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En el barrio Midland de Paso de los Toros, medio centenar de casas de dos y tres dormitorios están desocupadas hace un mes. Son casi nuevas, ya que un par de años atrás fueron construidas por UPM como parte de la infraestructura habitacional que la empresa finlandesa desplegó en la fase de construcción de su segunda planta de producción de pasta de celulosa en el país. Durante la obra, que llegó a ocupar a unos 6.000 trabajadores, allí residió personal extranjero de UPM y de compañías tercerizadas que desempeñaban diversos roles. Ahora, las casas son un vestigio de aquella euforia y albergarán a nuevas familias cuando el Ministerio de Vivienda las adjudique.
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La revalorización de esa zona, que era un campo baldío poco tiempo atrás, se asimila a lo que sucedió en el barrio La Criolla. Allí hay 75 casas y 24 apartamentos en un predio que UPM compró a una sociedad rural y donde actualmente reside personal del equipo de operación de la planta y también de Andritz Uruguay, la empresa que le presta servicios de mantenimiento de los equipos. Las viviendas, de diseño moderno —con hormigón premoldeado y chapa de tonos marrones claros y oscuros—, están en un predio parquizado, con caminos hormigonados que conducen a las proximidades del río Negro a una barbacoa techada, a la piscina, a juegos infantiles, áreas deportivas, sendas para bicicleta y demás. Pero los amenities no están en uso en la fría mañana del viernes 23, cuando Búsqueda estuvo allí.
En el barrio Charrúa, todavía quedan cientos de alojamientos modulares blancos y verdes que sirvieron para albergar temporalmente a trabajadores de la construcción. Ya se están desmontando, dado el fin de la etapa de construcción y montaje, también para ser donados. Fueron producidos por Volfer Ingeniería, una metalúrgica con décadas de historia familiar en Paso de los Toros que hacía silenciadores y equipamiento rural para el ganado empleando a unas 30 personas, pero que con la llegada de UPM se reconvirtió en una industria de viviendas prefabricadas. A partir de eso cuadriplicó su plantilla para la producción y pasó a fabricar ocho módulos habitacionales por día de 14 metros cuadrados, equipados con baño y cocina, prontos para ocupar.
A pocos minutos de Paso de los Toros y a unos cinco kilómetros de la planta —en pueblo Centenario— otras 48 casas modulares permanentes también fabricadas por Volfer Ingeniería se despliegan entre calles de balasto, espacios con parrillero y juegos infantiles. El nuevo barrio también parece deshabitado. Sin embargo, allí vive personal técnico de Andritz Uruguay con su familia. Los niños están en la escuela y el resto de las personas, en la medida que están vinculadas a la operativa de la planta, están trabajando ahí, explicó Matías Martínez, gerente de Comunicación de UPM.
La planta
Camino a la fábrica de celulosa la elevada humedad del ambiente se confunde en una nube con el vapor que sube por la chimenea principal y otras áreas de la planta de UPM 2, que por su extensión a lo largo y ancho de un descampado parece una ciudad en sí misma.
Al ingresar, hacia los costados se observan contenedores y algunas instalaciones de obra operativas por las actividades de terminación civil y caminería que aún faltan en el predio de 370 hectáreas de territorio franco.
A diario, unas 1.000 personas entran y salen a la planta para realizar tareas vinculadas a producción, mantenimiento, movimiento de químicos, madera, residuos, seguridad, logística, etcétera. Unas 200 son empleados de UPM y el resto corresponde a empresas que le brindan distintos servicios.
A partir de la puesta en marcha de esta segunda planta de la compañía finlandesa el empleo directo en toda la cadena de valor forestal-celulosa alcanza a 7.000 puestos, aunque genera otros 10.000 trabajos inducidos y aporta 3,4% del Producto Bruto Interno.
Igual que sucede en Fray Bentos, la operación transcurre durante las 24 horas todos los días del año, excepto en las paradas de mantenimiento general, que se realizan cada 18 meses durante unos 12 días en promedio.
Entre altas instalaciones metálicas, tanques, calderas, cintas transportadoras y cañerías elevadas, el edificio de oficinas queda escondido. Dentro, un auditorio es el centro de reunión todas las mañanas de unos 50 responsables de las áreas de producción, mantenimiento, supervisión, de jefes de turno, entre otros. Allí se pone a punto la situación de la planta, los temas del día que ameritan seguimiento y las actividades previstas en los distintos sectores, entre ellas, reuniones o visitas como la que Búsqueda realizó.
“Todos saben lo que está pasando”, explica Marcos Battegazzore, vicepresidente de Operaciones de UPM en Uruguay. La información con los parámetros “clave” de operación se proyecta en una pantalla similar a la de una sala de cine.
La principal “sala de control” de la planta (hay otra dos, una que se ocupa del patio de madera y otra está a cargo del secado de pulpa) y el laboratorio funcionan en el tercer piso y representan el corazón de la operación. Desde allí se realiza el seguimiento de los procesos productivos y los análisis y las mediciones en línea que realizan los equipos de la línea de fibra, recuperación de químicos, secado y demás.
En la sala circular —de aspecto futurista— unos 24 operadores de producción por turno controlan los distintos procesos que ocurren en la planta a través de monitores de unas 60 pulgadas. El viernes sobre el medio día la “cocción” de madera estaba detenida, según mostraba uno de esos televisores.
“Hoy estamos en niveles superiores al 50%-60%, un nivel (de producción) esperado para esta etapa de operación de la planta”, señaló Battegazzore.
Normalmente la cocción es continua, pero por alguna situación como la del viernes —en que las máquinas de secado estaban produciendo por debajo de lo que lo hacía la línea de fibra— se detuvo por unas horas la alimentación de madera al digestor.
El lunes 26 UPM informó en un comunicado público sobre la realización de actividades de mantenimiento en el área de línea de fibra. Explicó que de “forma eventual” podrían darse episodios de olor en las cercanías de la planta, pero que “en ningún caso” afectan la salud de las personas.
En estos primeros meses la planta viene ajustando los procesos y la disponibilidad de los equipos, lo que permite aumentar la producción diaria y estabilizarla en un nivel cada vez más cercano a la capacidad de diseño. Se prevé que eso ocurra hacia fin de año, cuando alcance 5.700 toneladas promedio de producción diaria, unas 175.000 toneladas al mes y 2,1 millones de toneladas al año.
Desde el inicio de la operación —el 14 de abril a las 23.48 horas— hasta el 13 de junio salieron rumbo a la exportación 72.000 toneladas producidas en Paso de los Toros. En tres oportunidades completaron los embarques que arribaron a la terminal especializada de la compañía en el Puerto de Montevideo con celulosa producida en UPM Fray Bentos. Se prevé que la cuarta exportación zarpe la semana que viene.
Otro hito de la planta de Paso de los Toros y la terminal montevideana será la puesta a rodar del Ferrocarril Central. También lo será para las comunidades en las que la existencia de la vía, en el pasado, no representaba que podía pasar el tren, reconoce Battegazzore. “Es una situación nueva, que requerirá reeducarnos a todos sobre lo que implica un tren rodando de manera continua”, señaló.
La vía ferroviaria yace al lado de la Ruta 5 y el tendido entra a la planta de UPM 2 en el área de descarga de químicos y luego en un galpón gigante —500 metros techados— donde se almacena la celulosa en fardos para ser cargada, por ahora, en camiones especialmente acondicionados para el transporte. Sobre fin de año se prevé que el tren esté operativo y comience de forma gradual a realizar el traslado de químicos hacia la planta y de la celulosa hasta el puerto.
Con la fábrica y el tren funcionando a pleno habrá una frecuencia de siete viajes diarios (seis de celulosa y uno de químicos) en las locomotoras y los 27 vagones que harán el trayecto de 270 kilómetros entre Paso de los Toros y Montevideo.