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    El mercado de productos de madera procesada sigue “lento” y Estados Unidos no termina de consolidar su recuperación

    El mercado para la colocación de productos forestales continúa “lento”, y si bien se observa una recuperación en las compras de Estados Unidos, aún se está lejos de los promedios históricos de demanda en ese país, dijo a Campo, el director ejecutivo para América Latina de la firma Weyerhaeuser, Álvaro Molinari.

    Sostuvo que el mercado europeo “sigue muy deprimido” y que las exportaciones a Asia son mínimas debido a los costos de acceso y al desarrollo de la industria de tableros en ese país.

    Weyerhaeuser se instaló en Uruguay en 1997, comprando tierras en Rivera y Tacuarembó, apuntando a un proyecto de plantación para generar materia prima que posteriormente fuera convertida en productos de madera sólida, para ser llevados a alguna transformación mecánica como los tableros contrachapados. Actualmente tiene su producción balanceada entre un 50 % de pinos y un 50 % de eucaliptos.

    Genera alrededor de un millón de toneladas de materia prima, de las cuales unas 600.000 son transformadas en 250.000 metros cúbicos de tableros contrachapados. El 93 % de la producción de tableros se exporta y un 7 % es destinado al mercado local.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista con Álvaro Molinari.

    —¿Cuáles son las ventajas de vender sus productos en Uruguay y qué posibilidades observa de incrementar la presencia de la firma en el mercado local de tableros?

    —El mercado uruguayo es muy acotado y estamos tratando de desarrollarlo, de promoverlo para generar mayor demanda, pero por ahora es muy acotado. La gran ventaja del mercado local es que los costos logísticos son muy bajos en términos comparativos, porque básicamente en la madera, más allá de que nosotros nos diferenciamos yendo hacia el mercado de la apariencia, este sigue siendo un commodity, y los márgenes son muy finos. Por lo tanto, el transporte pesa muchísimo en la estructura de costos. En la medida en que se pueda minimizar ese componente en particular vendiendo al mercado local, lo que tenemos es transporte doméstico, pero no tenemos fletes oceánicos, ni tenemos que ir a puertos o un montón de gastos para poder llevarlo al destino final. Por ese motivo es que el mercado uruguayo es atractivo. Ese 7% toma toda la gama, hay algún segmento de mayor valor como muebles, pero sigue siendo un porcentaje muy menor, y después hay un porcentaje que se observa como los vallados de obra y los encofrados en la construcción donde se está usando mucho el tablero porque es muy versátil. Es un elemento que mide 2,44 por 1,22 metros y se lo puede transformar en varias cosas, como se puede ver en los shopping en los encofrados de las planchadas, donde antes se usaban las tablas de pino.

    —¿Cuáles son los principales destinos de exportación?

    —Estamos bastante diversificados. Nosotros empezamos a operar la planta industrial en 2006, justo antes de la crisis inmobiliaria de EEUU de 2007, lo que generó un enorme desafío porque se cayó el mercado mundial de la madera.Ahí nuestra estrategia de comienzo era exportar la gran mayoría a EEUU, que es el demandante mundial de madera más grande del mundo, en particular de construcción, porque las casas se construyen mucho con madera, pero también por efecto derrame en todos los segmentos. Y además empezábamos más que nada con un diámetro más bien fino, porque las rotaciones en eucaliptos para llegar a una tabla rasa precisan 16 años en promedio y para el pino 21 años. Es un negocio de largo aliento que necesita mucho tiempo para que los árboles crezcan y desarrollen las capacidades como para poder transformarlos en un producto. Cuando empezamos en 2006/2007 estábamos en los primeros raleos y las trozas todavía eran delgadas en términos relativos. En ese entonces no nos podíamos volcar mucho al mercado de apariencia sino más bien al estructural.

    —¿Cómo sortearon las crisis de Estados Unidos?

    —Tuvimos que rápidamente cambiar nuestra estrategia y fue ahí donde desarrollamos el mercado europeo, al que teníamos en nuestros planes pero para más adelante. Tuvimos que salir a buscar clientes y a desarrollar mercados sobre todo con el eucalipto y logramos posicionarnos bastante bien en Europa, pudiendo campear la crisis llegando a ese mercado desarrollado y exportando muy poquito a EEUU. Hoy la torta se dio vuelta, Europa está muy mal y volvimos hacia EEUU. Si tenemos que hacer una división gruesa, estamos en EEUU, en Europa fuertemente en Reino Unido, exportamos en Latinoamérica a Chile, Perú, Colombia y sobre todo a México y muy poquito a Asia, que es un mercado muy desafiante porque producen mucho tablero y es difícil competir.

    —¿Cómo es la situación del mercado europeo?

    —En 2015, como en 2014, Europa sigue muy deprimida. Son años muy complicados porque obviamente la crisis golpea. Reino Unido, que es donde estamos mu bien posicionados, está un poquito mejor, pero igual se siente una recesión muy importante y por lo tanto la demanda ha bajado muchísimo. Por otro lado, como la demanda no está fuerte, los precios son muy malos. Aun así tratamos de posicionarnos con nuestros 3 o 4 clientes estratégicos, que a pesar de que no tengan el mejor retorno para nosotros, igual los mantenemos porque justamente no nos olvidamos que en su momento fueron quienes nos ayudaron a salir y no los queremos perder.

    —¿Las señales de EEUU ahora son las que esperaban?

    —Estados Unidos es la gran esperanza, pero lo cierto es que en 2014 este mercado mejoró un poquito, pero en 2015, que uno pensaba que se iba a consolidar esa recuperación, todavía no ha despegado y sigue evolucionando en forma muy lenta. En particular lo que tiene que ver con la construcción, que es en definitiva el demandante mayor de madera. Para tener una idea nomás, un indicador que se usa mucho es el de casas nuevas. Y ese indicador, en 2006, cuando estaba en el boom la burbuja inmobiliaria, se ubicaba en el orden de los 2.200.000 o 2.300.000 construcciones de casas nuevas por año. El promedio histórico es de 1.500.000 o 1.600.000; en la crisis bajó eso a 300.000, y hoy está arañando el millón. Todavía está lejos del promedio histórico y por supuesto muy lejos de lo que fue la burbuja que obviamente no era sostenible. Ha mejorado con respecto a los peores momentos de la crisis, pero todavía está tenue y no logra consolidarse por arriba del millón.

    —¿Cómo impacta esto en Weyerhaeuser?

    —Si bien nosotros igual logramos colocar nuestra producción, afecta directamente la rentabilidad y lo que hemos hecho es tratar de ser lo más competitivos posible. Obviamente, eso en Uruguay es muy desafiante porque los costos no son baratos. Hoy Uruguay está caro en dólares y a pesar de que ha habido una pequeña corrección en la tasa de cambio, todos los costos como energía, transporte, mano de obra, etc., son muy importantes y competitivamente hablando nos posicionan en forma muy desafiante. Desde el punto de vista de crecimiento de la madera y la materia prima sin dudas que el país ofrece ventajas competitivas razonables y muy buenas. Eso está fuera de dudas, tenemos un muy buen clima, suelos acordes, una tasa de crecimiento muy buena, pero el problema es cuando se quiere llevar esa materia prima y transformarla en un producto de valor agregado. Todos los costos involucrados en la cadena como los de cosecha, transporte, de transformación en planta, transporte de planta a puerto, costos de puerto, el ferrocarril (que nosotros lo utilizamos porque la planta la ubicamos al lado de la vía férrea y tenemos un desvío ferroviario), hacen que cuando el producto llega al puerto, esos costos involucrados a lo largo de toda la cadena son extremadamente importantes en Uruguay. Ahí es donde está el desafío, en cómo podemos entre todos ser lo más eficientes y efectivos posible para poder ser competitivos, sobre todo nosotros que tenemos que competir en la región con Brasil y con Chile, que son grandes productores de tableros y donde tienen una posición, sobre todo Chile, muy buena con respecto a lo que son nuestros costos internos.

    —¿Qué acciones han llevado adelante para mejorar los niveles de eficiencia?

    —Todos los días estamos buscando las formas para ser lo más eficientes posible. Hay un concepto de escala que es importante y nosotros hemos podido llegar a una escala razonable en cuanto al volumen de producción, pero hay un montón de cosas en el medio que lo hacen extremadamente desafiante y continuamente estamos tratando de encontrar la forma de poder ser aún más eficientes. Se hizo una inversión a largo plazo y seguimos apostando a que Uruguay va a ser más competitivo, a que el mercado mundial va a mejorar, pero en el viaje hay costos muy importantes que tenemos que tratar de campear lo mejor posible y todavía hay oportunidades en todos los flancos y debemos seguir trabajando en ellas. En términos relativos, venimos mejorando. Lentamente. Estamos obviamente mejor que hace 2 o tres años cuando estábamos en una situación muy compleja. Sin embargo estamos lejos todavía de donde debemos estar. Una forma que encontramos, con beneficios por dos lados, fue lograr la confiabilidad del suministro de energía y paralelamente campear mejor los aumentos de costos, con nuestra planta de cogeneración de energía eléctrica que está en la planta industrial. Y ese negocio ha ido mejorando en la medida en que hemos logrado mantener acotado el costo de la energía, porque la generamos para nosotros mismos y el excedente se lo vendemos a UTE. El 70 % lo consumimos nosotros y el 30 % excedente lo vendemos. Las empresas debemos tratar de ser lo más competitivas posible, pero las limitante de algunas de las regulaciones que existen del punto de vista de flexibilidad laboral, del punto de vista de los costos energéticos, transporte, etc., hacen que no vayamos a la velocidad que nos gustaría para esa recuperación.

    —¿Qué expectativas tiene con la nueva administración?

    —Parecería ser que hay una sensibilidad mayor del Poder Ejecutivo hacia estos temas. Todavía es relativamente temprano, pero ojalá que se concrete en los hechos. Las señales, tanto en temas de inserción internacional como en la creación del instituto de competitividad, entre otras, apuntan hacia lo que todos queremos. Eso es promisorio, pero las señales son importantes y por ahora son buenas. Esperemos que se traduzcan en hechos concretos.