Interesante indagación sobre un tiempo ido

El telón de fondo de esas vidas es una Buenos Aires con un nutrido circuito musical, desde las aulas de Scaramuzza frecuentadas por Marta y Bruno entre otros varios alumnos, los ensayos del Teatro Colón adonde ambos iban con el padre de Bruno que integraba como segundo violín la orquesta, y las tertulias musicales que se hacían en casas de familia, cuando algún músico extranjero pasaba de visita por la ciudad. La más prestigiosa y concurrida de esas tertulias era la de la familia Rosenthal, donde los tres prodigios coincidían y exhibían sus talentos a la concurrencia. Todo un microcosmos porteño amante de la música.

El libro es ameno y nostálgico de un tiempo ido, un ambiente cultural y una tradición que ya no están. Lo salpican anécdotas disfrutables: “Scaramuzza los instigaba, resaltándole a cada uno de ellos las virtudes del otro: a Bruno le enrostraba las facilidades sin límites que poseía Martha y a esta la sermoneaba con la profundidad del canto de Gelber”. Y la memorable audiencia que la madre de Martha consigue con Perón para pedirle apoyo en la carrera de su hija. La madre quiere que esta se perfeccione en Estados Unidos. Perón le pregunta a Martha adónde quiere ir ella; la niña contesta que a Viena a estudiar con Friedrich Gulda. Y entonces el General lauda: vas a ir a Viena. Además les consigue trabajo para su familia en la Embajada Argentina. Luego se acerca al oído y le susurra a Martha: “No nos dejes mal”.