En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
“Dicen que Cabrerita estaba loco, pero este era más loco”, comenta una señora en la curiosa muestra que acaba de inaugurarse en dos lugares diferentes. Es la misma o parte de la misma, pero hay que recorrerla en dos tiempos y lugares distantes: el reinaugurado Museo Zorrilla de Punta Carretas (ver recuadro) y el gran salón de la planta baja del MEC, en pleno centro. La muestra viene de Europa pero su núcleo fundacional está en los años 40 en Montevideo.
, regenerado3
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En un lugar del salón céntrico con enormes ventanales a la calle San José, rodeada de cuadros, cerámicas y esculturas pequeñas en metal y madera, hay una larga hilera de publicaciones estilo tabloide, en blanco y negro, con pocas páginas, dobladas a la mitad de manera que se vea parte de la tapa. Es una publicación en francés, con algunas anotaciones en español y notoriamente cultural. Tiene frases, textos poéticos, referencias a un mundo espiritual, de ciertas connotaciones universales y cósmicas. Se habla del ser, del amor y de un arte popular y anónimo. En varias de ellas, la tapa incluye la foto de un hombre de torso desnudo y pelado, con una media barba que le redondea desde el mentón su cara angulada, de mirada penetrante. Hay una que llama especialmente la atención. El mismo señor, pelado a cero, duerme de costado sobre una superficie plana. Parece un faquir o un yogui. Tapado a medias con una tela blanca reposa junto a dos mates, con yerba y bombilla, como si recién se hubiera apagado la ronda de conversa y la yerba ya no diera para más.
Ese pelado tomador de mate no es otro que José Parrilla (1923-1994), uruguayo, el “loco” que describía la señora que paseaba por la muestra. Es posible que la visitante supiera algo de este poeta maldito que apareció en los 40 protagonizando algunas anécdotas curiosas. “José Parrilla: profesor del amor”, decía una tarjetita que según sus escasos biógrafos repartía por la calle. Se ponía una bata negra de su madre y calzaba un aire dadaísta y performático que lo distinguiría en otras historias, dentro y fuera del país. Se dice, por ejemplo, que internado en el Vilardebó luego de un intento de suicidio, pasó de paciente a funcionario y allí quedó un tiempo trabajando. Cuando cobraba el sueldo, tomaba un taxi y pedía que lo pasearan por la ciudad. También alquilaba lugares para sus recitales de poesía, a los que no concurría nadie o muy poquitos adeptos.
Por esos años escribió sus primeros libros que él mismo publicó y repartió. Frecuentaba la peña cultural del bar “Yatasto” en la vieja calle Sierra, por fuera del mundillo intelectual que empezaban a dominar los escritores de la generación del 45. Algunos dicen que a Parrilla lo “bombearon” por su despliegue irónico, por el sacudón de locura que imponía a las mentes racionales, pero sobre todo, por su enfoque surrealista (“parrillista” en realidad) de la poesía y la vida. Todo junto, vida y obra, compromiso literario y vital marcan el mundo de este poeta que se describe a sí mismo como “un alma espiritual cósmica y eternamente un ángel y universo con la niebla por dentro”.
Todo este mundo parece estar en este Punto de Encuentro, en una vitrina, junto a cuadros con poemas suyos, frases en francés, círculos y cuadrados de colores primarios con escritura encima. Sus escasos textos ya históricos se titulan “Elogio del miembro”, “Rey Beber”, “La llave en la cerradura”.
Hay más alrededor de Parrilla. Las cabezas de madera desplegadas por todo el espacio parecen reordenar un poco esa distribución caótica de imágenes y estilos, desde las referencias a Joan Miró o algunas viejas vanguardias con cierto toque constructivo. Es una muestra de seguidores de Parrilla, de amigos, de artistas que se vincularon al poeta en Europa, en especial en Levens, ciudad pequeña cerca de Niza. Vale por lo testimonial.
En general, la obra es pobre, de evidente amateurismo, de iniciación. Salvo algunas esculturas en madera de Cano (los responsables de las obras firman por su nombre, sin más señas), el resto golpea por lo básico y elemental, por la falta de profundidad y vuelo. Apenas se vislumbra algún que otro empuje de calidad. Tal vez no es el objetivo de la muestra ni la búsqueda de los “esteristas”. Pero en Parrilla al menos hay versos y frases inquietantes, hay una historia que lo muestra como un personaje apasionado, que buscaba algo más allá de las formas, algo que expresara su vínculo más profundo con el arte, algo personal, casi secreto.
Su periplo lo llevó de Montevideo a varias ciudades de España y Francia, donde se radicó finalmente. Evidentemente no era un loco, o al menos no la misma locura a la que se refería la señora de la muestra. En algún momento, sus performances poéticas incluyeron rapada de cabeza en el camarín antes de salir a escena y otros escandaletes que en los 60 formaban parte de las transgresiones. Lejos de la locura y muy cerca de una corriente de artistas en los bordes de lo establecido, bastante olvidado y superado en estos tiempos mediáticos y de tecnologías hegemónicas, sus seguidores continúan su obra.
Fundador del “esterismo”, título tomado de un poema en el que nombra 700 veces a Ester, personaje de Onetti y clara referencia de las búsquedas del poeta, su vínculo más interesante fue con Raúl Javiel Cabrera (1919-1992), más conocido como Cabrerita. Fueron amigos y Parrilla un apoyo importante para ese reconocido artista, notable dibujante y expresión de otro tipo de “locura”. Algunos de sus dibujos y acuarelas están en esta muestra. Diferente a todos, Cabrerita es el punto de mayor interés de una curiosa exposición partida en dos y de irregular calidad. Una extravagancia de los tiempos que corren.
“Retrospectiva Esterismo”. Parte I: Punto de Encuentro (San José 1116, de lunes a viernes de 10 a 19 h.). Parte II: Museo Zorrilla de San Martín (Zorrilla de San Martín 96, de lunes a sábados de 13 a 18).