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El viaje de un grupo de esquiladores uruguayos para trabajar en campos de España en plena pandemia del coronavirus despertó la atención de varios medios de prensa locales e internacionales, principalmente españoles. Ese acontecimiento ocurrió en mayo y contó con la gestión de los ministerios de Relaciones de Exteriores y de Ganadería, entre otras instituciones vinculadas a la producción lanera como el Secretariado Uruguayo de la Lana.
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El hecho desencadenó una serie de reacciones mayoritariamente positivas en las redes sociales respecto al valor de la tarea que desempeñan esos trabajadores rurales de Uruguay, además de la importancia de realizar ese traslado a España, algo que ya hace años es una constante, pero esta vez en un contexto de emergencia sanitaria.
Una vez en tierras hispanas los esquiladores ganaron una relevancia aún mayor, debido a que marcaron récords en cuanto a la cantidad de ovejas esquiladas por día de trabajo.
El caso del esquilador Helder Canto, procedente de la ciudad de Baltasar Brum (Artigas), que llegó a esquilar 510 ovejas en un día, fue resaltado por los medios de prensa y en las redes abundaron las felicitaciones y el reconocimiento a su labor.
Búsqueda se contactó con Canto para conocer esa experiencia y las condiciones en que cumple su trabajo, entre otros aspectos.
Uno de los datos más resaltantes es que el esquilador uruguayo gana algo más del doble de dinero por oveja esquilada en España, en comparación a lo que percibe por igual tarea en Uruguay, dijo. La comparsa de esquila que integra ese trabajador generalmente se desempeña en departamentos del norte del campo uruguayo, donde se concentran las majadas. Es que en esas zonas del territorio los suelos son más aptos para la producción ovina y menos adecuados para otras actividades, especialmente la producción agrícola, debido a sus características, que son definidos como basalto superficial.
En la zona de Baltasar Brum el año pasado se pagó $ 18 por oveja esquilada y para la próxima zafra lanera, que arrancará en agosto, el pago será de $ 20 por esa tarea, contó.
Comparó que en España les pagan un euro (casi $ 45) por esquilar un ovino, por lo que al cambio de hoy es más que el doble de lo que pagan en el norte uruguayo.
Algunos productores o contratistas que intermedian en el proceso de esquila en Uruguay pueden llegar a pagar algo más, pero en el promedio andará por los $ 20 por oveja, dijo.
Debido a esa diferencia en el ingreso que recibe cada esquilador y la importancia que tiene para solventar los gastos de sus familias en el año es que hay un interés permanente de esos trabajadores por asegurar la temporada de esquila anual en el campo español.
Considerando que unos 300 esquiladores uruguayos fueron este año a España y recibieron un pago algo superior a un euro por oveja esquilada, eso podría representar un ingreso de US$ 3 millones, publicó ElObservador a mediados de mayo.
Canto, que tiene 38 años, está más que motivado porque junto con su pareja esperan su primer hijo y el resultado económico del trabajo que realiza le llegará en un momento ideal, considerando las necesidades que requiere esa situación familiar. Ese esquilador tiene previsto regresar a Uruguay alrededor del 20 de julio, pocos días antes del inicio de la zafra lanera local.
Las diferencias y el futuro.
Los esquiladores desempeñan su labor en España bajo estrictas reglas de cuidado y prevención sanitaria por el Covid-19. Cuando van en las camionetas desde el lugar donde se alojan hasta el predio donde están las ovejas a esquilar, el viaje es de hasta tres trabajadores por vehículo y sin desvíos por otros lugares para evitar tener contacto con más personas.
“Usamos tapabocas hasta para esquilar”, graficó. Y contó que la jornada laboral es de unas “ocho horas y media” diarias.
En su caso fue a España sin un intermediario, fue contratado directamente por una persona que reside en ese país europeo y que le brinda seguro de vida y cobertura de seguridad social, reconoció.
Mencionó otro dato, nada menor en cuanto a la conveniencia de ese trabajo, que es el pago de la mitad del pasaje entre Montevideo y Madrid por parte del empresario.
Esa “es una ventaja que tenemos en comparación a otros esquiladores” uruguayos que fueron a realizar la misma tarea, valoró.
Respecto a la situación de la producción sectorial uruguaya, Canto opinó que “el gobierno debería incentivar más a los criadores de ovejas” en Uruguay, porque hace 20 años en cada establecimiento rural llegaban a tener hasta 15.000 ovinos y hoy en día tienen unos 300 lanares.
A fines de los ochenta el rodeo de ovinos llegó a unos 25 millones de cabezas y en las últimas décadas cayó esa cantidad para quedar en poco más de 6 millones.
La dinámica y los cambios en la producción agropecuaria local derivaron en una liquidación de ovinos, cuya producción enfrenta varios desafíos. En los últimos años el sector ovejero destacó los problemas de rentabilidad y competitividad de la actividad, comparada con otras que ganaron más espacio, como la forestación y la producción agrícola.
También los ganaderos optaron por concentrar su rodeo en los vacunos y reducir la participación de los ovinos en sus predios.
Justamente, uno de los temas de preocupación pensando en una política de impulso de la producción ovina es la permanencia y el relevo generacional entre los trabajadores de la esquila. Es que esa tarea requiere una capacitación específica, que se suma a la predisposición de las nuevas generaciones de mantener el interés en desempeñar esa labor en el campo o no.