—Mi nombre es Romina Comba, pertenezco a esta bella comunidad ya hace un par de añitos, y hoy les voy a hablar de qué se trata esta gran oportunidad que varios de nosotros que estamos en sala hemos decidido aprovechar.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSon las 21 horas del viernes 14 de agosto y en la reunión de Zoom hay seis personas, una de ellas es un periodista de Búsqueda.
A lo largo de casi una hora, Comba y Andrés Devitta, otro referente de la “comunidad” One Life, hablarán de las nuevas tendencias de la economía y de las ventajas de OneCoin. Del trueque al e-commerce.
No habrá menciones a la creadora de la criptomoneda OneCoin, la búlgara Ruja Ignatova, quien en octubre de 2017 desapareció sin dejar rastro. Tampoco hablarán sobre la acusación que el Departamento de Justicia de Estados Unidos (EE.UU.) presentó contra los fundadores de la compañía por montar un fraude piramidal con el que ganó cientos de millones de dólares y que terminó con el hermano de Ignatova declarándose culpable por estafa y lavado de activos.
Setiembre del 2014. La pirámide construida por World Capital Market 777 (WCM 777) se desmoronaba. “Yo deposité los ahorros de mi familia de siete años. Perdí todo”, declaró entonces Alicia González a El País. En su caso fueron más de US$ 50.000.
Como ella, cientos de uruguayos perdieron su dinero en ese esquema Ponzi con sede en Hong Kong y redes en todo el mundo. Otra promesa de ganar mucho dinero en poco tiempo.
Las víctimas contactadas por Búsqueda ahora, seis años después, no quieren hablar en público del episodio. “Caí en una estafa e hice a otros caer también, porque pensé que era un negocio seguro y lamentablemente no fue así”, explica una de ellas.
González dijo en El País que entró al “sistema aconsejada por un pastor”.
Edgardo López se presenta en su LinkedIn como un pastor-emprendedor. Lidera la Asamblea de Dios en Mercedes (Soriano) y en el pasado también participó en WCM 777. Armó una “web” y varios de su iglesia se sumaron al proyecto, aunque aclara a Búsqueda que él no la promovió. Dice que lo invitó alguien más. Y que “cada tanto los negocios fracasan”. Que pasa “en todos los rubros”.
No quiere hablar más del tema. Sugiere que el periodista investigue a los prestamistas que dan dinero a cambio de intereses de usura. Y antes de terminar la conversación por WhatsApp, lanza una pregunta.
—(¿) Conoce de la criptomoneda OneCoin que ha llegado a Uruguay?
El italiano Carlo Ponzi tiene el dudoso honor de dar nombre a un método de estafa. El esquema ideado por Ponzi en la década de 1920 era un fraude mediante el cual los estafadores consiguen pagar los intereses de una inversión con el mismo dinero invertido o con el de nuevos inversores.
La estructura se mantiene viva mientras lleguen nuevos inversores para cubrir los compromisos cada vez más altos que se producen, y cae cuando ese flujo se interrumpe o cuando los que están al tope de la pirámide, los Carlo Ponzi, deciden tomar el dinero y huir.
Para que todo eso sea posible, el sistema financiero, queriéndolo o no, hace su parte.
Y tanto en el caso de WCM 777 como el de OneCoin, dos esquemas piramidales que llegaron a Uruguay y son caracterizados por el gobierno de EE.UU. como esquemas Ponzi, el dinero pasó por los bancos internacionales.
Una investigación de 16 meses realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), BuzzFeed News, Búsqueda y otros 107 medios de todo el mundo detectó que el banco HSBC siguió prestando servicios bancarios para WCM 777 aun después de que había sido señalada como una presunta estafa por varios gobiernos.
La investigación, llamada FinCEN Files, se basa en una revisión de docenas de reportes de operaciones sospechosas (SAR, por sus siglas en inglés) presentados por bancos a la unidad de inteligencia financiera del Departamento del Tesoro, FinCEN, filtrados a BuzzFeed News. Los SAR no son necesariamente evidencia de una conducta criminal.
WCM 777 dejó algunas heridas en Uruguay. Sospechas entre conocidos de que algunos rescataron su dinero y otros no.
La promesa era recuperar la inversión en cuestión de días, recibirían dinero y “puntos” que se canjeaban en supuestos proyectos de “cloud computing” próximos a salir al mercado.
“Nos dijeron que WCM777 nos garantizaría recursos para comprar alimentos, dinero en una tarjeta y para los gastos diarios. Con la tarjeta —Kingdom 777— podríamos comprar productos en los free shops”, relató una víctima uruguaya a El País.
En otros lugares las cosas se fueron de las manos.
En marzo de 2014, tres hombres secuestraron a Reynaldo Pacheco, le golpearon la cabeza con piedras y dejaron al padre de 44 años de una hija pequeña muerto en el lecho de un arroyo en el condado de Napa (California). Las autoridades locales determinaron que su asesinato fue consecuencia de un fraude de inversiones dirigido a inmigrantes latinos y asiáticos de bajos ingresos.
Al igual que otras víctimas de la estafa de WCM 777, Pacheco recomendó el negocio a sus familiares y conocidos. Cuando la estafa Ponzi se derrumbó, un inversionista que perdió su capital decidió matarlo, según una reconstrucción del incidente elaborada por el ICIJ.
En septiembre de 2013, poco antes de que los reguladores financieros de todo el mundo anunciaran las investigaciones sobre la empresa, los líderes de WCM trasladaron la sede de la estafa Ponzi de Los Ángeles a Hong Kong.
En octubre, el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció que la policía iniciaría una investigación sobre las presuntas actividades ilegales del negocio en su país. Tres días después, los funcionarios de cumplimiento de HSBC presentaron el primero de varios reportes de actividades sospechosas relacionadas con las cuentas de WCM 777, y señalaron que se habían movido más de US$ 6 millones en transacciones a través de una sola cuenta en los tres meses anteriores. El SAR indicaba que una búsqueda en Internet había revelado “acusaciones de ser una estafa Ponzi” contra la empresa.
Cuatro meses después, en febrero de 2014, HSBC presentó otro reporte de actividad sospechosa sobre el esquema, en el que afirmaba que WCM 777 había recibido o enviado US$ 15 millones entre 2013 y principios de 2014 a través de su cuenta de HSBC en Hong Kong y de las cuentas de la empresa en otros bancos a los que HSBC prestaba servicios en dólares estadounidenses. Para entonces, las autoridades de Perú, Colombia, California y Massachusetts habían iniciado públicamente investigaciones civiles o criminales contra la empresa.
Sin embargo, siguieron fluyendo cantidades enormes de dólares a la cuenta de Hong Kong.
En marzo de 2014, los funcionarios de cumplimiento de HSBC presentaron otro informe de actividad sospechosa sobre WCM 777. Cuatro días después de la presentación de ese reporte, la Comisión de Valores y Bolsa (SEC, por sus siglas en inglés) de EE.UU. obtuvo una orden de restricción que buscaba congelar las cuentas bancarias de la empresa.
Pero incluso después de la orden de la SEC las cuentas de WCM 777 en HSBC siguieron muy activas. Según los documentos judiciales presentados posteriormente por los abogados designados por la SEC para conseguir la restitución a las víctimas de la estafa, WCM 777 vació más de US$ 7 millones de las cuentas durante la semana siguiente, hasta reducir su saldo a cero.
El banco dijo a ICIJ que incrementó el personal que trabaja en el área de cumplimiento de cientos de miembros en 2012 a miles en 2017 e invirtió más de un billón de dólares en iniciativas de cumplimiento desde el año 2015.
En una entrevista concedida al ICIJ, Ming Xu, el fundador de WCM 777, justifica su conducta y niega ser el creador de una estafa. Dice además que el HSBC no se puso en contacto con él para preguntarle sobre los flujos masivos de dinero que su compañía estaba moviendo a través de las cuentas en el banco en Hong Kong.
Xu sostiene que ofrecía productos reales y que es una persona de bien. De hecho, asegura que antes de caer en desgracia por culpa de la SEC había comprado varias hectáreas de terrenos en California para construir una comunidad cristiana. Porque Xu es un pastor evangélico.
La música electrónica suena a todo volumen en el mítico estadio de Wembley, en Londres. Es julio de 2016.
—¡Señoras y señores! ¡¿Están pasándola bien?! ¡¿Están pasándola genial?! —grita un presentador con marcado acento británico, vestido con un frac abrillantado y solapas bordó y pajarita en composé.
—¡¡¡Sííí!!! —responde un público que el video no muestra.
—Yo también lo estoy. Hemos escuchado a tantos oradores tan buenos hoy, pero esto es solo el comienzo. Recuerden que estamos por una razón. Todos nosotros estamos aquí por una razón. Ahora, obviamente, estoy de vuelta en el escenario porque voy a presentar a una oradora. Esta oradora es la razón por la que estamos todos aquí ahora, es la pieza maestra de este evento. De hecho, de todos los días. Esta es la creadora, la mente maestra, la fundadora de la criptomoneda, de OneCoin…
El presentador sigue la arenga unos segundos más, hasta que pide aplausos. Los fuegos artificiales estallan y llamaradas emergen al frente del escenario. La canción This girl is on fire, de Alicia Keys, irrumpe.
Y aparece ella con un vestido de gala bordó y mucho brillo.
Si bien no es una líder evangélica, a su manera Ruja Ignatova también predica. No anticipa la llegada del mesías, sí el fin del capitalismo en su versión actual.
—Todos los que estamos aquí, o la mayoría, somos parte de OneCoin. Muchos nos entusiasmamos tanto con la criptomoneda y este concepto que trajimos amigos. Muchos de ustedes traerán incluso socios de negocios. Esto significa que se vuelven parte de una comunidad, de una familia. (…) Esto es lo que nos hace fuertes: la comunidad. Dos millones de personas que están firmes con esta moneda y que quieren construir su propio éxito.
Ignatova dirigió el proyecto hasta que desapareció misteriosamente en octubre del 2017. En el interín, OneCoin acumuló inversiones estimadas en US$ 4.000 millones.
En el caso de OneCoin, los FinCEN Files muestran que los bancos hicieron reportes de operaciones sospechosas en febrero del 2017 por US$ 360 millones en transacciones realizadas que involucraban sociedades offshore relacionadas con la criptomoneda. Pese a la alerta, el dinero siguió su curso.
El Departamento de Justicia de EE.UU., en marzo de 2019, acusó a Ignatova y a su hermano Konstantin Ignatov de estafa y lavado de dinero. Los fiscales norteamericanos definieron a OneCoin como una “estafa piramidal de la vieja escuela, en una plataforma de la nueva escuela”.
“A diferencia de una criptomoneda auténtica, que mantiene registro del historial de las transacciones de sus inversores, OneCoin no tiene valor real. No ofrecía ningún método para rastrear su dinero y no podía ser usado para comprar nada”, dice la acusación del gobierno norteamericano.
Los investigadores consiguieron correos electrónicos de Ignatova. En uno de ellos, la fundadora de OneCoin evaluaba “estrategias de salida” del proyecto. Primero en la lista: “Tomar el dinero y correr y culpar a alguien más por esto”.
El hermano de Ignatova, que dirigió la empresa desde que ella desapareció en 2017, fue detenido en EE.UU. en 2019 y a mediados de este año se declaró culpable de los cargos.
Hay personas que no pierden la confianza en OneCoin y su comunidad pese a esos antecedentes. De hecho, la red para conseguir inversores de esa criptomoneda está activa en Uruguay.
Una pareja centroamericana da la bienvenida al evento. Él, mucho reloj y accesorios de oro, ella, muchas curvas.
El abogado Diego Rivero, de Regum Capital, todavía recuerda su ida al hotel Four Points para ver de qué se trataba OneCoin. Una clienta suya había invertido miles de dólares en la propuesta y quería saber de qué se trataba. Olfateaba una estafa. Y ahora dice a Búsqueda que su visita no hizo más que confirmar sus sospechas.
El orador principal comenzó diciendo que OneCoin valía más que Apple, Amazon y Facebook juntas. “A los 10 minutos de la charla te dabas cuenta de que era una estafa”, dice Rivero. Aunque aclara que “la gente cae igual” porque la “ilusionan con que con poco capital van a generar mucho”.
Rivero dice que tiene varios clientes que entraron a OneCoin y ahora no saben cómo salir, aunque ninguno ha recurrido a la Justicia. Algunos mantienen las esperanzas de recuperar su dinero.
Una de ellas se llama Dora, una argentina licenciada en Administración, que invirtió miles de dólares.
“El negocio es hacer entrar a más gente y cobrar las comisiones. Yo no me dediqué porque tengo un estudio de administración, una inmobiliaria; me interesó para un tema de capitalización, ahora estamos viendo cómo se reactiva el tema”, dice. Dora utilizó parte de sus monedas para comprar dos autos usados en Deal Shaker, una tienda de comercio digital casi sin presencia local creada para usar OneCoin. “Mientras que la empresa no presente su concurso, su quiebra, mantengo la esperanza 100 por 100”.
A diferencia de Dora, el pastor-emprendedor Edgardo López sí se dedica a reclutar inversores en OneCoin en Uruguay. Si el periodista de Búsqueda hubiese aceptado, López habría ganado el 10% de esa nueva inversión.
En Uruguay hay 1.400 cuentas con criptomonedas OneCoin, aunque una persona puede tener más de una cuenta, dice Andrés Devitta, votado por “la comunidad” como representante de Deal Shaker.
Devitta navegaba en Facebook cuando se cruzó con un video que atrapó su atención. Era un “muchacho español” que hablaba del “proyecto madre, de la migración de la riqueza, de por qué éramos pobres”, recuerda en diálogo con Búsqueda. “Me llamó muchísimo la atención porque siempre me había preguntado por qué mi familia era humilde, por qué no había logrado mayores riquezas en este mundo cuando la abundancia existe en el universo para todas las personas”.
Lo contactó en seguida, empezaron a hablar y Devitta vio que las respuestas a sus preguntas “existían”. Al poco tiempo había invertido 5.000 euros.
OneLife, aclara, no vende la criptomoneda, sino “paquetes educativos” (ver recuadro). Una vez comprados esos cursos, el inversor puede acceder, si quiere, a un equivalente en OneCoin. Repite varias veces que es opcional. El valor de la moneda, definido por la empresa, es de unos 42 euros y el “paquete educativo” vale 150 euros. El comprador debe girar dinero a Brasil, Colombia, Argentina, o donde esté “la persona más cercana”, dice Devitta, y a cambio recibirá un código para descargar los cursos. Y si quiere, podrá abrir una billetera digital para obtener las monedas.
Devitta sostiene que no es una estafa piramidal, sino una compañía que funciona con un esquema “multinivel” como Herbalife. Así, si el periodista de Búsqueda hubiese invertido, hubiera quedado “en una posición debajo” del pastor López, “en el equipo suyo”.
Devitta todavía tiene las criptomonedas en su billetera digital, a la espera de poder usarlas. La promesa inicial de OneCoin era que saldría al mercado en 2017, pero ese lanzamiento aún no ocurrió. Él sigue convencido del proyecto, aun cuando a la distancia de una búsqueda en Google está la información que pone en entredicho toda su “comunidad”.
—Te cuento. Estados Unidos es la policía del mundo, no le sirve nada, y mucho menos un cambio radical en los medios de pago. Por más que hoy en día lo están adoptando: Donald Trump tiene una moneda propia, se llama Trumpcoin, lo podés googlear también. Todo lo que podemos googlear siempre tiene algo malo. Si buscás en Google algo malo de Dios, existe; si buscás en Google algo malo de la Madre Teresa de Calcuta, existe; si buscás en Google algo malo de Lacalle Pou, existe; y hasta capaz que hay algo malo mío, porque siempre están ambas versiones.
Admite sí que en un momento el proyecto se vendía “de mala manera”, porque algunos prometían que el inversor se volvería “multiarchimillonario” en breve. Y ese no es el objetivo.
—Conozco a mucha gente que invirtió 140 euros y llama y me dice “a mí me estafaron” y patatín y patatán. ¿Con cuánto te estafaron? Con 140 euros. ¿Sabés que no te comprás ni un jean de marca con eso? ¿En cuánto te estafaron? Con 500 euros. Bueno, mirá, sí, un televisor, hacé de cuenta que se te rompió el televisor. No te estafaron, en realidad lo que pasó fue que vos no estudiaste, no le sacaste provecho a lo que compraste, que es educación.
Devitta sostiene que el hermano de Ignatova terminó preso por intentar que la propuesta ingresara a EE.UU., donde los proyectos como OneCoin son ilegales. Y agrega que él en Uruguay no tiene problemas porque existe “un vacío legal”.
Ante una consulta de Búsqueda, a través de su Departamento de Comunicación Institucional, el Banco Central del Uruguay (BCU) respondió: “La actividad de compraventa de criptomonedas no es una actividad regulada ni supervisada por el BCU. No se han recibido denuncias en el BCU sobre operativas con OneCoin en el país”.
En una hora de conversación, Devitta defiende sin tregua a Ignatova, su hermano y su madre. Defiende la idea. Está convencido de que la desaparición de Ruja y las acusaciones contra OneCoin son una reacción del sistema ante una amenaza.
—Cuando uno quiere cambiar la matriz económica me imagino que le deben llegar amenazas de todo tipo. No estás intentando cambiar un patrón de venta de libros, estamos intentando cambiar un patrón económico, donde queremos que desaparezca el dinero fiduciario, el papel billete. Los grandes poderosos, los dueños del papel billete, que se llaman Reserva Federal de Estados Unidos, me imagino que es gente muy poderosa, que hace un chasquido de dedos y desaparece lo que quiere de este planeta, le deben de haber dicho a la señora esta: “Mire, por favor, déjese de jorobar, deje de impulsar estas cosas porque va a tener problemas”.
Podría seguir hablando durante horas. Antes de terminar la conversación, se pone a la orden para evacuar cualquier otra consulta, porque, como dice más de una vez en la conversación, “todo tiene respuesta”.