—¿Cuáles son los principales temas de preocupación para el SMU?
—Lo más importante es la salud de la población, la calidad de la atención desde la prevención hasta la rehabilitación. El ejercicio de la profesión médica ha cambiado muchísimo, en algunos aspectos para mal y en otros para bien. Hoy tenemos conocimiento y herramientas que nos permiten curar enfermedades que antes no eran curables, brindar una calidad de vida excelente a personas, que antes era imposible, aumentar la expectativa de vida. Pero también tenemos una deshumanización, un empeoramiento de la calidad del vínculo entre la persona que requiere atención y los médicos y médicas. Hay una fragmentación: el cardiólogo le ve el corazón, el otro le ve el cerebro, otro, la oreja… Una especialización extrema, que por un lado permite soluciones a los problemas de salud y, por otro, fragmenta la atención. Y hay muchas causas por las cuales ese vínculo se va deteriorando.
—¿Cuáles, por ejemplo?
—Los modelos con los que se ejerce la medicina, que en Uruguay es bastante paternalista. Las personas tienden a empoderarse, a buscar en Google, a cuestionar, y eso, si es malentendido o mal manejado, puede generar un conflicto. La información en sí no es mala, y que las personas busquen soluciones de salud no es malo. El problema es cómo los médicos acompañamos eso. Calidad del ejercicio de la profesión sería poder contar con todas las herramientas necesarias para que las personas puedan acceder a la prevención que les corresponda por franja etaria, por problemas de salud o lo que sea. Que puedan establecer un vínculo adecuado con el equipo de salud.
—¿Las condiciones, tanto de los profesionales como de los lugares donde trabajan, son las que hacen a la calidad de atención?
—Sí, todo. Nosotros hablamos de pacientes por hora… Soy infectóloga, y en los prestadores de salud en los que trabajo tengo 11 minutos en promedio. A veces son 11 minutos para decirle a una persona que tiene VIH, comentarle qué estudios le tengo que hacer y por qué, qué significa, qué tratamiento le voy a poner y ver cómo lo toma. Estoy poniendo un ejemplo extremo, pero es así.
—¿Y cuál sería el tiempo ideal?
—Mínimo, 30 o 40 minutos. Y no los tengo.
—¿El promedio actual es de 10 minutos en todos lados?
—Sí. En la Administración de Servicios de Salud del Estado son 15, porque en general hay cuatro pacientes en una hora. Hay diversidad de especialidades y también de médicos. Algunos siempre aceptan más, dan números extra. Y en el sector privado, a escala global, son cinco en una hora.
—¿Por qué tienen tan poco tiempo?
—En 2019 firmamos un acuerdo, al que llamamos “de calidad asistencial”, que tiene varios pilares. Uno era dar más tiempo en la consulta. Se hizo un cronograma, porque tampoco podía ser de un día para otro que las empresas se rearmaran, pues implicaba un lugar físico, horas… Ese cronograma terminaba a finales de 2020 con la medicina general, a la que se le daba lo mismo que se da hoy en el sector público, que son 15 minutos para cada persona. También tenía, para algunas especialidades, un poquito más. En algunos casos eran dos por hora, otros tres.
—¿Esos tiempos se acortaron más en la pandemia?
—Claro. En 2020 tocaba Consejo de Salarios en el sector privado y se firmó un nuevo convenio con muchos ítems. Allí el MSP y las empresas, dada la excepcionalidad de la situación que estábamos atravesando, en vez de terminar con el cronograma que estaba previsto para 2020 nos pidieron agregar una consulta telefónica y un turno más. Eso implicó volver a los cinco pacientes. Se firmó un acuerdo que estableció que podían ser hasta cinco (pacientes por hora) en medicina general y algunas especialidades durante la emergencia sanitaria. Ahora que cesó la emergencia sanitaria… El acuerdo de 2020 era excepcional. Si no hubiera habido pandemia estaríamos terminando de implementar el cronograma.
—Pero se hizo una excepción.
—Sí. Empeoró la calidad asistencial durante la pandemia, ya lo sabemos. En todo sentido, porque si además tuve que llamar por teléfono… Estamos en el momento de decir: “Vamos a recuperarla”.
—¿En esa disminución de la calidad asistencial influye también el estado físico y mental con el que quedaron los médicos por la pandemia? Me refiero a que arrastran cansancio, estrés, burn ou t…
—Sí. Uno trabaja con el cerebro, el cuerpo, la voz y el pensamiento. Y si eso no lo tiene bien, probablemente el resultado sea malo. Me parece que estas cuestiones llevan a otra cosa que tiene que ver con la calidad, que es el cuidado de los y las colegas en muchos sentidos. A nivel gremial venimos trabajando, desde hace una década, en la reforma del trabajo médico. Allí aparecen los cargos de alta dedicación, que terminaron siendo solo una sigla, pero en realidad significa bajar el número de trabajo que tienen los médicos, si es posible, a uno. Y si no a dos, pero uno es prioritario, y quizás otro, no cuatro o cinco. Y también generar un equipo estable en las instituciones. Esa reforma empezó alrededor de 2011 o 2012 y hoy tenemos unos 3.000 y pico de médicos con funciones y cargos de alta dedicación, tanto en el sector mutual como en ASSE.

Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS "Tenemos la certeza de que médicos y médicas, sobre todo los más jóvenes, ingresan al mercado laboral en algunos lugares, llámese ASSE, algunas unidades de emergencias móviles de Montevideo y el interior y algunas mutualistas, con un régimen de tercerización, facturando. Eso les da cero estabilidad"
—¿En qué debería consistir un cargo de alta dedicación?
—En un sueldo y unas horas de trabajo altas, porque son 40 o 48 semanales. Estamos hablando de ocho o 10 horas por día, y con un sueldo digno que le permita a la persona, por ejemplo, si es una mujer sola con hijos, mantenerlos. No es para comprarse un yate, sino simplemente cobrar un valor hora que no es distinto al que hay en el mercado, dentro de la medicina.
—¿Cómo se puede reestructurar esto?
—Una de las cosas que proponemos, y que es lo que está firmado en los acuerdos que establecen las funciones, es que el ingreso al mercado de trabajo sea como cargo de alta dedicación. Si vos a los más jóvenes les vas dando esa forma, va a llegar un momento en el que no el 100% pero al menos la mayoría de las personas tengan un lugar de trabajo. Agarrar un cargo de alta dedicación implica dejar otros lugares, y en esos otros lugares se van a precisar otros. Eso, por supuesto, no se hace en un día, es un proceso. Ese proceso requiere, desde nuestro punto de vista, la voluntad de los actores del sistema. Sin el MSP convencido de que el multiempleo médico hace daño a la salud, no vamos a avanzar.
—A principios de mayo, el SMU lanzó una consulta a médicos para conocer las condiciones de trabajo en régimen de facturación. ¿Por qué decidieron hacer esa consulta? ¿Hay alguna situación que preocupe?
—Sí, tenemos la certeza de que médicos y médicas, sobre todo los más jóvenes, ingresan al mercado laboral en algunos lugares, llámese ASSE, algunas unidades de emergencias móviles de Montevideo y el interior y algunas mutualistas, con un régimen de tercerización, facturando. Eso les da cero estabilidad. Es como que te vendo un servicio puntual, que si fuera algo de urgencia o de inicio uno pensaría que después de que hace uno o dos meses que está trabajando se queda, lo contratan.
—¿Y eso no sucede?
—No sucede. Estás igual 10 años haciendo las mismas horas, en el mismo cargo, siempre facturando. Hay un gran colectivo de personas que nosotros tenemos estimado en ASSE, de entre 2.000 y pico y 3.000. Y de los 16.000 médicos que están ejerciendo en el sector privado, seguramente haya más de 3.000 en régimen de facturación. A esto se suma el ingreso al mercado. Es importante resaltar que el 60% de los médicos y médicas en Uruguay son mujeres, y las que van ingresando al mercado más todavía. Todas ingresan entre los 25 y los 30, o sea que específicamente, si bien es una violación de los derechos de todos, para las mujeres es peor, porque en ese momento es donde uno más necesitaría protección para poder embarazarse, tener hijos, si quisiera. Y es el peor momento.
—¿Cómo evalúa el trato que el gobierno dio a los trabajadores de la salud durante la pandemia? ¿Se sintieron respaldados o faltó apoyo?
—Desde el SMU se esperaba una respuesta de mayor respaldo. Si yo paso raya hoy tengo más médicos jóvenes facturando, que por supuesto están cansados, agotados; tengo menos tiempo para cada paciente en la consulta; tengo la reforma del trabajo médico y esto de concentrar el trabajo sin avance; y, además, perdí salario real. Se debería haber hecho más por los equipos de salud. Es verdad, también, que fuimos los primeros en vacunarnos con la vacuna que tenía mayor eficacia demostrada en el momento. No digo que no haya habido esfuerzos, pero si uno pasa raya, desde el punto de vista de las condiciones de trabajo, estamos peor que antes, en vez de estar, al menos, igual. Faltó un poco.
- Recuadro de la entrevista
La medicina es un ambiente “muy machista y patriarcal”