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Entre dificultades comerciales con los países vecinos, un acuerdo de exportación a una empresa estatal venezolana que les permite aumentar la producción y más apoyo con dinero del Fondo de Desarrollo (Fondes) que le da respiro financiero, la fábrica de neumáticos y guantes Funsa Uruguay está llegando a su décimo aniversario.
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Esta empresa que hoy se encuentra en manos de una cooperativa de ex trabajadores también busca implementar un sistema de remuneraciones que contemple la productividad del personal, mientras realiza un “cambio difícil” que le permita asimilar que son patrones y deben actuar con “flexibilidad” para poder cumplir con los encargos.
Funsa quebró en 2002 cuando estaba en manos de una multinacional estadounidense. La fábrica reabrió a mediados de 2004 luego de que un grupo inversor nacional adquiriera en remate judicial la planta y las máquinas no prendadas por los empleados, y fue co-gestionada con los trabajadores hasta 2011. Desde entonces la “Cooperativa 7 de Setiembre” tomó el control total de la empresa, que cuenta con 150 trabajadores.
El directivo de la empresa y presidente de esa cooperativa, Enrique Romero, dijo a Búsqueda que con este emprendimiento se recuperó una unidad de trabajo “única” en el país y con oficios también “únicos”.
Reconoció que en estos 10 años Funsa Uruguay tuvo “altibajos” por las dificultades de acceso a los mercados de exportación —por trabas impuestas por el gobierno de Argentina y por problemas de competitividad con Brasil—, pero aseguró que actualmente viene incrementando la producción ya que se logró acordar ventas por unos 144.000 neumáticos a una compañía de transporte estatal de Venezuela en un convenio que tendrá vigencia hasta mediados de 2015. Destacó que ese destino de exportación resulta “atractivo” por el volumen y los mejores precios que pagan respecto a otros, si bien alegó “hay que trabajar mucho para cobrar” porque los clientes venezolanos “se toman su tiempo” aunque siempre pagaron.
Para cumplir con este negocio la fábrica necesitará duplicar la actual producción de 100 toneladas mensuales de neumáticos y contratar a unos 40 empleados.
Productividad y espalda financiera.
Actualmente “del primero al último” de los cooperativistas cobran igual salario, informó Romero. Dijo que el sueldo es de unos $ 900 nominales diarios y que el pago se ha venido ajustando por la evolución del Índice de Precios al Consumo.
Señaló que “a la brevedad posible, porque no debería demorar más de dos meses”, se implementará una “partida diferencial” que refleje “un ingreso variable de acuerdo a la productividad” de cada trabajador.
Informó que si bien hay resistencia para aplicar este tipo de cambios en la remuneración por parte de algunos obreros, “en general se han logrado los acuerdos”.
Explicó que el cambio apunta a pagarle más a quien tiene mayor responsabilidad o hace un mayor esfuerzo físico “pero midiendo su productividad”. Y agregó: “Antes como estaba en la órbita del patrón no nos interesaba demasiado y hay algunos compañeros que aun hoy no les importa, porque es un tema que implica responsabilidad y preocupaciones”.
“Para pagarnos mejores salarios hay que generar, si no, no hay de dónde sacar. Es una gran pelea interna de cada uno de los compañeros, porque a veces cuesta comprender que si no se genera, no tenemos una máquina de fabricar dinero”, alegó Romero.
Añadió que la otra punta de esta forma de pago para “incrementar” los ingresos de los trabajadores es asegurar el cobro de las exportaciones para “tener espalda financiera”, porque no es bueno “prometer algo y no poder cumplirlo” aunque sea entre los propios cooperativistas.
Informó que entre 2013 y el inicio de este año “la espalda financiera” que tuvo la fábrica fue el Estado a través del Fondes, que le prestó U$S 6 millones.
Añadió que la empresa tiene márgenes “muy acotados” por lo que su sustentabilidad “depende mucho de que los volúmenes de producción superen el punto de equilibrio”. Cuando eso sucede “hay tranquilidad” en cuanto a poder financiar la marcha de la planta y los salarios del personal, afirmó.
El directivo dijo que Funsa Uruguay “necesita generar márgenes mayores como para invertir en la reconversión tecnológica” puesto que precisa renovar equipos para producir nuevos modelos y adecuarlos a la demanda del mercado.
“Un cambio difícil”.
Romero sostiene que pasar de ser empleado a ser su propio empleador es un “cambio difícil de cultura como para procesar en la cabeza del colectivo de trabajadores”.
“A algunos compañeros le ha costado y aun hoy les cuesta porque tenemos muy enraizada la vieja cultura de trabajo de Funsa y la de un sindicato fuertemente reivindicativo”, admitió.
Dijo que el ingreso de trabajadores más jóvenes y con una “cabeza más abierta” ayuda a cambiar. “Ahora estamos todos del mismo lado” y algunos compañeros se sienten un poco incómodos (…). Son cambios que llevan tiempo y quizás un recambio generacional”, reflexionó.
Aseguró que ha habido “solicitudes” de algunos cooperativistas en las que se “pierde un poco la perspectiva” de la realidad. “Por ahí capaz que algunos compañeros nada más sintieron que cambiaron de patrón”, afirmó.
“Es una cultura que nos sirvió como reivindicativo para luchar, para reabrir y que en este momento hay que cambiar algunos chips para adecuarse a las nuevas circunstancias”, planteó.
Romero alegó que en este “nuevo esquema” de trabajo “hay que tener flexibilidad en algunas cosas” en las que antes los trabajadores eran inflexibles, como tener que “trabajar un domingo porque hay que cumplir con algún cliente”.