Belzarena dijo que “hay que ser cautos” con pensar que el final de la pandemia está cerca. “Mientras siga habiendo circulación del virus, pueden aparecer nuevas variantes”, advirtió.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista con Búsqueda.
—En este nuevo rol que asumen en la ANM, ¿cuáles son sus principales objetivos?
—José Pedro Arcos (J.P.A.): Nuestra primerísima prioridad para este año es seguir colaborando con el desarrollo profesional médico continuo. Desde que se firmó un convenio marco en 2016, la ANM ha colaborado con el Colegio Médico, el Ministerio de Salud Pública, la Facultad de Medicina (de la Universidad de la República) para la recertificación de los médicos. Hay que concurrir a cursos, intercambiar con los colegas. Demostrar y confirmar que uno, cuando atiende a un paciente, está actualizado al máximo y no quedó estancado en lo que estudió una vez en la facultad. Eso es un proceso que empieza este año. Hay tres especialidades que ya comienzan el programa de recertificación: pediatría, anestesiología y gastroenterología. Y se van a sumar otras. Las instituciones que emplean médicos, tanto estatales como privadas, van a tener que colaborar con este proceso. Ya hay una ley de hace unos cuantos años que otorga 10 días de licencia al médico por año para concurrir a congresos y cursos. Eso hay quien lo cumple y quien no en las instituciones. En eso hay que trabajar muchísimo.
—La obligatoriedad o no de la recertificación médica continua es objeto de debate desde hace mucho tiempo. ¿Cuál es su postura?
—J.P.A.: Vamos hacia la generalización de esto, lentamente. No es concebible un cuerpo médico que esté certificado a medias. Pero la forma de empezar en nuestro país es así, voluntaria.
—¿Qué otros objetivos tiene?
—J.P.A.: En actividades educativas vamos a trabajar en humanismo médico y acceso a la medicina. El humanismo médico es una disciplina que comienza a enseñarse este año en el Hospital de Clínicas. Hay otra universidad que ya lo empezó a hacer hace unos años, y es una disciplina que está dedicada a que el médico no quede succionado por el reduccionismo científico. El médico no puede mirar papeles, aparatos, máquinas, imágenes solamente. Tiene que encontrarse con el paciente y comprenderlo como persona integral, con sentimientos, una vida, además de su enfermedad concreta. Para eso, el médico también tiene que tener un espacio y un tiempo.
—El humanismo médico se perdió un poco con la pandemia, por la tendencia a la videoconsulta y a las consultas telefónicas, ¿habría que hacer énfasis en retomarlo?
—Cristina Belzarena (C.B.): Es muy importante la relación médico-paciente siempre. Aun en pandemia, si el médico recibía consultas de sus pacientes, que conocía y sabía sus historias, pudo haber sido un apoyo importante que haya un médico que globalmente lo conozca y que el paciente sienta que su asesoramiento siempre es importante. Al mismo tiempo, a escala hasta de exámenes y tecnologías se está hablando de medicina centrada en la persona. Aparte del conocimiento, es muy importante que la misma enfermedad o patología se adapte por una cantidad de estudios y características a cada persona.
—¿Hay que involucrar más al paciente en las decisiones sobre su propio tratamiento?
—C.B.: Sí, analizar las características de esa enfermedad en ese paciente, con esa situación personal, laboral, familiar. Los tratamientos no pueden ser los mismos para todos.
—J.P.A.: Otra cosa que mostró la pandemia y que nos preocupa, desde el punto de vista educativo, que ya estaba desde antes, son las pseudociencias. Nosotros como academia tenemos que poner a disposición no solo del cuerpo médico, sino de la población, a la medicina basada en la evidencia, el método científico. En momentos de crisis, la gente quiere certezas. Lo vimos claramente con el negacionismo de la pandemia, luego los movimientos antivacunas, etc. Ahí tenemos que cumplir un rol muy grande, porque antes de la pandemia existían y van a seguir existiendo pseudomédicos, pseudotratamientos ineficaces en los que la gente puede llegar a creer, quizás porque el pensamiento mágico siempre es atractivo o da respuestas cuando todavía nosotros no las tenemos. Pero es una obligación y también vamos a trabajar en eso, en poner en documentos claros y concisos, como hicimos durante la pandemia, en qué puede confiar la gente cuando necesita asistencia médica.
—¿Cómo evalúan el manejo de la pandemia por parte de las autoridades sanitarias y de gobierno?
—J.P.A.: Es muy pronto. Creo que tuvimos un número de muertos en la gran ola del primer semestre del año pasado que quizás si hubiéramos vacunado más tempranamente se hubiera evitado, o si hubiéramos mantenido más medidas… Pero en número de muertos por número de habitantes acumulado estamos muy bien posicionados en Latinoamérica. En el final de todo, ¿cuántos muertos tuvimos por millón de habitantes? Ese es uno de los indicadores más importantes, y estamos muy bien posicionados. Después está el de exceso de mortalidad. Esos son indicadores duros que nos permiten evaluar cómo nos fue en la pandemia. Hay muchas opiniones de si hubiéramos tenido otra actitud en el abril pasado, que hubiéramos estado mejor y no hubiéramos tenido tantos muertos. Si las vacunas hubieran llegado antes, bueno, también. Pero todo eso es opinable.
—Ahora se discute si se aproxima el final de la pandemia o no, si ya estamos en una endemia, y qué es lo que se viene. ¿Cómo ve la ANM este panorama?
—C.B.: Hay que ser cautos. Por ejemplo, hay que ver lo que está pasando ahora en China, sobre todo en Hong Kong, en Reino Unido, y qué consecuencias va a traer la guerra en cuanto a los millones que han huido de Ucrania al resto de Europa y qué va a pasar ahí con el Covid. Había muchísimos sin vacunar. Es toda una interrogante, más la posibilidad de que, mientras siga habiendo circulación del virus, pueden aparecer nuevas variantes. Ojalá que estemos cerca del final, pero mantengamos la cautela.
—J.P.A.: Uno no puede hacer futurología porque este virus lo único que nos dio fueron sorpresas. De lo que sí hay certezas es que salimos vacunados muy homogéneamente. Porque África no tiene vacunas, Paraguay las tuvo muy tarde. Como dijo el director de la Organización Mundial de la Salud, se trató de un fracaso moral catastrófico. Nosotros podemos considerarnos sumamente afortunados en haberlas tenido a disposición, quizás un poco tarde, pero hay países que no la tienen ni la van a tener. Ojalá no haya más variantes y continuemos con la vacunación como venimos hasta ahora.
—¿Qué otras emergencias consideran que tiene Uruguay en materia de atención a la salud?
—C.B.: El cáncer de mama afecta a muchísimas mujeres en Uruguay, se calcula que dos de cada 10 lo tienen a lo largo de sus vidas, es muchísimo.
—J.P.A.: Hay dos cosas que siempre me preocuparon. Una es la mortalidad por accidentes de tránsito. La Unidad Nacional de Seguridad Vial ha hecho un trabajo maravilloso y ha habido integrantes de la academia que la han apoyado desde su inicio. Con ese trabajo basado en la ciencia y muy bien dirigido, los muertos por accidentes de tránsito pasaron de 500 a 470. Hubo una pequeña disminución. Pero la morbilidad, o sea, las secuelas de personas que quedan con lesiones de por vida y las consecuencias sociales y laborales, es terrible. Es una epidemia que no miramos, muchos cierran los ojos. También las enfermedades no transmisibles. El tabaquismo continúa haciendo estragos, porque tiene consecuencias, por ejemplo, en el cáncer de pulmón. Son cosas que se ven a largo plazo, por más que disminuyamos el tabaquismo ahora.
—¿La ANM tiene estrategias diseñadas para combatir estas epidemias?
—J.P.A.: Sí, en cada uno de estos temas hay comisiones específicas que trabajan en coordinación con las autoridades. Ahora estamos preocupados por los productos del tabaco calentado. Es una novedad que esperemos que no entre en nuestro país, porque se ha presentado un recurso para evitarlo. Son productos en los que se administra tabaco disfrazado de aparatos electrónicos, que no lo queman, sino que lo calientan, pero llevan todos los productos tóxicos del tabaco igual y están tratando de conquistar a una masa de jóvenes que puede ser fácilmente seducida por el aspecto de aparato electrónico de moda.