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Desde que llegó al Instituto Nacional de Estadística (INE), su director, Diego Aboal, ha intentado impulsar diversas actualizaciones e innovaciones que permitan superar las “debilidades” y sanear “contradicciones” que, sostiene, se arrastraban desde hacía algunos años. Los cambios de base en los principales indicadores fueron los primeros: en abril se concretó el del Índice de Volumen Físico de la Industria Manufacturera, y ahora preparan una seguidilla de presentaciones.
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La nueva Encuesta Continua de Hogares (ECH) ya tiene unos meses de aplicación, pero el próximo jueves 30 el INE la presentará oficialmente. Sin embargo, no será sino hasta dentro de “unos meses” que “la gente podrá empezar a ver los resultados”, en particular la mayor apertura por departamento y otras variables de interés, dijo el jerarca a Búsqueda.
Por otra parte, está previsto que para finales de octubre esté lista la nueva medición de la pobreza por el método del ingreso, originalmente esperada para mediados de 2021. El objetivo de esta actualización es incorporar a la medición los cambios que tuvieron desde 2006 la composición de la canasta de consumo, el nivel del ingreso del país y la demanda de consumo calórico de la población, entre otras variables. Aboal reafirmó que el INE comenzará a divulgar de forma semestral los datos de pobreza y los microdatos de la ECH, publicando en esta ocasión la información para enero-junio de 2021.
Otro cambio de base relevante es el del Índice de Precios al Consumo (IPC), que según el director del instituto estadístico gubernamental estaría listo a comienzos de 2022. Según explicó, hoy en día están “implantando nuevos comercios” y en pocas semanas comenzará el relevamiento que buscará reflejar mejor la estructura de consumo de los uruguayos. Por ejemplo, Aboal adelantó que en los últimos 15 años el peso de los servicios aumentó en detrimento de los alimentos, algo que suele ocurrir a medida que las economías crecen.
Mientras tanto, la publicación del Índice Medio de Salarios a partir de registros administrativos y la divulgación de un dato de pobreza multidimensional llevarán “un tiempito más” —posiblemente hasta mediados de 2022—, entre otras razones porque los equipos encargados de esto son los mismos que trabajan en el nuevo umbral de pobreza.
“Una mina de oro”
Pero más allá de los indicadores, la estructura del INE presenta algunas “debilidades” y “contradicciones”, según Aboal. En esta línea se están llevando a cabo distintos proyectos que también tendrán un impacto positivo sobre la calidad y la cantidad de los productos del organismo, dijo a Búsqueda su subdirector, Federico Segui.
Una de las áreas en las que el INE tiene “un debe grande” es en el uso de registros administrativos. Según Aboal, era “una contradicción, una paradoja bastante grande” que el organismo no tuviera estadísticas basadas en estas fuentes de datos dada la “calidad” que tienen en Uruguay tanto en el sector público como en el privado.
Por ejemplo, mencionó la recolección automática de datos para el IPC a partir de listados de precios proporcionados por comercios, información de compañías telefónicas para ver la movilidad de la población, o incluso datos de facturación de empresas que permitan ver “eventualmente cómo va el nivel de actividad por tipo de comercio” con un nivel de desagregación por producto, cantidad, día y hasta hora de la compra. Sobre este punto, Segui mencionó el caso de Holanda, donde el organismo nacional de estadística tiene una ley que lo obliga a usar primero registros administrativos, y solo habilita a hacer encuestas si estos no existen o son de mala calidad.
El primer paso en ese camino se concretó ayer miércoles 22, con la presentación del Sistema Integrado de Estadísticas y Encuestas (SIREE) y su base de datos, el Data Warehouse.
Segui —el responsable directo de ese proyecto— explicó que la idea es “cambiar la forma” en la que el INE produce las estadísticas, uniendo las tradicionales encuestas y censos con información que otras dependencias del Estado ya generan como parte de su gestión. Esto permitiría, además de concentrar toda la información en un solo lugar, realizar análisis multidimensionales y redireccionar esfuerzos por parte del INE.
“Esto no va a eliminar la necesidad de encuestas, que es una preocupación de los trabajadores. No se van a quedar sin trabajo, sino que vamos a poder hacer otras preguntas o incluso otras encuestas para las cuales hoy no nos da el presupuesto”, aseguró Aboal.
De hecho, una vez que comiencen a lograr estos ahorros, desde el INE tienen como “prioridad” resolver el “drama” de la contratación de cientistas de datos o la capacitación de funcionarios administrativos. Según sus jerarcas, el paradigma de los organismos de estadística está cambiando desde “mineros” de datos hacia “gestores” de esta información, por lo que necesitan personal capaz de manejar y analizar grandes bases y flujos. “Hoy en el INE tenemos una estructura que está todavía muy volcada a áreas para producir una encuesta, cuando en realidad lo que vamos a necesitar son 50 tipos explotando los datos que están en todos lados. Con 10 podemos hacer mucho”, dijo Aboal.
Sin embargo, como los demás organismos del Estado, el INE se encuentra sujeto a “una limitante muy fuerte en términos de renovación de vacantes”, por lo que la búsqueda no podría pasar únicamente por solicitar más recursos: “estaríamos en el horno, no podríamos hacer nada”, aseguró.
Por eso, el “desafío” para el año que viene —con una situación presupuestal “un poco mejor”— es poder “convencer” a las autoridades de que les den fondos adicionales, pero sobre una base de lo logrado hasta entonces, coincidieron ambos jerarcas.
En cuanto a los datos contenidos hasta ahora por el Data Warehouse, la información sobre educación, mercado laboral y salud —entre otras dimensiones— se organiza en tres pilares: uno de población, creado a partir del Sistema de Información del Área Social; uno de empresas, donde se recogen variables proporcionadas por DGI, BPS o el Ministerio de Trabajo, y uno de inmuebles, concebido a partir de la Dirección Nacional de Catastro y que será actualizado con los sucesivos censos, permisos de construcción o imágenes satelitales.
La idea, a su vez, es que cada individuo tenga asignado un número que permita unificar toda esta información, preservando su identidad. “Tenemos una mina de oro”, resumió el subdirector del INE.
Aunque en principio estos datos son de acceso restringido al INE, la idea es que poco a poco se vayan liberando primero a otros organismos del Sistema Estadístico Nacional, y luego —hacia 2022— a usuarios en general bajo “protecciones y seguridades”, aseguró Aboal.