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“La soja en sí misma sigue siendo un negocio de alto margen bruto y rentabilidad, independientemente del ambiente en que se realice” el cultivo, sostiene la consultora APEO, en un informe especialmente solicitado por Campo. Juan Ignacio Buffa, socio de APEO, analizó en el documento el posible resultado económico a lograr con el cultivo en dos ambientes productivos diferentes por la potencialidad de obtener rindes distintos, a la luz de la evolución en el precio de la soja de las últimas semanas, que pasó de un precio de U$S 300 a U$S 320 por tonelada (+6.6%) y llegó a los mayores valores desde que se sembró el cultivo en la campaña 2015/2016.
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Estos ambientes se definen como “potencial bueno”, en el cual se obtiene en promedio 2.700 kg/ha de soja de primera, y otro de “potencial medio”, en el cual dicho rinde ronda los 2.200 kg/ha, a su vez las rentas que se pagan en dichos ambientes serían 500 kg/ha y 650 kg/ha de soja, respectivamente (dichos valores reflejan situación actual dada por la combinación de contratos viejos y nuevos ya que estos últimos se negocian tal vez a menor valor).
Al analizar el margen bruto del cultivo de soja, APEO muestra el rendimiento necesario para lograr igualar los costos de producción en ambos escenarios.
El resultado económico a lograr con la soja de primera, tanto en campo propio como arrendado, aparenta seguir siendo un buen negocio en sí mismo, aún para los ambientes medios de producción. Buffa señala que el problema es, desde hace un par de años, el margen bruto y los problemas comerciales de los cultivos que acompañan a la leguminosa y que es necesario incorporar en los sistemas para evitar tener un monocultivo de soja en el verano y ser sustentables ambientalmente.
En zonas o chacras de potencial medio, los negocios asociados a las gramíneas (invierno y/o verano) sin soja, tienen un margen bruto muy bajo, marcando un máximo de pago de renta en 200/250 kg de soja por hectárea. El técnico indica que en ese marco, el dueño del campo tendrá que “aguantar” el mal momento, o de lo contrario encarar negocios ganaderos pastoriles que superen dichos márgenes. Agrega que en cambio, en los ambientes de alto potencial, los negocios asociados a las gramíneas (invierno y/o verano) si bien arrojan márgenes muy inferiores a la soja, permitirían, reduciendo su inclusión a la mínima necesaria, montar sistemas agrícolas por períodos más largos. Indica que, en función del ambiente productivo en el que se encuentre la chacra, deberían introducirse algunos cambios en el sistema. De este modo —agrega— para las zonas de medio potencial en las cuales los cultivos que romperían con el monocultivo de soja en el verano arrojan resultados de muy bajo margen bruto, es que se deberían incorporar pasturas y ganadería para lograr sistemas de más largo aliento. Se destaca que es en estas zonas que el negocio ganadero apalanca positivamente a los sistemas, marcando que la soja debería introducirse más como un buen antecesor del forraje que como un negocio en sí mismo. Apunta que para que ocurra lo contrario, el producto bruto soja se debería incrementar un 30%, sea esto por la vía de una mejora en los precios o por la vía de un mayor rendimiento. Estos valores serían: 2.860 kg/ha si el precio de la soja se mantiene en U$S 320 por tonelada, o, en su defecto, si se estima un rendimiento de 2.200 kg por hectárea, el precio debería llegar a U$S 416. En cambio, señala que en zonas de alto potencial, ya en estas relaciones de precio sigue siendo la soja el mejor negocio a realizar en los campos y se debe maximizar su incorporación, tanto sea con la menor cantidad de gramíneas de verano o con una fase de pasturas lo más corta posible.
Como conclusión, el informe indica que “la soja en sí misma sigue siendo un negocio de alto margen bruto y rentabilidad independientemente del ambiente en que se realice”.
Señala que en zonas de alto potencial, la soja es un fin en sí mismo, mientras que para otras zonas es una herramienta que, además del margen bruto, cumple el rol de ser un excelente antecesor para realizar pasturas de alto potencial.
Aquellos campos que, en zonas marginales, resuelvan discontiuar la agricultura y retornar hacia un esquema ganadero, dependerán de la capacidad para resolver otros problemas como el de los recursos humanos, los aspectos financieros, operativos, de infraestructura (aguadas, alambrados, instalaciones, etc., que se han deteriorado en la fase agrícola).
En el otro extremo, en zonas de alto potencial, indica que existe aún la posibilidad de ajustar la renta en las fases “no soja” para seguir con un negocio agrícola de más largo plazo.
El informe de APEO puntualiza que será necesario evaluar “con mucha más minuciosidad” lo que pueda ocurrir con los rendimientos máximos de los cultivos que se estén logrando con el aumento en la edad de la chacra.