Dos patrulleros de la Policía estacionaron frente a una casona en la zona de Carrasco, a pocos metros de la rambla. Era miércoles 3 de enero a la mañana, y habían recibido una llamada de auxilio.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa escena con la que se encontraron era caótica.
Un arma de fuego, dos mujeres enfrentadas, y una letra de cambio por el valor de un millón de dólares. En el medio, uno de los empresarios más exitosos del país.
El hombre denunció a una de las jóvenes por violencia doméstica. Lo había amenazado a él y a su amante con un arma. A la segunda chica la acusó de querer robarle un millón de dólares.
La policía intentaba obtener un relato coherente de los hechos, pero la realidad parecía superar a la ficción. A la medianoche del día anterior, la pareja del empresario llegó a la casa y lo vio en la cama con otra mujer. Indignada, tomó una de las armas de la colección que se exhibía en la casa y les apuntó. La acompañante, mientras se vestía y esquivaba los golpes, insistía en que el dinero era un regalo y que la letra le pertenecía.
La chica armada aseguró a la policía que solo quería defender a su novio de una “loca” que buscaba aprovecharse, y que era él quien la había llamado pidiéndole ayuda. También les dijo que el hombre estaba “desquilibrado” y que necesitaba “tratamiento psiquiátrico urgente”. El empresario negó su versión, atribuyó la situación a los celos, y pidió que la desalojaran de su casa.
Los policías registraron la denuncia por violencia doméstica y la joven debió acatar una orden de alejamiento que le prohibió acercarse a más de 500 metros.
La familia de Robin Henderson espera que este episodio haya sido el punto final de la relación entre el exdueño de la cadena de supermercados Tienda Inglesa con Pamela Sverco, una joven 50 años menor. Es que la relación les preocupa al punto que están peleando varias batallas legales para detener lo que consideran que es una estrategia de la joven para apoderarse de la riqueza de un hombre anciano y con una salud delicada.
Hay al menos siete causas judiciales en trámite en diferentes sedes del país. La mayoría tienen de un lado a Henderson y del otro a su familia. A la denuncia de violencia doméstica se suma otra por “abuso de inferioridad psicológica” tras el reconocimiento del hijo de Sverco, la firma de un acuerdo que le habría supuesto la pérdida de varios millones de dólares al empresario y sus herederos, y hasta un embargo genérico por comprometerse a pagar US$ 155.000 después de un choque de autos sin heridos y luego no cumplir.
Las pruebas presentadas por la familia en los expedientes —a los que accedió Búsqueda— apuntan, sobre todo, a la creciente “injerencia” de Sverco en la vida de Henderson. Asegura que lo tiene “aislado” y que lo empujó a una vida de “excesos y descontroles”.
También responsabilizan al abogado del empresario, el penalista Diego Durand, por no asesorarlo adecuadamente en varios episodios clave.
Diversas acciones de Henderson —que habrían deteriorado su salud y “dilapidado” su patrimonio— demuestran que no está en uso de todas sus facultades y que “no puede dirigirse a sí mismo ni administrar sus negocios”, afirman.
En marzo de este año, la familia, resuelta a detener una situación que entienden que pone en “grave riesgo su salud y hasta su vida”, presentó en el Juzgado de Familia de 2º turno un proceso para que se lo declare “incapaz” y se deje en manos de uno de sus hijos la administración de sus bienes.
Robin Henderson nació en 1936, en el seno de una familia de origen inglés. Entre los 8 y los 13 años estuvo internado como pupilo en un colegio en Chile. Más tarde cursó el bachillerato en Escocia y estudió Economía en la Universidad de Cambridge. Cuando volvió a Uruguay, se empleó en el primer local de Tienda Inglesa inaugurado por su padre. Tras su muerte, pasó a encargarse del negocio. La firma se expandió con varios locales y se convirtió en una de las cadenas de supermercados más importantes del país.
No obstante, en los últimos años la empresa empezó a tener problemas financieros. Aparecieron varios interesados en comprarla y algunos accionistas vieron el negocio con buenos ojos. A Henderson le costó decidirse. Coqueteaba con distintas firmas, pero no llegaba a concretar la venta. Finalmente, Flater SA, un grupo compuesto por capitales extranjeros y uruguayos, dio en la tecla y lo convenció de que mantendría la esencia de los supermercados. La venta se concretó en setiembre del 2016 por US$ 140 millones.
En ese momento, la relación de Henderson con su familia estaba deteriorada. Cansada de las infidelidades de su marido, su esposa, Herminia Rojas, había abandonado la casa, aunque mantuvo el vínculo. Sus hijos estaban ofuscados por el estilo de vida “plagado de excesos” de su padre. Henderson, por su parte, sostenía que lo único que les importaba a sus hijos era el dinero.
Poco antes de la venta de Tienda Inglesa, Henderson firmó un acuerdo transaccional con la familia para darle la parte de los bienes muebles que correspondían a su esposa, quien los cedió a sus hijos. Ese acuerdo implicó crear un fideicomiso de US$ 45 millones del cual Henderson cobraría los intereses hasta el día de su muerte y los herederos serían los beneficiarios finales. Al concretar la venta, Henderson y sus hijos ordenaron al comprador que parte del dinero lo depositara en la cuenta del fideicomiso. Primero debía depositar US$ 13,5 millones y después entregar tres cuotas de US$ 7,5 millones.
La alarma de los hijos sonó cuando el pago de la segunda cuota previsto para el 28 de marzo del 2017 no se concretó. Sus abogados averiguaron el motivo: Henderson había renunciado a cobrar las deudas al firmar un acuerdo complementario con los nuevos dueños del supermercado, por el cual accedía a hacerse cargo de “daños indemnizables” por una cifra millonaria, identificados luego de la venta, a partir de un informe de una consultora.
El acuerdo, firmado el 20 de marzo de 2017, “agrava notoriamente” la responsabilidad de Henderson, aseguraron los hijos en la Justicia. El empresario perdió buena parte del precio de la venta “sin obtener ninguna prestación o beneficio a cambio”.
De este modo, “con tan solo seis meses de diferencia”, el empresario pasó de ser acreedor de US$ 17 millones a deber a Tienda Inglesa US$ 43,5 millones, afirmaron. Eso, “habiéndose desprendido por completo de sus acciones”.
Los hijos denunciaron incumplimiento de los pagos al fideicomiso y solicitaron que un arbitraje —un mecanismo previsto en el contrato firmado— obligue al padre a cumplir con su compromiso. Como no hubo acuerdo entre las partes para iniciar el arbitraje, los familiares presentaron una demanda en la Justicia civil para que obligue a la contraparte a comenzar el proceso.
Henderson citó a los antiguos accionistas, incluidos sus hijos, a una conciliación previa antes de iniciar un juicio por US$ 145 millones por “ocultamiento y maquillaje”, que llevaron al desmedro del valor de la tienda.
Henderson conoció a Sverco en 2011. En ese entonces, ella tenía 25 años. Durante un año tuvieron una relación informal, pero después el asunto se puso más serio y formalizaron la relación, según el testimonio de Sverco en uno de los expedientes. En 2013 se mudaron juntos. La esposa de Henderson había abandonado la casa tiempo antes, aunque siguieron viéndose e incluso celebraron un cumpleaños juntos.
El noviazgo con Sverco no tenía la aprobación de los hijos. Según afirmaron en la Justicia en el marco de la denuncia de incapacidad, la relación era “frecuentemente interrumpida y claramente no exclusiva”, ya que en los últimos años Henderson también se vinculó con otras mujeres, todas “mucho más jóvenes que él”.
Mencionaron, por ejemplo, otra relación iniciada en 2005 con una quiromántica, quien percibió “abultadas sumas de dinero, compra de vehículos y viviendas”.
Esas relaciones “han sido absolutamente nefastas” para el empresario —prosiguieron—, “repercutiendo negativamente en su salud como en su patrimonio, a tal punto que hoy en día su patrimonio se ha visto seriamente comprometido, producto de las dádivas y otros regalos que, sin ton ni son, van a parar a manos de estas y otras personas”.
El “aumento de la injerencia” de Sverco en la vida de Henderson fue acompañado “por un total apartamiento de su familia consanguínea, amigos y allegados”. No pueden visitarlo y están bloqueados de su celular, aseguraron.
A modo de ejemplo, relataron que su sobrina no pudo entregarle regalos que su hija, Lucy Henderson, le envió desde Alemania; que la hermana del empresario, Sheila Henderson, no ha logrado contactarlo en los últimos meses y que amigos “intentaron infructuosamente” hablar por teléfono con él. Tampoco su nieta pudo acceder a él para entregarle la invitación a su fiesta de 15 años.
Esa situación de “total aislamiento respecto de sus seres queridos y afectos” ha impactado en su salud —sostuvieron los hijos—, que “se ha venido deteriorando en forma por demás avanzada”, producto quizás “de la total falta de cuidados y numerosos excesos, problemas y situaciones estresantes, fruto de la conflictiva relación amorosa que mantuvo hasta enero del corriente año con Pamela Sverco”.
Los hijos acusaron a la joven de manipular a Henderson para que reconozca a su hijo como propio. En julio de 2015 Henderson hizo el trámite para darle su apellido, aun cuando a la fecha en que el niño nació, en 2006, la pareja no se conocía.
Otra prueba de los supuestos atropellos de Sverco contra el empresario es una denuncia que este radicó en enero de 2016 en el Juzgado penal de 20º turno, acusándola de “abuso de inferioridad psicológica”. Según la familia, la denuncia fue suscrita a pedido de Henderson, por uno de sus hijos, Robert Lee, y presentada por el abogado Durand.
“En esa denuncia se evidenciaba el abuso de estado de deficiencia psíquica del Sr. Robin Henderson y su notable mengua de las facultades volitivas”, afirmaron los familiares.
Más tarde, sin embargo, el empresario pidió que la denuncia se retirara y aseguró, en una declaración de marzo de ese año, que había sido una maniobra orquestada por sus hijos. “El problema es todo por plata”, dijo en ese entonces.
“Yo no presenté ninguna denuncia porque Sverco es mi pareja y no estaría presentando denuncia contra ella”, afirmó. Añadió que era su novia desde hacía cinco años y que tenía intenciones de casarse con ella. También dijo que le ofrecieron a la joven dinero para que lo dejara y que sus hijos la discriminaban porque era “morocha”.
En esa misma causa, Sverco declaró que las acusaciones de los hijos de Henderson son “calumnias” y afirmó que el problema es la “plata y el poder”. También acusó a la hija de su pareja de “racista” y afirmó que la han amedrentado para que se aleje del empresario.
En diciembre de 2017, 13 días antes de la pelea con el arma y la denuncia por violencia doméstica, Henderson y Sverco firmaron una solicitud de reconocimiento de relación concubinaria, radicada en un Juzgado de Maldonado. “Curiosamente, uno de los testigos ofrecidos de esa relación es el mismo abogado (Durand) que dos años atrás radicara la denuncia de él (Robin Henderson) contra ella (Pamela Sverco) por abuso de inferioridad psicológica”, plantearon sus familiares en el proceso por incapacidad.
En esa época, Henderson habría firmado una transacción con Pamela Sverco en la cual se “habría obligado a abonarle la suma de US$ 2,6 millones” y a transferirle un inmueble ubicado en la playa Mansa de Punta del Este, según la versión de los hijos. Después habría incumplido parte del trato y hoy la joven le estaría reclamando el pago de una multa de US$ 360.000.
Los hijos se opusieron al concubinato. En el escrito que presentaron al Juzgado, argumentaron que “existen fundadas sospechas de que no hay conciencia y voluntad en la presentación de la solicitud por parte del señor Robin Henderson, por encontrarse este en estado de minusvalía psicológica y mental”.
La lista de complicaciones que comprometen el patrimonio de Henderson parece no acabar: enfrenta también un embargo genérico dispuesto por la Justicia civil el 30 de octubre pasado, a raíz de negarse a pagar US$155.000 dólares por un accidente de tránsito. La suma, que para los hijos no tiene “ninguna correspondencia” con los daños menores que provocó en el accidente, fue el dinero que Henderson se comprometió a entregar al damnificado, a pesar de contar con seguro total, para evitar la denuncia policial.
Por otra parte, según la información que poseen los hijos, de los US$ 13 millones iniciales que Henderson cobró por la venta de Tienda Inglesa en la segunda mitad de 2016, ya casi no quedan rastros, “desconociéndose en general el destino dado al dinero”.
Los hijos y la esposa de Henderson presentaron en la Justicia estudios médicos y enumeraron episodios que, a su entender, demuestran el deterioro en la salud de su padre y su imposibilidad de valerse por sí mismo.
Según el relato de sus hijos, la salud del empresario comenzó a deteriorarse en 2002. Su primer quebranto importante fue durante un vuelo a Alemania para visitar a su hija, cuando sufrió un ataque de epilepsia.
En 2016 Henderson debió ser hospitalizado por una gangrena en su pie derecho, por la que se le debió amputar un dedo. En enero de este año sufrió una trombosis y no accedió a internarse, como le prescribió el médico de la emergencia del Hospital Británico.
En julio del 2017, un examen del Instituto Técnico Forense en el marco de un juicio penal concluyó que Henderson no estaba incapacitado. La familia disputa esas conclusiones con informes de otros profesionales.
Citaron un estudio solicitado al psiquiatra Álvaro Rodríguez Lazcano, de marzo de 2018, quien identificó una “pérdida de capacidad de saber y entender el alcance de sus actos”, y un “deterioro de grado demencial” en Henderson. El especialista, no obstante, debió basarse en el relato de allegados y en estudios previos, ya que no pudo verlo en persona. Otros especialistas consultados —un geriatra, una psiquiatra y un neurólogo— arribaron a conclusiones similares.
Para la familia, es claro que Henderson “padece una disfunción intelectual agravada por sus anomalías físicas— que han llevado a que no pueda autoconducirse con la normalidad estándar en su vida de relación, lo cual se agrava en la medida en que su estado de salud no es correctamente atendido por personas extrañas a la familia que utópicamente han procurado su cuidado, pero que en verdad solo han intentado aprovecharse de su condición”.
Henderson, aseguraron en la solicitud de incapacidad, es portador de una “patología intelectual severa, alienante, crónica, irreversible y que lamentablemente irá agravándose en forma progresiva, con lo que se dificultará aún más la posibilidad de dirigirse a sí mismo y administrar sus bienes”.
Y concluyeron que “solo ese estado de debilidad intelectual puede explicar que un exitoso empresario como el Sr. Henderson vea desmoronarse velozmente su estado de salud, se autolesione, deba soportar a esta altura de su vida un embargo genérico, deba sobrellevar que no pueda contactar, ni siquiera, con sus parientes o amigos de toda su vida, que reconozca como hijo extramatrimonial habido por una mujer que no conocía al producirse la concepción, que despilfarre infundadamente su patrimonio realizando donaciones a personas que apenas conoce o que agrave sin fundamento alguno su responsabilidad patrimonial por la venta de Tienda Inglesa”.
Por eso pidieron a la Justicia que designe a su hijo Alan Henderson como curador interino con el fin de administrar el patrimonio del denunciado, “protegiendo sus intereses en los sendos trámites judiciales denunciados en autos”.
Los familiares plantearon que la solicitud se motiva en la “frustración e impotencia” que han sufrido “al verse impedidos” de tener contacto con Henderson y al observar la “crisis” que padece y la “falta de asistencia médica adeudada”. Esperan, con un fallo favorable, conseguir que su padre reciba una asistencia médica adecuada que le aseguren “una vejez digna”.
Búsqueda intentó contactar a Henderson a través de su abogado, quien no pudo ubicarlo y prefirió no hacer declaraciones sin su consentimiento.