Hay orden de no aflojar

Por ejemplo, la idea de que los cambios se apliquen de entrada en los primeros años de enseñanza primaria y en los niveles de octavo y noveno de secundaria hubiera merecido una contrapuesta que argumente, un suponer, que sería mejor cubrir toda la enseñanza primaria y dejar el comienzo del plan de secundaria para el segundo semestre, o algo parecido. Pero no.

Ahora se ha comprobado que el país está afectado por un brote de gripe aviar, y las autoridades sanitarias proyectan una vacunación masiva de la fauna avícola vernácula.

Ya podemos ir esperando unas declaraciones de la Mesa Política del Frente Amplio en las que señalen que el recurso de la vacunación lo propone ahora el gobierno luego de que se detectó el contagio en 70 gallinas de una granja avícola en Tacuarembó, lo que motivó el implacable uso del rifle sanitario contra las inocentes y modestas ponedoras de un alejado rincón del territorio nacional en el Uruguay profundo, pero que, en realidad, los primeros casos de gripe aviar fueron detectados en los cisnes de cuello negro de la laguna Garzón. Claro, mientras los contagiados eran los privilegiados y elegantes cisnes de una región donde descansan los malla oro, gastando a manos llenas los millones de dólares con los que se enriquecieron vendiendo la soja a precios de ópera, ahí nadie hablaba de vacunar a ningún plumífero.

Y no faltará el comunicado del PIT-CNT, en el que se destaque que a los uruguayos el gobierno los dejó morir de Covid-19 durante la pandemia, postergando la adquisición de vacunas y poniendo así en peligro la salud de la población, mientras que ahora, ante la muerte de algunas aves de corral por una gripe aviar de relativa importancia, sale a la disparada a comprar vacunas contra este mal, seguramente en alguna oscura adquisición precipitada a algún laboratorio amigo, justificando la compra directa por razones de una urgencia que no existe y salteándose el procedimiento licitatorio para favorecer a los amigotes de siempre.

Y así seguirá, mis queridos lectores, con cualquier otra propuesta sensata o discutible del gobierno que, en vez de merecer un debate de ideas y unas negociaciones en procura de lo mejor para el país, se transformen en lo peor para el gobierno, como lo indica el manual de retorno en el 2024 a como dé lugar.

Ni bien se empiece a calentar la discusión pública en torno al tema del Proyecto Neptuno, o Arazatí, que prevé la construcción de una usina potabilizadora para asegurar el suministro de agua potable en la región metropolitana de Montevideo, se reiterarán los palos en la rueda que se le vienen poniendo a este ambicioso plan desde que se mencionó como una idea hasta que lo aprobó el Directorio de OSE, claro, con el voto en contra del delegado del Frente Amplio.

Ya no se tratará de contraponer ideas alternativas, como las de tomar el agua desde otra región próxima o la de discutir el mejor contrato con el consorcio Aguas de Montevideo, que se encargará de la construcción y el mantenimiento de la planta, encargándose la OSE de la distribución y el control. Sería demasiado bueno.

Aprontémonos para leer y escuchar que se le vende al mejor postor a las empresas privadas el agua que beberemos en el futuro, con el riesgo de que la contaminación del Santa Lucía crezca tanto que el Proyecto Neptuno se transforme en la única fuente de aprovisionamiento de agua potable para Montevideo, San José y Canelones, declarándose así de hecho el monopolio privado del agua potable, lo que sin duda replanteará los términos del contrato, obteniendo el consorcio beneficios extraídos del estado de necesidad, presionando y extorsionando a las autoridades para obtener pingües ganancias.

Agréguele el comunicado del PIT-CNT que hable de la destrucción piscícola de la región de la que se extrae el agua, el deterioro de los cardúmenes de peces locales, que son el sustento cotidiano de los pescadores artesanales de la zona, los que morirán de hambre tras el desempleo generado por las fauces del capital privado que ha venido a hacer su negocio lucrativo y a llenar de millones de dólares sus cuentas en los bancos extranjeros sin interesarle lo más mínimo la suerte de los humildes que viven del bagre nuestro de cada día.

No hay caso.

No se ve cómo detener esta loca carrera de obstáculos.