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    Ganar dinero “no es el cometido de Ancap”, dice el presidente del gremio, que cuestiona el enfoque “capitalista” de la actual gestión

    Según Gerardo Rodríguez, la jerarca Marta Jara se formó “en una multinacional” y su lógica obedece al “mercado de libre competencia y la maximización de la ganancia”, un modelo que “conspira contra las empresas públicas”

    Gerardo Rodríguez asumió la presidencia del sindicato de Ancap en junio, en representación de la corriente 2016, cuyo lema es “Diálogo, negociación y lucha”. Rodríguez tiene claro ese mantra y lo aplica a diario en la complicada relación que mantiene la Federación Ancap (Fancap) con el directorio de la empresa, encabezado por Marta Jara.

    El dirigente cree que hay un “intento de desmantelamiento” de la empresa estatal por parte de un directorio que “quiere instalar en el imaginario colectivo la idea de que dar ganancias es sinónimo de buena gestión”. Afirma que no existen “lineamientos claros desde el Poder Ejecutivo” sobre cuál debe ser el perfil de la compañía, lo que da libertad de acción a una persona “formada para triunfar en el modelo capitalista”.

    “¿Eso es lo que necesita Ancap para su modelo de desarrollo?”, cuestiona Rodríguez. En su opinión, el rol de Ancap “tiene que estar alineado con el proyecto de país que se planifica”.

    “Si peleo por un proyecto de país donde las empresas públicas son herramientas fundamentales para regular el sistema capitalista y garantizar los servicios públicos de manera universal, yo tengo que plantearme otros objetivos y significar la gestión desde otro lugar, no desde donde se plantea hoy”, considera.

    Para Rodríguez, los directorios anteriores cometieron “muchos errores”, en especial en la gestión financiera, y eso fue un “tsunami” que le pasó por arriba a Ancap. Sin embargo, opina que “la izquierda tiene que hacer una autocrítica muy fuerte”, porque durante ese tiempo el Ministerio de Economía y Ancap estaban “divorciados”.

    “No se puede mirar para el costado y disociar las responsabilidad del equipo económico en lo que pasó”.

    A continuación, un resumen de la entrevista con Búsqueda.

    —¿Cuál es la situación actual del sindicato de Ancap?

    —Nos toca conducir el sindicato en un momento muy difícil y complejo de Ancap. Estamos conduciendo un barco en medio de una tormenta, llenos de desafíos y amenazas. Hay que tener en cuenta la enorme crisis que atravesó Ancap, fue como si le pasara un tsunami por arriba.

    —¿Cuáles son esos desafíos y amenazas?

    —Indudablemente, acá hay un objetivo político de desmantelamiento de Ancap. Hay una concepción ideológica que responde a este principio. Es algo histórico que una parte importante de la derecha busca desde hace décadas. La primera embestida fue en 1992 y fracasaron, la segunda fue en el 2001, y no podemos olvidar que ese proyecto de asociación no fue solo de la derecha: el principal redactor de esa propuesta fue el contador Danilo Astori.

    Ancap representa contradicciones aún no saldadas en el seno de la izquierda. Es un tema complejo qué se quiere hacer con Ancap y de ahí surgen algunas amenazas importantes. Por ejemplo, hay sectores del gobierno que están buscando un modelo de inserción internacional a través de los tratados de libre comercio y en muchos de ellos es inaceptable tener un monopolio de los combustibles en manos del Estado. Eso representa una amenaza, y para los promotores de ese tipo de inserción, buscar la vuelta para que Ancap no sea estatal y pública es un objetivo.

    —¿Para usted hoy se vive una tercera “embestida privatizadora”?

    —Sin dudas. Como sindicato vamos a lanzar nuevamente la Comisión de Defensa de Ancap para dar la batalla cultural en un momento de efervescencia política. Iremos a los comités de base y haremos actividades con los precandidatos, vamos a salir a todo el país para transmitir cuál es nuestra visión sobre el rol de Ancap en el desarrollo del país. Tenemos que salir a defender al ente como una herramienta de transformación social, algo que a parte de la izquierda se le ha olvidado. No hay desde la izquierda una defensa muy a ultranza de esto, entonces los intentos de privatizar Ancap quedarían sin respuesta. Vamos a salir a dar la contrapropuesta.

    —¿Usted cree que el rol de empresa pública como sostén del desarrollo del país no es compartido por todo el partido de gobierno?

    —Creo que el Frente Amplio se debe una discusión interna sobre esto. No se dará porque estamos a un año de las elecciones. Se debe no solo el debate sobre el rol de Ancap, sino sobre qué matriz productiva de país se quiere de aquí al futuro. En los últimos tiempos asistimos a los balances de Ancap y parece que se quiere instalar en el imaginario colectivo la idea de que dar ganancias es sinónimo de buena gestión. Estoy en contra de esa visión porque es reduccionista. No digo que Ancap tenga que perder dinero, sería un tonto si dijera eso, pero lo que tiene que hacer es cumplir con su cometido. Si no definimos el rol que tiene que tener Ancap en el proyecto de país difícilmente podamos significar si la gestión es buena o mala. Si Ancap ganó US$ 50 millones, pero no cumplió con su cometido no sirve de nada. Ganar dinero no es el cometido, de Ancap, dar ganancias no significa que estemos haciendo las cosas bien. Si no cumple con su cometido el ente queda sin su razón de ser y si queda sin su razón de ser se abona el terreno para dejarla caer. Ancap tiene que ser el sostén del desarrollo, donde la sociedad tiene que atender ciertas necesidades, como el proyecto social de Alur.

    —Las pérdidas millonarias que tuvo Ancap en la anterior administración, ¿no juegan en contra de esa idea de que las ganancias no son lo primordial?

    —Estamos convencidos de que no se perdieron US$ 600 millones, ese fue el relato que se instaló en la sociedad. ¿Con esto defiendo la gestión de Sendic? Para nada. Somos muy críticos con su gestión y reconocemos que se cometieron muchísimos errores. Pero también hay que decir toda la verdad. En 2005 Ancap llevaba una década siendo preparada para privatizarla y había una desinversión muy grande. Al llegar la izquierda al poder se establece un plan estratégico para Ancap con tres pilares fundamentales: la planta desulfurizadora, la inversión del sector portland y el proyecto social de Alur.

    “Si Ancap ganó US$ 50 millones, pero no cumplió con su cometido no sirve de nada. Ganar dinero no es el cometido, de Ancap, dar ganancias no significa que estemos haciendo las cosas bien”.

    Hay que ser bien claro: si no se hacía la inversión de la desulfurizadora, no solo perderíamos muchísimo dinero por la calidad de los combustibles. Sin esa obra Ancap tenía que cerrar. ¿Esa obra podría haber costado menos que US$ 400 millones? Puede ser, no tengo elementos para decirlo, pero lo que no se discute era la necesidad fundamental de esa inversión. El eje del portland era fundamental. Uruguay tiene una riqueza estimada en sus reservas de piedra caliza de US$ 9.000 millones. Si no se hacen inversiones durante 40 años en el sector queda claro que era más que necesario adecuar la tecnología para ser competitivo. En cuanto a Alur se podrá decir que estaba sobredimensionado, que se hizo mal, que se puso más de lo que debería haber puesto, pero no se puede decir que no era necesario. Era sencillamente imprescindible.

    Entonces: las inversiones eran vitales, el problema fue la forma en que se financiaron, en cómo se gestionó esa deuda. Se basó en el financiamiento blando, en la compra de crudo a Venezuela, y ahí se fue acumulando deuda hasta que se hizo inmanejable. La izquierda tiene que hacer una autocrítica muy fuerte, porque en todo ese tiempo el Ministerio de Economía y Ancap estaban totalmente peleados, divorciados. Eso no se puede obviar, no se puede mirar para el costado y disociar la responsabilidad del equipo económico en lo que pasó. En ese momento se tendría que haber visto que esto iba a colapsar, que no se podía llegar por ese camino. Sin embargo se siguió adelante. No se puede mirar para el costado y disociar la responsabilidad del equipo económico en este desastre. En 2011 Ancap cedió al pedido de los estacioneros para aumentar su margen de ganancia. Eso hasta el 2016 le costó a Ancap unos US$ 250 millones. Economía no le dejó a Ancap trasladar ese costo a las tarifas. Miremos toda la película.

    —Después de ese “tsunami” que le pasó por arriba a Ancap, llegó este directorio. ¿Cómo ve la gestión actual?

    —Las consecuencias que tuvo esto fueron nefastas. A comienzos de 2016 hubo cuatro presidentes diferentes, hubo una inestabilidad institucional que devino en la designación de Marta Jara como presidente de Ancap. Indudablemente, este directorio vino a poner la casa en orden; era evidente que lo primordial era que las cuentas cerraran. Ahora, ¿qué pasa de aquí al futuro? En ese momento Marta Jara matriza la frase “cada peso cuenta” y para eso la pusieron. Pero hoy, sin lineamientos claros desde el Poder Ejecutivo, si yo tengo a una persona al frente de Ancap que se forma en una multinacional, que su esquema referencial responde a las lógicas del mercado... Marta Jara es una mujer inteligente y liberal y fue formada para triunfar en el modelo capitalista. ¿Eso es lo que necesita Ancap para su modelo de desarrollo?

    —¿Usted qué opina?

    —Totalmente que no. El rol de Ancap tiene que estar alineado con el proyecto de país que se planifica. Si peleo por un proyecto de país donde las empresas públicas son herramientas fundamentales para regular el sistema capitalista y garantizar los servicios públicos de manera universal, tengo que plantearme otros objetivos y significar la gestión desde otro lugar, no desde donde se plantea hoy.

    “Hay que ser bien claro: si no se hacía la inversión de la desulfurizadora, no solo perderíamos muchísimo dinero por la calidad de los combustibles. Sin esa obra Ancap tenía que cerrar”.

    Jara es una mujer con un claro sesgo liberal, formada en una multinacional; la construcción de su esquema referencial obedece a los criterios y a la lógica del mercado de libre competencia y maximización de la ganancia. Y aunque no reciba lineamientos del Ejecutivo de desmantelar áreas enteras de Ancap, su lógica la va a llevar a que con un criterio economicista trate de hacer cerrar los números sin importar las consecuencias y dejando de lado el cumplimiento de las metas que tiene una empresa pública. El dejarla hacer del Ejecutivo avala un modelo de gestión que conspira contra las empresas públicas.

    —¿En qué cree que se diferencia su conducción al frente del sindicato con relación a la anterior dirigencia?

    —En el sindicato hay una sola mirada en cuanto al diagnóstico de la situación y los objetivos a lograr ahí. En lo que variamos es en la estrategia y en la táctica. Yo soy negociador por naturaleza. Por lo tanto me tengo que adecuar al momento histórico en que vivimos y ver de qué manera defendemos los derechos de los trabajadores tratando de retroceder lo menos posible. Estamos en una fase de resistencia. El tema es cómo plantear oposición y cómo neutralizamos los objetivos que se plantea el directorio. En esta lógica de que cierren los números hay una embestida hacia los derechos de los trabajadores. ¿Cómo nos enfrentamos a esto? Bueno, nuestra corriente sindical tiene por lema: diálogo, negociación y lucha. Esa es nuestra premisa, luchar sí, pero con diálogo y buscando negociar siempre. En un momento en que la sociedad deviene cada vez en algo más intolerante, hay que apostar al diálogo. Dialogar aunque estés en plena guerra y evitar la lógica del todo o nada. Para los trabajadores por lo general siempre fue nada.

    —¿Cuánto incide que este directorio sea más técnico y menos político que los anteriores?

    —Son escenarios diferentes. Este directorio, con Jara al frente, entiende que lo mejor para Ancap es tener un criterio economicista alineado con la lógica del mercado y uno de sus objetivos es desmantelar la logística de distribución que tenemos. Para nosotros, desde un punto de vista conceptual, eso debe mantenerse en manos del Estado para garantizar los cometidos de Ancap: brindar un servicio universal y equitativo en todo el país. El perfil político que le falta a este directorio vino con la intervención de varios ministerios para acercar posiciones entre el directorio y nuestra organización.