El defasaje del tipo de cambio, el costo de las tarifas públicas, la regulación laboral, el aumento de los salarios y la falta de acuerdos comerciales con mercados relevantes afectan la competitividad de la industria manufacturera y explican que el sector esté atravesando “momentos muy críticos”, dijo a Búsqueda el presidente de la gremial que los nuclea, Gabriel Murara.
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En 2018, la producción industrial —excluida la refinación de petróleo que realiza Ancap— se contrajo 2,9% respecto al año anterior, informó el lunes 11 el Instituto Nacional de Estadística. Si, además, se deja de lado la actividad de las plantas de celulosa y concentrados instaladas en zonas francas, el descenso fue de 2,1%, según el cálculo que hace la Cámara de Industrias (CIU). Para su titular, lo preocupante es que el volumen físico de producción y el empleo fabril están en niveles de 2007 y 2004, respectivamente. “Esta es la década perdida” del sector, se lamentó el empresario.
—Si uno toma los últimos años, desde 2014, todos han sido de baja en la industria, salvo el 2017 que tuvo una leve recuperación, de 1,9%. En 2018 cerramos con 2,1% de caída en la producción, en el empleo más —del orden de 3,7%—, que se acumula año a año. Podemos decir que tenemos una producción similar a la de 2007, con un empleo que anda en niveles de 2004. Es un sector que no ha acompañado la economía en general. El gobierno dice que el país hace 15 años que crece, bueno, en la industria manufacturera no ha sido así. Son datos que preocupan.
Antes de caer, hablábamos de si los precios internacionales volvían a los valores normales, qué iba a pasar con los costos y la producción acá. Eso se empezó a dar y la industria empezó a caer, a caer, a caer.
El Estado no adecuó los gastos, el país sigue muy caro y tuvimos un crecimiento salarial que entre 2014 y 2017 no acompañó la producción; eso también encareció mucho.
Por eso, antes de empezar la última ronda (de los Consejos de Salarios) la cámara advirtió que lo más importante era cuidar el empleo más que el salario, y tuvimos mucha crítica. Pero, en general, los convenios salieron dentro del margen de la inflación y eso va a ayudar al empleo, no al empleador. Y seguimos con la lucha del gasto del Estado, el déficit fiscal, las tarifas públicas. Con la nafta medida internacionalmente estamos entre los ocho más caros del mundo.
—El problema de costos hizo que Colgate Palmolive anunciara que dejará de operar en Uruguay; el año pasado fue Sherwin Williams. ¿Hay más empresas en esa situación?
—Hay muchas, porque la paramétrica de costos acá es muy cara. Lo venimos diciendo hace seis años y contestan que el país crece y que vamos bien. A lo mejor el país crece en áreas que no son las productivas; el agro tampoco es que esté mucho mejor… Hablan de las telecomunicaciones, de que UTE exportó y que va a exportar más. Pero las perspectivas para este año son más flojas que para 2018, en enero del año pasado teníamos exportaciones creciendo, el turismo como nunca. El tema es que hay que analizar si fue por mérito nuestro o por la situación de Argentina.
'La paramétrica de costos acá es muy cara. Lo venimos diciendo hace seis años y contestan que el país crece y que vamos bien. A lo mejor el país crece en áreas que no son las productivas; el agro tampoco es que esté mucho mejor…'
—¿La política industrial en este gobierno fue inocua?
—Si decimos que tenemos el empleo como en 2004 y la producción como en 2007, para el sector esta es la década perdida. Y no vemos a nadie que esté pensando en generar un cambio, con este gobierno, y hay que rascar mucho para ver qué pasará en marzo del año que viene. Con esta administración y la anterior no hemos tenido resultados buenos; cuando los hubo fue en momentos en que la situación externa era muy potable, pero ahora que se sinceró, la industria está pasando momentos muy críticos. Y no por responsabilidad solo del propio sector, sino porque los costos que está pagando por el déficit fiscal, traducido en las tarifas, por el defasaje del tipo de cambio, por la legislación laboral, por la falta de acuerdos internacionales, hacen que haya perdido pie.
—Las rebajas de la tarifa eléctrica, los cambios a la ley de inversiones, el mantenimiento del precio del gasoil, ¿no palió la situación? ¿Hay un error de enfoque en priorizar apoyos hacia la bio y nanotecnología?
—Todos los sectores de I+D y tecnología —que todavía están pasando un momento bueno, si bien se les ha presentado algún nubarrón por costos laborales— son pujantes, tienen crecimiento y ocupan a unas 12.000 personas. Tendrían que tener un crecimiento muy grande para sustituir lo que genera el PBI y el empleo de la industria. El gobierno ha hecho algún intento de promover lo industrial, con la UTE, y algún tipo de industria se puede adaptar, pero la mayoría no. Con los incentivos de la ley de inversiones pasa que están basados en tener rentabilidad. Y como la industria ha perdido rentabilidad —en muchos casos negativa—, la ley no ha tenido impacto. La prueba es que la inversión está en valores históricos muy bajos.
—Pero si fuera tan baja la rentabilidad, cerrarían más empresas
—Y es lo que está pasando. Perdimos muchas, van 25.000 puestos de trabajo en los últimos cuatro años. En 140.000 (empleados) perdimos un 20%, es mucho. Nunca estuvo tan baja la rentabilidad como ahora, en la CIU la medimos. Hay empresas que están mejor, otras flotando y otras que están abajo. Pero es bajísima, de 3% en promedio; esto va a provocar más cierres de empresas porque no van a aguantar. Prueban un año, otro, algunos se ilusionan porque el tipo de cambio quede más competitivo.
—El problema de competitividad se resuelve rápido con el tipo de cambio. ¿No hay también, como dijo la entonces ministra Carolina Cosse en el último Día de la Industria, empresas que no entienden las nuevas formas de producir?
—Con el tipo de cambio tenemos un problema. Si lo medís ya no con Argentina, sino con Brasil, solo el año pasado devaluamos 12% con 8% de inflación y Brasil devaluó 17% con 4% de inflación. Los cálculos dan un 30% de defasaje; se tiene que empezar a generar el cambio cuanto antes.
'Si decimos que tenemos el empleo como en 2004 y la producción como en 2007, para el sector esta es la década perdida. Y no vemos a nadie que esté pensando en generar un cambio, con este gobierno, y hay que rascar mucho para ver qué pasará en marzo del año que viene'.
La otra es bajar el gasto del Estado. Pero si se baja en año electoral, se suicidan políticamente. Eso no va a pasar.
Con estos números de menos exportaciones, turismo e industria, el Estado va a tener más problemas de recaudación. Y el sector privado ya hizo el ajuste de rentabilidad; ahora lo que está haciendo es sobrevivir y tratar de no caer, esperando algo que no se ve en el horizonte todavía. No veo a nadie que esté liderando un cambio en ese sentido.
—Según una encuesta entre los socios de la CIU, la inversión industrial caerá 7% este año. En cambio, habría un repunte si UPM —con condiciones especiales, como pide en lo laboral, por ejemplo— confirma la construcción de su segunda planta. ¿Ese megaproyecto derramará al sector?
—Ahí el empleo y el trabajo nacional tienen que tener prioridad, porque se tiene que beneficiar el país en la instalación. Como mínimo, los (productos y servicios) que tengan un competidor nacional tienen que estar favorecidos. La inversión es beneficiosa, viene con otra cultura de trabajo, genera muchos o pocos puestos de trabajo, pero genera.
En el tema de relaciones laborales, lo primero que hay que hacer es sacar de la ley de negociación colectiva los puntos que observó la OIT; lo que pide UPM ahora, se corregiría así. Hace nueve años que está en falta la administración. Hay gente que puede no hacer inversiones en Uruguay porque no se cumple con eso. ¿Si la inversión bajó por eso? No, bajó porque no competimos, porque nos creemos el ombligo del mundo y nos llevamos todo por delante y ahora nos estamos dando un baño de realidad con los costos que tenemos.
—¿Cómo evalúa la gestión del gobierno?
—Reprobó el quinquenio. No ha podido controlar el déficit fiscal, ni la inflación, se perdió competitividad, y hay otros índices —como la seguridad— muy complicados. Tampoco ha logrado acuerdos comerciales importantes. Para mí, es deficiente. Y dicen que estamos creciendo… Creciendo en la deuda y en la inseguridad. Y en el índice de competitividad laboral somos de los últimos, los más caros de América, hemos perdido muchos empleos. ¿En qué estamos creciendo? En nada sustentable.
Economía
2019-02-14T00:00:00
2019-02-14T00:00:00