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    El “sistema de precios”, la comunicación pública en divisas y la inflación todavía alta hacen difícil reducir el uso del dólar

    Un apartamento se dice que vale U$S 100.000 y no $ 2.850.000 (o 796.900 unidades indexadas), y muchas veces un televisor cuesta U$S 350 y no $ 9.975. A su vez, el déficit fiscal anual ronda los U$S 1.980 millones y no $ 56.430.000.000. En la cabeza de los uruguayos algunas cifras funcionan en dólares pero no en moneda nacional, un fenómeno que, según Gerardo Licandro, se atenuó pero solo un poco con la estabilidad macro de los últimos años.

    Es que en esto entran en juego factores diversos, entre ellos de tipo cultural, así como hasta la picardía de los políticos, sostuvo ese economista, gerente del Área de Investigaciones Económicas del Banco Central (BCU), al dar una charla el viernes 10 en la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) estatal donde enseña política monetaria.

    En coautoría con Miguel Mello, otro funcionario bancocentralista, Licandro analizó el fenómeno de la dolarización financiera y cultural de las familias usando datos de la Encuesta Financiera de Hogares de Uruguay en 2013. Algunos resultados eran conocidos, pero el viernes comentó elementos nuevos; la presentación, a la que asistieron unas 20 personas, dio lugar a un intercambio y no todos coincidieron con el expositor.

    Licandro sostuvo que la estabilización macroeconómica alcanzada en años recientes facilitó la desdolarización de algunos precios. Pero no está conforme; hasta el año pasado, cuando el índice oficial cerró con un alza de 8,1%, Uruguay se mantenía entre los 25 países “con más inflación del globo. El tema es que (con) más inflación, (hay) más variación de precios relativos”. Y agregó: “No hemos logrado tener una reducción de la inflación consistente con el desarrollo del sistema financiero y generar la alternativa al dólar que se necesita”, algo que Perú, Bolivia y Paraguay sí. “(…) Por suerte ahora parece que nos acercamos a entrar en el rango de inflación, pero todavía queda mucho por hacer en ese sentido”, afirmó.

    “Existe la posibilidad de que hayamos aprendido (a manejarnos menos con dólares), pero quizá no en la forma que pretendíamos.(…) Porque Perú tuvo más períodos de hiperinflación, pero sin embargo está revirtiendo de manera mucho más fuerte la dolarización”, observó.

    El “switch del dólar”.

    Apoyado en los datos de la encuesta, analizó que la dolarización de los activos financieros de los hogares está relacionada en forma positiva con el nivel educativo, del ingreso y del hecho de tener cuenta bancaria. En cuanto a los depósitos, dijo que es mayor la preferencia por la moneda extranjera cuanto más años tiene la persona, posiblemente porque le tocó vivir shocks económicos. Por ello, el paso del tiempo juega a favor de la desdolarización, “si las condiciones macroeconómicas acompañan”, subrayó.

    El género de las personas no apareció como una variable relevante en la preferencia por mantener activos en divisas.

    Luego, para introducir el análisis de lo cultural en este campo, señaló que manejar activos en monedas ajenas no es lo común en los hogares de otros países. Los uruguayos hicieron un “switch al dólar” y “no hay incentivos para cambiarse” al peso, “por eso (hay que) meterse en el tema de la cultura”, justificó Licandro.

    Del estudio que hicieron junto a Mello surgió que cuanto más activos se poseen, mayor es la “dolarización cultural”. Y aumenta con la edad, el nivel educativo y si se tiene casa propia.

    La fuerza del dólar llega hasta una percepción relacionada con conceptos de “calidad”, planteó, y contó lo que llamó el “fenómeno Petinatti”. Actuando como presentador en una jornada de recaudación para la fundación Teletón, el conocido conductor radial destacó ante cámaras de televisión que una empresa había donado $ 20.000 con mucho menos énfasis que otra que aportó U$S 1.000, cuando al tipo de cambio del momento la primera puso más dinero que la segunda.

    Precios y comunicación dolarizada.

    Otro factor con incidencia en la visualización del dólar por parte de la gente es cómo está “armado el sistema de precios” en el país, señaló.

    El mercado inmobiliario “nominado en dólares es lo que termina determinando la dolarización cultural. No es algo tan original; ahorro para lo que voy a comprar en la moneda en que voy a comprar. No es una conclusión menor, porque hay algunas cosas para hacer”, dijo Licandro.

    Propuso imitar la experiencia de Perú, que en 2004, mediante una ley de defensa del consumidor, exigió a las empresas que informaran precios de artículos en dólares que también lo hicieran en soles, la moneda nacional, con igual destaque. Según contó, la mayor parte de las firmas terminaron pasando todo a soles, sobre todo para los bienes de mediano valor. A partir de eso y con un entorno de inflación de 2% anual, se empezó a desarrollar el crédito en moneda doméstica para ese tipo de artículos, agregó.

    Recordó que en 2007 una iniciativa similar se quiso implementar en Uruguay , pero el proyecto “murió en algún lugar”.

    Por otro lado, Licandro marcó que en la comunicación pública de valores grandes se tiende a hablar de dólares, también por parte del sector público, porque existe la idea de que “es más fácil” de entender para la gente. Pero ello “no ayuda” al cambio cultural, cuestionó. En este aspecto se debe “empezar por el Banco Central”, porque si no se modifica la comunicación pública “va a ser muy difícil desdolarizar las cabezas”.

    Señaló que incluso los políticos manejan las cifras en pesos “cuando quieren que les dé alto”, y a la inversa. “Lo escuché de un jerarca que no está muy lejos de acá”, indicó, sin dar nombres. La charla se desarrolló en la sede de la Facultad de Ciencias Sociales, distante unos 100 metros del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.

    El economista e investigador de la FCS Álvaro Forteza, que estaba entre el público, no quedó convencido con el enfoque de Licandro. “La dolarización no es un fenómeno esencialmente cultural. Hay bastante para corregir en variables duras. A mí no me van a convencer”, dijo. Y alegó que las bajas tasas de interés “desestimulan” los depósitos en moneda nacional porque la rentabilidad es “cero, es negativa” en términos reales.

    El jerarca del BCU acotó que “ahora existen fondos” de inversión que permiten invertir en pesos protegiendo el poder adquisitivo.

    Al intercambio se sumaron otros y luego Forteza insistió. “Si se resolvieran los temas de fondo”, después se podría “dar un empujón” para alentar una desdolarización de la economía.

    La charla se cerró con aplausos y agradecimientos al expositor. Ya yéndose, un economista lanzó la broma: “Me voy a comprar unos dólares ahora”.