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    El progresivo envejecimiento de la población impactará en el crecimiento económico y demandará más gasto social

    La tensión fiscal podría resolverse sin cambios tributarios, según Zunino y Lorenzo, investigadores del Cinve

    Hacerse “rico” antes de hacerse “viejo” es el desafío que se plantea para Uruguay con más fuerza que para otras economías de la región: elenvejecimiento poblacional tendría efectos negativos sobre su ritmo de crecimiento a largo plazo. También conllevaría una leve reducción del gasto público social a mediados del siglo XXI, pero luego habría un incremento “significativo” hacia el 2100, sobre todo en transferencias para pagar pasividades y en salud.

    De todos modos, las “tensiones” para las finanzas públicas asociadas al avance de la transición demográfica serían “muy moderadas” en dichos horizontes y no supondrían una “amenaza de entidad sobre la sustentabilidad” fiscal, dijo a Búsqueda Gonzalo Zunino, del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve). De hecho, podrían resolverse sin necesidad de crear impuestos o subir alícuotas, y alcanzará con que la expansión económica redunde en una mayor recaudación tributaria.

    Uruguay es el país de América Latina que más cerca se encuentra de culminar la etapa de “bono demográfico” para, en aproximadamente dos décadas, introducirse de lleno en la fase de envejecimiento.

    Durante la etapa de bono demográfico crece la proporción de personas en edad de trabajar, en detrimento de los que no generan ingresos (niños y adultos mayores). En la de envejecimiento esa tendencia se revierte.

    Zunino, junto al exministro de Economía y actual coordinador del área de análisis del Cinve, Fernando Lorenzo, abordaron la temática demográfica y sus implicancias en Uruguay en un estudio publicado en 2016 por el Banco Mundial junto a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

    Cambio demográfico

    De los ejercicios de simulación aplicados Lorenzo y Zunino concluyeron que, primero, el proceso de envejecimiento poblacional presionará al alza sobre el gasto público. Segundo, que dicho incremento de egresos no requeriría, necesariamente, introducir cambios en la estructura tributaria para aumentar la presión fiscal, ya que el sistema impositivo vigente generaría un aumento de la recaudación en relación con el Producto Bruto Interno (PBI) a medida que la economía se expanda. En otras palabras, los cambios en el nivel y en la estructura del gasto público directamente relacionado con el envejecimiento de la población “no tiene por qué plantear amenazas de entidad sobre la sustentabilidad de la política fiscal, lo que implica que difícilmente la dinámica demográfica sea un factor desencadenante de ajustes de entidad en el sistema tributario”.

    Uruguay es el país de América Latina que más cerca se encuentra de culminar la etapa de “bono demográfico” para, en aproximadamente dos décadas, introducirse de lleno en la fase de envejecimiento.

    Considerando los cuatro escenarios estimados, los ingresos fiscales aumentarían hacia 2100 entre un mínimo equivalente a 1,7% del PBI y un máximo de 7,3%. En una de las proyecciones, en ese año los impuestos a las Rentas de las Personas Físicas (IRPF) y de Asistencia a la Seguridad Social (IASS) pasarían a recaudar más del triple que en 2014 en relación al Producto (de 2,3% a 9,9%).

    Ese incremento recaudatorio sería necesario para hacer frente a un aumento del gasto social de entre 4,6% y 7,8% del PBI (por lo que habría un deterioro en el resultado fiscal en tres escenarios pero en otro mejoraría levemente).

    Oportunidad.

    El deterioro fiscal ocurriría recién en la segunda mitad del siglo, conforme con la investigación. Por tanto, los economistas plantean que el país dispone de una ventana temporal de algo más de tres décadas para diseñar y poner en práctica reformas tendientes a mitigar de forma gradual los desequilibrios que estaría provocando la transición demográfica sobre la estructura macroeconómica y fiscal.

    Desde una perspectiva más general, los efectos del avance del proceso de transición demográfica serían moderados hasta principios de la década del 2040, pero durante la segunda mitad del siglo el proceso de envejecimiento de la población tendría un impacto significativo sobre las posibilidades de crecimiento de la economía uruguaya. En el escenario más optimista estimado, la merma en la tasa de expansión tendencial del PBI sería de medio punto, mientras que en el más pesimista el impacto podría superar el 1,5%.

    Zunino acotó a Búsqueda que esos resultados se construyeron con las proyecciones de población disponibles al momento, que incorporaban un saldo migratorio negativo para la economía uruguaya. “Esta situación parece haberse revertido durante los últimos años, que han dejado saldos migratorios positivos. Si esta situación perdurara en el tiempo, es posible que la ventana de oportunidad demográfica se extendiera por algunos años más. Esta situación no implica un cambio menor, puesto que el principal desafío consiste en hacerse rico antes de hacerse viejos, y disponer de una década adicional de crecimiento del Producto por habitante, a una tasa razonable del orden del 2% anual, implica un 25% más de ingresos”, puntualizó.

    Durante la segunda mitad del siglo el proceso de envejecimiento de la población tendría un impacto significativo sobre las posibilidades de crecimiento de la economía uruguaya.

    Según los ejercicios de simulación realizados, las tendencias demográficas moderarían “sensiblemente” sus consecuencias si se concretaran mejoras en los niveles de productividad de la fuerza de trabajo y si aumenta la participación de las mujeres en el mercado laboral.

    Si se pretende evitar que el proceso de envejecimiento poblacional se convierta en un “cuello de botella” que limite la mejoras del bienestar de las generaciones futuras, es “imprescindible” que durante la ventana de oportunidad que abre el bono demográfico se logre sostener una acumulación de capital físico en niveles comparables a los registrados durante la última década, afirmó Zunino. “Este sería el mecanismo más eficaz para mitigar el impacto derivado de un enlentecimiento en la acumulación de capital humano”, agregó.

    Al mismo tiempo, dijo que las políticas orientadas a fortalecer la inversión y los esfuerzos que se desplieguen para promover el progreso tecnológico cobrarían importancia creciente.

    Los investigadores del Cinve plantean que la “concreción de reformas estructurales que promuevan la eficiencia en la asignación de recursos y mejoren el funcionamiento de los mercados deberían convertirse en pilares de la estrategia de desarrollo, en la medida en que los avances en materia de productividad serían fundamentales si se pretende evitar que el envejecimiento de la población obstruya la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de la población durante las próximas décadas”.

    Economía
    2017-11-02T00:00:00