• Cotizaciones
    martes 10 de junio de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    El concierto perfecto

    Paul McCartney volvió a derretir el Centenario

    La dama tiene 69 años. Hace 47 vino al Centenario desde Pando a ver un concurso de baile beat con “Eight Days a Week” como tema final. Ahora anda con un problemita de cadera. Y luego de una hora y media de absurda fila entre el barro del Parque Batlle, las raíces de los árboles, los escalones de medio metro y los fondos de Azabache, logró llegar a su asiento en la Colombes cinco minutos antes de que Paul McCartney iniciara su segundo show en Montevideo con esa misma canción, que abría la cara B de “Beatles for Sale”.

    Nunca será como la primera vez. Es cierto. Pero lo fue para muchos de los 50.000 que llenaron el Centenario el sábado 19. McCartney cantó 40 canciones y volvió a conquistar el corazón de la multitud con su carisma, su energía, su estilo llano, simple y universal, y el talento y contundencia de la mejor banda de toda su carrera solista.

    Gracias a esa nueva perdición de los melómanos llamada setlist.fm uno puede apreciar cómo evoluciona su repertorio año a año, gira a gira. Hay una base indestructible formada por una veintena de clásicos beatles. Da vértigo repasarla: “All My Loving” y su perfección pop, la vigencia guitarrera de “Paperback Writer”, la magia misteriosa de “Black­bird”, el éxtasis coral y el gen disco de “Lady Madonna”, la fiesta inolvidable con trencito y todo de “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, y la comunión de 50.000 gargantas en “Let It Be” y “Hey Jude”, con el “na-na-na-na” que ablanda, conmociona y hace levantar las manos hasta al security más pesado. Siempre está el country que te hace mover la patita de “I’ve Just Seen a Face”, el cabalgar frenético de “Get Back”, el recuerdo emocionado de “Something”, la nostalgia hecha melodía en “Yesterday”, la onda insuperable de “Day Tripper”, la belleza de las cuerdas en “Eleanor Rigby”, con la banda de pie junto a Paul cantando a coro “Ah, look at all the lonely people”.

    Un bombardeo de armas de destrucción masiva se precipita sobre la multitud. Un bombardeo alucinante, por cierto. Y entre tantas Enola Gay, los temones de Wings: el riff monolítico de “Let Me Roll It”, todo el groove de “Nineteen Hundred and Eighty-Five”, la calesita multigénero de “Band on the Run”, la que inspiró a Freddy Mercury para “Bohemian Rhapsody”, y la apoteosis con “Live and Let Die” y su lluvia de fuego de dimensiones bíblicas.

    Las canciones de “New” dialogan de igual a igual con las mejores de su obra. Si quedaban dudas de que el último es un discazo a la altura de “Band on the Run”, basta recordar cómo sonaron “Save Us” y “Queenie Eye”. Se entreveran entre los highlights de la noche. La melodía, los coros en falsete, el sonido atemporal del clavicordio, el fraseo beatle de “New” —la canción— hacen de ella un clásico instantáneo. Parece que siempre estuvo. Si Paul nos hubiera mentido que era escrita en 1967 y había quedado fuera del Álbum Blanco, le creeríamos sin dudarlo.

    El tema inaugural suele variar. Esta vez abrió con “Eight Days a Week”; hace dos años fue con “Hello, Goodbye”. Salvo rarísimas excepciones, el epílogo recrea la magnífica tripleta final de “Abbey Road”. Y Montevideo no es tan rara ni tan excepcional: “Golden Slumbers”, “Carry that Weight” y “The End” son perfectas para clausurar cualquier cosa. Al final, te vas del estadio cargando el hermoso peso de 40 sueños dorados, el mejor cancionero del universo.

    Pero entre la docena de variaciones respecto del show de dos abriles atrás, hubo unas cuantas sorpresas, de esas que encienden a los entendidos en el medio de una platea que solo reacciona ante los hits. La primera fue “Listen to What the Man Said”, tema de 1975 incluido en el disco “Venus and Mars”, de Wings, sobrevolado de principio a fin por un inquieto saxo soprano. “Another Day” es una verdadera rareza, que quedó fuera del disco “Ram”, de 1971, su segunda obra solista, y ahora figura como bonus track en la reedición del disco para el box set “The Paul McCartney Collection”, quizá la razón de su rescate para esta gira. “All Together Now”, esa gran canción de campamento, fue un recreo muy divertido. “Lovely Rita” deleitó a los fanáticos y sirvió para que algún enfermito memorioso le explicara orondo al de al lado que Paul la hizo para una agente de tránsito que lo multó en la puerta de Abbey Road, pero que los conspiradores de siempre la usaron para avivar la teoría de su muerte en un accidente de auto... distraído por la inspectora, ¡obvio!

    En los bises sonó “Hi, Hi, Hi”, un rocanrol de Wings que habla de encajarse con fruición desde la medianoche hasta el mediodía. Pero la sorpresa mayor fue la muy circense “Being for the Benefit of Mr. Kite!”, otra cita al “Sgt. Pepper’s...” que en la voz de Paul sonó tan extraña y fascinante como en el vinilo grabado por John. Sin contar la inesperada “One After 909”, con la que el bueno de Paul complació el insistente pedido de un loco lindo que pagó 50.000 pesos para estar en primera fila. No fue un capricho antojadizo: el tipo justificó en la prensa que quería oír en vivo el primer rocanrol compuesto por la dupla Lennon-McCartney, relegado de los registros hasta “Let It Be”. Y vaya si lo logró.

    La grandeza del repertorio y la admirable presencia en vivo de este pibe de 71 años bastarían, pero este es un show que se perfecciona gira a gira, y que a esta altura bien se consolida como el mejor espectáculo de rock en la carretera. Quienes tuvimos la suerte de verlo en 2010 en Buenos Aires, en 2012 y ahora, pudimos comprobar cómo se ajusta gradualmente la puesta en escena, con la dosis óptima de efectos tecnológicos, sin abusos estériles. Se nota que el propio McCartney supervisa el manejo de imágenes, luces, humo, láser y otros recursos ornamentales. El iluminador es un músico más, que acciona sus perillas de acuerdo a la partitura. Las pantallas no marean sino que cumplen la necesaria función de que quienes no pueden gastar medio sueldo en una entrada, igual puedan verle la cara al hombre. Todo fluye con armonía y buen gusto. Como la otra vez, tras dos horas y cuarenta y cinco minutos que pasaron volando, el mayor genio de la música contemporánea se despidió con un “hasta la próxima”. Pero esta vez le creemos.

    Vida Cultural
    2014-04-24T00:00:00
    Embed