La primera, que comenzó en 2016, tiene en marcha un proyecto para capacitar a estudiantes y trabajadores del área energías renovables en la instalación, operación y mantenimiento de módulos fotovoltaicos, un sistema de microgeneración que inyecta energía a la red y abastece de electricidad a quien lo haya instalado. Y UTE, a su vez, utiliza medidores para tomar su consumo y analizar la información, dijo a Búsqueda Marcelo Aguiar, coordinador de la carrera.
Al mismo tiempo, la Utec compró equipamiento de laboratorio para trabajar sobre redes inteligentes. Según dijeron desde la universidad, “se trata de un simulador capaz de emular una red de energía inteligente completa desde la generación, transmisión y distribución de energía para gestionar el sistema completo”. Así, se busca que el estudiante aprenda cómo funcionan y cómo se puede gestionar el consumo.
En tanto, desde la carrera de Ingeniería en Manejo de Efluentes, que comenzó en 2017, trabajan con la intendencia en el vertedero de la ciudad. La Utec comenzó a analizar las características del vertedero, con el fin de que el lugar de recepción de residuos para el reciclaje sea seguro, apto y con mejoras ambientales.
La “Utec también ha trabajado en viviendas de Mevir con problemas de efluentes de aguas negras, porque si bien la temática puede parecer diferente, son efluentes líquidos” y es posible aplicar el conocimiento que brinda la carrera, dijo a Búsqueda su coordinador, Ernesto Pecoits. Otro proyecto que aún está en etapas iniciales de diseño es la detección de Covid-19 en aguas residuales de Durazno.
Por último, los estudiantes de la carrera de Ingeniería Agroambiental, que inició en 2019, diseñaron un proyecto para medir gases (CO2 y metano) en vertederos de Durazno y Flores, controlando las emisiones a través del uso de sensores, drones e imágenes satelitales.
También desarrollaron un sistema de control de calidad del agua, con el fin de incorporar metodologías de control inteligente que permitan dar alertas tempranas en puntos de uso recreativo, y proponen realizar un monitoreo de déficit hídrico mediante sensores remotos que permitirán definir situaciones de “estrés vegetativo” por falta de agua en el suelo.
Además, impulsaron la iniciativa Durazno Inclusivo 3D: a partir de imágenes satelitales y cartografía se modelará una estructura (en este caso un parque de interés turístico) que será luego preparada para su impresión 3D. “Esta propuesta replica a escala y con gran nivel de detalle espacios de interés público en una ciudad con el objetivo de dar accesibilidad a personas ciegas o de baja visión, quienes conocerán el lugar y sus componentes a través del tacto”, explicaron desde la Utec.
“En Ingeniería Agroambiental hay una diversidad de propuestas que se desarrollan con estudiantes, quienes ya en primer y segundo año son capaces de solucionar o intervenir en ciudades, empresas y comunidades de distintas maneras, implementando tecnologías para una vida más sostenible”, dijo a Búsqueda la coordinadora de la carrera, Natalie Aubet.
Durazno Smart Village
El proyecto Durazno: Smart Village es una propuesta que se encuentra en la etapa inicial de definición. Se trata de una iniciativa que buscará convertir a Durazno en una ciudad inteligente hacia 2030, aunque el proyecto todavía no cuenta con financiamiento.
Según dijo a Búsqueda el responsable del área de Tecnologías Aplicadas al Aprendizaje de la Utec, Juan Marrero, el uso del término village y no city, quizás más escuchado, se vincula únicamente a la cantidad de población del lugar. Pero en lo conceptual sería lo mismo: el proyecto busca sumar sensores, datos e inteligencia artificial y pondrá tecnología al servicio de la solución de problemas urbanos.
Entre los elementos clave del proyecto se pretende incorporar interfaces de comunicación, como portales web y aplicaciones móviles para enviar y recibir información de la población y de las empresas, algo asociado a plataformas de datos abiertos y gobierno electrónico “que favorecen la gestión participativa y la transparencia de la estructura pública”, informaron desde la Utec.
“Lo que se busca en una smart village es que los habitantes tengan un rol activo dentro de la ciudad, que sean ellos quienes den a conocer qué necesitan y cómo”, dijo Marrero al respecto.
También se pretende instalar centros de operación y control que reciban y analicen los datos obtenidos a través de soluciones de inteligencia artificial. Y, al mismo tiempo, se espera contar con sensores y dispositivos conectados que logren obtener distintos tipos de información, como aspectos medioambientales, y la transmitan a los centros de gestión urbana, “en temáticas como tránsito, seguridad, atención al público, situaciones de emergencia y desastres naturales”, explicaron.
Todos estos elementos estarán a su vez basados en una infraestructura de conectividad, constituida por redes de Internet de banda ancha.
“Este proyecto recién se está empezando a conversar. Lo importante es que no hay que basarse en la tecnología como un fin, sino que es un medio que sirve para llegar a automatizar procesos de forma eficiente, a entender qué es lo que necesita la sociedad y que esta se empodere”, opinó Marrero.
Convertir a Durazno en una smart village será un proyecto a largo plazo, ya que más allá del despliegue tecnológico es necesario que la población se vaya adaptando. Lo fundamental, agregó el docente, es que se estén dando los primeros pasos.
Por su parte, la directora del ITR Centro-Sur, Daniela González, dijo a Búsqueda que desde que se instaló la sede en Durazno en diciembre de 2017 la zona cambió por completo: se recuperó un edificio abandonado y en los alrededores se construyó una plaza y se instaló la comisaría, y a pocos metros funciona el Polo Tecnológico de la UTU. A su vez, se modificó la luminaria y la circulación vial, y sobre todo, llegaron a la ciudad decenas de personas.
“Muchos docentes, coordinadores de carrera y funcionarios nos instalamos en Durazno desde entonces, varios con sus familias, de acuerdo con la visión de Utec: tenés que vivir el territorio para entenderlo”, explicó.
También llegaron numerosos extranjeros, algo poco frecuente en un lugar como Durazno: docentes colombianos, brasileños, argentinos, cubanos, venezolanos, mejicanos. Fue todo un impacto para la ciudad, y la gente los reconocía en los comercios, contó González.
“La Utec hizo que en vez de que la gente migrara hacia Montevideo, empezaran a llegar personas de distintos departamentos y países para instalarse en Durazno. Y como no hay residencias estudiantiles, los habitantes empezaron a alquilar habitaciones. Realmente ha cambiado el ecosistema de la ciudad”, afirmó. Para la directora, el centro del país tiene un gran potencial para convertirse en el lugar ideal de capacitación y estudio.
Respecto a Durazno: Smart Village, González opinó que la ciudad es un lugar perfecto para probar este tipo de propuestas, debido a su tamaño y a la cantidad de población. “Las carreras de Utec son ideales para ir hacia una ciudad inteligente, pensando en soluciones tecnológicas y el uso eficiente de los recursos, por ejemplo, colocando luminarias en las calles que se activen con sensores de movimiento”, explicó.