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    El módulo 8 del Comcar: presos desnutridos que pesan entre 47 y 69 kilos, duermen en el piso y no tienen agua potable

    Meses atrás, el comisionado parlamentario penitenciario, Juan Miguel Petit, dijo en su informe anual de 2016 que le preocupaba la situación en el Complejo Carcelario Santiago Vázquez (Comcar) porque allí constató un “trato cruel, inhumano o degradante”. Y dentro del penal el módulo 8 era el que más alerta le causaba. Lo definió como un “área de alto riesgo vital en la convivencia, constituyendo un auténtico agujero negro estatal” donde “la privación de libertad transcurre diariamente entre la basura, las ratas, la falta de agua potable y energía eléctrica, el frío y el hambre”.

    El 1º de junio, Petit volvió a visitar el módulo 8 por una denuncia que recibió de siete presos. Los reclusos advertían que las “precarias condiciones de internación” empeoraron, en particular, por “graves carencias de alimentación, salud, higiene, agua y actividades socioeducativas”.

    “Si bien conozco y he denunciado en reiteradas oportunidades las malas condiciones existentes en este módulo, lo que encontré en esta oportunidad me resultó absolutamente desolador”, dijo Petit en diálogo con Búsqueda.

    El viernes 16, el comisionado presentó recursos de amparo por esos siete reclusos ante el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de 2º Turno, informó El País. Petit explicó a Búsqueda que el objetivo del recurso es que los reclusos obtengan un estudio integral de su salud y un plan de asistencia con un seguimiento real. El jueves quedó fijada la primera audiencia a las 14 horas entre el Ministerio del Interior y el comisionado parlamentario.

    En simultáneo, los blancos Pablo Abdala (diputado) y Guillermo Besozzi (senador) se enteraron de la situación por una nota enviada por Petit a la Comisión de Seguimiento del sistema carcelario del Parlamento y llevaron el caso ante el Juzgado Penal de 12º Turno. El viernes, el juez Nelson dos Santos recorrió el módulo 8 junto al comisionado parlamentario y comprobó las condiciones en que viven los presos. Sacó fotos, interrogó a los reclusos y luego dictaminó que se haga una revisión médica a todos los de Montevideo, no solo del Comcar.

    “No hay ninguna duda que es desnutrición y que la malnutrición protei­co-energética es sinónimo de desnutrición. No es un tema de términos. El módulo 8 es una biopsia de parte del sistema y hay que atacarlo de forma urgente porque muchos de ellos salen a la calle liberados después de pasar condiciones lamentables de reclusión”, dijo Petit.

    Sin agua y en el piso.

    En su recorrida, Petit constató que “en alguna de estas celdas no existe suministro regular de agua potable, no había ducha, el inodoro que debían compartir entre todos se encontraba en un estado deplorable, el agua que obtenían la almacenaban en pequeños recipientes de plástico; varios de ellos duermen en el piso, sin colchones o a veces apenas sobre un cartón”, según describe en la acción de amparo que presentó ante la Justicia y a la que accedió Búsqueda.

    “La higiene es pésima, la iluminación lamentable, los internos no salen de sus celdas hace cuatro, cinco, seis o más meses, no tienen actividad de rehabilitación, instrucción o recreación de tipo alguno”, prosigue. También identificó hacinamiento, ya que en celdas hechas para tres internos hay entre siete y 11 personas y “sus ropas denotan un abandono absoluto”.

    “Me refirieron que desde hace muchos meses la comida que les llega es totalmente insuficiente, me manifestaron desesperadamente que tienen hambre y eso resultaba notorio con solo ver sus cuerpos y rostros”.

    Entre 47 y 69 kilos.

    En la recorrida, el comisionado parlamentario revisó los expedientes de cada recluso y luego habló con ellos. Vio las condiciones en las que vivían y cuál era su estado. Las historias llevaron a Petit a definir que los presos están “en situación de emergencia” y por ello presentó la acción de amparo.

    Uno de los presos, de 45 años, cumple sentencia hace seis meses tras ser procesado por tentativa de hurto. Lo enviaron al módulo 10 del Comcar, luego estuvo en el calabozo y después se lo trasladó al módulo 8. El recluso se negó y, según el amparo, fue llevado a la fuerza y golpeado por los funcionarios. En los primeros cinco meses tuvo una convivencia normal con sus compañeros de celda, pero en mayo algunos presos comenzaron a quedarse con los alimentos del resto.

    Su celda fue construida para albergar a tres personas, pero viven nueve. La comida que llegaba era escasa para todos y algunos decidieron quedarse con la de otros a la fuerza. En el caso de ese recluso, además, tenía una dieta asignada por un médico que también se la quitaban sus compañeros. Intentó denunciarlo, pero según el relato, los demás presos no lo dejaron acercarse a la puerta. Las consecuencias fueron visibles el 7 de junio, cuando lo revisó el servicio médico: 1,68 metros de altura y un peso de 52 kilos. El diagnóstico fue “malnutrición por privación de alimento” y se recomendó realizar una “valoración por salud mental”.

    Otro prisionero, de 31 años, cayó en la cárcel hace siete meses por tenencia de estupefacientes. Desde el primer día está recluido en el módulo 8 del Comcar. No salió al patio desde octubre y tampoco hizo una actividad laboral ni educativa, a pesar de pedirlo varias veces. En su celda, cuatro de los nueve compañeros dominaban al resto. Comían sus alimentos, golpeaban a los otros con varillas de hierro, les quitaban su ropa y abrigo y los obligaban a hacer “cortes carcelarios” (elaborar armas blancas con objetos de la celda) a cambio de comida. Tanto realizar los “cortes” como las tareas de limpieza de la celda es considerado humillante. A él también lo vio el servicio médico y encontró un panorama aún peor: medía 1,79 metros y su peso era 56,6 kilos. El diagnóstico también fue “malnutrición por privación de alimento” y pide “modificación en las condiciones de reclusión”.

    También hay un preso de 21 años que no sabe leer ni escribir, y no recuerda su número de cédula. Llegó al Comcar hace 10 meses, primero lo derivaron al módulo 10, donde permaneció nueve meses y luego pasó al módulo 8. Allí la relación con sus ocho compañeros fue difícil desde el comienzo. No recibía comida y apenas ingería el líquido que sobraba de los platos. Las consecuencias se vieron en su chequeo médico: 1,81 metros de altura y un peso de 55,1 kilogramos. Inmediatamente lo trasladaron al módulo 4 y, según el relato de Petit, su situación mejoró.

    Otros dos casos están vinculados a personas que consumen drogas. Un preso, de 29 años, pidió que lo enviaran a los módulos de seguridad, pero no fue una buena decisión, ya que sus compañeros lo agredieron físicamente desde que llegó. Un compañero advirtió a la guardia policial y el recluso fue atendido por los médicos. Los profesionales constataron “traumatismo de cráneo, quemadura de segundo grado, fractura de antebrazo izquierdo, elementos de deshidratación y desnutrición”. Fue enviado al Hospital Maciel, donde permaneció 20 días y regresó al mismo sector.

    Hay solo un preso entre los siete que integran el amparo que no está en el módulo 8. Lo ubicaron en el 4 y allí permanece hace cinco meses. Tiene problemas mentales y ha caído preso en varias oportunidades. A la falta de alimentación se suma el reclamo por medicamentos recetados que dice no recibir. En una entrevista anterior con el equipo médico se detalló que el recluso tenía “pensamiento impenetrable, risas inmotivadas, falta de represión en discurso” y se encomendó un pase a un psiquiatra del Hospital Vilardebó. Desde ese entonces también se constató “deterioro físico, adelgazamiento y desaliño”. En el último chequeo pesó 69 kilos, con una altura de 1,83 metros.

    Otro preso de 29 años también tiene dificultades para leer y escribir. Además, desde los 18 años consume drogas y está encarcelado hace tres meses en el módulo 8. En su celda convive con 10 personas, sin colchón ni frazada. Siete de sus compañeros se quedaban con la comida del resto cuando llegaba. Y también sufrió abuso sexual de otros internos, según el relato de Petit en el amparo. No tiene contacto con su familia, por lo que no recibe ningún apoyo extra desde fuera de la cárcel. A él también se le hizo una revisión médica y los números que mostró la báscula alarmaron a todos: mide 1,70 metros y pesa 47,3 kilogramos.

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    2017-06-22T00:00:00