—Hay gente que te dice que no vota más, que está enojada por distintos motivos. Creo que hay cierta lógica de desgaste. Mucha gente espera respuestas o explicaciones que nosotros no damos como fuerza política, y eso genera malestar, fundamentalmente en la gente que está más informada, que lee, que se interioriza por temas políticos. Ahí visualizo que hay gente que espera otras respuestas.
—¿Se refiere a un sector de la clase media?
—Creo que sí. Y eso tiene que ver también con que quizás se hayan agotado las propuestas que seducen. Ir avanzando en la agenda y en el programa que nos trazamos allá en el 2004, hace que la gente esté esperando otro tipo de señales que no estamos dando. Algunos hablan de agotamiento de la agenda, otros de aggiornarla. Creo que hay algo de eso. En 10 años la realidad ha cambiado y el futuro exige nuevas propuestas. Capaz que es por ahí que nuestra fuerza política puede perder encanto en algunos sectores.
—Usted habla del desencanto de los sectores universitarios, pero en las últimas elecciones el Frente Amplio ha perdido votos “por izquierda”. La llegada de Unidad Popular al Parlamento es una muestra de eso.
—Eso va a pasar. Ahí tenés otro tipo de disconformidad, que de repente tiene que ver con expectativas que pueden ser consideradas desmedidas. Ahí la velocidad de los cambios en un proceso histórico, hay que ser muy cautos con su análisis. Los cambios no son de un día para el otro y los procesos son lentos y duros. Creo que hay gente que puede caerse por izquierda porque tenían otras expectativas.
—¿Cómo se revierte el desencanto?
—Debemos actualizar la agenda a los tiempos que corren, ese es el gran debe de cara a minimizar los efectos de esos desencantos naturales de la permanencia en tres gobiernos sucesivos. Hay que plantearse hipótesis de futuro, escenario futuro, hay que ver cómo el mundo viene cambiando y debemos generar respuestas para esos cambios.
—¿Qué implica actualizar la agenda?
—El futuro político nos presenta un escenario donde no va a haber mayoría parlamentaria. Es muy probable que no haya, no solo por la polarización que se ha generado, sino que han surgido otras propuestas políticas. Y eso te obliga a pensar en un esquema de gobernabilidad al que hay que ponerle un pienso. No podemos dejar de ver algunos desafíos que se nos van a presentar como país y que van a necesitar acuerdos macro que nos posibiliten dar pasos firmes, como por ejemplo, el tema de las nuevas formas de trabajo, infraestructura, el ferrocarril, el puerto de aguas profundas, el cambio climático, las dificultades demográficas, etc. Creo que el Frente debería plantear temas que están en el horizonte y ver qué tipo de acuerdos se pueden hacer con una filosofía batllista o la visión demócrata que tenía el wilsonismo. No estoy hablando de los temas puntuales o de gestión cotidiana. Creo que es posible llegar a acuerdos sobre temas que se nos van a venir encima y que no se resuelven con respuestas fáciles ni desde las trincheras. Además de un programa de gobierno, hay que tener algunos puntos que puedan generar contacto con la oposición. Creo que fue una buena señal cuando Tabaré Vázquez planteó la posibilidad de petróleo en Uruguay. Esas son las señales que no tienen que ser pour la galerie. Hay temas que son ineludibles para un amplio abanico de fuerzas políticas.
—¿Le parece viable hacer este planteo en el ecosistema político que existe hoy?
— Sí, se demostró en la Rendición de Cuentas. Nadie se lo había planteado antes. Veníamos con mayoría parlamentaria y no estaba en nuestra cabeza plantear esa posibilidad. Y sin embargo, de un día para el otro, nos encontramos sin mayoría. Pero encontraron estrategias para poder avanzar porque creo que hay coincidencias, hay espacios. Hay temas que los conversamos con los intendentes del Partido Nacional en los que no andamos tan lejos, lo que pasa es que después cuando viene la contienda cada cual agarra la munición que tiene. Y me parece que el mundo nos está presentando desafíos que no podemos descuidar a la hora de generar acuerdos de carácter nacional amplios, apoyándonos en una base social creada por quienes han construido este país, que tiene una muy fuerte raíz social demócrata batllista. Incluso de filas del Partido Nacional, como fue la creación de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) en la década del 60. La realidad nos ha demostrado que el país sigue ahí, con las mayorías limitadísimas. Entonces, creo que hay que imaginarse un escenario sin mayoría, y eso te obliga a articular de manera distinta y a cambiar nuestra estrategia de debate y de acuerdo político.
—¿Le parece que el Frente Amplio fue un poco soberbio en estos años de mayoría parlamentaria?
—La situación de confort que te da el tener la mayoría te hace bajar los brazos en estos temas. De tener el 50 más uno de los votos, ¿por qué no lograr el 70?
—¿Es justificada esa posición de los que se cansaron o cree que es injusto con los logros del gobierno?
—El fenómeno existe. No sé si es justo o no. Tenemos la obligación de hablar y explicar mucho a nuestros votantes, a los ciudadanos en general, de por qué las cosas son como son. A veces quizás falte trabajo para explicar mejor por qué damos los pasos que damos, pero no puedo decir que sea injusto. Puedo discrepar, puedo pensar que había expectativas desmedidas, pero también es parte de nuestro trabajo demostrar que el cambio enfrenta dificultades. También es bueno reconocer y aceptar que nos podemos equivocar. Cuando estamos en ámbitos de mucha responsabilidad, corremos el riesgo de pecar de soberbios.
¿En qué casos faltó capacidad en el Frente Amplio para asumir los errores que generaron ese malestar?
—Un ejemplo es cómo manejamos el caso de Sendic. Creo que hubo un manejo erróneo desde la fuerza política sobre un hecho político que teníamos delante de nuestras narices. No fue solo responsabilidad de Raúl, sino que todos nosotros, como fuerza política, capaz que no dimos las señales a tiempo que teníamos que dar. La bola de nieve fue creciendo cada vez más y cuando nos quisimos acordar había una situación que no visualizamos en su origen. Ahí faltó, quizás, parar, ver dónde estamos y asumir nuestra falta de claridad.
—¿Le parece que hay un mayor reclamo de la gente en cuanto a transparencia?
—Sí, lo hay. Lo hace la prensa pero también lo hacen los ciudadanos.
—Hay un caso que también está en la Justicia que es el de Leonardo de León, que es una situación muy parecida a la de Sendic. ¿Le parece que debería ir al Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio? ¿Debería seguirse el mismo procedimiento que con Sendic?
—Creo que el que tiene que actuar es el propio compañero, lo mismo que hizo Raúl. Es él el que tiene que decidir cuál es el mejor camino que lo lleve a solucionar algo que puede ser perjudicial para él mismo y para la fuerza política. Creo que la palabra la tiene él y es quien tiene que resolverlo. Eso es lo mejor que le puede pasar a él y al partido, que se aclare y que tenga el desenlace que tenga.
—¿Cuál es el ámbito para aclararlo?
—Yo reivindico las instancias partidarias que dilucidan estas cosas. Participé del Plenario del FA durante años y lo primero que aparecía siempre era el informe del Tribunal de Conducta. Recuerdo que toda la vida tuvimos esa herramienta, no es nueva. El Frente la tiene, la usa y da resultados. Creo que nos hace mucho bien acudir a esos ámbitos.
—¿Por qué organizaron con Martínez una reunión para dirigentes frenteamplistas y sin incluir a los líderes históricos?
—Son señales que hacen bien a la interna del Frente. Nosotros precisamos eso, ámbitos de intercambio más allá de lo orgánico: los militantes y los frenteamplistas convencidos nos piden que estemos juntos.
—¿El Frente Amplio debe renovarse de cara al 2019?
—Toda fuerza política que se plantee cuestiones a largo plazo necesita tener estrategias de recambio. Como dice Pepe, él se va a sentir feliz cuando visualice una barra que lo sustituye y que lo supere. Toda fuerza política necesita tener cuadros de recambio, lo que no quiere decir la exclusión o el parricidio.
—Dice que no se necesitan parricidios, pero a veces los liderazgos también se toman.
—Pero eso no se decreta.
—Se actúa.
—Se actúa y se debe tener la adhesión de la gente. Alguien puede decir: se necesitan votos. Eso se consigue con muchos años de militancia, de actuación, de dialogar con la gente. Y que, incluso, ocurra un reconocimiento de la población a esos referentes. Eso no se decreta ni se impone con un recambio orquestado. Los que tienen que actuar, tienen que empezar ya, tienen que asumir el rol de liderazgo. Nadie discute hoy que dentro del Partido Socialista Daniel Martínez es un referente, o que dentro del Partido Comunista lo son Juan Castillo u Óscar Andrade, Marcelo Abdala; el Pacha en el MPP. Pero eso hay que activarlo y promoverlo. Creo que el llamado es a actuar, a salir, a aparecer y, como dice Pepe, a querer. Pepe dice que para asumir algunas responsabilidades hay que querer hacerlo e incluso estar dispuesto a asumir derrotas. Hay que empezar a aparecer.
—Daniel Martínez dijo en la entrevista con Búsqueda que él daría un paso al costado si tuviera la edad de Danilo Astori y José Mujica. ¿Está de acuerdo?
—Depende de cómo se encuentre cada uno. Respeto mucho a esos líderes. Mujica ha dicho que él no quiere y yo lo tengo que respetar. Astori dice que no sabe, quizás quiera, y también lo tengo que respetar. Depende de la lucidez con que se sienta cada uno, ahí hay que ver lo que la biología te permite. Respeto lo que dice el Pepe de que no está para estos trotes; lo dice una y otra vez.
—Lo mismo dijo antes del 2010.
—Pero no lo dijo como lo dice ahora.
—Usted le cree a Mujica. ¿A quién tiene el MPP para el 2019?
—Ahora no tiene a nadie. No conozco a nadie que el MPP esté promoviendo como referente para competir. No sé si el MPP va a promover a alguien del propio sector para la interna.
—¿Usted tiene interés?
—No, ahora no.
—¿Y si se le pregunta dentro de un año?
—No, no. Este no es mi tiempo.
—Pero su nombre está corriendo en la interna.
—Sí, por una cuestión de descarte también. Vengo manifestando desde hace tiempo que mi objetivo son cinco años más en la intendencia y que hay tiempos para cada cosa. Tengo entendido que Lacalle padre decía que “nunca” y “siempre” eran dos palabras que no debían usar los políticos. Entonces yo no digo “nunca” ni digo “siempre”. Siento que este no es mi tiempo para asumir ese tipo de responsabilidades mayores. El cuándo, no sé. Si a mí hace 12 años me decían que iba a ser intendente, me reía. Acabo de decir que tienen que aparecer nuevos nombres, pero no estoy planteando que el mío sea el que vaya a la competencia interna. Hay otros que sí están en su momento ideal como para salir.
—¿Quiénes?
—Daniel (Martínez), Carolina Cosse, Álvaro García, Mario Bergara.
—¿Tienen que salir ahora?
—Sí. Para construir candidaturas tienen que salir ahora, a principios del año que viene… Mónica Xavier, el Pacha Sánchez. No está planteado desde mi sector, pero el crecimiento que ha tenido el compañero es impresionante. En fin, hay una cantidad de nombres sobre la mesa que nos está costando mucho largarlos al ruedo, porque también es cierto que para muchos no es el tiempo de plantearlo. Lo que es seguro es que tiene que haber interna porque dinamiza a la fuerza política.
—Martínez aparece con buenas chances de ser precandidato según todas las encuestas. ¿Se necesitaría otro candidato que represente al bloque más cercano al mujiquismo?
—Lo que no va a ocurrir es una correspondencia lineal de los liderazgos que hasta ahora existieron. No me imagino un referente sustituyendo a Vázquez, otro remplazando a Danilo y otro a Pepe. Me parece que el votante frenteamplista va a atravesar unas barreras sectoriales para proponer a un candidato a presidente. No creo que esto sea lineal y que los espacios históricos del Frente Amplio originen un referente cada uno. Son otras lógicas las que van a operar y es ahí donde pueden aparecer las sorpresas.
Información Nacional
2017-11-30T00:00:00
2017-11-30T00:00:00