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    Itaú ve negativos para el país los dos posibles plebiscitos

    CEO del grupo brasileño dice que Uruguay “aún tiene reglas laborales bastante ortodoxas” y alienta una flexibilización

    Desde la perspectiva del grupo brasileño Itaú —uno de los mayores jugadores privados del sistema financiero local, dueño de un banco, la financiera OCA y de UniónCapital AFAP—, Uruguay está superando un año “desafiante” por la sequía y el impacto del defasaje cambiario con Argentina, aunque le augura un 2024 “muy bueno” en lo económico. Habrá elecciones, pero ese es un dato secundario en un país “seguro para invertir porque tiene buenas instituciones y respeta los marcos (…), no importa el partido que esté en el gobierno”, afirma Andre Gailey, gerente general de la filial bancaria en Uruguay y CEO también en Argentina y Paraguay.

    Sin embargo, dos iniciativas de enmienda constitucional incorporan algo de ruido. Para el ejecutivo, la propuesta cabildante de topear la tasa de usura y habilitar refinanciaciones a personas deudoras no impactaría en los negocios del grupo, pero sería “un mal precedente en términos de concepto de cómo pretender remediar un problema”.

    Por otro lado, si prospera la recolección de firmas impulsada por el PIT-CNT se demolería la “gran conquista para el país”, que, según Gailey, es la reforma jubilatoria, que atacó el “principal riesgo de largo plazo de las cuentas públicas y para las perspectivas de crecimiento” económico.

    De estos asuntos, de los altos costos del sector bancario y la situación de la “caja bancaria” (ver recuadro) habló el CEO de Itaú con Búsqueda en la siguiente entrevista.

    —El Producto Bruto Interno se contrajo en el segundo trimestre por el efecto de la sequía. Desde el banco, ¿qué desempeño se está viendo de la actividad económica?

    —El año está siendo desafiante. La sequía tuvo un impacto no solo en el agronegocio, sino también en otros rubros de servicios, lo que va a llevar a un año de un crecimiento de 0,6%.

    Lo positivo es que vemos al agronegocio habiendo llegado a esta situación muy poco apalancado, con bastante liquidez y con buena estructura de capital, de manera que está atravesando la crisis mucho mejor de lo que pasa generalmente ante una seca tan profunda. Otro punto es que el sector financiero, e Itaú en especial, tomó una posición de apoyo al rubro muy fuerte, de rever caso a caso, plazos, condiciones, etcétera. Incluso, de hacer una inyección de liquidez adicional a los clientes que necesitaban. Y el Siga (Sistema Nacional de Garantías) ayudó muchísimo; fueron más de US$ 15 millones de montos adicionales desembolsados para apoyo del agricultor en ese momento.

    Entonces, vemos una economía afectada en parte por la sequía y también un poco por la diferencia de precios, en especial con Argentina. Pero los fundamentos son muy buenos, hay mucha inversión privada, hay mucho capital extranjero invertido en la economía real y vemos que la actividad de otros rubros sigue fuerte.

    Hacia el 2024, el propio agronegocio va a ser positivamente impactado por El Niño, que imaginamos va a traer las lluvias necesarias para una buena cosecha. Los precios de los commodities seguirán en niveles competitivos, si bien no tan altos como el año pasado. Vemos perspectivas bastante positivas y prevemos un repunte del nivel de actividad importante, con un crecimiento del PIB de 3,6%. Uruguay tendrá un 2024 muy bueno.

    Un punto muy importante es que la inflación, por primera vez en los últimos 20 años, está en niveles debajo de 6% (anual), una tremenda conquista para la economía uruguaya. Uruguay ha tenido históricamente una inflación más cercana a 7% u 8%, y creemos que puede ambicionar tener una inflación de entre 5% y 6%; hay un cambio estructural del nivel de inflación en el país que traerá dividendos importantes y es una perspectiva positiva para la macroeconomía.

    El desafío es el (tipo de) cambio; el peso sigue bastante valorizado, aunque vemos un proceso lento de desvalorización a lo largo de los próximos meses.

    —Para los clientes del banco, ¿el atraso cambiario viene siendo un problema?

    —El atraso cambiario para el mundo de la persona física tiene impactos positivos porque torna el consumo más potente, hace la importación más competitiva y baja un poco el costo de vida de Uruguay.

    Para los clientes mayoristas, el atraso se combinó con un momento de buenos precios de commodities y un sector que estaba viniendo de buenos años de resultados. Por lo tanto, este impacto es absorbible. Pero creemos que no es sostenible mantener el cambio en los niveles que está, y que es natural que, cuando miramos, en especial, la dinámica de diferencias de tasas de interés entre Uruguay y Estados Unidos, la tendencia es que el retraso cambiario se achique y el cambio se quede más cerca de un nivel normal a largo plazo.

    —Hizo un análisis positivo de varios indicadores macro. ¿También ve bien la situación fiscal, que tuvo un deterioro en meses reciente?

    —En lo fiscal Uruguay está estructuralmente muy bien, con una tendencia de mejoría. Hay cuestiones estacionales, como el impacto en los ingresos por la menor actividad económica. Pero cuando miramos por el lado del control del gasto el actual gobierno está imponiendo mucha disciplina y vemos la reforma de la seguridad social como un cambio estructural muy positivo en el largo plazo.

    —En lo que va del año Itaú ganó US$ 138 millones, bastante más que en 2022. ¿Es un buen año para el banco o la ganancia es poca dado el capital invertido?

    —Este es un año atípico, y en especial en Itaú tenemos todos los vientos favorables. Tenemos un crecimiento de la cartera de crédito de cerca de 50% en los últimos dos años, tenemos un crecimiento en los volúmenes de consumo cercanos a 30% año contra año. Itaú contrató a más de 150 personas en los últimos dos años, con un crecimiento neto de más de 70; es el único banco del sistema con crecimiento relevante (de su plantilla). Mientras el sistema se achicó, Itaú creció invirtiendo mucho en la modernización del banco, todo lo que es la parte digital, la calidad de la atención, la mejora de procesos y mucho foco en el cliente. El banco más que duplicó el capital invertido en el país en los últimos dos años: tenía un patrimonio neto de cerca de US$ 400 millones y hoy tiene más de US$ 800 millones invertidos en el país.

    Entonces, ese resultado del banco es en parte fruto de un gran crecimiento de la operación, algo puntual que es una situación de altas tasas que vivimos —pero que ya están a la baja—, y un efecto de una estructura de hedge muy puntual de este momento. Creemos que los resultados del banco tienden a ser competitivos pero dentro de lo que son las tasas y retornos del mercado cuando miramos las perspectivas de largo plazo.

    —En el marco de la discusión por la reforma de la Caja Bancaria, el sindicato de empleados bancarios ha dicho que los bancos en Uruguay ganan mucho. ¿Es así?

    —No, claramente es un error. Porque la ganancia no es el número absoluto, sino el retorno sobre el patrimonio invertido o lo que es el equilibrio entre riesgo y retorno. Cuanto más capital invertido hay, más tiene que ser la ganancia correspondiente. Y cuando miramos los niveles de retorno de los últimos 10 años, estamos en niveles muy cercanos a lo que es el promedio mundial, y con niveles de costo muy por arriba de lo que es el promedio mundial. La banca en Uruguay es de las más caras del mundo.

    —Si, como dicen desde los bancos, los costos son altos en el sector principalmente por su personal, ¿por qué Itaú tomó más empleados?

    —Porque creemos que es esencial modernizar y mejorar la calidad de atención al cliente. Pero no lo hacemos porque los costos son competitivos, lo hacemos porque creemos que es esencial hacerlo. Si no tuviésemos costos tan altos, claramente haríamos más de lo que estamos haciendo.

    Para que se tenga una idea: hoy, un empleado con un sueldo de 100 cuesta 150 para el banco y recibe 38 en su cuenta, líquido. Es una de las asimetrías o costos más altos que existen; el empleado bancario es, claramente, el más caro de América Latina. (*)

    —Algunos costos bajan con la digitalización de los servicios financieros. ¿Cómo ve al sistema local en ese plano, por ejemplo, en materia de pagos?

    —Hay un cambio en la experiencia. Antes de fin de año los pagos instantáneos 24 por siete empezarán de manera más completa, no solo para giros, e incluso por medio de los aparatos de adquirencia. También vemos que el proceso de multiadquirencia se está consolidando, con impactos positivos para los clientes y haciendo las tasas más competitivas para los comercios. El mundo de los pagos en Uruguay se está modernizando, y esto tiene beneficios estructurales y de largo plazo. La suma de estas mejorías llevará al sistema a un nuevo nivel en el corto plazo.

    —Cabildo Abierto impulsa una recolección de firmas para incorporar a la Constitución la refinanciación de deudas personales y un nuevo tope para las tasas de usura. ¿Qué opina sobre esa iniciativa?

    —Para que el crédito pueda crecer en el largo plazo es necesario enfrentar el costo Uruguay. El costo Uruguay, para que el empresario pueda invertir y tomar más crédito. Y el costo Uruguay, para que la banca pueda ser más competitiva en su tasa final al cliente.

    La limitación de las tasas no afecta el crédito en general en el país y no impacta el rubro de las grandes empresas que toman crédito, que ya trabajan con tasas muy bajas. Esa iniciativa, que involucra a las personas físicas y en especial a las financieras, sí genera un efecto muy perverso de exclusión de una parte de la población que deja de tener acceso al sistema. Otros países que implementaron topes de tasas hicieron imposible al sistema financiero ofrecer préstamos a clientes de mayor riesgo, que son justamente los que más necesitan del sistema. Al final, estos quedan en manos del mercado negro, paralelo, con prestamistas o financiamiento de comerciantes a tasas mucho más altas que ese tipo de topes.

    Estamos muy en contra, porque regular precios supone excluir una parte de la oferta de crédito a la población. Las intenciones (detrás de la iniciativa) son buenas, pero el efecto real termina perjudicando a la población más carente.

    —El argumento central de los promotores de este plebiscito es que hay un sector de gente sobreendeudada. ¿Es así?

    —Mirando todas sus operaciones acá y mirando al sistema financiero, Itaú no cree que exista un problema de sobreendeudamiento. Y mucho más: claramente, un tope de tasas no sería la solución para enfrentar este tipo de situaciones y es algo que solo tiene efectos negativos. Eso es muy claro mirando en todas las economías que conozco que implementaron topes de tasas; el efecto final fue destruir, para parte de la población, el acceso al crédito formal y empujarla al sistema informal.

    —¿Es una preocupación desde la perspectiva del negocio de OCA que esto prospere?

    —No esperamos impactos en el banco ni en OCA. Es mucho más el cambio de concepto: Uruguay siempre tuvo como concepto no ajustar las cosas vía regulación de precio, sino hacerlo mejorando las condiciones de competencia entre los jugadores. Es un mal precedente en términos de concepto de cómo pretender remediar un problema, pero no por el impacto específico en el grupo.

    —Por su lado, el PIT-CNT empieza a juntar firmas para otra consulta popular que derogue la reforma jubilatoria recién aprobada. Itaú, que es dueño de una AFAP, ¿cómo ve esta campaña?

    —Está dentro de los derechos de la población, de los partidos, de los gremios proponer plebiscitos o iniciativas, y somos superfavorables a iniciativas populares y democráticas.

    En relación con el contenido de esta iniciativa específica, creemos que la reforma fue una gran conquista para el país hecha por consenso y diálogo —dentro de lo que fue posible— entre todas las partes involucradas. Si hubiera un cambio importante a la reforma, volvería un problema importante, que es la sostenibilidad del sistema previsional en Uruguay; este era el principal riesgo de largo plazo en las cuentas públicas y para las perspectivas de crecimiento del país. Sería muy importante que se mantenga la reforma aprobada, que traerá beneficios para toda la población en el largo plazo.

    —¿Las elecciones del año próximos son un factor de expectativa para el banco?

    —Itaú está invirtiendo en Uruguay con una visión de largo plazo. Tenemos el confort de saber que es un país seguro para invertir porque tiene buenas instituciones democráticas y respeta los marcos de la responsabilidad en la gestión pública, no importa el partido que esté en el gobierno. De manera que seguiremos apoyando las políticas públicas que apalanquen el crecimiento del país, de forma independiente de lo que sea el escenario electoral y con la convicción de que Uruguay puede seguir creciendo con todas las reformas estructurales que puso en marcha y todo lo que ya conquistó, cuando comparamos con América Latina.

    —¿Qué reforma importante cree que está pendiente?

    —El gran desafío para Uruguay es buscar más flexibilidad laboral. La flexibilidad permite invertir con menos riesgo, generar más empleo y tener un nivel de crecimiento económico potencial más grande hacia el futuro, lo que al final trae beneficios para los propios trabajadores y para la población en general.

    Uruguay aún tiene reglas laborales bastante ortodoxas, y cuando las comparamos a nivel internacional, vemos un espacio importante de mejoría del PIB potencial si el país va por el camino de la flexibilidad.

    (*) La versión original fue ajustada, sustituyendo 7,50 por 150, el dato correcto.