—Ha sido un comienzo de gobierno intenso, con una serie de temas en agenda planteados ya desde la campaña y un proceso presupuestal, que siempre tiene sus ruidos y quizás ha habido un cierto adelantamiento. La necesidad de tomar decisiones dentro de ese contexto puede ser que haya marcado lo que indican las encuestas.
Percibimos en general un respaldo muy importante.
Siempre se da que los que tienen voz se hacen sentir más, pero están los que no tienen voz. Y el gobierno debe gobernar para todos. En situaciones como se han dado, por ejemplo en la enseñanza, es necesario tener una visión de interés nacional por sobre los intereses corporativos que legítimamente existen.
—¿En qué ámbito percibe ese respaldo? ¿En el gabinete? ¿Se ha hablado allí sobre esta pérdida de apoyo en las encuestas?
—En el gabinete se discuten temas que se deben resolver y se llevan adelante. No se discute sobre otras cuestiones.
En este gabinete hay una actitud de unidad, más allá de que la representación es diversa. Puntos de vista distintos se han planteado prácticamente en todos los temas, pero la postura es una sola. Esto es fundamental.
El Presupuesto, por ejemplo, se discutió muy a fondo, con una metodología de ir avanzando en la definición de los principios básicos, y una discusión conceptual de hacia dónde queremos llevar el gobierno y el proyecto del Frente Amplio en un tercer período. Después vino el análisis de los números, las proyecciones macroeconómicas, de crecimiento y fiscales, la sustentabilidad de la deuda y del grado inversor, todo lo cual permite cumplir gradualmente con el programa de gobierno. También se analizó la necesidad de tener un horizonte de dos años, y el deterioro muy pronunciado que se dio en estos primeros meses de 2015 en China y la región, que pauta una visión diferente a la que se podía tener anteriormente. En todos estos aspectos el comportamiento del gabinete ha sido de postura unificada.
—Como resultado de esa discusión que menciona, ¿quedó plasmado en el proyecto de Presupuesto ese giro a la izquierda que en un Consejo de Ministros planteó el presidente Vázquez?
—No siempre los presupuestos son como uno quiere y dependen de las posibilidades que existan. Lo que es una política absolutamente de izquierda es no retroceder en las conquistas obtenidas. Nos preocupa mucho tomar decisiones que pueden parecer más avanzadas, más progresistas, más de izquierda en el corto plazo, y que luego el país deba retroceder. Avanzar un paso y retroceder dos. Insisto: es muy importante cuidar las conquistas. Todos los integrantes del gobierno lo tenemos muy claro.
Aun así es un Prespuesto audaz, porque dentro del marco que nos permite tener esa responsabilidad plantea mejoras de salario real en algunos casos, sobre todo en los niveles más sumergidos.
—¿Lo que le está planteando al votante frentista es: “espere dos años, y después vamos a dar ese giro a la izquierda”?
—Siempre vamos a la izquierda. Desde que empezó el gobierno siento que no podíamos haber estado más a la izquierda de lo que estuvimos. Y por eso hemos avanzado...
—Hay sectores dentro del Frente Amplio que tienen la expectativa de una profundización del sesgo de izquierda.
—Pero, ¿qué es izquierda? Para mí izquierda es no retroceder, es avanzar siempre.
—¿Ve en los reclamos que provienen de algunas organizaciones sociales el riesgo de un retroceso en lo que usted menciona como conquistas?
—Los reclamos que vienen de organizaciones sociales son todos justos desde su punto de vista, del de su corporación, trabajadores o el sector que sea. No lo juzgo. Pero como postura política del gobierno nacional y del Frente Amplio, la visión necesariamente es otra. Vuelvo a lo que ya dije: es muy importante defender el no retroceder. De repente no podemos avanzar todo lo que se quiere en un período de gobierno, porque tiene mucho que ver también con lo que se vaya generando a nivel económico. Siempre dijimos: el crecimiento es una condición imprescindible y tiene que estar apuntalado por la inversión. Y algunas políticas que se realizan, como la promoción de inversiones, tiene directamente que ver con este objetivo.
Si generamos una nueva matriz de bienestar social y no tenemos sustentabilidad económica para llevarla adelante, no hacemos las cosas bien. Hacemos las cosas bien si nos planteamos avanzar lo más posible con responsabilidad, siempre avanzar, hasta donde se pueda.
—La pérdida del investment grade por parte de Brasil la semana pasada es un dato, incluso, que no estaba cuando el Poder Ejecutivo elaboró sus proyecciones para el Presupuesto ¿Cree que está internalizada dentro del Frente Amplio la complejidad del momento económico?
—El deterioro es muy grande en déficit fiscal y caída del Producto en Brasil. No sé si esto está internalizado, pero hemos hecho un esfuerzo muy grande por tratar de transmitir esa información a los legisladores y los actores políticos para que la incorporen rápidamente.
El proyecto que enviamos es el que entedemos más adecuado y nuestro objetivo es que sea modificado lo menos posible.
—¿El panorama externo actual es más o menos grave que cuando estalló la última crisis en Estados Unidos y usted estaba asumiendo como ministro de Economía en la primera Presidencia de Vázquez?
—Es distinto. En aquel momento había una incertidumbre muy grande. La región tuvo recesión, pero quizás tenía algunas fortalezas que no tiene hoy. Actualmente el proceso de enlentecimiento o caídas en las economías vecinas viene al menos desde hace un par de años. Por ahí la situación es distinta. Y es distinta también porque en 2008 teníamos un mundo como partido en dos, con los emergentes creciendo a tasas chinas, cuando hoy el crecimiento se prevé que sea la mitad. Había un dólar deprimido y commodities altos, y hoy el proceso es el inverso.
Ahora la situación es la misma en el sentido de que Uruguay mejoró muchísimo su protección ante vulnerabilidades —básicamente las financieras— y el manejo de las variables es muy bueno. La visión general de la política está en manos de un mismo equipo, lo que da una dosis mayor de confianza. Hay pasos que el país tiene que ir dando a favor de mejorar su posicionamiento en lo que hace al funcionamiento de la economía, a la productividad y la competitividad.
—Algunos analistas y dirigentes del oficialismo y la oposición ven al presidente y su gabinete debilitados políticamente, a raíz por ejemplo, del conflicto en la enseñanza o del TISA, justo en un momento más complicado en la economía ¿Qué dice usted?
—Van seis meses de gobierno recién.
Ahora en la discusión presupuestal tendremos que tener la calma para internalizar esos cambios en la región y salir con el mejor Presupuesto posible para los próximos años. Soy optimista al respecto.
—¿No dejó mal parado al presidente la declaración de esencialidad para los docentes, luego levantada?
—Al presidente lo veo igual o mejor que siempre. Con más experiencia, sin ningún tipo de duda.
La esencialidad fue la decisión que se tomó en su momento intentando sopesar el interés de los estudiantes y familias que tenían afectada su vida cotidiana, así como la pérdida de horas de clases. Y eso mostró además, flexibilidad y disponibilidad al diálogo. Luego la situación se normalizó, lo que no quiere decir que no vayan a existir ruidos, pero dentro de un proceso más normal de la discusión presupuestal.
Este conflicto ayudó a todos los uruguayos a reflexionar un poco. En un mundo como el de hoy la educación es el tema número uno, y en Uruguay tenemos varias tareas pendientes. No es una crítica en particular a nada, sino una reflexión colectiva: no puede ser que cada tres muchachos que entran a Secundaria, solo uno pase a niveles superiores. No vamos a lograr como país nuestros objetivos si no mejoramos esa situación. De hecho, hemos mejorado mucho la Universidad de la República, creamos una nueva universidad pública y han mejorado las universidades privadas. Y sin embargo, si no podemos alimentar ese nivel universitario con mayor cantidad de gente —en especial de los sectores más postergados, para que puedan mejorar su situación—, no vamos a lograr el objetivo. Los tres gobiernos pusieron como principal objetivo la educación.
—¿Los sindicatos de la enseñanza tienen expectativas desmedidas?
—Hay diferentes visiones: en los sindicatos de base, en los dirigentes que iban a las negociaciones y en la propia central. Lo normal en el Uruguay que una vez que se arribaba a un acta en la cual los delegados de la rama convenían que era firmable, eso después se podía cambiar, pero era muy difícil un rechazo generalizado. Eso quizás pueda ser una novedad hoy. Y eso quizás haya pautado el proceso tal como fue, en el que el Poder Ejecutivo siempre estuvo dispuesto al diálogo.
—Dijo que este conflicto dejó una reflexión acerca de la necesidad de mejorar la enseñanza. Eso, en realidad, es algo que ya se sabía. Sin embargo, no parece claro que el Presupuesto, dando más dinero, asegure que habrá tales mejoras.
—¿Por qué tenemos que pensar que solo poniendo más plata y más plata es posible hacer los cambios? Hay que erradicar el mito de la estatua viviente, esas que están en las plazas y hay que ponerles una moneda para que se muevan. Hay un montón de cosas que se pueden hacer con los recursos que disponemos.
El eje pasa por la discusión más profunda en materia pedagógica, de poner al alumno en el centro del tema y para qué presente estamos educando. Esta es una preciosa reflexión que, superados los avatares presupuestales, hay que encarar con cabeza progresista y de llevar al Uruguay a mejorar sus resultados educativos.
—Sin embargo, el objetivo de tender hacia el 6% del PBI de presupuesto para la educación seguirá estando en la agenda de discusión pública en estos años. Son las moneditas para que la estatua se mueva.
—Como gobierno vamos a hacer fuerza para discutir cómo mejorar la educación en Uruguay. El gobierno tiene objetivos programáticos de resultados y en la medida de las posibilidades, tender hacia el 6%. Lo que no se puede es discutir exclusivamente de temas presupuestales, porque los problemas están a la vista.
Nuestros compañeros que están en estos temas son profundamente conocedores y están barajando mecanismos para tratar de rompera algunas inercias históricas que llevan, por ejemplo, a que en los liceos de zonas más vulnerables no se tenga la situación deseada en materia de profesores. Y ahí habrá que tener políticas distintas.
—¿El Poder Ejecutivo se propone tener un diálogo más fluido con la bancada oficialista?
—Presentamos 10 proyectos de ley a los cinco días de instalado el gobierno. Y ha habido una renovación muy grande en el Parlamento, particularmente en el Frente. Hay un acostumbramiento a la nueva tarea que implica que el tiempo corra y que los zapallos se acomoden en el carro.
También ha habido un volumen importante de cosas a atender en el Ejecutivo.
—¿Quedaron muchas cosas pendientes de la anterior administración?
—Escoba nueva barre distinto. En la OPP, por ejemplo, sin querer hacer refundacionismo, arrancamos con dos áreas nuevas: la Agencia Nacional para el Desarrollo Económico y la Dirección de Planificación. Nos planteamos objetivos ambiciosos.
—Del gobierno anterior quedó el problema con los inmigrantes sirios, los ex presos de Guantánamo y el TISA.
—Siempre hay temas de transición.
Me enteré del TISA en una reunión con el Secretariado del PIT-CNT. Lo mismo le pasó al presidente y a otros compañeros.
—¿La forma en que se resolvió la salida de la negociación del TISA, tras una intervención del Plenario del Frente Amplio, fue la mejor?
—El presidente le pidió a la fuerza política que emitiera su opinión. Y su afirmación de que el TISA no existe, hecha luz sobre esto. Como la Ronda Uruguay no tuvo resultado, como la Ronda de Doha no tuvo resultado; veremos efectivamente si en este proceso del TISA, que es una cosa delicada, si dan resultados positivos o no.
—Varios sectores empresariales cuestionaron la decisión de bajarse del TISA, porque la interpretan como una señal negativa hacia la inversión y la apertura económica ¿Usted no lo ve así?
—Entiendo absolutamente la importancia de los servicios. Entiendo la visión de muchos sectores que pudieron haberse beneficiado, pero también la de otros que se podían haber visto perjudicados. De cualquier manera, no hay que exagerar: esto no cierra el mundo para Uruguay ni mucho menos. Esto no quiere decir no avanzar lo más posible en materia de tratados comerciales. El mundo va hacia eso y la multilateralidad global no existe. Lo de la Unión Europea con el Mercosur es un punto importante y habrá que poner toda la energía.
El “chispazo” y la inamovilidad
—El tema de la reforma del Estado no aparece en la agenda del gobierno, al menos por ahora ¿Habrá medidas en esa dirección durante el período?
—Esa reforma se viene haciendo y es un proceso gradual. No podemos ver la reforma del Estado solo por la relación con los funcionarios; hay que verla a nivel institucional. Cuando hablamos de Sistema de Competitividad, de cambios que se vienen dando a nivel de las fiscalías de darles otro lugar, eso también es reforma del Estado. Cuando hablamos del gobierno electrónico es sin duda una transformación del Estado. Eso se tiene que traducir en beneficios mayores para el destinatario final, que es el ciudadano. Que el ciudadano lo perciba como beneficios mayores.
Uno de los temas que tenemos aquí en OPP —y que el presidente lo ha definido como el tema político de este período— es la descentralización. El ciudadano, desde lo local, pasa a tener un diálogo con el gobierno municipal. Allí la figura del alcalde va a ser crucial en el futuro, al convertirse en interlocutor entre el gobierno nacional y el departamental.
—¿Usted dice que la reforma del Estado se hizo pero no se percibe?
—No, es un proceso. Reforma del Estado fue un término acuñado hace 20 años que nos quedó a todos en el imaginario que era a través de un chispazo, de alguna ley. En esto hay mucho de procesos culturales profundos; este es un Estado de 200 años, y el Frente Amplio hace 10 que está en el gobierno. En este tiempo se han dado cambios muy grandes. Es un proceso y justamente en lo que tenemos que traducir en resultados visibles y tangibles para el ciudadano.
Con los avances electrónicos, quizás lo que hay que rever en determinado momento —y no estoy planteando nada— es qué sucede con la inamovilidad. Creo que el país se lo va a plantear en algún momento. No tengo la solución, porque también reconozco que la movilidad es una solución para que no haya un cambio generalizado de funcionarios cuando cambia un gobierno, pero hay mucho para trabajar. Hemos hecho mucho hincapié sobre los resultados y sobre la capacidad de establecer controles. Esto es bastante notorio y lo vamos a seguir haciendo, porque el rol de control tiene que ver con mejorar la gestión del Estado. No se entiende cómo cuando se plantea una postura de control para mejorar la eficiencia surgen voces contrarias.
Contratapa
2015-09-17T00:00:00
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