La actitud del director nacional de Trabajo, Federico Daverede, horas después de haber finalizado la reunión del martes 7 del Consejo Superior Tripartito, para definir los lineamientos del llamado “año puente”, combinó alivio con preocupación. Alivio por haber firmado un acuerdo entre representantes del gobierno, las cámaras empresariales y el PIT-CNT; preocupación porque la crisis causada por el Covid-19 persiste, y habrá una pérdida de puestos de trabajo. Según el jerarca, consultoras privadas que analizan el mercado laboral uruguayo proyectan que, de alrededor de 200.000 personas que están en el “seguro de paro”, entre 70.000 y 80.000 “corren grandes riesgos” de terminar despedidas.
La extensión de la herramienta de “seguro de paro” parcial o flexible hasta el 30 de setiembre y el incentivo de $ 5.000 —por tres meses— para las empresas que recontraten trabajadores o tomen nuevos son algunas de las medidas que integran la “batería” diseñada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) para preservar la mayor cantidad de puestos. Otras que están a estudio tienen que ver con posibilidades de exoneración o rebaja en los aportes patronales al Banco de Previsión Social (BPS), como la propuesta en un proyecto de ley para el transporte escolar.
Pero existe una preocupación más profunda para el titular de la Dirección Nacional de Trabajo (Dinatra), que excede a la crisis del coronavirus. Se trata de la “cultura del trabajo”, “un tema conceptual” que “se ha ido deteriorando en el imaginario colectivo de la gente”, dijo. Lo percibe en los jóvenes, que según él se comprometen “cada vez menos con los proyectos de alguna empresa o industria”. También lo atribuye a los planes sociales de asistencia directa del Estado porque les falta “una pata”, que es el fomento a la cultura del trabajo.
A continuación, un resumen de la entrevista que Daverede mantuvo con Búsqueda.
—¿Cuál es la estrategia del gobierno para que la pérdida sea la menor posible ante la crisis que produjo el Covid-19?
—Es una estrategia que debe ser global. El gobierno —y me consta que el presidente de la República también— tiene una honda preocupación de que no se pierdan puestos de trabajo. Para eso se va a hacer un esfuerzo económico muy fuerte para tratar de que, con una batería de medidas, se puedan llegar a conservar esos puestos.
—¿Cuáles son esas medidas?
—Algunas quedaron plasmadas (en el acta del Consejo Superior Tripartito del martes 7). Por ejemplo, la extensión del seguro de paro parcial hasta el 30 de setiembre.
Por otro lado, hay otra propuesta que es de incentivo a que las empresas retomen a sus trabajadores que estaban en el seguro de paro total o contraten nuevos trabajadores. Ahí se les va a otorgar un beneficio de $ 5.000 por trabajador durante tres meses.
Otra seguramente venga por el lado de los aportes patronales al BPS. Uno ayuda ahí desde el Estado directamente para que la carga social no sea tan fuerte para el empresario y lo estimule a incorporar a los trabajadores. Estamos en proceso de ver la instrumentación de eso con un decreto que va a salir en estos próximos días.
—¿Hay alguna posibilidad o intención de que el seguro de paro parcial se vuelva una herramienta permanente?
—Es una herramienta nueva, que fue muy útil para los empresarios y que ayudó mucho a las empresas a pasar este momento de crisis. Creo que el MTSS, el Ministerio de Economía y el BPS tendrían que sentarse a ver, a rever o a hacer una evaluación, para ver si no se incorpora definitivamente al esquema de la seguridad social. La discusión debería estar arriba de la mesa para el Poder Ejecutivo, para ver si la incorpora de forma definitiva o la saca y la vuelve a utilizar en momentos de crisis.
—¿Cuántos puestos de trabajo proyectan que se perderán de manera definitiva?
—Las proyecciones que dan las consultoras privadas que están en el mercado son que de las 200.000 personas que están en el seguro de paro unas 70.000 u 80.000 corren grandes riesgos de no volver a su fuente de trabajo. Venimos arrastrando un deterioro del mercado laboral del gobierno pasado que nos llevó a tener un desempleo antes de la pandemia del 10,5%. Y, por supuesto, es un tema que al ministerio le preocupa muchísimo.
—En enero pasado, el entonces ministro de Trabajo, Ernesto Murro, reconoció en Búsqueda que durante su período hubo avances parciales en el propósito de fortalecer una “cultura de trabajo para el desarrollo”. ¿Es un tema que está en los planes de las nuevas autoridades?
—Está claro que es un tema conceptual en el que hay que profundizar, y mucho. Es algo que se ha ido deteriorando en el imaginario colectivo de la gente. Y la cultura del trabajo ha sido —y creo que aún lo es en muchas partes de la sociedad, aunque alguno lo ha perdido— quizás el patrimonio intangible más preciado que tengamos como sociedad.
—¿En qué nota esa pérdida?
—No hay un estudio científico que avale que se perdió la cultura del trabajo. Pero uno lo ve a veces en aquella idiosincrasia que venía de antes, en donde uno hacía el esfuerzo de ir a trabajar, se ponía la camiseta de donde trabajaba y se sentía realmente identificado. Eso ha ido cambiando por varias cosas. Hoy los jóvenes tienen una alta rotación en los lugares de trabajo, ya no se sienten identificados, o cada vez menos, con los proyectos de alguna empresa o alguna industria.
También creo que muchas veces, cuando se implementan planes sociales de asistencia directa... A mí me cuesta que a veces se hagan a cambio de nada. Entiendo que hay gente a la que hay que darle una mano, y entiendo, realmente, que el Estado tiene que llegar a personas que si no se les da una mano no pueden salir adelante, sea por una situación de salud o cualquier situación en la que estén en ese momento, o por el contexto donde están. No quiero renegar de las políticas sociales, porque son claves, fundamentales y sustanciales. Lo que sí creo es que si no hay políticas sociales que estimulen el trabajo, en realidad, me está faltando una pata de todo esto, que es la cultura del trabajo. Ojo, no todas las políticas sociales, porque hay algunas de programas como Uruguay Trabaja y otros más que sí ponen el foco en el trabajo. Y eso está bien.
—¿Hasta ahora ha hecho falta esa pata de fomento de la cultura del trabajo?
—Sí, porque no se ha hecho mucho hincapié sobre la cultura del trabajo.
—Al ministro Murro se lo percibía como más cercano al PIT-CNT, y además venía del palo sindical. ¿Cree que ahora los empresarios tendrán intenciones de tomar cierta revancha o ventaja para lograr cosas que no pudieron con el gobierno anterior?
—Este va a ser un ministerio —y me consta porque así lo hemos conversado con el ministro— que va a tener el péndulo en el medio, y que, ante un problema o un conflicto, habrá una solución. Por supuesto, siempre atendiendo también a la aplicación de las normas del derecho laboral, que no las podemos pasar por alto.
Si alguno de los actores sociales viene con alguna perspectiva, ya sea de revanchismo en algún sentido, o pensando que este ministerio le va a trancar cualquier cosa, ya le decimos que no. Y nosotros, dentro de nuestros objetivos en la Dinatra, queremos profesionalizar la negociación y la mediación.