Lo que sigue es un resumen de la entrevista.
—¿Cuál es la situación actual del productor agropecuario?
—Es una situación que nos va rodeando, complicando, quitando expectativas y generando incertidumbres.
Tuvimos años con el clima como aliado, que ayudó muchísimo en los resultados de productividad de las empresas agropecuarias, principalmente en la producción agrícola, por lo que generó el volumen de soja producido. Eso lo demuestran los datos de las carpetas verdes (análisis económico y productivo) del Plan Agropecuario y los estudios de Fucrea respecto a los distintos rubros productivos. También hubo un incremento en la faena y en el peso final de las categorías del ganado faenado en los frigoríficos y en el rendimiento de esos vacunos. Todo se vio beneficiado por condiciones climáticas muy favorables. Y en todos los sectores del agro eso no ha alcanzado para tener márgenes suficientes que puedan hacer que esta actividad sea viable.
En la lechería los productores y la industria láctea hasta ahora siguen en dificultades, con empresas que envían trabajadores al seguro de paro y problemas graves para el pago de créditos.
En el cultivo de arroz hay un permanente incremento de los costos de producción y es difícil llegar a empatar en los resultados de rentabilidad, a pesar de tener registros de rendimiento productivo que son récord a nivel mundial, con base en la tecnología desarrollada por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. Sin embargo, no estamos pudiendo mantener a los productores activos y sobre todo proactivos, tanto que se están yendo a Paraguay, donde están buscando alternativas comerciales y desarrollo productivo porque no encuentran suficiente estímulo para hacerlo en Uruguay.
—¿Cree que puede haber una nueva corriente de productores uruguayos instalándose en Paraguay?
—No lo dudo un instante, para mí es así. Paraguay tiene dificultades de infraestructura a nivel organizacional, pero pese a ello las condiciones de rentabilidad y de inversión son tanto mejores que alientan a correr el riesgo. Eso no lo estamos inventando, lo estamos viendo prácticamente a diario.
—¿Usted o algún otro integrante de la directiva de la ARU están analizando esa posibilidad de ir a producir en Paraguay?
—No voy a dar nombres, pero tengo un socio amigo con el que trabajo hace 30 años que es productor arrocero, que trabaja en Salto y Artigas, y está pensando y analizando los costos para ir a producir en Paraguay. Y ya hay más de un productor arrocero que se fue al campo paraguayo.
—Algunos integrantes del partido de gobierno compararon la situación de los derechos para los trabajadores en Uruguay y en Paraguay, dando a entender que hay una mayor protección en cuanto a seguridad social en el mercado uruguayo. ¿Qué opina de eso?
—Es probable que haya una legislación más laxa en Paraguay. Pero el tema es el retorno a la inversión, que lógicamente es lo que uno procura cuando pretende montar una empresa productiva. Eso no es nada fácil porque requiere inversión en maquinaria, en capacitar al personal y cuando las cuentas no cierran, como ahora no están cerrando, es lógico y formal que la gente procure alternativas. No es que se vayan del todo, sino que la idea es poner una pata en otro lado en procura de la rentabilidad que no obtienen acá.
—¿Qué opina de la confrontación entre el campo y la ciudad? El Ministerio de Ganadería impulsa una política de conciencia agropecuaria pero al mismo tiempo se plantean casos que perjudican la imagen del agro, como puede ser el de algunos trabajadores que denunciaron maltratos físicos en predios rurales.
—Me preocupa este tema y lo estuve analizando en busca de una explicación. Yo personalmente me voy a los orígenes de la fundación de la Asociación Rural, en 1815, y al porqué se funda en ese momento, cuando había un gran desorden, con la guerra de las lanzas. El gobierno de la época estaba complicado económicamente y le encarga a la ARU la elaboración del Código Rural y a partir de allí toma una figura como de reguladora. Además, en ese momento se desarrollaron los alambrados para definir los establecimientos rurales y eso aumenta el desempleo, porque lógicamente se precisa menos gente para cuidar el ganado. Y desde esa época se desarrolla todo un tema que no sé si se prolonga hasta ahora, respecto a la figura que se tiene de la Asociación Rural.
—¿Usted cree que la gente asocia a la ARU con la definición de la propiedad privada y los alambrados en Uruguay?
—Bueno, exactamente es así. Esa confrontación no la comparto, me crié en el campo, soy veterinario y trabajé durante 30 años por todo el país, con distinta gente, con productores, con empleados, con peones rurales. En la campaña hay de todo, como en la viña del señor, pero la mayoría son productores que buscan invertir su capital en actividades que renten, y el sector agropecuario no renta mucho, anda por el 3% con base en la inversión. Es una forma de vida, he compartido con muchachos y empleados que se criaron conmigo, sé sus necesidades, tenemos un vínculo por más de 40 y 50 años. Hay de todo y no se puede encasillar, como no se puede hacerlo con otras actividades.
—¿Qué opina de los casos de agresión a trabajadores rurales que generan una visión negativa del sector agropecuario?
—Eso es una barbaridad, un disparate, es algo tendencioso que intenta desestabilizar un vínculo en el campo. Quedó claramente demostrado en el caso ocurrido en Salto que el patrón está fuera del tema, que fue un problema entre un capataz y un peón. Se presentó otro episodio con un empleado de un stud de caballos, que no tiene nada ver con el sector agropecuario. Vamos a entendernos: están siendo maliciosos, tienen mala intención.
—¿Usted cree que hay una campaña detrás de estos casos? ¿De quién?
—Claro, es obvio. ¿Qué duda queda? No sé de quién. Será el PIT-CNT, a través de sus organizaciones sindicales.
El caso del stud es lo mismo que mañana me digan que en un puesto de quiniela en Paysandú se agarraron a las piñas y eso es en el sector agropecuario. Es inevitable que haya problemas. Ahora estoy en el campo conviviendo entre varios trabajadores todo el día, y se generan inconvenientes.
—¿Estos temas también los conversarán con el presidente Vázquez en la reunión prevista para febrero?
—Lo hablaremos. El jueves 4 de enero tenemos agendada una reunión con autoridades del Ministerio de Trabajo, pero no es por este tema, sino para trabajar juntos con las asociaciones agropecuarias sobre los derechos y obligaciones de los empleadores y de los trabajadores del sector. Queremos hacer valer nuestra opinión y solucionar un conflicto que se está generando en forma muy tergiversada, con muy mala intención.
—El ministro de Trabajo se alineó a la posición de los trabajadores cuando se trataron esos casos de agresiones.
—Lamentablemente se apresuran en tomar posiciones y hacer comentarios. Pero quedó demostrado en el caso del productor de Salto que ese episodio le generó serios inconvenientes por algo que sucedió entre el capataz y el peón. Esos problemas suceden en todos los ámbitos, como puede ser en el fútbol.
—Será un verano bastante movido para el agro por los problemas de endeudamiento, por los pronósticos de probabilidades de escasez de lluvias y por el incremento de las tarifas públicas. Algunas asociaciones rurales plantean hacer movilizaciones. ¿La ARU no se afilia a ese tipo de manifestaciones o hay algún cambio en esa postura?
—La ARU apuesta al diálogo, a encontrar la forma de solucionar los problemas conversando, sin malas intenciones. Nuestro piquete es el diálogo.
Al contrario de lo movido, creo que esta situación está haciendo que el sector agropecuario se esté paralizando, esté más prudente en cuanto a invertir, que esté buscando la eficiencia pero sin invertir, porque está demostrado que no tiene retorno.
Crece el endeudamiento y el productor no tiene más remedio que retraerse y tratar que la empresa se mantenga viva hasta que pasen estos dos años de gobierno o hasta que la varita mágica toque los precios de los productos. Pero mientras eso no pase y no hay nada que indique que eso vaya a ocurrir, el productor tiene que ser prudente en cuanto a tomar créditos, porque lo difícil es pagarlos, ya que no hay rentabilidad.
—¿Cree que se está conformando un nuevo problema de endeudamiento con la gravedad del que enfrentó el primer gobierno del Frente Amplio?
—Todavía no, en aquel momento la ola de precios favorables de los productos del agro tapó todo y así es muy fácil poderlo cubrir. Eso hoy no está.
Por eso queremos evitar que se llegue a esa situación y explicarle al presidente que este proceso de 16 años de atraso cambiario va a terminar mal. Es un impuesto tremendo para el país. Se seguirán perdiendo productores, la experiencia de su conocimiento, mano de obra calificada, eso genera desempleo e inmigración de los jóvenes. Un reciente estudio de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República marca que la tercera parte de los jóvenes de entre 19 y 29 años está buscando alternativas en el exterior. ¿Eso qué quiere decir? Hay 600.000 uruguayos viviendo afuera del país. ¿Eso qué quiere decir?
Entiendo que este gobierno no ha pasado una crisis de este tipo. Hasta ahora. Sí otros gobiernos anteriores y el atraso cambiario está en el ADN de nuestra población y de nuestros gobiernos y no hemos aprendido a manejarlo.
No puede ser que el déficit fiscal crece cuando el Producto Bruto Interno aumenta. Eso es absurdo, no tiene sentido. ¿Quién se está llevando la plata? Se la está llevando el gasto público. También cayó la inversión. Son todos temas de los que queremos alertar.