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Río de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). En esta historia de espionaje que envuelve a Estados Unidos (EEUU) y América Latina no hay tiroteos, ni persecuciones de autos ni mujeres bonitas como en las películas. En cambio, sí hay un espía arrepentido, información obtenida en secreto y filtrada a los medios, y varias intrigas que metieron un signo de desconfianza en las relaciones hemisféricas. También hay un final incierto, con la idea de víctimas y victimarios variando según desde dónde se la mire.
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El arrepentido es Edward Snowden, un ex analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) estadounidense que en las últimas semanas filtró información según la cual los servicios secretos de Washington han espiado registros de comunicaciones telefónicas y por Internet de millones de personas dentro del país y en otras regiones, incluida América Latina.
Las intrigas no sólo se refieren al verdadero alcance que tuvo esa operación de monitoreo estadounidense, sino también a la suerte que correrá el propio Snowden, hoy requerido por EEUU y varado desde hace más de tres semanas en el área de tránsito de un aeropuerto de Moscú. Venezuela y algunos de sus aliados han dicho que le ofrecerían asilo, pero cómo eso puede concretarse y hasta dónde están dispuestos a llegar es todavía un misterio.
Lo cierto por ahora es que los reportes sobre el esquema de espionaje internacional han irritado incluso a los principales aliados de EEUU en la región, como Brasil, México o Colombia, y según analistas esto tendrá efectos inmediatos en las relaciones continentales, aunque difícilmente las altere en lo sustancial. “Va a poner la relación un poco más fría, un poco más distante y (con) un poco más de desconfianza”, anticipó Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un influyente centro independiente de análisis con sede en Washington.
“Es un golpe en la relación, pero no es algo que no se pueda superar”, agregó en declaraciones a Búsqueda.
Los ojos del Tío Sam.
La revelación de que Washington manejó al menos hasta marzo programas de espionaje en América Latina fue realizada la semana pasada por el diario brasileño “O Globo”, que citó como fuente documentos confidenciales de la estadounidense Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés) a los que tuvo acceso.
El periódico indicó que Brasil fue el país más vigilado de la región, seguido por Colombia y México, en una lista en la que también entran Venezuela, Argentina, Chile, Paraguay y Ecuador, entre otros. “Los Estados Unidos parecen no estar interesados apenas en asuntos militares, sino también en secretos comerciales —‘petróleo’ en Venezuela y ‘energía’ en México— según una lista producida por la NSA en el primer semestre de este año”, agregó “O Globo”.
El periódico precisó que durante el primer trimestre del año los agentes de la NSA usaron en la región un programa denominado “Prism”, que facilita el acceso a e-mails, conversaciones online y llamadas de voz de clientes de compañías como Facebook, Google, Microsoft o Youtube. Otro programa empleado en ese período, denominado “Boundless Informant”, permite catalogar llamadas telefónicas y accesos a internet que escapan del alcance del primero.
Los gobiernos de Brasil, México, Colombia y Chile reaccionaron pidiendo explicaciones precisas sobre los reportes de espionaje. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, dijo que de confirmarse la información resultaría “totalmente inaceptable”. Brasil comenzó a investigar si el monitoreo alcanzó áreas estratégicas en defensa o manejo de sus reservas petrolíferas, y si se cometió algún delito dentro de su territorio.
El asunto fue tratado el viernes por los presidentes del Mercosur reunidos en Montevideo, que en una declaración “rechazaron enfáticamente la interceptación de las telecomunicaciones y las acciones de espionaje en nuestros países, ya que constituyen una violación de los derechos humanos, del derecho a la privacidad y del derecho a la información de nuestros ciudadanos”.
Shifter dudó empero que las revelaciones de espionaje hayan sido una completa sorpresa en la región, ya que es probable que muchos sospecharan desde antes que algo así ocurría. “Igual obviamente eso tiene un efecto en la opinión pública: Estados Unidos sigue siendo Estados Unidos, a pesar de que ha perdido influencia en la región y ha bajado su peso, sigue siendo el poder”, comentó.
Zona sensible.
Paulo Velasco, experto en relaciones internacionales en la Universidad Candido Mendes, con sede en Río de Janeiro, también descartó que este asunto puede generar un cambio significativo en la relación de Washington con América Latina, donde a menudo surgen denuncias y sospechas de espionaje doméstico por parte de los gobiernos.
“No hay que asumir un tono muy acusatorio ni muchas críticas cuando se sabe que entre nosotros mismos hay problemas serios de no respetar las cuestiones de sigilo y demás. Incluso las leyes que hay en Lationoamérica en general para proteger las cuestiones de identidad muchas veces no son respetadas. En Brasil mismo, a veces nos deparamos con situaciones en que han sido violados los derechos bancarios y telefónicos”, dijo Velasco en diálogo con Búsqueda.
Argentina, un país donde los indicios de espionaje gubernamental generaron polémicas recientes, tiene “el régimen de vigilancia más agresivo de todos los Estados latinoamericanos de tamaño medio”, declaró hace unos días el fundador de Wikileaks, Julian Assange, desde su refugio en la embajada ecuatoriana en Londres. Y en Venezuela, donde a menudo se divulgan registros de conversaciones privadas entre políticos, el ex vicecanciller Milos Alcalay indicó que sería la oportunidad de reclamar al gobierno un informe sobre las “grabaciones ilícitas”, a la luz de su rechazo al espionaje norteamericano.
Más delicado aún para la región puede ser el tema del destino de Snowden, requerido por EEUU por filtración de información clasificada. Ayer miércoles se confirmó que el fugitivo solicitó asilo temporal en Rusia, posiblemente a la espera de definir si puede viajar a alguno de los países latinoamericanos que indicaron que le ofrecerían asilo: Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Estas naciones tienen gobiernos de retórica antiimperialista, pero EEUU es el primer socio comercial de Venezuela y Nicaragua y el segundo de Bolivia. Varios analistas estiman que si alguno de los tres alojase a Snowden, podría exponerse a represalias económicas de Washington. De hecho, muchos creen que ese riesgo puede explicar el recule del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, en este tema: después de recibir una llamada del vicepresidente estadounidense, Joe Biden, declaró que “fue un error” de un funcionario de su país haberle dado un salvoconducto a Snowden para volar de Hong Kong a Moscú.
Otro escollo que enfrentaría Snowden para llegar a América Latina es que algunos países europeos podrían cerrarle espacio aéreo para su traslado. Eso es lo que evidenció a comienzos de mes el desvío del avión del presidente boliviano, Evo Morales, cuando Portugal, Francia e Italia le denegaron permiso de sobrevuelo ante la sospecha de que llevaba al ex agente desde Moscú a Bolivia.
Este incidente también fue rechazado por los países del Mercosur y de la región en general. Velasco sostuvo que esa reacción fue adecuada, pero advirtió: “De ahí a efectivamente recibir a la figura de Snowden ahora en Sudamérica, para la región no sería tan bueno... y a Brasil seguramente le preocuparía”.