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A veces suena parecido al español, otras al griego o al latín. Si se lo ve escrito, sus palabras llenas de jotas parecen impronunciables, pero quienes lo leen y lo hablan dicen que se aprende con facilidad y en poco tiempo. En general se piensa que el esperanto es un idioma de laboratorio, que se perdió en un tiempo impreciso y que hoy nadie lo usa. Sin embargo, quienes lo practican asisten continuamente a congresos internacionales, y calculan que puede haber entre dos y nueve millones de hablantes de este idioma que nació a fines del siglo XIX.
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Uno de estos encuentros internacionales se realizó en el Ateneo de Montevideo, entre el lunes 21 y el viernes 25 de julio. Fue la 47ª Conferencia Internacional de Docentes de Esperanto, en la que participaron 60 extranjeros provenientes de 23 países europeos, norteamericanos y latinoamericanos, y unos 70 uruguayos.
El lunes 21 de tardecita estaba terminando la primera jornada de la conferencia y en uno de los salones todos escuchaban atentos a los expositores que hablaban con un discurso en el que sonaba fuerte la letra “k”. Mientras tanto, en el hall del Ateneo había otra reunión, porque se estaba preparando una fiesta, y ya habían llegado algunos esperantistas con sus trajes típicos. En pleno ajetreo para encontrar alojamiento a una pareja de nepaleses, Búsqueda pudo conversar con Sonia Risso, presidenta de la comisión organizadora de este encuentro e integrante de la Sociedad Uruguaya de Esperanto.
“Cualquiera puede pensar que el esperanto es poco menos que un código morse, pero es un idioma completo, con mucha riqueza”, explica Risso, quien considera que hay una “injusticia” en no difundirlo para que más gente lo practique. “En el momento actual decimos que el inglés es un idioma que se ha generalizado, pero es injusto porque los nativos de habla inglesa tienen ventajas sobre nosotros. Ellos no necesitan aprender otro idioma para comunicarse, sin embargo nosotros tenemos que invertir esfuerzo, tiempo y dinero, y nunca vamos a estar a la misma altura que ellos”.
El esperanto surgió en 1887 y lo creó un oftalmólogo polaco llamado Lázaro Zamenhof, con la intención de acercar a las personas que hablaban diferentes idiomas en Europa. Entonces pensó en una lengua común que no perteneciera a ningún país, pero que tuviera una mezcla de palabras de cada idioma. Al comienzo fue muy rústico, pero con el tiempo se fue puliendo y perfeccionando.
Sus practicantes lo definen como un idioma internacional y neutral “que no puede pertenecer a nadie y, sin embargo, debe pertenecer a todos”, aclara Risso. “Es un idioma muy fácil de aprender. Hay personas que después de tres meses de haber empezado a tomar clases, ya pueden entenderlo. A esta conferencia vinieron personas que se iniciaron hace poco tiempo y pudieron comunicarse y entender las exposiciones. Entonces, ¿en qué idioma con una hora y media por semana durante unos meses se puede entender una conferencia? ¿Cuántos años de inglés, francés o alemán se necesitan para tener un buen nivel internacional?”.
Mi kantas, vi kantas, li kantas.
Según los esperantistas, la facilidad de este idioma radica en la regularidad de sus verbos y en lo sencillo de su gramática. Tiene unas 16 reglas que se cumplen siempre, sin excepciones. Todos los verbos en infinitivo terminan en “i”, y se conjugan igual en todas las personas. Para conjugarlos, a la raíz se le quita la “i” y se le agrega “as” para el presente, “is” para el pasado, “os” para el futuro, “us” para el condicional y “u” para el imperativo. Las palabras en esperanto tienen en un 85 % raíces latinas, por eso muchas suenan parecidas al español.
Ana Montesinos vino a Uruguay en marzo, comisionada por la Asociación Internacional de Esperanto para organizar la conferencia. Es española, vive en Inglaterra y tiene muchos años de esperanto y de congresos. Para ejemplificar la sencillez del idioma, explica que todos los sustantivos terminan en “o”, todos los adjetivos en “a” y los adverbios en “e”. Además alienta a esta cronista a hablarlo y le pide que piense en un verbo en español. El verbo elegido es “cantar”, que en esperanto es “kanti”. Conjugación en presente: “mi kantas”, “vi kantas”, “li kantas”. Después sigue la conjugación en otros tiempos con algunos titubeos de la cronista que no se acuerda de las terminaciones.
Montesinos explica que el esperanto es un idioma “vivo”, hablado y escrito, y que hay mucha literatura original y traducciones de casi todos los clásicos a esa lengua. Sobre la cantidad de personas que lo practican en el mundo, dice que es imposible llevar la cuenta: “Es como si me preguntaran cuánta gente sabe andar en bicicleta. Algunos pertenecerán a un club de ciclismo, otros tendrán la bicicleta medio oxidada y ya no la usan. Lo mismo pasa con el esperanto, hay muchas más personas que lo practican de lo que la gente piensa, y menos de las que podría haber”.
El esperanto se enseña en todo el mundo, y China es uno de los países que ha, anunciado su apoyo para que se aprenda en las escuelas. En Uruguay se enseña en el local de la Sociedad Uruguaya de Esperanto, en la calle Vilardebó 1484, y este año se dan clases también en el Ateneo de Montevideo.
En la fiesta de bienvenida a la conferencia, un coro de niños de la escuela pública cantó una canción folclórica en español y luego en esperanto. Además participó un cantante de tango, y escuchar un tango en esperanto habrá sido una experiencia muy extraña, tal vez no recomendable para gardelianos.
Turisma itinero.
En cuanto a la utilidad del esperanto en los negocios o la diplomacia, Risso es enfática: “En la actualidad se aplica en el área popular. Hubo intentos de uso en los negocios, pero es difícil porque no está tan difundido como para que los empresarios lo estudien. Sirve para la comunicación entre gente común, del pueblo, de diferentes países. Así tenemos la posibilidad de viajar, de conocer nuevas culturas y saber cómo viven en otros continentes”.
“Turisma itinero”, dice uno de los folletos que el Ministerio de Turismo y Deportes tradujo al esperanto. Allí aparecen fotos y descripciones de lugares típicos del país. Este ministerio, junto con el de Educación y Cultura y la Intendencia de Montevideo, fue auspiciante del encuentro de esperanto, que tuvo una ceremonia inaugural en el Palacio Legislativo con palabras de la directora regional de la Unesco. Hace 60 años, también en el Palacio Legislativo, la Unesco reconoció el esperanto como una lengua afín a sus ideales y recomendó la difusión de su estudio.
Quienes asisten a conferencias y congresos se financian sus propios viajes y a veces reciben ayuda económica de las asociaciones locales. Los participantes en las jornadas del Ateneo continuaban viaje hacia Buenos Aires, donde se está desarrollando hasta el viernes 1º el 99 º Congreso Universal de Esperanto.
En el hall del Ateneo es el último día de la conferencia. Una niña con túnica de escuela lee en voz alta un libro en esperanto y le explica a Búsqueda que es una historia coreana. Cada tanto deja el libro y empieza a hablar con su hermano menor en esperanto. Ellos nacieron en una familia de madre francesa y padre uruguayo, y en su casa hablan en esperanto, aunque saben francés y, por supuesto, español.
Entre sus libros, los niños tienen uno escrito e ilustrado por Ayelén Borgogno Arce, una joven esperantista que vive en Tarariras. La familia Borgogno —recordada por negarse a que sus hijos fueran vacunados— se interesa por la difusión de la cultura charrúa, y el libro de Ayelén, titulado “Elimej en el mundo de Yasi”, gira en torno a esta temática.
Cuando los conferencistas se estaban despidiendo del Ateneo, entró al edificio una señora buscando a integrantes de la Escuela Fundamental de Alquimia. Algunos esperantistas le indicaron una oficina y se miraron intrigados. “¿Quién estudia alquimia en estos días?”, se preguntaron. Y no hubo respuesta.