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    Facundo Ponce de León: “Uruguay se merece su academia de cine”

    Dentro de la academia y la industria cultural nacional, Facundo Ponce de León ha sido una figura polifacética. Investigador, filósofo y periodista, su vínculo con el audiovisual, que durante años lo tuvo al frente y detrás de programas de televisión como Vidas, El origen y Vivir, tomó, ahora, una dimensión mayor. En febrero asumió la primera presidencia de la Agencia del Cine y el Audiovisual del Uruguay (ACAU), que sustituyó al Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual (ICAU) como principal institución gubernamental dedicada al sector. Entre los planes trazados por la institución, cuyas oficinas se encuentran instaladas en el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu), se encuentran la creación de un observatorio, ya en funcionamiento, capaz de relevar y sistematizar información sobre el sector audiovisual, así como la concepción futura de una nueva academia del cine uruguayo, junto con una premiación adjunta. En su primera entrevista bajo su cargo, Ponce de León detalló a Búsqueda los pormenores de su transición del ámbito privado, al igual que el rumbo que el ente tomará para abordar los desafíos en la distribución, exhibición e internacionalización del audiovisual uruguayo, así como su visión sobre el papel de las series y el futuro de los fondos de incentivo al cine.

    —En tus primeras declaraciones como presidente, al ser preguntado sobre tu motivación para asumir el cargo, mencionaste que sentías una vocación arraigada hacia el servicio público que habías canalizado a través de otros medios. ¿Cómo evaluarías tu transición hacia el ámbito estatal?

    —Estoy contento de estar viviendo lo que estoy viviendo. Creo que la vocación de servicio público me habita. Ahora la estoy expresando desde este lugar: desde el Estado, cosa que nunca me había pasado. ¿Cómo llegué a este punto? Es muy difícil; ahí se te mezcla la vida entera. Probablemente tenga que ver con la última película que hago antes de pegar este salto (Hay una puerta ahí, 2023), sobre un enfermo terminal, sobre el tema de cómo llegar al final y de proyectarte a ese momento y ver qué te queda en el debe. Nunca sabés cuándo te toca. Capaz que te toca en la vejez y capaz que no. Mientras miraba a este hombre que se estaba despidiendo de la vida, decía: “Si a mí me tocara hoy, no pasé por esa experiencia”. Se fue dando y por eso estoy acá.

    —El articulado de la agencia no estuvo exento de polémica, especialmente en relación con su aprobación en la Rendición de Cuentas de octubre del año pasado. ¿Qué raya se puede pasar de ese proceso?

    —La raya que paso es muy positiva. Lo que terminó surgiendo como Agencia del Cine y el Audiovisual del Uruguay es algo donde todas las partes están identificadas cuando pienso en quién es gobierno, quién es oposición y en el sector. Respecto al proceso, lo viví con una extraña mezcla de mucho nervio y de mucha serenidad. Hace 10 años que hay documentos del sector que dicen que necesitamos una agencia. ¿Por qué el sector necesita una agencia? Porque todas las cosas que requieren de políticas públicas, en un momento de agilidad y flexibilidad, pasan por eso que se llama persona pública no estatal, o persona pública de derecho privado. Cuando Uruguay necesitó impulsar la educación creó Ceibal, cuando necesitó impulsar la investigación y la innovación creó la ANII, cuando hubo que proyectar la marca país se creó Uruguay XXI. La Agencia del Cine se inserta en una tradición del país de generar esta figura jurídica cuando hay que impulsar un sector. Esa necesidad no nació en esos meses de la Rendición de Cuentas. Nació en el compromiso audiovisual del 2014. ¿Se estaba haciendo muy rápido? Por una parte sí y por otra parte se estaba haciendo cuando se encontró una ventana de oportunidad para hacerlo. Hoy la agencia está porque las cosas desde el primer articulado se fueron mejorando, el propio gobierno mejoró, después la oposición hizo algunas intervenciones, el sector hizo su parte... Creo que existe esa confusión, que nos cuesta mucho comprender, entre lo que son políticas de Estado y lo que es un gobierno determinado en un contexto determinado. Lo que está detrás de la creación de la agencia es una política de Estado. No es una política de este gobierno para este gobierno. En ese sentido, me siento muy contento de ser parte de esta política de Estado.

    —Uno de los fundamentos detrás de la creación de la agencia fue, según palabras del ministro Pablo da Silveira, tener un organismo con una capacidad de reacción más ágil frente a las necesidades del sector. ¿Cuáles son esas capacidades para abordar esas exigencias?

    Por la constitución normativa que tiene, ser más ágil, más flexible, en el ámbito de lo público. La agencia, que es pública, te da otra libertad sin pasar por ciertos procesos de la administración central, muy complejos. Un ejemplo: si mañana tengo que ir al Festival de San Sebastián, se vota en directorio y se aprueba, no es una misión oficial que pasa por todas las cuestiones estatales. Si yo tengo un acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, que quiere apalancar la proyección de Uruguay, voy, me junto, acuerdo, se firman los convenios y se avanza. Lo estatal tiene otra cadencia. Y frente a esa cadencia de tiempos, en este sector que está muy dinámico en el marco de las industrias creativas, teníamos que dar esta señal.

    —Una de las propuestas hechas por la ACAU fue la de una evaluación o, mejor dicho, un monitoreo del sector con datos obtenidos por un observatorio específico. ¿Podrías delinear cuáles son los objetivos de ese departamento y si sus resultados se compartirán con el público?

    El sector se fue desarrollando a los tumbos, pero no por ningún problema de nadie. Parte de su historia no ha sido sistematizada. En un momento se llega a necesitar un observatorio que agarre y aspire todos los datos con una mirada y empiece a ordenarlos. ¿Para qué? Para el sector, la ciudadanía y el mejor desarrollo de políticas públicas. El sector crece exponencialmente y cuanto más crece más necesario es el orden para destinar mejor los recursos y entender mejor. Ese es el objetivo que tiene el observatorio. Toda esa información va a ser pública y para la ciudadanía, solo que estamos sistematizando. La semana que viene tendremos el primer encuentro con el sector de los primeros datos que vamos a empezar a ordenar de los primeros 10 años (2013-2023).

    —¿Hay algo que puedas adelantar?

    No, no porque eso es una cosa que primero vamos a ordenar bien y todo lo que adelante puede ser mal interpretado. Estamos sistematizando y algunas cosas hay que terminar de corroborarlas.

    —En relación con la continuidad de los fondos públicos como el Programa Uruguay Audiovisual (PUA) y el Fondo de Fomento, ¿habrá modificaciones en alguno de ellos en el futuro? ¿Se contempla la posibilidad de añadir nuevos fondos?

    Se mantienen los dos fondos. En el caso de Fomento quedó establecido por la ley, son $ 54 millones; el PUA tiene un decreto de US$ 12 millones para este año, porque depende de la situación del contexto económico global. El objetivo, más que buscar más fondos públicos es desarrollar un mecanismo por el cual el sector se pueda volver autosustentable y no estar siempre en la pelea de cuánto se puede llegar a traer al PUA. Después están los fondos que no necesariamente son públicos, que la agencia tiene toda la posibilidad de generar, para que también ayuden a la creación. Lo que está teniendo la agencia como estrategia es no mirar el Fondo de Fomento como una cosa y el PUA como otra cosa y seguir cada cual por su andarivel y por separado, sino quitar y verlos como parte de lo mismo. ¿Qué es lo mismo? El desarrollo de un sector cultural e industrial al mismo tiempo, sin tener que pelearse por ver quién gana la pulseada y que todo servicio de producción sea una promoción de cultura y desarrolle talento y arrime gente, y que toda creación de obra nacional tenga una mirada internacional que vea la distribución y la exhibición como parte de su quehacer. Uruguay es un país muy exitoso a escala regional y mundial en creación de obra. Tenemos un promedio de 20 estrenos anuales en este país. ¿Cuál es nuestro éxito en que esa obra viva bien y fuerte y quede en catálogos? Es mucho menor. Y está toda la mirada y esa mirada va a abrevar de todos los fondos. Y ahí está el desafío que incluye también el archivo. Tenemos un enorme debe con nuestro archivo. Que esté disponible, que tenga alrededor políticas públicas de promoción, de nuevas audiencias, de llegar a la ciudadanía. Toda esa es la mirada que tenemos que incorporar a los fondos y dejar de mirarlos solo como promoción de producción.

    —La institucionalización del ACAU ha provocado un debate en una parte del sector en relación con la dicotomía entre “industria” y “cultura”. Mencionaste la idea de eliminar esta noción de equilibrio entre ambos conceptos, y en su lugar buscar una síntesis que permita integrarlos.

    —Hagamos el ejercicio de pararnos en la intersección de industria y cultura. Para empezar, este sector cultural y creativo es industrial también, por su propia manera de desarrollarse. Vos podés considerarte un poeta y estar en contra de la industria, incluso no publicar, no querer que se prenda una imprenta y escribir tus poemas en servilletas de papel. Puede ser viable. Ahora, si querés hacer audiovisual, si querés hacer cine, la industria va a entrar porque hay equipos, porque hay rodajes, porque hay permisos de locaciones, porque hay castings, porque hay contratos, porque hay derechos. Que todo eso tenga que ir en detrimento de la obra no es cierto. Vos tenés que pensar no en la imagen necesariamente de la balanza, sino en la intersección de estas dos cosas. En que la industria no te apague tu impulso creativo, pero que tu impulso creativo tenga una mirada sustentable en lo financiero y en lo industrial. Esta idea de “el impacto me es ajeno como creación” no creo que sea una buena medida. Quizás para algún tipo de cine, en el que seguiremos apostando, sí, pero para el sector, como tal, no. Apostar a la diversidad del sector me parece esencial, me parece importante, y si mañana tenemos una comedia de enredos que tiene todo el checklist de cómo hacer un guion, pero funciona y es un éxito de taquilla en la región, es lo que tiene que pasar y no hay ningún problema. Esta idea de que hay que cerrarse a un modo de creación porque es el más valioso culturalmente me parece que no tiene fundamento, porque todos lo pueden ser. Pero entiendo que es un terreno en el que hay que ir despacio, porque hay gente que enseguida se siente herida en su susceptibilidad.

    —La internacionalización del cine uruguayo es un aspecto en el que la administración anterior también puso énfasis. ¿Cuáles son los objetivos que persigue la ACAU en ese aspecto?

    —El concepto de internacionalización también tiene una doble cara. Una es la Film Commission, que es el modo en que tú vendes a tu país como un destino para que se vengan a hacer obras acá, que también es una política de Estado que hay que seguir implementando y con más fuerza. Hay que darnos cuenta de que este país es un set de filmación. Vos tenés que salir a nivel internacional a decirle a cualquier estudio, cineasta, director y plataforma que lo que vos quieras lo podés hacer en Uruguay. Hay que salir de la idea de que solo se puede filmar entre Colonia del Sacramento, las costas y la Ciudad Vieja. Nuestra locación es el territorio entero. La otra cara de la internacionalización son las obras y ahí lo que falta es, para usar una palabra, el catálogo. Hay experiencias, más o menos exitosas, de llevar las obras que se estrenan, pero la idea es tener un catálogo estratégico que recoja la historia de nuestro cine, su diversidad, cantidad de estrenos. Eso te da marca país también.

    —¿Se prevé continuar trabajando en el fortalecimiento de la presencia de la agencia y los realizadores en festivales de cine internacionales?

    —El problema no es la presencia sino el plan con el que estás ahí. Hemos tenido discusiones muy interesantes de si estamos o no viviendo el fin de los stands clásicos. Suele pasar que las cosas más importantes al final no pasan nunca por los stands. La cuestión no es tener presencia, sino tener presencia estratégica. Entender bien a qué vas, cuáles son los puntos que hay que tocar, e ir como equipo: como la “selección uruguaya” que fue Málaga, a Berlín, a Canes y ahora la que va a ir a Iberseries Platino. Es ver con qué mirada vamos a los festivales y no tanto ir a los festivales.

    —¿Hay un debe en el acceso que las personas tienen al cine uruguayo, en ver nuestras propias películas? Me gustaría que abordemos el caso específico de CineUy. ¿Qué planes hay con el sitio?

    —Sí, hay un debe. Más que pensar cuáles son las responsabilidades, hay un debe y hay que trabajar rápido y bien en subsanarlo. La ciudadanía tiene que tener acceso y hay que crear los mecanismos para que eso suceda. CineUy es un proyecto que el instituto y la agencia apoyan, donde está Antel y Asoprod (Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay), y estamos en un momento de diagnóstico de ver cuál es su éxito. Desarrollar un acceso a la ciudadanía es importantísimo y ahí hay que ver cómo los distintos eslabones funcionan: los productores, exhibidores, salas, canales, plataformas, derechos... Todos esos ingredientes tienen que revolverse bien, revolverse mejor. Capaz que hay que cambiar de olla. La verdad es que no lo sé.

    —Identificaste a la distribución y exhibición de las películas uruguayas como áreas del proceso que requieren fortalecimiento. ¿Qué tanto se debe mejorar?

    —Estamos trabajando en eso. La agencia está para apuntalar que esos ingredientes se combinen mejor entonces y que no sea solo el caso esporádico que aparece cada año, como el de Bosco, que fue el último. Hay que ver qué se puede mejorar, cuáles son las estrategias y los públicos objetivos. Hay algunas ideas que la agencia está trabajando sobre una cantidad de público objetivo que tendría que acceder más a la obra nacional. No se trata de que la película uruguaya compita con el éxito de taquilla, sino preguntarse cuánto más público uruguayo podría acercarse si hacemos ciertas acciones. Y es muchísimo. El objetivo no es que la película uruguaya sea la más vista todas las semanas. Si es Barbie, está bien que esté Barbie. Lo que importa es ¿por qué vendés siete entradas si podés vender 70, y podés multiplicar por 10 el público de una película? Eso es lo que hay que trabajar.

    —En los últimos años, hemos sido testigos de la creación y surgimiento de series nacionales en la televisión. ¿Cuál es tu perspectiva sobre la evaluación de esta faceta de la industria y cuál es el futuro de un fondo como SeriesUy como programa de estímulo?

    —Sobre las series internacionales que entran a través del PUA internacional, el balance es extremadamente positivo. Han traído trabajo y derramado en el sector. Creo que ahí podemos trabajar mejor la noción de marca país. Aunque una serie como Senna sea de Netflix Brasil y solo utilice Uruguay como servicio de producción, Uruguay tiene que poder tener la fuerza de decir que el viejo aeropuerto es el circuito de Mónaco donde Senna ganó. La agencia va a trabajar en esa dirección. Respecto a SeriesUy, el diagnóstico fue que era un fondo que estaba articulado de una manera que no terminaba de convencer a ninguna de las partes: ni a la intendencia, ni al ICAU, ni a Canal 5, ni a TV Ciudad, ni a Asoprod. Hablamos con las personas que fueron ganando los fondos y efectivamente eran buenos números para pedir muchas cosas y estamos reviendo el formato de las series. Lo vamos a lanzar este año

    —¿Como un fondo?

    —Como un fondo. Las series son un formato que hay que entender, cuidar y la agencia está trabajando en fondos específicos para las series. Hay una idea de trabajarlo a un nivel más rioplatense.

    —¿Que se puede esperar de la ACAU de cara al resto del año?

    Creo que de acá a fin de año el gran anuncio es esta mirada más estratégica de las herramientas y las convocatorias, de cómo mirar el PUA y el Fondo de Fomento desde una intersección. Queremos empezar a introducir el cine, al audiovisual, como un tema de agenda un poco más sistemático y no esporádico. Porque no es cierto que sea esporádico. Tener como una comunicación más fluida con la ciudadanía que empiece a sentirse. Más que contar hitos, queremos que las historias de los rodajes en Uruguay empiecen a permear en la ciudadanía y que vos sientas que tu país es un set de filmación como le puede pasar a un neoyorquino. Para decirlo de un modo bien desprolijo: tenemos que usar más las cosas que hicimos, toquetear más esos contenidos. Me encantaría, me haría muy feliz.

    Consejo Directivo de la ACAU

    Con la transición del Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual (ICAU) hacia la Agencia del Cine y el Audiovisual del Uruguay (ACAU), se estableció en febrero de este año su Consejo Directivo. El órgano es presidido por Ponce de León, quien ejercerá su cargo hasta el 1º de marzo de 2025, y entre sus integrantes honorarios se encuentran Pablo Landoni, como representante del Ministerio de Educación y Cultura; Sabrina Sauksteliskis (Ministerio de Industria y Energía); Soledad Aguirre (Ministerio de Economía y Finanzas), y el cineasta Fernando Epstein en representación del sector audiovisual y en reemplazo de Esteban Schroeder, quien asumió el cargo originalmente.

    —Considerando la representación de diversos organismos reunidos en su Consejo Directivo, ¿cuáles son las fortalezas de ese tipo de constitución?

    La primera fortaleza es que el sector está representado en el directorio. Esto es una fortaleza en términos institucionales. El directorio toma decisiones y esas decisiones, una vez que están tomadas, se ejecutan. Es un directorio ejecutivo, resolutivo y amigable. Estamos discutiendo efectivamente la misión, la visión y el plan estratégico. Empezó con Esteban Schroeder, como representante del sector audiovisual, y por proyectos personales no pudo seguir. Está Fernando Epstein. Al mismo tiempo, a raíz de los primeros meses, vimos la necesidad de que más allá de que el sector estuviese representado en el directorio, y más allá de que la ley promueva una mesa del sector muy amplia, necesitábamos desarrollar una mesa ad hoc, como se dice, del propio sector, que la llamamos una vez por mes. Vamos cuatro reuniones acá. Ahí está Asoprod (Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay), GremioCine, Cinemateca, exhibidores, la Cámara de Videojuegos, festivales y la DGU (Directoras, Directores y Guionistas del Uruguay.

    —¿Eso siempre estuvo en los planes?

    En realidad sería parte de la mesa más genérica. Lo que surgió en el propio andamiaje es informar una vez por mes, para ir validando la presencia en el directorio. En el fondo la clave siempre es esa: poder sentarse en la mesa y decir: estamos haciendo esto por esta razón, o por esta otra. Las actas son públicas. Creamos también una Mesa de Patrimonio, que por la pandemia había quedado un poco sin efecto y la revivimos. También una Mesa Educativa, que no estaba, y reúne a las instituciones en las que se estudia audiovisual en todo el espectro terciario. Ahora estamos formando la Mesa de la Distribución y la Exhibición por temas que saldrán más adelante.

    Una academia para el cine uruguayo

    —Tengo entendido que hay un plan de crear una nueva premiación para el audiovisual desde la ACAU. ¿De qué se trata esta idea?

    —La agencia va a promover el nacimiento de una academia. La academia es lo que tienen todos los países que producen obra. Uruguay es un caso muy extraño porque tiene un nivel de producción muy gigante para su población, que demuestra el enorme talento, y no tiene una academia que los premie. Están los premios Macondo (Colombia), los Goya (España), los Oscar (Estados Unidos), los Ariel (México). Esa es la parte más visible de una academia. La academia premia a sus creadores en un evento anual y después tiene actividades formativas, por eso se llaman academias, que tienen que ver con desarrollo de audiencia, cuestiones de crítica y público y nuevos formatos. Uruguay se merece una academia. La agencia no es la academia, la quiere ayudar. Se creó una mesa también y Virginia Hinze, que hace mucho tiempo que viene con la idea, está trabajando en ello. Hay muchos documentos de mucha gente que decía: “¿cómo no tenemos una academia?”. Allí estarán los críticos, los técnicos, intelectuales y académicos. Mi idea es hacer una convocatoria abierta sobre fin de año a ver cómo se tiene que llamar el premio y qué tenemos que entregar. Ojalá que genere vinculación y que entre así la creación audiovisual en la conversación de la ciudadanía.

    —¿Cómo se financiaría?

    Con sponsors. España logró que el Goya se financie. Ojalá que tengamos un evento de inicio, que yo pronostico para noviembre del año que viene, que tenga una cierta fuerza y que podamos tener tres o cuatro invitados que traccionen. No es una estructura muy grande: es crear los eventos, tres o cuatro convenios y después las membresías. Estamos en contacto con Fiacine (Federación Iberoamericana de Academias de Artes y Ciencias Cinematográficas). La idea es avanzar con eso también y lograr de acá a un par de años tener la academia en funciones. De vuelta, no es de la agencia, sino que la agencia apalanca su crecimiento y su vida es autónoma, con este directorio, con esta membresía, con todas estas cosas.

    Vida Cultural
    2023-08-10T00:17:00