Tras más de 40 años instalado frente a la usina municipal de residuos Felipe Cardoso, el asentamiento es algo regular a los ojos de quienes pasan por allí. Hace décadas conviven entre toneladas de basura, con los problemas de salud que eso causa. Todos están colgados a la luz de forma irregular. Lo mismo ocurre con el agua. Y ante la falta de saneamiento cada familia buscó cómo generar sus pozos negros. Cuando llueve los techos gotean. Abundan las ratas, el olor es por momentos insoportable, y los incendios son recurrentes por la combinación de cables colgados, estufas precarias y materiales inflamables. En los temporales se vuelan techos y la lluvia hace que fluyan líquidos tóxicos desde los basurales.

El reclamo es histórico: quieren ser realojados. La falta de respuesta también lleva años. Y persiste a pesar de los cambios de gobierno donde tanto colorados, frenteamplistas y ahora nacionalistas en alianza con cabildantes, colorados e independientes no han contemplado en sus planes para erradicar los asentamientos una solución definitiva.
El Plan Avanzar anunciado recientemente por el Ministerio de Vivienda (MVOT) fue destacado por el presidente Luis Lacalle Pou y la ministra Irene Moreira como una inversión histórica que llegará a US$ 480 millones en el quinquenio, duplicando el dinero invertido en gobiernos anteriores. Con ello se prevé resolver la problemática de 120 asentamientos. Pero el de Felipe Cardoso, a pesar de tener más de cuatro décadas instalado en el Municipio F, y otros 500 más, permanecerá sin atención.
Lorena demuestra su malestar con el sistema político, acompañado de resignación. Mientras camina dice: “Vienen en épocas de campaña nomás. Acá ya nadie les da pelota porque luego no aparecen. Es como si no nos vieran después”.
Erradicar los asentamientos ha sido un objetivo de gobiernos de diverso color político a lo largo de las últimas décadas. El Frente Amplio sin hacer promesas numéricas se propuso solucionarlos, pero año tras año la cifra creció hasta llegar a los más de 600 al cierre de 2021. Diez años antes la situación era similar; el censo de 2011 arrojó que en aquel entonces había 589 asentamientos irregulares. Y en 2006 eran 662.
Desde que llegó el Frente Amplio al gobierno nacional en 2005 su inversión permitió que para principios de 2016 se hubieran regularizado 74 asentamientos. La efectividad no fue la que aspiraban Tabaré Vázquez ni José Mujica, sino la que permitió la complejidad del problema. “Cuando era estudiante todos pensábamos que lo resolvíamos fácilmente”, decía en aquel entonces la ministra de Vivienda, Eneida de León.
Lacalle Pou sí se jugó con un plan ambicioso y desde su campaña electoral en 2014 como candidato por el Partido Nacional impulsó el “asentamiento cero” en 10 años. Su primer paso fue la concreción del Plan Avanzar, que pretende resolver la situación de 120 asentamientos —20% del total— y que implicará llegar a más de 15.000 hogares al final del período.
Actualmente hay 621 asentamientos, de los cuales la mayoría se ubica en la zona metropolitana. En Montevideo hay 332 y en Canelones 122. Flores es el único departamento sin asentamientos, aunque el Plan Avanzar definió una serie de viviendas para mejorar sus condiciones. Hacia el norte del país se registran varias decenas. En Artigas, por ejemplo, hay 29, y en Salto y Paysandú, 26. Luego aparece Rivera con 16, Maldonado con 12, Tacuarembó y Colonia con 10 cada uno, San José con nueve, Soriano, Rocha y Lavalleja con seis, Cerro Largo y Florida con cuatro y Río Negro y Durazno con uno.

“Pisan basura”
“Que haya niños que se bajan de su cama y pisan barro es inadmisible. En Felipe Cardoso hay niños que se bajan de la cama y no es barro, pisan basura”. La frase la dijo Pablo Bartol en diciembre de 2018 al programa Así nos va de radio Carve cuando integraba los equipos técnicos del Partido Nacional. Luego se convertiría en ministro de Desarrollo Social. En aquel entonces planteó el ejemplo ante el congreso del sector Todos para mostrar dónde deberían estar las prioridades si se ganaban las elecciones. “60 familias viviendo arriba de la basura. Con todo lo que implica de deterioro de su salud, de deterioro de sus expectativas, de a qué se van a dedicar, qué quieren para la vida. Entonces, que después de 10 o 15 años de bonanza económica no hayamos podido resolver el problema de 60 familias me parece terrible”, agregó.
Al asumir como ministro organizó una jornada de trabajo con los creadores del Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (Opisu) para reformar la gobernanza de la intervención social en los asentamientos replicando lo que se hizo en Argentina. El objetivo era lograr que el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) tuviera un mayor peso. Luego de dejar el cargo, Bartol —ya vinculado con la Fundación Piso Digno— siguió buscando alguna solución para Felipe Cardoso y recibió un ofrecimiento de un propietario de un terreno cercano para realojarlos. El exministro hizo gestiones en diferentes organismos para concretarlo, pero la respuesta que recibió de los equipos de la Intendencia de Montevideo (IM) fue que el terreno no es habitable ni viable para saneamiento, por lo que no hubo avances. Y todo volvió a fojas cero.
Para quien vive allí la basura es su trabajo. Solo tres personas cuentan con un empleo formal; una de ellas es Lorena, que trabaja en un residencial. El resto gana dinero reciclando. Hasta hace unos años era más sencillo, cuentan los vecinos, porque había una especie de acuerdo tácito con los funcionarios de la usina. A las 17 horas terminaban su jornada los recicladores registrados con carnet y les permitían entrar a los vecinos del asentamiento para obtener lo que pudiera serles útil. Esto se cortó y deben rebuscarse.
La escena se repite día tras día. En un pequeño galpón hecho con chapas está el lugar de trabajo para Olga y sus hermanas que de lunes a sábado pasan horas cortando nylon. “No se gana mucho”, dice y cuenta que el kilo se lo pagan $ 5. Un joven afila un barrote con una amoladora. Con machetes y otros materiales afilados quitan las cintas adhesivas en el nylon y lo van juntando en bolsones de metro y medio de altura donde caben unos 40 kilos. Cada tarde pasa un comprador a llevar lo reciclado y los sábados les paga. La semana pasada Olga ganó $ 1.600. Con una risa resignada recuerda que fue al almacén y en unos pocos víveres se los gastó. Trabajan en negro, cuando están enfermos no tienen ingreso y a pesar de que Olga repasa las veces que planteó su situación ante el Mides y la IM, dice que no consiguió ninguna ayuda económica.
No muy lejos de allí el Pelota, como le dicen, acumula cartón reciclado. A un costado de su rancho se pueden ver pilas de hasta dos metros de altura repletas del material. El cartón se paga un poco más, unos $ 8 el kilo. Eduardo trabaja a 100 metros rodeado de metales. Una a una va descargando bolsas que fue recogiendo con piezas sin forma, en su mayoría oxidadas. Él es de los pocos que cuenta con carnet, por lo que puede ir a la usina. Junto con lo que consigue por la zona puede asegurarse un buen número de kilos para vender a revendedores. Lo más cotizado es el cobre, que se está pagando $ 120 el kilo mientras que el aluminio y el acero ronda los $ 40.
En el asentamiento todo se recicla. A un costado de una enorme bolsa con decenas de paquetes de yerba y de té otro hombre pasa por un tamiz los restos para luego fraccionarlo en pequeñas bolsas y comercializarlo. “Todo se vende”, dice.

“Algo hay que hacer”
En su comparecencia ante la Comisión de Vivienda y Territorio de Diputados, el 1º de junio las autoridades del MVOT explicaron cuáles fueron los criterios para la elección de los asentamientos. La representante de la Dirección Nacional de Integración Social y Urbana (Dinisu), Cecilia Maynard, dijo que se crearon equipos de trabajo técnico entre la dirección, el ministerio y las intendencias que desde diciembre se reúnen. “Se realizó una lectura territorial y se visualizaron los planes locales y la situación habitacional de cada departamento. Se visualizaron las características de cada uno: la antigüedad, la inundabilidad, la precariedad y la propiedad del suelo. Considerando eso y las líneas de actuación planteadas por el ministerio, los intereses y las capacidades de las intendencias, se definieron en cuáles asentamientos se iba a trabajar”, explicó.
Desde fines de 2021 la titular de la Dinisu, Florencia Arbeleche, se reunió con la entonces directora de Desarrollo Urbano de la comuna capitalina Adriana Gorga, luego con su sucesor, Martín Delgado, y con el director de la División Tierras y Hábitat, Sebastián Moreno, para determinar cuáles serían las intervenciones en Montevideo. El asentamiento Felipe Cardoso estuvo sobre la mesa, ya que tiene cuatro décadas de existencia, las tierras cuando llueve se inundan y los ranchos son precarios. Sin embargo, se optó por otros.
Fuentes del ministerio dijeron a Búsqueda que “todos saben que se tiene que hacer algo” con ese asentamiento porque la única alternativa es llevar a los habitantes a otro lugar, pero hay dos elementos que fueron determinantes para priorizar otros. Por un lado, se planteó que existe una “complejidad social” relacionada con que son familias enteras viviendo del reciclaje, lo que implica “un trabajo social de largo plazo”. Y por otro, que no hay tierras cercanas disponibles para una relocalización. Pero insistieron en que “hay preocupación” en la cartera, que se reconoce que “algo hay que hacer”, pero que “frente a que los recursos son limitados se eligieron otros en esta etapa”.
Por su parte, el director de Tierras y Hábitat relató que al asumir el gobierno de Lacalle Pou la IM se hizo cargo de financiar los realojos que estaban previstos para ejecutar, ya que desde el ministerio se les anunció que no habría fondos. Ese dinero debía ser aportado por el ministerio, que llegó a tener una deuda con la comuna de US$ 6 millones. Los proyectos que aún no se habían iniciado quedaron suspendidos. Actualmente la deuda quedó saldada, la Dinisu aprobó que se retomaran algunos realojos previstos y que se incorporaran seis en el marco del Plan Avanzar. Allí la IM, según Moreno, “priorizó de acuerdo a criterios de precariedad y disponibilidad de tierras”. Y agregó que en la zona de la usina se trabaja con los vecinos para abordar una “problemática que es compleja y multidimensional”.

“Sí nos importan”
Hace cinco años y medio que todos los lunes de noche un grupo del movimiento Luceros visita el asentamiento con un vaso de chocolate caliente como excusa para el encuentro con los vecinos. Ahora sumaron otro día a la semana. A lo largo del tiempo fueron generando confianza y se convirtieron en parte de las familias festejando cumpleaños, realizando casamientos y celebrando bautismos. “Lo que hacemos es acompañarlos y que sepan que cuentan con nosotros y que ellos a nosotros sí nos importan”, dijo a Búsqueda Manuel Uria, integrante del movimiento.
El voluntario contó que los vecinos más veteranos recuerdan que desde hace 20 años hay anuncios de que serán realojados, pero hasta el momento no pasó. Es por eso que cuando se enteró del Plan Avanzar no se sorprendió de que Felipe Cardoso no fuera uno de los seleccionados. “Lo que más me sorprendió no fue que no haya salido sino que no hubo nunca un acercamiento para decir los parámetros de por qué no, ni fueron al barrio para relevar algún dato”, afirmó Uria.
Lorena cuenta entusiasmada que un pequeño cuadro que tiene en su casa es de una virgen y que fue un regalo de los voluntarios de Luceros. Dice que en ellos sí confía porque demostraron estar interesados en la gente del lugar. Durante medio año ayudaron a sostener una olla popular durante la pandemia. Y por eso cuando se reúnen a rezar se suma. También lo hace su madre, María del Carmen, que es una de las pioneras en el asentamiento. Vive allí hace 42 años y parada frente a un sillón verde que tiene delante de su rancho cuenta que cuando llegó en frente había montañas de basura donde se podía reciclar sin restricciones. Dio a luz a 14 hijos, tiene más de 30 nietos y algunos bisnietos; todos nacidos y viviendo en Felipe Cardoso repartidos en varias viviendas.
Lorena nació en Felipe Cardoso y quiere que sus hijos, dos adolescentes, tengan otro futuro y puedan dejar el asentamiento. Por eso les insiste que continúen sus estudios. “No creo que vayan a realojarnos, la verdad es que no tengo mucha esperanza. Y así es muy difícil vivir”, dice.
Contratapa
2022-06-30T01:11:00
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