros realizado en junio el presidente planteó la idea de dar un “giro a la izquierda”. ¿Eso tiene un reflejo en el proyecto de Presupuesto?
—Lo que dijo fue hacer un Presupuesto de izquierda. Todos nuestros presupuestos han sido de izquierda. Y el presidente apoya este proyecto, naturalmente. Y por eso le dijo a los dirigentes del Frente Amplio que este no es el Presupuesto del Ministerio de Economía, es de todo el gobierno.
—El senador Ernesto Agazzi, del Movimiento de Participación Popular, ya anunció en radio Sarandí que revisarán artículo por artículo. ¿Teme que los cambios afecten la idea original del Poder Ejecutivo?
—No, no tengo ese temor. Los legisladores son los responsables de la votación del Presupuesto en cualquier sentido que lo hagan. Eso lo respetamos, sin perjuicio de que esperamos que se mantenga el enfoque central, que es honestamente el que entendemos es coherente con la realidad nacional e internacional.
Se ha ganado mucha conciencia acerca de la necesidad de respaldar esta propuesta del Poder Ejecutivo.
—Analistas políticos y legisladores de la oposición aseguran que Vázquez está mucho más solo que antes. ¿Le parece que es así?
—No comparto ese juicio.
Se han dado algunos hechos y procesos en los que el presidente apareció tomando decisiones que motivaron discrepancias en algunos sectores de la sociedad e incluso del Frente Amplio. Pero, para empezar, el presidente está conduciendo de manera impecable su Consejo de Ministros; hay una gran sintonía que destaca a este gobierno, incluso respecto a los anteriores. Participé en los Consejos de los tres períodos y puedo destacar especialmente la sintonía que tenemos en el Poder Ejecutivo, y eso no es poca cosa. La actual es la mayor sintonía.
Todas las grandes decisiones se tomaron sin fisuras. El Presupuesto, que toca todos los resortes del Estado y la sociedad, se fue desarrollando en el marco de reuniones muy intensas y profundas, pero llegamos a una propuesta que no mereció absolutamente ningún resquebrajamiento de esa unidad. Por eso digo: sin fisuras. Sin siquiera amagues que pudieran hacer temer una discusión intensa que frustrara el trabajo.
Tomo como ejemplo el Presupuesto, pero podría tomar cualquiera de aquellos que motivaron la acusación de soledad. Cualquiera. Se apoya al presidente sin fisuras.
—¿La declaración de esencialidad en la educación no es un caso de fisuras internas?
—No, no, no. La esencialidad también fue tomada como decisión en un Consejo de Ministros, sin una sola discrepancia importante que hubiera debilitado la medida.
Entonces, no es poca cosa tener un gabinete tan unido como tiene hoy el presidente. Eso le da una fuerza importante para la toma de muchas decisiones.
Obviamente, él está administrando el poder respecto a temas que involucran la opinión del Frente Amplio. Ni que hablar. Y tiene que hacer un esfuerzo por mantener la relación más fluida y positiva posible con la fuerza política. Por eso consulta al Frente Amplio acerca de un tema que —se sabía de antes— era totalmente polémico, como el TISA.
El tratado entró a la consideración del gobierno en 2013, luego prosigue en 2014 e involucra al entonces presidente Mujica y su ministro de Relaciones, Luis Almagro, y hoy parece merecer otros enfoques, incluso de aquellos sectores que lo presentaron. Obviamente que la realidad cambia y hay que tener eso en cuenta. Sabiendo que es un tema polémico, el presidente consulta al Frente Amplio. Al haber consultado a la fuerza política quedó sin margen para desoírla. E hizo muy bien en seguir lo que le sugirió el Frente Amplio, en pos de la unidad frenteamplista y de la no soledad.
—¿Qué habría ocurrido si, ante el pronunciamiento del Plenario, Vázquez no ordenaba salirse de las negociaciones?
—Se hubiera generado una situación polémica y de discrepancia que obviamente no hubiera jugado en favor del apoyo al presidente. Más bien que le hubiera restado apoyo.
Pongo este ejemplo y también el pedirle a representantes del Frente Amplio que apoyen el Presupuesto. Busca intentar que la coherencia que ha logrado dentro del Poder Ejecutivo también se refleje en las relaciones con la fuerza política.
Repito: no creo que se pueda hablar de soledad del presidente.
—¿Se puede interpretar que la decisión de Vázquez de retirarse de las negociaciones del TISA a pedido del Frente Amplio es una moneda de cambio para que no haya demasiadas modificaciones al Presupuesto?
—Es una lectura posible y legítima, pero no hay un cambio de una cosa por la otra. Hay un conjunto de temas en juego. No hay que olvidar la relación con los sindicatos de la educación. Todo esto forma parte de un presidente que ha encaminado a su Consejo de Ministros muy bien. Ya ha sido sometido a duras pruebas y las ha pasado sin fisuras.
—Antes de que el Frente Amplio ganara las elecciones usted dijo en una entrevista con Búsqueda que para gobernar era necesario cortar “el cordón umbilical” entre el Poder Ejecutivo y la fuerza política. ¿Eso ocurre ahora?
—Esa expresión es de Vázquez, no mía. La utilizó antes de asumir como intendente de Montevideo, ante su grupo, para transmitir que el que gobernaba era el intendente. Ahora él sigue diciendo lo mismo y yo también. El que gobierna es el presidente junto con su Consejo de Ministros.
—No parece ser el caso de lo ocurrido con el TISA...
—...pero esto no es incompatible con escuchar las opiniones de la fuerza política de la cual proviene este gobierno. En algunos casos para adoptar la misma posición y en otros para discrepar. En este caso, el que decidió procesar la relación sobre el TISA de esta manera fue el presidente con los ministros. Todos estuvimos de acuerdo con esto.
—Como señal para los inversores, ¿no le parece un instrumento riesgoso y hasta negativo transferir la decisión de temas importantes a la fuerza política?
—Si se utiliza como mecanismo cotidiano y normal de relación puede ser negativo. Si se utliza teniendo en cuenta las características específicas de algunas situaciones, no veo ningún peligro. Al contrario, veo más solidez y menos soledad del presidente.
—¿Le molestaría que algunas de las medidas del gobierno fueran aprobadas en el Parlamento con votos de la oposición y una resistencia de parte del Frente Amplio?
—Lo que no me gustaría es que una parte del Frente Amplio gobernara con votos de la oposición. Sí me gustaría mucho que la oposición votara algunos de nuestros proyectos. Son dos cosas distintas.
—Esa posibilidad estuvo sobre la mesa con el TISA...
—...pero para llegar al Parlamento faltaba mucho tiempo. El TISA no aparece nebuloso solo para algunos frenteamplistas. Es una nube importante a escala global. ¿A dónde va el TISA? No me animaría a decirlo. Yo era partidario de seguir participando, precisamente porque lo veo muy nuboso y no me gustan las cosas nubosas. Quería tener más información al respecto.
—¿Qué consecuencias concretas tiene no estar en el TISA?
—No lo sé por su caracter nebuloso. Digo algunas de las posibles que espero no se concreten. Uruguay está muy jugado en el terreno de los servicios porque es un gran exportador en términos relativos en ese rubro. El 40% de los servicios de tecnología de la información de Uruguay hoy se exportan a Estados Unidos. No me gustaría que ocurriera que con la ausencia de Uruguay en el TISA, otros países competidores pudieran lograr situaciones ventajosas y desplacen a Uruguay de ese mercado. Ese es un peligro potencial, aunque no puedo asegurar que exista en este momento.
Contratapa
2015-09-10T00:00:00
2015-09-10T00:00:00