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    El nuevo Fondes apunta a que no “caiga ningún emprendimiento más” y garantizarles un “piso de venta” proveyendo al Estado

    Frazadas, alimentos, vajilla, uniformes, neumáticos y otros bienes e insumos que producen empresas de propiedad cooperativa figuran en un listado que los directivos del Fondo para el Desarrollo (Fondes) que gestiona el Instituto Nacional del Cooperativismo (Inacoop) están dejando en los organismos públicos; aspiran a que al momento de comprar tengan una “mirada especial” hacia estos emprendimientos.

    “No para que el Estado sea el cliente cautivo que compra cualquier cosa y a cualquier precio, no es lo que queremos. Aspiramos a tener un piso de venta” al sector público para apoyar este tipo de empresas, explicó a Búsqueda el presidente del Inacoop, Gustavo Bernini.

    Es que el dinero —proveniente básicamente de las ganancias del Banco República— que ha dado el Fondes sirvió para poner en marcha empresas en general en manos de cooperativas creadas por trabajadores, pero muchas todavía no han logrado consolidarse. Los desafíos que enfrentan son diversos, aunque la demanda es uno que se repite.

    Bernini informó que se impulsa “explorar un cambio normativo” en las compras públicas que permita “reservar un porcentaje mínimo” o aplicar un “puntaje preferencial” si la empresa que se presenta a una licitación del Estado es de tipo cooperativo. “Para ser coherentes con que el Estado fomenta el desarrollo y el financiamiento de emprendimientos de trabajadores, bueno, que a la producción de esas cooperativas —que cumplan normas de calidad y precio adecuados— el mismo Estado le dé una mirada especial a la posibilidad de generarles ventas”, alegó.

    “No estamos haciendo daño a otros sectores de la economía, ni a la actividad privada clásica, por dirigir hacia algunos de estos emprendimientos nacionales parte de las compras públicas”, argumentó por su parte Carlos Aulet, representante del PIT-CNT y de la Asociación Nacional de Empresas Recuperadas por los Trabajadores en el Fondes-­Inacoop.

    El sector público hace adquisiciones por unos U$S 4.000 millones anuales, indicó. “Creemos que puede comprar mejor si parte de ese dinero lo dirige a la economía social y solidaria”, añadió.

    Las autoridades de Fondes-Inacoop ya han acercado el listado con la oferta de emprendimientos cooperativos a UTE, Ancap, los Ministerios del Interior y de Industria, así como a la Administración Nacional de Enseñanza Pública. Tienen en carpeta visitar a El Correo, la Administración de los Servicios de Salud del Estado y el Ministerio de Defensa, entre otros.

    Con esa línea de acción para ayudar a que los emprendimientos cooperativos en general —y los que recibieron financiamiento del Fondes en particular— logren cierto piso de actividad, los directivos apuntan a “cambiarle la cara” al instrumento apadrinado por José Mujica y que él mismo definió como una “velita prendida al socialismo”.

    En la primera etapa el Fondes dirigió sus préstamos a empresas recuperadas por los trabajadores intentando sobre todo “salvar” fuentes de empleo. Sin embargo, por problemas de mercado y competitividad la mayoría de los proyectos tuvieron dificultades e incluso algunos cerraron. Eso disparó cuestionamientos políticos y desde el sector empresarial, que pusieron en duda la utilidad del instrumento, cuyo diseño institucional y objetivo fue reformado por el gobierno de Tabaré Vázquez en marzo de 2015.

    Los apoyos

    Desde su puesta en marcha hasta fines de 2015 el Fondes dio préstamos, asistencia técnica y bienes de activo fijo a 28 emprendimientos por un total de U$S 68,7 millones, según un informe de gestión presentado a mediados de este año ante la Comisión Especial de Cooperativismo del Parlamento. De ese monto, 84% se dirigió a seis proyectos reabiertos por sus ex trabajadores: Alas Uruguay, la Cooperativa de Trabajadores Cerámicos de Empalme Olmos (ex Metzen y Sena), Funsacoop, Envidrio, además de Tessamérica (ex Paylana) y una imprenta de Nueva Helvecia (ex Pressur). Las últimas dos dejaron de funcionar al poco tiempo de recibir los apoyos económicos.

    También tuvieron financiamiento las curtiembres El Águila y Uruven (ex Midobers), la textil Puerto Sauce (ex Agolan), entre otras que atraviesan dificultades.

    Creación y reforma.

    Si bien tuvo su mayor empuje durante el gobierno del presidente Mujica, el Fondes empezó a gestarse en la primera administración del Frente Amplio. A fines de 2010 se incorporó en la nueva Carta Orgánica del Banco República que el Poder Ejecutivo podría requerirle contribuciones adicionales de hasta 30% de las utilidades netas anuales con destino a la creación de fondos para “apoyar el financiamiento de proyectos productivos viables y sustentables”.

    Luego, en setiembre de 2011 y ya en el gobierno de Mujica, un decreto creó el Fondes como herramienta para la promoción de sectores estratégicos con “especial atención a proyectos de autogestión”. Se dispuso la creación de cuatro subfondos: de asistencia técnica no reembolsable, de garantía de crédito, de financiamiento, de capital semilla y capital de riesgo. Más adelante se creó el de bienes de activo fijo.

    En esa primera etapa la dirección del Fondes estuvo bajo el ala de la Presidencia y su unidad técnica funcionó en la órbita de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.

    Entre 2011 y 2013 el fondo se integró con U$S 100 millones.

    “Lo vimos al principio como algo fundamental”, semejante al “sueño” cumplido de tener un emprendimiento propio, dijo Aulet. Reconoció que al comienzo el análisis de lo que significaba fue “muy liviano y somero”.

    “Uno de los mayores defectos del Fondes es que les prestó básicamente a empresas recuperadas”, opinó Andrés Dean, investigador del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad estatal. Consultado por Búsqueda, explicó que el fondo asumió un “importante riesgo” al concentrar sus apoyos en emprendimientos precedidos de experiencias empresariales que fracasaron.

    “No les pediría a las empresas autogestionadas que hagan bien lo que las empresas capitalistas no logran hacer en ciertas actividades y sectores”, afirmó Dean. “Ese sería el criterio general que usaría para otorgar los préstamos”, agregó.

    El Fondes tuvo una nueva transformación institucional y operativa ya en el actual período de gobierno. Ello implicó que se transfiriera al Inacoop la gestión de la vieja cartera de préstamos y que se le asignara la función de otorgar nuevos apoyos a los emprendimientos “viables y sustentables” de la economía social y solidaria. También se puso un tope de 10% por emprendimiento del fondo líquido disponible.

    Sobre esta nueva etapa, Bernini dijo que se apunta a “enderezar el barco”, a “aprender a decir que no” y a ser capaz de “discernir” que el Fondes no es una “tabla de salvavidas para cualquier cosa” que, se sabe, “no va a caminar” (Búsqueda Nº 1.857).

    A su vez, la reforma dispuso que el 50% de los recursos del Fondes pasaran a la Agencia Nacional para el Desarrollo para que esta financie programas orientados a micro y pequeñas empresas.

    “Salir a buscar”

    Hacia delante, Bernini informó que el Fondes-Inacoop discute un plan estratégico con la idea de, entre otras cosas, ser “proactivo” y realizar llamados públicos para financiar emprendimientos por determinado monto y que reúnan ciertas características. “Queremos salir a buscar, no esperar que venga la demanda (de dinero) a partir del cierre de alguna empresa, sino ser nosotros los que impulsemos algunas áreas”, añadió.

    Es que en los hechos, desde que abrió la ventanilla el Fondes-Inacoop no ha aprobado nuevos apoyos. Sobre ese “andar lento” del fondo, Bernini alegó que “no es fácil para ningún agente financiero” ir apalancando proyectos con la incertidumbre y dificultades que están planteando los mercados regionales, además del propio enfriamiento de la economía uruguaya. Por eso, dijo, hay que ser “particularmente cautelosos”, además de “atender lo que ya está (financiado) de la mejor manera”.

    “Lo más importante es que no se caiga ningún emprendimiento más. Si se mantienen, hay perspectiva de que tengan la rentabilidad que les habilite a pagar los pasivos” contraídos y eso vuelva a nutrir el fondo (que actualmente cuenta con U$S 10 millones y aún no se tiene claro cuál será la cifra de la que dispondrá a futuro).

    Aulet también planteó que se trabaja desde la central sindical y la gremial de empresas recuperadas en talleres en el interior del país para “mostrar la herramienta como tal”. Explicó: “Estamos con otra idea. No es una crítica al pasado, pero tenemos que generar con los colectivos emprendimientos nuevos, que permitan el desarrollo de industrias nacionales. Cambiar la cara (al Fondes) es parte de esto: generar proyectos fuertemente consustanciados con lo local, lo innovador, sustentables desde el punto de vista del medioambiente, etc.”.

    Para Aulet, la herramienta “es muy válida” y debería tomarse “más seriamente” para incidir “fuertemente en localidades que aún están deprimidas”.

    Apuntó que la relevancia de las políticas públicas “no es solo el hecho de generarlas”. A su juicio, “no basta con promocionar con leyes la economía solidaria y tener el fondo de financiamiento. Hacen falta otras cosas”.

    Opinó que “no se exprime todo lo que se puede la política pública” y mencionó la herramienta de las compras del Estado que vienen promoviendo: “¡Vamos a comprar tazas y platos Olmos! Quizás, eso no es lo que los vaya a salvar para dejarlos en equilibrio económico, pero los va a ayudar”.

    Economía
    2016-10-06T00:00:00