—¿Ve algún margen para que se adelante algo en lo que queda de gobierno?
—El gobierno debería fijarse tres prioridades: educación, seguridad y cuidado de la inflación. En educación, para empezar tendrían que tener las escuelas y liceos terminados, cosa que parece complicada. En seguridad (el ministro del Interior Eduardo) Bonomi demostró que no es la persona adecuada, su salida le podría dar un empuje distinto al Ministerio porque haciendo lo mismo seguirá dando los mismos resultados. Tenemos número récord de homicidios en un año. Y lo otro que tienen que cuidar es la inflación, que me parece que se ha disparado de una forma complicada.
—En 2012, Vamos Uruguay tomó la decisión de dejar los cargos de gobierno. Los que se quedaron dicen que acceden a información importante que los de su sector ya no tienen. ¿Se mantiene firme en la decisión que impulsó?
—Estamos hablando de dos cosas distintas. En Uruguay hay una crisis enorme de valores, de gestos y de funcionamiento de la vida pública y política. Entonces, cuando un presidente dice que hay personas que están en un cargo para no fomentar el desempleo, les dice a los periodistas “no sea nabo”, a los uruguayos “no sea gil”, o a los muchachos “aprendé a perder y no le pegues a la mujer”, creemos que tiene que haber un mensaje claro. Y eso que parece menor no lo es. Se traduce en una cantidad de cosas: en la agresividad, problemas de convivencia y también desde el gobierno en un problema, muchas veces, de falta de atención a las formas. Parecería que la consigna vale más que el estudio y el análisis de las cosas. Pido permiso para ir a Venezuela pero no digo que voy a Venezuela. Voy a Venezuela a apoyar un partido político de Venezuela donde hay dudas sobre la constitucionalidad con lo que está pasando. Mando al ministro de Defensa Nacional y un barco de la Armada Nacional a acompañar a la señora Kirchner porque logró zafar una fragata embargada por acreedores. Mujica nos dice que están en los cargos atornillados, le decimos no, eso no lo toleramos.
—Siempre se planteó la presencia de la oposición en los entes para controlar. Surge el tema Pluna, los problemas en el Banco República, ¿no era mejor estar ahí para controlar?
—Resulta obvio que si estás ahí podés tener más posibilidades de conseguir información. Nosotros no le prestamos atención a conseguir información que es importante, le prestamos atención a no seguir por ese camino.
—¿Si usted llega al gobierno, esa crisis de valores, códigos, se termina solo porque usted llegó? ¿O es el reflejo de lo que está pasando en la sociedad?
—Hay falta de republicanismo en el Uruguay. Estas cosas se terminan si llegamos al gobierno: no les vamos decir a los periodistas “no sea nabo”, no les vamos a decir a los médicos que si no quieren abortar tienen que decir por escrito los motivos por lo cuales no quieren hacerlo en una especie de política policíaca de la década de los 40 en Europa. Eso no lo vamos a hacer porque somos republicanos. Obviamente, hay que trabajar con la convivencia y eso no se logra de un día para el otro, pero a partir del mensaje del que está arriba empieza todo. ¿A quién miran todos los uruguayos todos los días? Al presidente de la República. El presidente es el que está diciendo “no sea nabo”, “no sea gil”, “me voy a un acto y me pongo la campera del Ejército de Venezuela”, va a Buenos Aires y dice “me traje unos mandados”. Nosotros tenemos un plan social en el que está trabajando (el senador Alfredo) Solari, para mejorar la convivencia y eso no solamente con educación, es también con deporte, mucha actividad, el combate a la droga.
—El presidente ha reflexionado en varias oportunidades sobre el consumismo, y como la gente compra y compra, ¿qué opinión tiene de eso?
—Es el mundo el que entró en esa lógica de tratar de vivir mejor a partir de la compra de una cantidad de artefactos que nos hacen vivir mejor. Cuando el consumismo es para vivir mejor... por ejemplo, acá hay DirecTV y ven la misma tele que ustedes. El otro día estábamos trabajando y querían trabajar de apuro. “¿Qué pasa, muchachos, que están tan apurados?”, les pregunté. “Está el partido de la Champions”, me dijeron. Tienen dos celulares. Eso no es consumismo, se comunican mejor. Pero el que está atrasado, y Mujica no dice nada, es el Estado uruguayo. Topolansky se queja porque Mujica no tiene avión, pero (el presidente de Ancap, Raúl) Sendic se compra un avión para Ancap y (el poblado de) Carlos Reyles no tiene ambulancia. Acá hay un problema de prioridades. Tenemos el crecimiento más grande de la historia y resulta que seguimos sin la ambulancia o la patrulla en Reyles.
—¿A qué atribuye el efecto que ha causado Mujica en el mundo? Hay notas en el “The New York Times”, la BBC de Londres, la televisión de Corea. ¿A qué atribuye esa fascinación, cuando usted tiene una lectura tan opuesta?
—Que haya fascinación no quiere decir que haya aprobación. A mi juicio, hoy la atracción de los periodistas es por lo distinto. Un presidente que vive así es distinto a como vive otro presidente. Pero una cosa es que sea distinto y otra es que eso sea bueno. Lo que Mujica ha confundido —y nos está confundiendo a todos— es lo popular con el populismo, la austeridad con el pobrismo. Quiero un presidente popular pero no populista. Quiero un presidente austero pero no necesariamente pobre. Volviendo a por qué nos fuimos, queremos participar de un país donde se respeta a las personas. Además, a cada rato se inventan enemigos y consignas. Hoy son los ginecólogos que no quieren hacer abortos, se les acusa de que quieren cobrar. ¿Cómo van a decir eso? Pusieron un enemigo y una motivación que después hay que sacarlos. A los que roban en Punta del Este son pitucos: ¿entonces los podemos robar? Los que matan tenían antecedentes penales y había un ajuste de cuentas. ¿Entonces eso está bien? Hay que señalar que eso está mal. Estuve calladamente en los últimos meses yendo a los barrios de Montevideo, fui al Marconi, al Santa Catalina, al 9 de Diciembre... La mayoría de la gente que vive ahí es gente de trabajo que quiere ser escuchada. A una madre le mataron al hijo y las autoridades le dijeron que el muchacho era adicto. Entonces, pese al crecimiento enorme, todos estamos de acuerdo con que hubo un retroceso enorme en la educación, en la seguridad, en el combate a la droga.
—¿Usted ve un paralelismo con Argentina, donde hay un enfrentamiento amigo-enemigo?
—Sí, claro. El que no está de acuerdo conmigo es un enemigo. Eso lo hacen conmigo a cada rato. Le buscan una justificación de por qué uno va a estar en contra de eso. No aceptan que quizás piense distinto, que es algo natural. Entonces, ¿de quién es la culpa? ¿Del que dice “no estoy de acuerdo” o del que dice que “si no está de acuerdo es un enemigo”? Uruguay necesita apostar a los valores esenciales. Hay que aprovechar este año 13 para releer las Instrucciones. Artigas decía: oriental, no sumiso a Buenos Aires ni a ningún poder o potencia extranjera; especial atención a los más infelices; educación, tan ilustrados como valientes, y la seguridad en la campaña. Estamos yendo exactamente al revés.
—Cuando comenzó este gobierno tenía un contacto fluido con el presidente. ¿Hoy cómo es su relación?
—Yo soy de dialogar, charlar y buscarles la vuelta a las cosas. En el Parlamento lo hago todo el tiempo. Soy conciliador, no me creo el dueño de la verdad. Pero juntos y no revueltos.
—Pero el presidente anuncia como capital la articulación, la negociación, como por ejemplo que logró levantar el corte del puente con Argentina o la relación que tiene con los intendentes.
—El presidente tiene la actitud de conciliación con algunos. Con nosotros no la ha tenido. Estamos dispuestos a conversar por el bien del país. De todas formas, una cosa es lo que el presidente quiere y otra cosa muy distinta lo que el partido le permite hacer. En algunos puntos el presidente está más cercano a nosotros pero después no lo hace. En el gobierno cuando hoy te sentás a conversar con ellos, te dicen sí a todo pero después no se hace. Entonces, es muy fácil ser conciliador, pero hay que cumplir.
—¿La oposición debería juntarse para ganar en Montevideo o en otros departamentos?
—Sí, sí. Nosotros aspiramos a tener un acuerdo con el Partido Nacional, por Montevideo, para marzo o abril.
—¿Específico para la capital?
—La idea es que, a partir del acuerdo por Montevideo, ampliarlo a Canelones y Maldonado seguro, y tal vez a algún otro departamento. Queremos hacerlo, nos parece necesario, y creo que en el nivel municipal y en el departamental es más fácil, porque no es algo tan partidario ni tan ideológico. Que funcione el alumbrado, la recolección de basura, no es una cuestión ideológica. Además, la ciudad necesita con urgencia ser modernizada. Montevideo ya está en una situación de caos absoluto y en etapa de crisis semiterminal. En los últimos tres años ha sumado 40.000 vehículos por año, y no ha hecho en 20 años una sola obra de tránsito en serio —salvo el corredor Garzón, que sigue con problemas—. ¿Cuál ha hecho? No hay. Queremos hacerlo, y para eso nos tenemos que juntar los que queremos una Montevideo moderna, nueva, bien administrada, limpia: eso no es cuestión de blancos, colorados o frenteamplistas sino de querer las cosas.
—Varios han comentado que para ello se requiere una ingeniería electoral muy complicada. ¿Es así?
—No. Nosotros queríamos balotaje pero no va a salir porque el Partido Nacional no lo quiere. Pero ellos proponen hacer un lema aparte y votar dentro de ese lema. Cada uno con su candidato, pero dentro de ese lema, para no perder la identidad.
—Larrañaga se manifestó en contra de esa idea.
—Trataremos de convencerlo. Nos parece necesario.
—¿Cree que pueden ganar en Montevideo?
—Depende de tener buenos candidatos y un buen programa. El programa va a ser común, así que si es bueno, ganamos. Porque la gente lo va a ver como bueno, y si es así lo va a votar.
—¿Y cómo piensa contrarrestar el dedo acusador que indicará “allí están, blancos y colorados se juntan con un fin puramente electoral”?
—¿Y el Frente Amplio qué hizo? ¿Qué hicieron el Partido Comunista, el Partido Socialista, los fundadores del Frente Amplio? ¿Se juntaron para perder? ¿Asamblea Uruguay es igual al Partido Comunista? ¿O el Frente Líber Seregni es lo mismo que el Partido Socialista? ¿De qué estamos hablando? Esto es necesario, lo es para que Montevideo sea una mejor ciudad, para que Maldonado termine esta peligrosa declinación en la que ha entrado. En Maldonado están matando la gallina de los huevos de oro, destruyendo patrimonio.
—El presidente sostuvo que hay margen para seguir haciendo cambios en materia de impuestos, y su argumento es que los malos pronósticos que se habían hecho en ocasión de la creación del ICIR nunca se cumplieron. ¿Tiene razón?
—El presidente está faltando a su palabra: hay que recordar cuando fue al Conrad. A mí me duele porque eso es un capital de Uruguay que se está desperdiciando. Lo acompañamos al Conrad dos veces y prometió que no haría algunas cosas, y al estar presentes nosotros, avalando lo que él decía, también nos obligamos. Y entonces uno siente que avaló algo que luego no se cumplió. Además, con una política muy rara, porque se es muy blando con las grandes empresas —como Montes del Plata— y muy duro con el inversor uruguayo. Parece ser que el malo es el uruguayo que invierte y no la multinacional extranjera. Eso es un mensaje contradictorio del presidente. También se dijo vénganse a vivir que no los vamos a matar a impuestos, y cambió las normas del IRAE. Me duele que yo haya ido y avalado con mi presencia algo que se prometió y no se cumple.
—¿Cómo cree usted que es percibido por la gente?
—Creo que últimamente me han visto como alguien que critica más que lo que propone. Y creo que tengo que volver a ser alguien que propone más que lo que critica. Quizás eso es reflejo de mi tarea parlamentaria, donde hay mucho de control y el control pasa mucho por la crítica. Es algo en lo que estoy trabajando: volver a ser mucho más de propuesta, que lo somos, pero que tal vez es más noticia la crítica. Es algo que me preocupa, que me lo han dicho varios. Siempre me sentí más cómodo proponiendo que criticando, lo que pasa es que cuando uno está en el Senado, ese momento en que uno aparece lo hace más en la crítica que en la propuesta, pero he propuesto muchas cosas, en medioambiente, en educación, seguridad, temas agropecuarios, que quizás no lo he comunicado de forma adecuada. No es culpa de la prensa, pero siempre la crítica tiene mayor relevancia. Ahí tengo que corregir. Lo otro es que espero que me vean como alguien que en el acierto o en el error es honesto y transparente en sus propuestas, y alguien capaz de gestionar las cosas para que ocurran, no como ahora, que, además de un problema de rumbo, hay un problema de capacidad de hacer que las cosas se hagan. Estuve cinco años en tres Ministerios y voy a completar cinco años en el Parlamento, y es una buena experiencia; el trabajo en equipo es lo que considero como mi otra fortaleza.
—Planteó a su dirigencia que no pierda la humildad y evite el perfilismo. ¿Por qué lo hizo?
—Nosotros planteamos que primero está el país, segundo el partido, tercero el sector y cuarto nosotros. Tuve la sensación de que en algún momento más que trabajar en conjunto y discutir las cosas, se salía con una propuesta que no estaba conversada. Más allá de eso, soy un hombre de equipo, de partido, algo que creo esencial. Uno puede pensar en crecer, pero no se da cuenta de que lo ideal es que todos crezcan. En el monte criollo el árbol más alto es el que más creció, pero crecieron todos. En política es lo mismo. Si no, ahí lo ven: un ombú. Está solo. Alrededor de un ombú no crece nadie. En el monte crecen todos. Me preocupa mucho que crezcan todos y que ninguno crezca a expensas de los otros. El Partido Colorado tuvo dos grandes líderes, formidables: Sanguinetti y Batlle. Los que estábamos en el Partido nos acostumbramos a seguirlos en lugar de crecer nosotros también. Eso nos dejó un espacio que estamos tratando de llenar. Como Batlle y Sanguinetti no volverá a haber. Al menos en el corto plazo. ¿Pero qué tenemos que tener? Muchos que crecen. Y muchos son más que uno solo. Nuestra apuesta es a que el Partido Colorado sea cada vez más horizontal que vertical, algo que se está imponiendo en todo el mundo. Miro para atrás y veo a todos los legisladores de Vamos Uruguay, pero miro para adelante y entre Batlle y Sanguinetti por un lado, y Pasquet, Amorín y yo, hay casi 30 años. Pero miro para atrás y de vuelta se llenó de dirigentes con la elección juvenil. Crecé, pero si podés, ayudá a que crezca el de al lado.
—Blancos y colorados están disputando una parte del electorado. ¿Espera una pugna muy dura para el 2013?
—No. Necesitamos un Partido Nacional vigoroso y fuerte. La clave está en que crezca el Partido Colorado y que crezca el Partido Nacional. Yo quiero ganarle al Partido Nacional, y ojalá pueda ganarle por un voto, que los dos votemos muy bien. Pero obviamente no se trata de que al otro partido le vaya muy mal, porque eso compromete mucho las posibilidades de ganar después. Ya lo vimos en el 2004, cuando nuestro partido votó muy mal, el otro muy bien, y hubo un triunfo en primera vuelta. Es una competencia, no una guerra en que se trata de destruir al enemigo.
—¿Están los partidos tradicionales trabajando para ganarle votos al Frente Amplio?
—En la medida en que crezcamos, ganaremos más espacio y será a costa de alguien. Tenemos una linda oportunidad. Uno puede sacar conclusiones importantes: al Frente Amplio en las elecciones pasadas lo votó 48%, y hoy tiene intención de voto firme de 37 o 38%; hay diez puntos que dicen que los pueden votar pero tal vez no. Al Partido Nacional lo votó 28 o 29%, y hoy tiene intención de voto de 22%. Y a nosotros nos votó 17% y 17% tiene intención de votarnos: se retuvo todo y hay chance de crecer. Nuestra estrategia es crecer.
—¿Pueden convencer a quien le prestó su voto al Frente Amplio, que está más identificado con la izquierda?
—Si creyera que no puedo no estaría acá hablando con ustedes. La gente ya está viendo deterioro en algunas áreas. Tenemos una estrategia y un programa que aspiran a convencer a esa gente. Cuando estuvo (el presidente de Chile, Sebastián) Piñera en Uruguay, en un almuerzo en el cual participé, él, que es alpinista, dijo: los escaladores sabemos que la mitad del camino a la cima es la más fácil, que la más difícil es la segunda mitad. Nuestros países tienen la oportunidad de llegar a la cima, de pasar a ser desarrollados, pero hemos transitado la mitad del camino más fácil, la del crecimiento económico. Lo que viene ahora es la educación, la seguridad, las políticas sociales, los servicios, la calidad, los valores. Hoy les decimos a los uruguayos que estamos en un buen momento de la economía, que los precios de la carne, de la soja están muy bien, pero ¿usted está viviendo mejor? ¿Está recibiendo mejor educación? ¿Vive con más seguridad, con más tranquilidad? ¿Cómo los vamos a convencer? Con mucha propuesta. Los vamos a tapar a propuestas y con equipos solventes. Tenemos la base, los invito a escalar la segunda parte.
Política
2013-01-17T00:00:00
2013-01-17T00:00:00