El bullying puede “desencadenar” el suicidio de un menor, pero “difícilmente sea el motivo central” por el que se quita la vida

Para este psicólogo y docente, conviene “desmitificar” el fenómeno. Por ejemplo, descartar “el mito” de que quienes hostigan son malos alumnos, o que “los chiquitos y de lentes, los nerds, tragas o como los quieran llamar, son normalmente las víctimas”.

Si tienen “conductas asertivas”, si saben “responder de manera que el otro no sepa que le duele”, podrán librarse del acoso. “Porque los hostigadores, aunque parezca contradictorio, tienen una inteligencia emocional muy desarrollada, saben dónde pegar. El tema es que no tienen empatía: no toman contacto con el dolor del otro”. Y en eso tampoco influye el contexto socioeconómico. “Trabajo en uno de los colegios más caros y trabajé 14 años en uno de la periferia, y vi situaciones de bullying en todos lados”, dijo Noya, que fue adscripto.

Tampoco se trata de una pandemia, aclaró. “Hay un sobredimensionamiento” de la violencia escolar. “Que una madre le pegue dos castañazos a una maestra tiene una cobertura en los medios que no tiene otro tipo de situaciones”. También dijo haber escuchado a una psicóloga decir en televisión que 30% de los alumnos de Uruguay son víctimas de bullying y que el 100% de los suicidios adolescentes tienen que ver con situaciones de bullying. “¡Eso es un disparate!”.

“El bullying es trágico respecto a las consecuencias, pero las consecuencias no son necesariamente el suicidio adolescente. Obviamente, la muerte es el extremo de lo trágico, pero hay consecuencias muy importantes en las víctimas, en los hostigadores y hasta en los testigos que conviven con situaciones de impunidad y de indefensión”, dijo. Y agregó: “El bullying puede ser el desencadenante del suicidio de un niño o de un adolescente, pero difícilmente sea el motivo central por el cual se quita la vida”.

El 10% de los alumnos de los liceos públicos uruguayos se considera víctima de bullying, afirmó, basado en una investigación sobre hostigamiento escolar de 2014. Entre los acosadores, un 6% reconoció molestar o agredir reiteradamente a un compañero.

Noya dio una charla el martes 2, titulada Bullying, ¿pandemia, mito o realidad? El rol de las instituciones educativas y la familia, en la Universidad Católica. Allí definió al bullying como el “hostigamiento intencional y sistemático” hacia un alumno por parte de otro u otros, durante un período de tiempo prolongado, y donde de ambas partes hay una percepción de diferencia de fuerza.

“Cosa de niños”.

En la última década el hostigamiento escolar cobró mayor visibilidad en los centros educativos uruguayos. Además de convocar a los padres y aplicar sanciones disciplinarias ejemplarizantes, varios colegios privados de referencia también dan atención psicológica. El Colegio Alemán tiene también un protocolo de intervención para casos de bullying.

En la enseñanza pública también hay planes de intervención en todos los niveles, según dijo a Búsqueda Verónica Massa, responsable de la dirección de Derechos Humanos del Consejo Directivo Central (Codicen), que elabora una guía referida al ciberacoso escolar, una variante del bullying. “Allí es difícil precisar dónde están los límites del centro educativo y el ámbito privado o familiar, para determinar si tenemos la potestad institucional de intervenir o no”, afirmó Massa.

Ahí está “el gran problema” de las instituciones educativas con respecto al bullying, comentó Noya. “Secundaria tiene allí un gran vacío legal. Porque son tus alumnos y pueden estar en el patio del recreo hostigándose, pero no puedes intervenir si lo hacen a través de Instagram o si publican la foto de una compañera desnuda y se viraliza, como sucedió”, dijo. La única ley sobre el tema, aprobada en 2013, sobre convivencia escolar no se refiere al acoso virtual.