El clásico de verano

El clásico de verano

La columna de Pau Delgado Iglesias

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Nº 2210 - 26 de Enero al 1 de Febrero de 2023

Montevideo suele ser apacible en enero: prima un ritmo tranquilo, una cierta calma. Como el calor aprieta, las ventanas siempre abiertas entrecruzan conversaciones, y los sonidos del hogar se mezclan con la brisa entre los árboles, el motor de un delivery o alguna risa que pasa calle arriba.

Pero el lunes 23, un poco antes de las 9 de la noche, unos gritos ahogados que venían del pozo de aire cortaron la calma. Al rato, unas palabras fuertes pero ininteligibles llegaron desde la vereda de enfrente. Quedé alerta. Después de varios gritos finalmente se coló una frase entera: “Te cagaste, puto”. La oración y toda su brusquedad entraron por la ventana trayendo la certeza de que se estaba jugando un partido de fútbol importante. Efectivamente, Internet confirmó que se trataba del “clásico de verano”, Peñarol-Nacional.

La frase quedó resonando en el aire, trayendo reflexiones involuntarias. Todo bien con el fútbol, pero qué pereza que esa sea la forma hegemónica de vivirlo. Sudando más violencia que disfrute, más discriminación que respeto, más odio que alegría. Ensalzando una masculinidad tosca, que menosprecia a “los putos” y a las mujeres en partes iguales, y que entiende todo acto sexual como un gesto agresivo de poder y no como un momento de goce. Qué miseria.

Me pasé entonces el resto de la semana conversando con hinchas de fútbol “a muerte”, intentando entender cómo logran mantenerse a flote en un mar de machismo. Y aunque el fútbol es “un sentimiento” que va más allá de lo racional, se han hecho algunos intentos por cambiar la cultura retrógrada de la cancha. “Desde más arriba hasta más abajo, desde hinchas a futbolistas, tendríamos que tener talleres sobre género y diversidad. El año pasado, durante el Mes de la Diversidad se intentó que el capitán de nuestro cuadro jugara con el brazalete LGBT, pero no se logró porque ‘Peñarol no es un club de putos’”, me cuenta con cierta resignación una socia del Club Atlético Peñarol.

En 2019, mujeres hinchas de Nacional y Peñarol se organizaron en grupos para trabajar temas de género a la interna de sus clubes. Mientras que el Grupo Carboneras se define en su cuenta de Instagram como un “grupo de socias que trabajan por la participación de la mujer en el club”, las hinchas de Nacional apuestan al tema con menos tibieza y se posicionan directamente como “Feministas Tricolores”, con el objetivo de trabajar por Igualdad y Equidad. Pero la fecha de su último posteo de Instagram de junio de 2021 parece dar la pauta de que el grupo no está muy activo. Es que no debe ser nada fácil ser feminista declarada en una hinchada que, hasta hace poco, desplegaba en el estadio una bandera con la frase “Manya mujer mía”.

En 2021, Peñarol creó la Secretaría de Género, algo que había sido buscado por muchas socias, pero varias sienten hoy que en realidad no está funcionando y que las mujeres siguen ocupando lugares secundarios a la interna del club. Según explica una hincha, los clubes “grandes” la tienen más difícil a la hora de generar cambios culturales, porque cae sobre sus espaldas toda la presión social conservadora del país.

En este contexto, sorprenden y alivian campañas como las que ha promovido últimamente el Danubio Fútbol Club. En particular, cabe recordar el video que lanzaron en setiembre del año pasado, en el marco del Mes de la Diversidad, para generar reflexión sobre los cantos homofóbicos de las hinchadas, en el que se pedía a padres y madres que explicaran a sus hijos/as el significado de las canciones que cantan en el estadio, evidenciando la incomodidad y la contradicción con los valores que en realidad les quieren transmitir. Como parte de la misma campaña, los primeros equipos de Danubio en fútbol masculino y femenino jugaron su primer partido de setiembre con una cinta con los colores del arcoíris. Este tipo de expresiones son el resultado claro de una Comisión de Género fuerte, en un cuadro sin miedo a las “consecuencias negativas” de sus acciones, entendiendo la responsabilidad social y cultural que tiene una institución deportiva en el país.

Cambiar desde adentro la estructura de hierro de los “grandes del fútbol uruguayo” seguro no es tarea fácil. Desde este espacio se felicita todo esfuerzo que busque hacer del fútbol nacional un lugar un poco más agradable de habitar, o al menos un evento durante el que ya no haya que cerrar las ventanas en pleno verano.