En vísperas del primero de mayo, levanto mi puño y lanzo mi proclama: ¡LEGALIZAR LA TORTAFRITA YA!
En vísperas del primero de mayo, levanto mi puño y lanzo mi proclama: ¡LEGALIZAR LA TORTAFRITA YA!
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAunque se ha intentado tapar la noticia con diferentes cortinas de humo, hay una persecución a la tortafrita y su comercializador, el tortafritero, de carácter represivo. Una cacería encabezada por tecnócratas, hoy erigidos en celosos guardianes de nuestra salud, cuando bien sabemos que este país se hizo comiendo tortafritas y todo tipo de fritanga enchumbada. ¿Qué se piensan que comía Artigas en el éxodo, granola y agüita de jengibre con semillas de chía pa rempujar?
Entiendo que los tortafriteros deban cumplir con determinadas exigencias bromatológicas y de higiene básicas, tales como: a) no orinar en la olla que luego van a usar de recipiente para freír las tortas, b) cambiar el aceite una o dos veces al mes, y c) no orinar sobre la tortafrita propiamente dicha; no se me ocurren más. “Deberían utilizar guantes para la manipulación”, dirán los delicados. Pregunto: ¿y la calidez del trato personal y humano? ¿Acaso ver los dedos de quien moldeó esa tortafrita sobre la superficie donde uno después va a estampar la mordida, no es un signo de humanidad? A mí me impresiona más que el tortafritero esté disfrazado de Michael Jackson, con tapabocas y guantes profilácticos, a que hunda los dátiles en mi disco de grasa y aceite caliente.
¿Sabía usted que la Universidad de la República y Salud Pública, en coordinación, hicieron un estudio sobre la degradación de aceites y grasas de la tortafrita? Insólito: el espíritu científico para el dilema de las tortafritas es más serio que el utilizado en Botnia y Aratirí. Están ensañados. Con ese marco científico es claro que la tortafrita no va a salir indemne de las investigaciones. Pero, ¿qué pasa con el otro marco, el nacionalista y sensiblero? ¿Por qué a las plantas de celulosa sí les damos ese hándicap de sensiblería nacional y a las tortafritas las inscribimos en el frío régimen de los estudios científicos? ¿Queremos hacer tortafritas del desarrollo?
Otra razón de peso: con la persecución en nombre de la salubridad, se favorece al mercado negro, el tortafritráfico.
Me avergüenza este afán colectivo por ser civilizados y conscientes de lo que hace bien y lo que hace mal, y peor aún: obrar en consecuencia. Porque una cosa es saberlo y otra es accionar en base a ese conocimiento superfluo. Nos han hecho creer que conviene dejar de disfrutar ahora las delicias de la vida para disfrutar vaya a saber cuándo, no sé, cuando cumpla 87 años y el médico me diga que a mi edad tengo las arterias como un joven de 78. ¡Qué disfrute! ¿Para qué quiero esa ventaja saludable, para correr los 100 metros categoría mayores de años ???? y triunfar deportivamente en mi vejez? Es la paradoja del control remoto envuelto en nylon: no le saco el nylon para que no se deteriore y pierda sus funciones, pero se deteriora de todas formas (menos, más lento) y tampoco ejerce sus funciones en plenitud con el nylon puesto. Es imposible llegar bien a viejo, además, no precisa ni que lo diga, el deterioro es ineludible y feroz.
Consejo para jóvenes: no vale la pena llegar como nuevo a viejo. Los tecnócratas del Estado les están vendiendo espejitos de colores, no se dejen engañar: coman tortafritas, churros —incluso rellenos—, y si pueden zambullan la cabeza adentro de esa olla de la felicidad en la que se fríe el mencionado bocado de Dios. Eso es revolución.
Feliz primero de mayo.