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Cuando todo era bastante reciente, cuando las denuncias en contra del exsenador blanco Gustavo Penadés empezaban a llegar a Fiscalía, el estado de ánimo en filas nacionalistas era muy distinto al que quedó expuesto el martes 10, luego de ser imputado con prisión preventiva por 22 delitos que incluyen explotación sexual de menores de edad, abuso sexual especialmente agravado, violación, desacato, corrupción de menores y atentado violento al pudor.
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A principios de abril, unas semanas después de que el caso estallara en los medios con la denuncia pública de la militante blanca Romina Celeste Papasso y se fueran sumando otras acusaciones anónimas, el núcleo duro del Herrerismo, los dirigentes de la Lista 71, le quitaban dramatismo al asunto. Hubo un par de reuniones —una en la casa del ministro del Interior, Luis Alberto Heber, y otra en la del diputado Juan Rodríguez— en donde participaron legisladores, ediles, alcaldes y concejales que resolvieron darle una muestra de respaldo a su referente. Fue un apoyo unánime. Y que incluyó arengas convencidas, discursos enfervorizados, de que todo esto terminaría en la nada, una pequeña crisis, un desvío en la hoja de ruta del sector que sería superado.
Por esos días, cuando Penadés todavía estaba en su banca pero se volvía una presencia incómoda para el resto de los senadores, ni el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, ni Heber habían expresado otras palabras distintas a las del espaldarazo inicial. El mandatario dijo primero en una charla informal con periodistas apostados en la Torre Ejecutiva que “le creía” a Penadés. Y después lo reafirmó públicamente en rueda de prensa. “Hace 30 años que lo conozco, y a esa persona que denunció por primera vez no la conozco, no tengo trato. Yo le pregunto a cualquiera de ustedes: viene un amigo de ustedes, una persona que conocen hace 30 años, los mira a los ojos y dice ‘yo no fui, yo no hice nada, no es cierto’. ¿A quién le cree cualquiera? Sería un mal amigo si no le creo, no sería amigo, no tendría confianza”, afirmó. Y aclaró que estaba “sujeto a prueba en contrario”, a que la Justicia se expida.
El ministro del Interior, en tanto, cerró filas con su compañero del sector desde el día uno. Estuvo en la conferencia de prensa que dio Penadés en el Palacio Legislativo horas después de que Papasso revelara en distintas entrevistas que había sido abusada sexualmente por el dirigente blanco. “Estamos con una situación de indignación. Valoro que haya dado la cara. Esto es una difamación”, le dijo entonces Heber a la prensa. “La Justicia es el camino que ha elegido el senador, y el senador confía, porque está muy tranquilo”, agregó.
Pasaron las semanas, los meses. Las denuncias en contra de Penadés se fueron sucediendo. Y el ruido —y algunos detalles filtrados en torno al caso— se hizo demasiado estridente. Hubo reuniones tensas en la bancada de senadores blancos. En una de ellas, Sebastián da Silva, Graciela Bianchi y la vicepresidenta Beatriz Argimón le reclamaron que dé un paso al costado. Le dijeron que era conveniente que se tome una licencia para dejar que la Justicia actúe. Había que bajar el volumen hasta por una cuestión electoral. “Otra vez les voy a decir que juro por mi honor que esto de lo que se me acusa no es cierto”, les respondió Penadés. Y dijo que era víctima de una operación en su contra, de la que no dio detalles.
A principios de junio, a horas de que el Parlamento votara el desafuero, el dirigente movió y renunció a todo. Se fue del Senado, de la Lista 71 y del Partido Nacional. Y la Fiscalía siguió adelante con su investigación.
Gustavo Penadés tras la audiencia de formalización. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS
La caída
En la noche del martes 10 se confirmó lo que ya era un secreto a voces: que Penadés sería formalizado con prisión preventiva por múltiples delitos sexuales. La imputación es por 180 días y el exsenador estará encarcelado mientras la investigación judicial avance.
Ayer miércoles fue el día de las reacciones políticas. “Es un día muy triste. De confirmarse en una sentencia esta situación, es una persona que desconozco, no es la persona que uno conoció”, dijo Lacalle Pou en rueda de prensa en la Torre Ejecutiva. “Obviamente, habría una mentira al respecto”, agregó. “Es un tema serio, es un tema grave en lo institucional, en lo que hace a los delitos aparentemente cometidos, y después, en lo personal, podrán imaginarse que no es un día fácil”. Los periodistas le recordaron sus declaraciones iniciales, su respaldo cuando la primera denuncia se hizo pública. “Hay mucha hipocresía en esto”, dijo.
“Capaz hubieran preferido que les mintiera en ese momento, cuando no había elementos de prueba, no había todavía testimonios ni testigos. Lo que dije en ese momento no puedo decir ‘no lo dije’, simplemente la situación ha cambiado, y por eso gran parte de la tristeza ante la aparente confirmación de estos hechos”, agregó.
El rechazo de todo el arco político fue inmediato y unánime. La oposición y el oficialismo coincidieron en lo “aberrante” del caso. Y hubo frases cargadas de palabras como dolor y decepción.
“No es la persona que conocemos”, dijo Heber en conferencia de prensa. “El engaño que sentimos en lo personal, la afección que sentimos por esta situación… 22 delitos que son aberrantes”, añadió, y puntualizó que suscribía a la declaración del Partido Nacional que expresó solidaridad con las víctimas.
La vicepresidenta Argimón destacó “la forma profesional con la que trabajó la fiscal”, que tuvo “entereza e independencia” para afrontar el caso. “Me quedo con el resultado de este episodio lamentable”, sostuvo en rueda de prensa. “Tengo una vida en apoyo a las víctimas, pidiendo que cuando van a denunciar la respuesta no sea ningunearlas. Yo creo que hoy se les tiende la mano a las víctimas, que están pasando momentos muy difíciles. Y que nosotros tenemos que escuchar”, concluyó.
Penadés habló con Búsqueda a principios de julio. “De más está decir que todo esto es mentira, ¿no?”, comenzó, mientras sostenía que era víctima de una compleja trama de estafas, proxenetismo y posibles conexiones con el narcotráfico. “Tengo la tranquilidad de que después voy a escribir algo para Netflix y me voy a hacer millonario”, ironizó.