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La exportación de nutrientes del suelo en la cosecha de eucaliptos es en promedio inferior a la de algunos cultivos agrícolas como alfalfa y maíz para silo, donde se extrae la planta entera, pero superior a la de la soja y el trigo, aunque ese impacto depende de la modalidad de cosecha de los árboles, ya que si se dejan los restos (corteza, ramas y hojas), este se reduce.
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Esas son algunas de las principales conclusiones de la presentación “La forestación: su impacto en las propiedades químicas del suelo”, que realizó el investigador del Departamento de Suelos y Aguas de la Facultad de Agronomía, Jorge Hernández, a mediados de octubre en la Cámara Mercantil de Productos del País.
Explicó: “Mientras en una cosecha forestal nos estamos llevando el 70% de la biomasa, que es la madera, apenas nos estamos llevando el 30% de los nutrientes, en la medida en que el manejo sea el apropiado, y que los restos de la cosecha queden en el lugar donde se cosechó el árbol”.
El área forestada en Uruguay es de casi 900.000 hectáreas, principalmente de plantaciones de eucaliptos y pinos en sus distintas variedades. Esa actividad tuvo un fuerte crecimiento en la década del noventa a partir de una serie de incentivos fiscales y subsidios establecidos en la ley forestal, aprobada en 1987.
El investigador mostró resultados comparativos entre cultivos forestales y agrícolas, respecto a la exportación anual promedio de nutrientes, considerando cultivos como la alfalfa, el maíz, el trigo, la soja y una plantación de Eucalyptus dunnii, bajo tres modalidades de cosecha: descortezado en el campo, descortezado en otro lugar o si el eucalipto fuera utilizado en su totalidad como biomasa para producir energía.
La exportación anual de nutrientes de los cultivos de alfalfa y de maíz para ensilaje (planta entera) es de “cantidades importantes; algo menos se llevan otros cultivos, como trigo, maíz (grano) y soja, y en el caso del eucalipto, si se descorteza en el campo las cantidades de nutrientes exportados son bajas”, pero “si se descorteza fuera del predio las cantidades aumentan, porque la corteza es muy rica en nutrientes”, resumió.
En la cosecha de una hectárea de una plantación de eucalipto para producción de celulosa se están extrayendo en promedio unos 100 kilos de nitrógeno, 70 kilos de potasio, 12 kilos de fósforo, 250 kilos de calcio, y unos 50 kilos de magnesio. La importancia de estos valores es que los nutrientes como calcio, potasio y magnesio, “no son normalmente agregados con la fertilización, son aportados por el suelo, y representan el costo que nos está cobrando el suelo por producir en él”, dijo Hernández.
Resaltó que “la situación más crítica es cuando se cosecha todo y no queda nada de esos residuos en el sitio”.
“Uno podría pensar que no es mucho lo que extraen de nutrientes los eucaliptos, pero hay que tener en cuenta el tipo de suelos en los que se plantan estos árboles, ya que se trata de suelos mucho menos fértiles que los utilizados para plantar granos y alfalfa”, dijo.
Los suelos de prioridad forestal del país se ubican principalmente en algunas zonas del litoral oeste, el noreste del país —como son los departamentos de Tacuarembó y Rivera— y en las sierras del este. En eso suelos el contenido de calcio, magnesio y potasio es muy bajo, como consecuencia de los reducidos contenidos de arcilla y de materia orgánica, lo cual también indica baja disponibilidad de nitrógeno y azufre, explicó el investigador de Agronomía. Esos suelos —además— son ácidos a muy ácidos, con bajos contenidos de fósforo y boro, por lo que “son suelos de baja fertilidad natural y considerados marginales para otras actividades del agro”, dijo. “La agricultura se desarrolla en suelos más ricos”, comparó Hernández en alusión a la mayoría de los suelos ubicados en el litoral oeste y sur del territorio uruguayo, que cuentan con un Índice Coneat (índice de productividad) más alto que en otras zonas. Esto hace que en la forestación “el margen entre la oferta de nutrientes del suelo y la demanda de la planta sea mucho más estrecho que para los cultivos agrícolas”,advirtió.
Consideró que eso implica “la necesidad de ser más cautos para manejar la sostenibilidad del recurso y de la producción forestal”.
Los trabajos de investigación también intentaron cuantificar los cambios en las propiedades de los suelos que inicialmente estaban con pasturas nativas y luego fueron forestados. Los suelos se vuelven más ácidos, y la cantidad de nutrientes disminuye, en comparación con los suelos bajo pasturas nativas, según los trabajos presentados en la conferencia organizada por la Sociedad de Productores Forestales y la Cámara Mercantil, en el marco de la celebración del Año Internacional de los Suelos.
Las características de los suelos de prioridad forestal “los hace más susceptibles a los cambios en sus propiedades químicas”, dijo. Ÿ aclaró que “sin embargo, dichas tendencias también se dan en la agricultura, como consecuencia de la degradación de la materia orgánica del suelo y al uso más frecuente de fertilizantes nitrogenados amoniacales”.
Otro comentario a modo de conclusión es “la importancia de dejar los restos de cosecha forestal en el sitio, no solo por el valor que tienen como reservorio de nutrientes, sino también por la protección del suelo contra la erosión”, valoró el investigador.