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La espera en la cola del cajero o en el consultorio médico o en el trámite del banco. La situación puede llegar a ser insufrible y provocar fastidio, ansiedad o hasta una furia silenciosa. Para el común de la gente es un “tiempo muerto”, más o menos desesperante, pero para Roberto Appratto también es una oportunidad para escribir, porque en él se abre “una grieta en la conciencia” que lo lleva a una particular “agitación mental”.
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“Las nucas, los peinados, las maneras de gesticular, las presencias inmóviles dentro del cajero. (…) Hay pliegues suficientes en esa realidad en bruto para entretenerse un rato. Se trata solamente de observar y pensar al mismo tiempo en lo que de involuntariamente ficcional ya hay en lo real, en eso que uno puede detectar en el mundo y que aparentemente no tiene nada de interesante”, dice el autor en Mientras espero, su última novela.
Dividida en pequeños apartados, la narración es casi un largo monólogo en el que se escuchan las reflexiones del narrador sobre el cine o el lenguaje, sobre qué significaba el gesto que hacía su madre al escuchar o sobre la impaciencia que le generaba la espera cuando era visitador médico.
En el mismo tono de Como si fuera poco (2014, ganadora del Bartolomé Hidalgo), la nueva novela de Appratto se enmarca en las llamadas “narrativas del yo”, una forma de contar que borra los límites entre autor, narrador y personaje. Es así que se pueden escuchar las reflexiones y vivencias de Appratto como si se las estuviera contando a un interlocutor silencioso que se ubica en sus escenarios. “Tengo el número 86 en la mano, empiezo a arrugarlo mientras trato de hacer verosímil el escenario, de animarlo más allá de lo que puedo ver. Ahí empieza la invención”, dice el narrador, y quien lee se pone cómodo para seguirlo.
Irrumpen imágenes y sonidos de la infancia, la conversación de una pareja que está a punto de separarse o la visión del propio autor cansado de escucharse: “Uno se harta de sí mismo, de pie en medio de una sala. Se harta de su voz interior, la que se escucha, por ejemplo, al dar clase, pero también cuando se escribe”.
Y también aparece el homenaje y tributo a Thomas Bernhard, el gran escritor austríaco en el que Appratto se inspira para lograr la expresividad en la “modulación del habla”. Porque de eso se trata esta novela, de una forma de “decir” la pequeña historia con el ritmo que brinda la percepción hecha palabra. Un buen ejercicio para practicar mientras se espera que la pantalla por fin se ilumine y muestre el número que tenemos arrugado en el bolsillo.
Mientras espero, de Roberto Appratto. Criatura Editora, 2016, 87 páginas, $ 350.