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    En pocos años la banca llegará a su “estructura definitiva”

    Para Juan Carlos Chomali, ejecutivo principal del grupo Santander en el país y nuevo presidente de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay, la desaceleración de la actividad es “solo un ciclo” económico que ayudará a “consolidar” las posiciones del sector.

    Todavía visualiza espacios de expansión del negocio, ya sea incorporando tecnología, aumentando la transaccionalidad con el cliente u ofreciendo más servicios. El desafío, asegura, estará en aumentar los niveles de endeudamiento de la población así como bajar la estructura de costos de las instituciones. “Tenemos el desafío de rentabilizar esto y no creo que la solución venga por seguir fusionando bancos, sino desarrollando mercado. En estos dos años las posiciones se van a consolidar” y “va a ser mucho más clara la estructura definitiva de la banca en Uruguay”, opinó este chileno e ingeniero comercial.

    A continuación un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.

    —En momentos de desaceleración económica, ¿cuál es el rol que un banco de los líderes como Santander debe asumir?

    —Podemos revisar nuestras políticas de préstamos, fomentar el crédito en las pequeñas y medianas empresas, hacer un aporte a los proyectos de infraestructura. Tenemos que contribuir a que la desaceleración sea lo más breve posible o incluso contrarrestarla. La economía siempre tiene ciclos. Esto solo es un ciclo y la manera de superarlo es trabajando. Uno espera que (el resto de) la banca te siga. No nos hemos dejado estar, con independencia del momento económico. En ciclos contractivos puedes tener más competencia de precios si es que hay menos lugares donde prestar. Y sigue siendo un desafío del país fomentar el crédito y el endeudamiento. Uruguay tiene una tasa de deuda (al sector no financiero) sobre Producto Bruto Interno baja con relación a la región y el mundo. Pero detrás de la deuda hay proyectos, crecimiento de las empresas, adelantamiento del consumo de las personas, que generan desarrollo.

    Teniendo en cuenta la caída del consumo en el primer trimestre del año, ¿cómo espera que se desenvuelva el crédito a las familias?

    —Este año el país no va a crecer. Pero en créditos al consumo todavía los niveles de endeudamiento son bajos. La gente tiene espacio para endeudarse. Claro que si se frena el consumo puede golpear, pero nada te obliga a frenar el desarrollo de los servicios. Quizás requieran un seguro para el auto, una tarjeta de crédito con chip porque viaja al extranjero, una cuenta corriente porque desarrolla su negocio. No necesariamente le vas a quitar dinámica a la relación con los clientes. Si en algún minuto crecías al 20% quizás ahora lo hagas al 10% y alguno al 5%. Pero sigue siendo crecimiento.

    —¿Y el crédito a las empresas?

    —Allí va a haber dinámicas bastante planas. No así en 2017, cuando debieran empezar proyectos de infraestructura que van a movilizar a la banca. A las empresas quizás todavía les puedas brindar un mejor servicio, con sistemas de transacciones por Internet que pueden mejorar, ayudas para el comercio exterior y plataformas tecnológicas. Todo eso tiene espacio.

    —¿Cómo ve el anuncio de la instalación de una tercera planta de celulosa?

    —Moviliza al producto del país, a las empresas desde la pequeña hasta la más grande. Y si el proyecto además acarrea necesidades de infraestructura, está muy bien, porque para competir en el mundo necesitas una infraestructura vial y portuaria con otros estándares. En eso el país tiene que avanzar. Estos anuncios hacen ver el ciclo con más optimismo a partir de 2018.

    —¿Cómo visualiza el avance de la ley de inclusión financiera?

    —La gente se está acostumbrando a usar plásticos. Hemos visto un aumento de los servicios web, más facilidad para usar una app (para teléfonos inteligentes). En el largo o mediano plazo la ley tiene que ser eficiente y tiene que ser mejor, pero en la medida en que incorpores nueva gente al mundo bancario se puede ir marcando un espacio de rentabilidad. En el inicio solamente te está dando espacio para un mejor servicio. Toma tiempo. En tecnología Uruguay está a la vanguardia. Pero en máquinas de autoservicio podemos poner promotores en las oficinas y educar, y las redes físicas de pago siguen siendo muy grandes.

    La incorporación de la tecnología, ¿ya está bajando los costos?

    —Ayuda en términos de eficiencia, pero en generación de ingreso neto todavía se requiere tiempo. Todavía tenemos desem­bolsos promocionales bastante fuertes para competir por el mercado de la transaccionalidad.

    —¿Cómo visualiza el comportamiento de la morosidad?

    —El uruguayo es responsable y buen pagador. A nadie le gusta tener compromisos no cumplidos y eso ya es idiosincrático. Obviamente, la realidad hace que más empresas tengan problemas y eso habrá que enfrentarlo. Pero tenemos una prima de riesgo de las más bajas de la región. Puede haber un deterioro pero marginal. El cambio real va a ser cuando suba el endeudamiento.

    —¿Y por qué no sube?

    —Hay un tema de demanda, de cultura, de que se atravesó una crisis. Hay una manera de vivir más austera y cautelosa. Prueba de ello es la cantidad de personas que pagan por completo su tarjeta de crédito. Eso se ve en pocas partes.

    —La desaceleración de la economía y el menor crecimiento de los préstamos, ¿cómo afectarán las ganancias bancarias?

    —El contexto va a impactar poco. Lo que puede afectar es cómo se comporte el tipo de cambio: el capital en pesos lo tienes que cubrir, que en el fondo son seguros que se toman y pueden verse impactados si el peso se revalúa. Pero si el dólar termina en $ 33 o $ 32, las ganancias van a ser similares al año pasado.

    —¿Y la rentabilidad?

    —También similar. La rentabilidad de la banca es baja. Para mejorarla hay que seguir desarrollando servicios, generando ingresos a través de nuevos productos y trabajando la eficiencia. Esto es un tema que se ha perseguido siempre, porque si no, no hubieran existido tantas fusiones. La elevada estructura de gastos es lo más duro y difícil. Ahí hay que trabajar. Hay impuestos elevados: la banca paga un impuesto al patrimonio superior al de cualquier otra industria.

    Este año se subieron los encajes y se modificó la liquidación del IRAE. ¿Cómo impactará eso en las ganancias?

    —Lo del IRAE es fuerte y definitivamente impacta. Te suben los impuestos y hay que pagar más por las operaciones. El encaje es política monetaria legítima y se ha manejado bien.

    —El próximo año se incorporará la exigencia de un colchón de capital mínimo, ¿cómo lo analiza?

    —Se trata de ir adaptándonos a estándares internacionales y está ajustado a la realidad necesaria para tener bancos sólidos y solventes. Luego si necesitas más capital, vuelves a desafiar la creatividad para usarlo.

    —¿Este contexto acelerará el achicamiento de la plaza?

    —Hay bancos que no terminaron sus procesos de fusión y hay que ver cómo los construyen. Falta ver qué economías de escala se generan, cómo se avanza, qué competencia se da. La respuesta a eso la vamos a tener en dos años. Hoy la cantidad y calidad de los actores son sanas. Ahora, como industria, tenemos el desafío de rentabilizar esto. Y no creo que la solución venga por seguir fusionando bancos, sino por desarrollar mercado y buscar espacios para generarlo. Son dos años donde las posiciones se van a consolidar, y cada banco va a estar en lo que es, con su tamaño. La incorporación de tecnología seguirá siendo agresiva, mientras nos adaptamos a exigencias de capital y la nueva normativa. Y vamos a terminar de pasar un ciclo económico de menor crecimiento. A finales de 2017 o mediados de 2018 va a ser mucho más clara la estructura definitiva de la banca en Uruguay.

    —¿Cómo analiza el proyecto de ley que apunta a transparentar los saldos de las cuentas bancarias?

    —Todo lo que apunte a transparentar el negocio es muy bueno. Con eso se va a seguir consolidando el nivel internacional. No creo que se pierdan clientes, porque donde decidan estar van a tener exigencias altas.