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    La Auditoría quiere pasar de ser “cuco” a “asesor estratégico”

    Hasta unos pocos años atrás y ya transformada en Auditoría Interna de la Nación (AIN), lo primero que hacían sus equipos al entrar en una dependencia gubernamental era un arqueo financiero. Intimidados como viendo a un “cuco”, los funcionarios de la oficina auditada “salían corriendo”, recordó María del Carmen Rua, quien hizo toda su carrera en ese organismo de contralor y el martes 3 asumió como nueva titular.

    Según dijo a Búsqueda, una de las prioridades de la Auditoría Interna de la Nación es consolidar un “cambio cultural” que lleve a los jerarcas de las distintas reparticiones estatales a percibir a la AIN como un “aliado estratégico” para hacer su tarea más eficiente.

    Rua sustituyó a Hugo Pose, en una decisión que les fue comunicada por el ministro de Economía, Danilo Astori. El cambio resultó sorpresivo, ya que había dicho que mantendría a los directores de todas las unidades ejecutoras de esa cartera. Tras el relevo, Pose, un frenteamplista independiente, volverá a su cargo de contador de la auditoría interna de la Intendencia Municipal de Montevideo.

    Rua se define “apolítica” y remarca su perfil de “técnica”. Ingresó a la Inspección General de Hacienda en setiembre de 1982, unos meses antes de graduarse como contadora pública en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República. Desde noviembre de 2009 se desempeñó como coordinadora de la División Sector Público.

    “Hay que pensar en una modernización de la gestión en el Estado. Hay herramientas en el ámbito privado que no han permeado en el área pública y seguimos ejecutando de la misma manera que muchos años atrás. Conceptos como gestión por procesos, planificación estratégica o riesgos no llegan al funcionario público que tiene que hacer su tarea”, planteó la nueva titular de la AIN.

    La tarea de contralor que realiza ese organismo acaba de cumplir un siglo, aunque ha ido cambiando en cómo se ejecuta.

    Un decreto fechado el 10 de marzo de 1915 organizó en la órbita del Ministerio de Hacienda (el actual Ministerio de Economía) la Inspección General de Hacienda, inicialmente constituida con los funcionarios de la Sección Sexta de la Contaduría General del Estado. Sus cometidos eran practicar arqueos de caja sin previo aviso en las oficinas recaudadoras, así como inspecciones amplias en otras reparticiones. Debía también llevar un libro con las anotaciones de cada inspección efectuada e informar mensualmente a Hacienda del estado de la recaudación. Otra función era verificar si las sociedades anónimas cumplieron con los requisitos legales.

    La ley 16.736 de enero de 1996 transformó a la Inspección General de Hacienda en la actual AIN como una unidad ejecutora de Economía. Mantuvo, en líneas generales, las funciones esenciales que tuvo en sus orígenes e incorporó otras: auditar los sistemas de control administrativo y de gestión del sector público; controlar la constitución, reforma, fusión, escisión y disolución de las sociedades anónimas, y fiscalizar las asambleas que realicen las cooperativas.

    Las auditorías realizadas en 2012 y 2013, publicadas a mediados del año pasado, detectaron obras en rutas mal señalizadas y sin controles adecuados de calidad; legajos de policías con información “errónea”; compras sin planificación; licencias de los últimos cinco años no registradas; justificaciones de viajes al exterior con expresiones “genéricas” que no explican debidamente los motivos; pagos por más de medio millón de dólares con dineros provenientes de las Misiones de Paz sin documentación; “debilidades” en el área contable del órgano que controla la explotación de los peajes; servicios médicos prestados sin autorización en hospitales públicos, y trabajos arquitectónicos realizados “sin evidencia que identifique la necesidad”, entre otras fallas.

    “Se ha evolucionado por lo menos en el diagnóstico. Estamos convencidos de que las cosas se tienen que hacer diferente y hay una conciencia mayor de que el Estado es de todos. Hay que trabajar para corregir, porque no hay recetas mágicas”, dijo Rua.

    De todos modos, considera que en materia de auditoría Uruguay está “un poco rezagado” en una comparación regional.

    “En Chile a ningún gestor público se le ocurre desprenderse del auditor y lo tiene incorporado a la cultura de gestión. Hemos caminado y hemos hecho bastante para que se nos vea así. Lo que queremos es promover esa auditoría proactiva, que sea previa a los problemas y no luego, cuando los problemas aparecen”, sostuvo.

    En ese sentido, defiende la imagen de la AIN como un colaborador o un “asesor estratégico” de las distintas instituciones públicas. Pero reconoce que “no es percibida así. A nadie le gusta que lo inspeccionen”, aunque cree que poco a poco la visión va cambiando.

    “No podemos corregir lo que no medimos. Aprender a planificar, monitorear y corregir es todo un ciclo. La calidad, la mejora continua, son conceptos que prenden con convencimiento. Si demostramos que haciéndolo de otro forma es más eficiente se logra el cambio de mentalidad”, afirmó.

    “¿Cómo lo podemos arreglar?”.

    A su juicio, la AIN también ha ido evolucionando en sus actuaciones. Había “una forma de actuar que no va con el concepto moderno de auditoría. Es más, antiguamente se llegaba y se hacía un arqueo. Desde 2005 decidimos no hacer arqueos: el dinero público pasa por el banco. No venimos a ver lo financiero, venimos a ver la gestión”, explicó.

    Agregó: “Se pasó de actuar como una inspección y marcar el defecto a decir: ‘Vení, esto lo estás haciendo mal. ¿Cómo lo podemos arreglar?’. Y abogo por una auditoría participativa, porque la AIN se va y el que queda con el problema es el gestor”.

    “Esto será un esfuerzo que no es para un día. No se van a ver los resultados ni el año próximo. Es un cambio cultural en el que vamos a tener que trabajar”, sostuvo la jerarca.

    Al hablar en un acto efectuado el martes 10 en la AIN con motivo de los 100 años de la creación de la Inspección General de Hacienda y su organismo sucesor, Astori destacó como una “prioridad” prestar atención a la calidad del gasto público tanto como a la cantidad. “La calidad del gasto es absolutamente fundamental para tener una fiscalidad no solo transparente sino, al mismo tiempo, coherente con las necesidades del país”, afirmó el ministro.

    También marcó como prioritario el control de las sociedades anónimas, como parte de una tendencia global. “Uruguay ha venido dando pasos que tienen mucha importancia a nivel internacional en materia de transparencia”, dijo en relación con las normas que en los últimos años obligaron a declarar en un registro la identidad de los accionistas, entre otros cambios alentados desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

    Economía
    2015-03-12T00:00:00