Aunque el marco jurídico para el cooperativismo en Uruguay es puesto como referencia en el mundo y algunos países buscan aprender de la experiencia de producción asociativa en sectores como el lácteo, aun falta dar un “salto de calidad” para avanzar hacia una “supervisión promotora” del sistema.
Para ello, el presidente del Instituto Nacional del Cooperativismo (Inacoop), Gustavo Bernini, afirmó que además de seguir mejorando la legislación, es necesario “atacar” dos problemas que hacen a la educación: por un lado, formar y capacitar a los propios cooperativistas, y por otro, “romper” con la cultura del Estado diseñada para el modelo capitalista.
Destacó que la ley Nº 18.407 que en 2008 dio un nuevo marco al funcionamiento general del sistema cooperativo y creó el Inacoop como una persona pública de derecho no estatal, combina la promoción, el fortalecimiento y el contralor de estas entidades. Desde entonces, sostuvo, se produjo un “desarrollo sin techo” y “ha sido, creo, uno de los sectores que ha crecido más. A veces de forma medio anárquica, (por lo) que no damos abasto para tratar de contenerlo”, reflexionó.
“Ejemplo”.
“Uruguay está siendo puesto como ejemplo en el mundo por la modernidad de la legislación referida a la promoción y regulación de la economía social, en particular al cooperativismo”, señaló Bernini en su disertación en la sede de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios.
Mencionó que representantes de Uruguay fueron a Chile para explicar los procesos que en los últimos tiempos se dieron en el país en la materia. Actualmente, el Congreso de ese país estudia una reforma del sistema cooperativo detenida desde 2013, que prevé otorgar una serie de facilidades para la creación y gestión de este tipo de organizaciones.
Paralelamente, a mediados de diciembre una delegación del Inacoop, la Confederación de Entidades Cooperativas y la Cooperativa de Trabajadores Cerámicos Empalme Olmos (ex Metzen y Sena) tiene previsto viajar a Cuba para participar en un seminario, porque el gobierno de Raúl Castro “visualiza en las cooperativas una mirada más humana del mercado, donde el lucro está subordinado al desarrollo humano”, afirmó. Esta instancia se enmarca en el camino hacia la liberalización económica iniciado en la isla caribeña.
El titular del Inacoop mencionó estas experiencias para que se analice “el momento histórico que se vive”.
En la última Conferencia Regional de Cooperativas de las Américas, Bernini participó en las sesiones del Consejo de Administración e integró un encuentro de parlamentarios, dedicado a analizar la legislación de los diferentes países. En dicho foro se acordó formar una red de organismos de promoción y fomento del cooperativismo con el fin de intercambiar experiencias, de la que Uruguay formará parte.
Igualmente, a juicio de Bernini hay “mucho por resolver”, porque en términos históricos la institucionalidad en Uruguay es “absolutamente joven”.
“Periplo”.
“Armar una cooperativa es fácil, pero formar cooperativistas es mucho más difícil”, señaló.
Se refirió a que las organizaciones delineen un plan estratégico, y busquen apoyo en la gestión, a través de asistencias técnicas.
Para el titular del Inacoop hay que “dar un salto de calidad” y considerar el “contralor como una herramienta de promoción, de desarrollo, de transparencia, de democracia, que protege a socios, al Estado y al conjunto de la sociedad y permite detectar las ineficiencias”. Y en esa línea, propuso “avanzar hacia la concepción de una supervisión promotora”. Señaló que es preciso “evitar y tratar de superar desestímulos por el sobrecontrol y las complicaciones administrativas” que a menudo enfrentan los cooperativistas.
Y alegó que al “periplo” en las oficinas públicas se suma la falta de formación en relación a “qué pasos dar” para realizar un trámite y en qué “mostrador del Estado se debe hacer la gestión”.
A juicio de Bernini, hay que “romper la cultura hegemónica que existe en el Estado, de si es unipersonal, monotributista, sociedad anónima, etcétera. No lo digo exclusivamente por la AIN… Ir a BPS (Banco de Previsión Social), muchas veces es un calvario. Hasta los formularios del Estado no están hechos para alternativas al modelo hegemónico, hay una cultura del Estado que poco a poco vamos a tener que romper”.
En esa dirección reclamó: “Formemos funcionarios públicos entendiendo que hay otras formas de encarar emprendimientos económicos”.
También abogó porque el registro de las cooperativas se haga de manera “más rápida, sencilla, económica y eficaz”.
Apuntó que para levantar una observación en la Dirección General de Registros, el “solo hecho de pasar por un escribano significa un problema económico” para el cooperativista.
Añadió que presentarse a una licitación, o saber qué pasos dar para acceder a algunos beneficios suele ser dificultoso para quienes integran este tipo de entidades porque, no conocen los instrumentos o mecanismos existentes.
Cooperativas vs.
tradicionales. Una investigación reciente que analiza la creación y destrucción de cooperativas de trabajadores y empresas capitalistas en Uruguay encontró que el deterioro de las perspectivas de los trabajadores asalariados generaría una mayor preferencia por el autoempleo en una empresa gestionada colectivamente. Su autor, Andrés Dean —del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República— sostiene que un mayor nivel de desempleo impulsaría el nacimiento de cooperativas.
El análisis se basa en los datos del universo de cooperativas, de trabajadores desde 1996 al 2013, y una muestra del 20% de empresas capitalistas registradas en el BPS. En ese lapso aumentó el número de cooperativas, mientras que el de empresas tradicionales siguió un “patrón procíclico”, indica.
Otro resultado al que arribó el economista es que las tasas de nacimiento de las cooperativas son menores a las de las empresas capitalistas: la tasa media de formación fue de 3,1% y de 5,5%, respectivamente. Pero la evolución de las tasas de mortalidad muestra lo opuesto: 1,8% para las cooperativas y 4,9% para las otras empresas.
Dean dijo a Búsqueda que para el período de 17 años que analiza “la tasa de creación neta promedio de empresas convencionales fue de 0,6% anual y de 1,3% la de las cooperativas de trabajadores. O sea que efectivamente hubo un mayor crecimiento”.
Entre otras variables, en el estudio el autor evaluó cómo impactan los cambios políticos e ideológicos en la formación o la “salida” de cooperativas.
Por un lado, señala que la presencia de un gobierno de izquierda desde 2005 “no parece haber afectado positivamente al nacimiento” de este tipo de organización, ni tampoco de las empresas convencionales. Indica que eso podría explicarse por el hecho de que el gobierno del Frente Amplio en el período 2005-2013 “no implementó ningún tipo de política que favoreciera particularmente” a las cooperativas hasta que en 2011 se creó el Fondo para el Desarrollo (Fondes).
Sobre las estimaciones de las “ecuaciones de salidas”, la existencia de un gobierno de izquierda tiene impactos “heterogéneos”, apunta. Eso porque si bien hubo un mayor número de cierres de cooperativas, por otro lado, parecería desalentar la transformación en otro tipo de organización.