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    Ginecólogos insisten en que se realice de forma periódica y gratuita test de HPV en mujeres para mejorar la prevención

    El cáncer de cuello uterino es el tercero más frecuente en mujeres y cada año se diagnostican unos 300 casos nuevos, 95% relacionados con el virus del papiloma humano

    Aunque esté en pareja desde hace muchos años y mantenga relaciones sexuales con la misma persona, aunque use preservativo y aunque no perciba nada extraño en su aparato genital, una persona puede sorprenderse de un momento a otro con un diagnóstico positivo para el virus del papiloma humano (HPV, por su sigla en inglés). Es un virus con el que “la gran mayoría de los seres humanos tenemos contacto en nuestras primeras relaciones sexuales”, explicó a Búsqueda la secretaria de la Sociedad Ginecológica del Uruguay (SGU), Natalia Pérez.

    El HPV puede ser una infección transitoria o persistente. El cuerpo humano tiene la capacidad de eliminarla, pero a veces ingresa en las células y permanece allí. Puede que por años no se reproduzca de forma activa y no genere modificaciones en esas células. Pero con el tiempo también puede aprovechar ciertas ventanas de infección y empezar a reproducirse. A veces situaciones de estrés pueden modificar la inmunidad natural de una persona y activar esa infección sin que haya cambiado de pareja e incluso sin que se haya descuidado en el uso de preservativo.

    Cuando el virus persiste y se activa en el cuerpo, en uno de cada tres casos puede causar una lesión premaligna. El mayor riesgo de esa lesión es que evolucione hacia un cáncer de cuello uterino. Para evitar ese riesgo son fundamentales los análisis de tamizaje y detección temprana del HPV. En Uruguay, el plan de control poblacional consiste en la realización del Papanicolaou (Pap) en mujeres mayores de 21 años, con una frecuencia anual. Pero ese no es el único test que existe para detectar la presencia del virus, ni tampoco es el más efectivo para ese fin. Su sensibilidad diagnóstica oscila entre el 40% y el 50%, según dijo a Búsqueda la ginecóloga Fernanda Nozar, profesora agregada de Ginecología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y secretaria del Consejo Nacional del Colegio Médico del Uruguay (CMU). El Pap está, además, incluido en el Plan Integral de Atención en Salud (PIAS) y por tanto se ofrece de manera gratuita como parte del Sistema Nacional Integrado de Salud.

    Pero existe un test que cuenta con una sensibilidad mucho mayor a la hora de detectar la presencia de HPV en un organismo. Es un test molecular que se extrae con un método similar al del Pap, pero se analiza de forma automatizada, sin necesidad de una lectura por parte de un profesional. Ese análisis tiene una sensibilidad que supera el 90% en la detección del virus y está disponible en Uruguay, aunque no se incluye en el PIAS. A diferencia del Pap, el test de HPV está indicado para mujeres mayores de 30 años, porque está estudiado que en las menores de esa edad es más probable que el virus se elimine de forma natural y no persista.

    En 2019, el coordinador del área de Prevención del Cáncer de Cuello Uterino de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer, Guillermo Rodríguez, junto con algunos colegas, estudió a una población de 1.010 mujeres sin sintomatología de enfermedades de transmisión sexual de entre 30 y 64 años. A ellas se les realizaron los dos análisis: Pap y test de detección de HPV y se obtuvo un resultado positivo para el virus en 126 casos (12,5% del total). De los Pap, 167 resultaron anormales (16,5%).

    El estudio mostró que de cada 100 mujeres a las que se les realiza un test específico para detectar HPV hace falta estudiar solo a 12. Las que obtienen un resultado negativo pueden dejar de someterse a análisis por un período de entre tres y cinco años, que es lo que el virus demora en actuar.

    Una discusión frecuente en ginecología es si conviene realizar el Pap a las mujeres todos los años como forma de detectar HPV o si conviene realizar en períodos más espaciados el test de detección específica del virus. “El Pap tiene sus limitaciones. Ha sido un arma importantísima hasta ahora, pero creo que hay que cambiarla por el test de HPV”, opinó Pérez. Además, agregó que la Organización Mundial de la Salud recomienda la realización de ese cambio.

    En Uruguay, el test de detección de HPV tiene un costo que ronda los $ 4.000, un valor similar al del test PCR de detección de Covid-19, que muchos se acostumbraron a pagar en los últimos dos años. Además, los ginecólogos tienen indicaciones claras de cuándo se hace imprescindible solicitar el test de HPV según las características de la paciente y, en esos casos, las mutualistas se hacen cargo del costo.

    Pero el método de tamizaje, es decir, de búsqueda de la enfermedad a escala masiva en la población, sigue siendo el Pap. Pérez comentó que hace algunos años la Sociedad de Ginecología envió una carta al Ministerio de Salud Pública para sugerir que se evalúe el reemplazo de ese test por el de detección de HPV. Solicitaron además que se incorporase en el PIAS. Como cada marzo, este mes se dedica en especial a la prevención del cáncer de cuello uterino y la enfermedad es motivo de discusión entre organismos internacionales. La Sociedad de Ginecología aprovechará la fecha y la instancia para volver a recomendar el test de detección de HPV. Sin embargo, Pérez aclaró que “el Pap va a tener su rol, no va a desaparecer”.

    En algunos países existen test de HPV que las mujeres pueden realizarse a sí mismas sin la necesidad de acudir a un profesional médico. Según Nozar, se trata de una “excelente estrategia” y un método que ya está “avalado y certificado”. La secretaria del Consejo Nacional del CMU mencionó que en la provincia argentina de Jujuy, que tiene una alta prevalencia de cáncer de cuello uterino, el “autotest” ha sido una herramienta muy positiva. Ese tipo de análisis tiene el potencial de llegar a los puntos del país de más difícil acceso a las mutualistas y centros de salud y, si bien no tiene la misma sensibilidad que la muestra tomada por un profesional, su efectividad oscila entre el 80% y 90%. Nozar agregó que la Intendencia de Montevideo tiene un plan piloto de implementación de esos test autoadministrados en algunos centros asistenciales que se lleva adelante desde hace algunos años, pero los resultados todavía no están disponibles.

    Al comparar el precio de un Pap con un test de detección de HPV, el primero es más barato. Pero si se los compara como método de control poblacional, según Nozar, el resultado favorece al test de HPV por tener una mayor sensibilidad y poder realizarse con menor frecuencia. “Rinde más porque ahorro, a la larga, en número de test de tamizaje, y ahorro en mujeres enfermas con cáncer porque diagnostiqué más cantidad. Los beneficios, la efectividad o el costo-beneficio se ven a más largo plazo”, dijo.

    Entre las estrategias de prevención del cáncer de cuello uterino, desde 2007 en Uruguay está disponible la vacuna contra el HPV y se ofrece de manera gratuita tanto a mujeres como a varones de entre 11 y 23 años. Si bien es más frecuente en mujeres, los hombres también pueden contagiarse. Después de los 23 años, la vacuna tiene un costo de US$ 100 por dosis. El esquema vacunal contra el virus implica dos dosis hasta los 13 años y tres a partir de los 14.

    Cuando la vacuna contra el HPV empezó a implementarse en Uruguay provocó división entre los profesionales de la ginecología. Se cuestionaba su efectividad y sus efectos adversos. Si bien existen médicos en contra de la vacuna, con los años quedaron en minoría y, en general, la discusión parece saldada. La SGU sostiene que “la vacuna es efectiva” y defiende que tiene la posibilidad de los efectos adversos de cualquier vacuna y no más.

    El virus y el cáncer

    Cuando se habla de prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) se recomienda el preservativo como principal método de protección. Pero el HPV puede saltear esa barrera, ya que se ubica en toda la zona ano-genital. Si bien la posibilidad de infección disminuye con el uso de ese método anticonceptivo, no lo hace al 100%.

    No todas las infecciones de HPV derivan en un cáncer de cuello uterino, y de hecho son minoría los casos en los que eso sucede. Pero el 95% de los cánceres de ese tipo son “HPV relacionados”, es decir, que partieron de la detección del virus, afirmó Pérez. Si bien es un cáncer prevenible y curable también en el 95% de los casos, en Uruguay se detectan cada año entre 300 y 350 casos nuevos, una prevalencia que se considera elevada. Es el tercer cáncer más frecuente en mujeres en el país y la quinta causa de muertes asociadas a esa enfermedad. La tasa de mortalidad es de 133 por año en promedio.

    “Capaz que mueren más de cáncer de mama, eso es seguro. Pero este lo podemos prevenir. Tendríamos que diagnosticar cero personas y que murieran cero personas”, opinó Pérez. Para eso hace falta incrementar los controles ginecológicos, añadió.

    El cáncer de cuello de útero “es una enfermedad de los países subdesarrollados”, aseguró Nozar. Es que cuanto más bajo es el nivel socioeconómico mayor es la prevalencia de esa enfermedad en un territorio. La secretaria del CMU dijo que en Uruguay existe un “desbalance”, ya que en salud pública hay una mayor prevalencia de cáncer de cuello uterino que en la privada. “Tenemos fallas múltiples. Deberíamos quizás tener políticas que se dirijan mucho más a las mujeres a las que no accedemos y que tengan un correcto control y seguimiento o un diagnóstico precoz de la enfermedad”, reflexionó.