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Cuando pisó Nueva York en 1967, ella había dejado atrás una familia religiosa, el trabajo en una fábrica en New Jersey, estudios universitarios sin terminar y un hijo que tuvo a los 19 años y dio en adopción. Patti Smith llegaba a la gran ciudad con un talento que aún no conocía y con varios discos de Bob Dylan y The Rolling Stones. Nueva York le brindó primero un gran amigo, el fotógrafo Robert Mapplethorpe, y después la efervescencia cultural de los años 70, donde ella se destacó en varias artes, pero sobre todo como poeta y cantante experimental. Cuando llegó la década de los 80, ya era una referente del movimiento punk, y luego se convertiría en una de las figuras influyentes del rock en el siglo XX.
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La posibilidad de ver a “la madrina del punk”, con su melena canosa y los ecos de su figura rebelde a la vez que retraída, es el miércoles 20 a las 20.30 horas, cuando brinde por primera vez un recital en Montevideo. El espectáculo (con entradas a $ 2.550 y $ 3.250) se enmarca en el festival Primavera 0. El artista nacional invitado es Pedro Dalton con Un montón de ojos en la cabeza y Luciano Supervielle.
Desde muy joven, Smith tuvo una particular sensibilidad creativa y una voz potente y llena de matices. Pero antes que cantante, ella fue poeta, además de periodista cultural en varias revistas. Parte de su trayectoria vital y musical, la contó en algunos de sus libros. Sobre sus inicios y, sobre todo, sobre su relación con Mapplethorpe, quien murió de sida en 1989, escribió en Éramos unos niños (National Book Award, 2010). Antes, había publicado El mar de coral (1996), un sentido homenaje a Mapplethorpe, escrito en prosa poética, y todavía anterior fue Tejiendo sueños (1991), un libro que combina anécdotas cotidianas con fotografías. M Train y Devoción son sus últimos libros autobiográficos, una especie de viajes literarios, musicales y geográficos.
Formó su primera banda con el guitarrista Lenny Kaye y el pianista Richard Sohl. Después el grupo se ampliaría bajo el nombre Patti Smith Group. Su primera pieza se llamó Piss factory, un monólogo acerca de la alienación en las fábricas. Pero su verdadero lanzamiento fue en 1975 con Horses, un disco que se transformó en una especie de himno de la época.
Después grabó Radio Ethiopia, disco dedicado a Jim Morrisson con su canción Gloria, y a Arthur Rimbaud, dos de sus ídolos. En 1978, su canción Because the Night, del álbum Easter, escrita con Bruce Springsteen, fue un éxito internacional. El público se sintió atraído por esa mujer de imagen andrógina que cantaba canciones emparentadas con el punk, pero con estilo propio y profundidad poética. La mayor popularidad la logró con su disco Wave y después hizo un paréntesis y se recluyó en Detroit para dedicarse a los dos hijos que tuvo con el guitarrista Fred Sonic Smith.
Cuando regresó en 1988, su voz seguía siendo poderosa y expresiva. Lanzó el álbum Dream of Life, con una foto de portada de Robert Mapplethorpe, quien falleció poco después. “La primera vez que lo vi, Robert dormía. Estaba de pie frente a él, un chico de veinte años que, al percibir mi presencia, abrió los ojos y sonrió. Con unas pocas palabras, se convirtió en mi amigo, mi compañero, mi amada aventura”, escribió Smith en El mar de coral.
Su canción About a Boy, del disco Gone Again (1996), fue un homenaje a Kurt Cobain. Luego vendrían los álbumes Peace and Noise y Gung Ho (donde su hijo Jackson toca la guitarra), con canciones sobre la Guerra de Vietnam, la esclavitud, el sida y la invasión china a Tibet, por los que obtuvo nominaciones al Grammy. En el álbum Trampin’, donde debuta su hija Jesse en el piano, le hizo un homenaje a su madre con la canción Mother Rose.
El último álbum de Smith es del 2012 y se llama Banga, un disco con baladas sobrias y emotivas, algo de folk y recitados. Sus canciones son temáticas, y van desde las exploraciones de Américo Vespucio (Amerigo), al terremoto y tsunami que azotó a Japón en 2011 (Fuji-san). Hay un tributo a Amy Winehouse con This Is A Girl, mientras que Nine está dedicada a Johnny Depp, quien participa en el disco en guitarra y batería.
En la actualidad, la banda de Smith, la forman Lenny Kaye en la guitarra, Jay Dee Daugherty en batería, Tony Shanahan en bajo y teclados y Jackson Smith en la guitarra. En los últimos años ha participado en el proyecto Soundwalk Collective, integrado por artistas de diversas disciplinas con una propuesta que vincula la música con la antropología y la observación de la naturaleza.
En 2016, las pantallas del mundo mostraron a Patti Smith cantando A Hard Rain´s A-Gonna Fall, de Bob Dylan. Lucía una vestimenta negra y sobria de pantalón y chaqueta, que se mimetizaba con la de los músicos. Fue en Estocolmo, en la solemne ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura, donde Dylan, el premiado, faltó a la cita. Avanzada la canción, Patti Smith se equivocó en la letra, que por cierto es muy extensa, y pidió tímidamente disculpas a los músicos y al público. “Perdón por estar tan nerviosa”, dijo, como si fuera una primeriza del escenario. Entonces, retomó la canción y, como tantas veces lo hizo, conmovió a la audiencia en la que hubo algunas lagrimitas.
Ahora, a los 73 años, un poco desgarbada y con su larga melena blanca, volverá a atraer con su voz y sus canciones menos punk, más intimistas y con sonidos étnicos. Y todo bajo las estrellas en el Parque Rodó.