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En los últimos años la cantidad de uruguayos que decidieron comenzar sus estudios en el rubro de la tecnología aumentó. Sin embargo, pese al creciente interés por las carreras vinculadas al desarrollo tecnológico, las necesidades del mercado han aumentado de forma más pronunciada y veloz, lo que ha hecho que la brecha entre la demanda del sector y la oferta laboral sea cada vez más grande.
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Esa realidad supone “un enorme desafío para los gobiernos y las instituciones públicas”, sostuvo el director de Proyecto Digital de la Universidad Tecnológica (Utec), Juan Marrero, durante el evento Thriving in a Big Data World, organizado en octubre por la Embajada de Estados Unidos.
Marrero dijo a Búsqueda que Uruguay no escapa a esa tendencia global, y aseguró que las autoridades estiman que faltan alrededor de 2.500 profesionales para cubrir la demanda del mercado de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). “No tenemos suficientes personas capacitadas en el país; esto no es nuevo y se viene dando desde hace más de 10 años”, sostuvo.
Para el jerarca, el déficit de profesionales responde a diferentes factores. El hecho de que empresas extranjeras decidan invertir e instalarse en Uruguay reafirma la idea de que en el país hay una mano de obra muy calificada, competitiva en materia de salarios. Sin embargo, la modalidad de trabajo freelance está muy instalada, por lo que gran parte de los desarrolladores optan por trabajar para otros países, explicó. Además, los avances tecnológicos como la ciberseguridad, la inteligencia artificial o el machine learning requieren que la formación se actualice constantemente, algo que el mercado no termina de conseguir.
El director del Departamento de Ingeniería de la Universidad Católica del Uruguay y exdecano de su Facultad de Ingeniería y Tecnologías, Álvaro Pardo, estuvo de acuerdo con Marrero y afirmó que el hecho de que multinacionales desembarquen en territorio nacional evidencia la buena formación en el rubro.
“Las empresas que salen desde el país a competir al mundo son exitosas. Muy difícilmente alguien logra internacionalizar su oferta de servicios a nivel global como lo hace el sector hoy en día en Uruguay, si no tiene recursos humanos de muy buen nivel”, dijo a Búsqueda.
El problema, señaló Pardo, no está en la calidad de la formación, sino en la cantidad, ya que no son suficientes las personas que se acercan al sector. Además, afirmó que la educación, especialmente en las áreas tecnológicas, debe desarrollar estrategias para retener a los estudiantes que llegan a las carreras, algo en lo que hoy aún hay un debe. Según explicó, la tasa de abandono de la formación universitaria en Ingeniería es alta, por lo que las entidades educativas buscan actualmente la forma de conservar sus talentos.
Con ese objetivo, las facultades de Ingeniería de la Universidad ORT, la Universidad de Montevideo, la Universidad Católica, junto con la Universidad de la República, están llevando adelante un proyecto denominado Fondo de Fomento de las Ingenierías, con apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. El fondo busca financiar estrategias para mitigar la tasa de abandono y deserción de la carrera, mejorando la oferta para el estudiante.
“Se intenta hacer la carrera más ágil, modernizarla. Son fondos para que cada facultad desarrolle la estrategia que considere más adecuada para atacar estos problemas”, contó Pardo. En ese sentido, mientras que algunas instituciones plantean la posibilidad de una formación híbrida —parte online, parte presencial—, otras financian la formación de docentes, apuntan a un rediseño curricular o espacios físicos distintos.
Desde la Utec también trabajan para mitigar el problema. Desde hace más de un año la universidad estatal está trabajando en un proyecto que ayude a detectar la probabilidad de abandono de cada estudiante. Se trata de un “desafío de inteligencia artificial” que intenta predecir la deserción de los jóvenes y a partir de eso tomar acciones para incrementar la tasa de retención, y que es llevado adelante por el área de Tecnología Aplicada al Aprendizaje, liderada por Marrero.
Según explicó, con los datos obtenidos a través de distintas iniciativas, lograron este año comenzar a “entrenar distintos modelos predictivos”. “Hoy estamos llegando a la primera versión del modelo, pero se ajusta constantemente”, indicó, y es por eso que aún no están en condiciones de dar a conocer los resultados.
No mueve la aguja
Dos meses atrás, Google anunció su desembarco en Uruguay con la instalación de un datacenter en la zona franca Parque de las Ciencias en Canelones (Búsqueda Nº 2.043). El impacto positivo de esa iniciativa fue celebrado por las autoridades, pero según el presidente de la Cuti, Leonardo Loureiro, en caso de que se concrete, el proyecto “no implicará más de cinco empleados con suerte”. “Esto es 100% automatizado, no necesita a nadie. Hay que pensar que los tres datacenter de Antel juntos emplean a 30 personas”, explicó.
En ese sentido, opinó que la llegada del gigante tecnológico tendrá relevancia al posicionar a Uruguay como marca país, pero no tendrá, por ejemplo, grandes impactos a nivel de la academia.
Según Loureiro, actualmente hay unos 14.000 profesionales empleados en el área de las TIC. Además, egresan unas 900 personas al año. Sin embargo, no son suficientes. Es que las empresas no solo compiten entre sí por esos profesionales, sino que también deben pelear con el Estado, con la oferta del exterior, y con la academia. Por eso, afirmó, es necesario incrementar la cantidad de personas que estudian en el sector. “Si ves la pirámide educativa, vas a ver que particularmente los formados en ingeniaría son mucho menos de la mitad de los que se necesitan”, opinó.
Para Marrero, en tanto, la llegada de Google permitirá a la academia conocer en mayor detalle cuáles son las necesidades formativas más requeridas, para desarrollar a partir de eso modificaciones en los planes de estudio o cursos de formación profesional. Según dijo, en Uruguay existe formación vinculada a esas necesidades, pero la brecha existente ha generado que sean las propias empresas las que apunten a formar a sus empleados, en vez de buscar especialistas consagrados.
“Si bien esto es un problema a nivel mundial, Uruguay tiene la dificultad de no haber tomado las definiciones a tiempo o de forma conservadora. El sector crece muy rápido y no nos estamos poniendo a tiro”, opinó Loureiro.
