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Son siete relatos breves e intensos. Se leen con la voracidad que provocan las historias que plantan la semilla del misterio, de eso que hay que descubrir. El libro se llama Losmurciélagos (Pez en el Hielo, 2022), pero no hay que dejarse engañar por el título porque no se trata de relatos de seres alados que inquietan en la noche. Los murciélagos son reales, pero también simbólicos, y lo más inquietante son las situaciones y las personas que las protagonizan. Es este el primer libro que publica Emanuel Bremermann (Paysandú, 1994), docente, periodista y editor de cultura y espectáculos del diario El Observador.
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Con una narración ágil, los relatos se desarrollan a través de imágenes potentes y realmente se ven mientras se leen. El primero, y el más logrado del libro, se llama Clavícula y está protagonizado por una mujer joven llamada Clara que durante un fin de semana trabaja en una estancia atendiendo a turistas. En ese mundo de jerarquías entre empleados (los que supervisan, los que atienden las mesas y la cocina y las –siempre mujeres– que limpian la inmundicia de los visitantes), Clara se cruza con Emilia, una muchacha con una protuberancia cerca de su hombro. Ese defecto despierta obsesión y deseo en Clara, y es magnético también para quien lee. Entonces hay que seguir leyendo el próximo cuento.
Un río crece y cuando se retira, una niña descubre algo terrible en la orilla. Entonces el relato se vuelve nauseabundo y perturbador (Si el río sube). Un hombre es adicto al fuego y al olor a la carne quemada. Y mete miedo (Principio de incendio). En una casa llena de crucifijos conviven 10 personas, y a la menor le pasan cosas raras (Una cruz para Claudia).
En Los murciélagos, una pareja dialoga sin escucharse, hace listas con sus defectos, un poco se ofenden, un poco se quieren. Tal vez la solución les llegue cuando los dos escuchen a los murciélagos que están allí, cerca de su ventana: “La noche está encima, las estelas negras empiezan a cruzar el aire, los chillidos atraviesan el éter por debajo de lo que el oído puede captar, la conversación que encadenan cala los huesos, la sangre, pero al mismo tiempo es agradable”.
El libro está lleno de sonidos, de olores casi siempre desagradables y de lo más humano de lo humano. Y de buena literatura.